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El
negocio jurídico. Hechos y actos jurídicos
Los mandatos jurídicos por los que una persona resulta obligada pueden ser de muy diversa
índole. En este sentido la tradición iusprivatista reserva la palabra obligación en un sentido
especializado o técnico para identificar aquellas situaciones de subordinación impuestas
por un deber jurídico en las que la conducta del sujeto pasivo es susceptible de una
valoración patrimonial. Será por tanto la presencia o la ausencia de dicha nota de
patrimonialidad la que nos permita superar la ambivalencia del término.
De entrada cumple diferenciar entre situaciones de sujeción de carácter general (como por
ejemplo, la que nos impone la Constitución) de aquellas otras en las cuales dicha sujeción
se da en términos individualizados o particulares. Términos que conducen al nacimiento de
obligaciones. Así el art. 1.089 del C.C. señala que “las obligaciones nacen de la ley, de los
contratos y de los actos y omisiones ilícitos o en que intervenga algún género de culpa o
negligencia”.
3. El concepto de carga.
Carga, según tales premisas, sería aquella conducta que debe realizar el obligado. O lo que
es lo mismo: carga sería el objeto de la relación obligatoria. Mediante el uso de este
concepto se supera la idea tradicional en cuyo mérito tal objeto estaba representado por las
cosas o los servicios que habían sido referenciados en el título constitutivo de la obligación.
Por decirlo en términos coloquiales: si A debe pagarle a B 1.000 euros la carga (o
prestación, y por tanto objeto) es la actividad de pago y no la citada cuantía o suma de mil
euros.
Para que sea conforme a derecho la carga debe reunir ciertos requisitos los cuales ya fueron
contemplados desde antiguo por los clásicos. Es decir: posibilidad, licitud y determinación
Posibilidad, pues como sienta nuestro Código “no podrán ser objeto de contrato las cosas
o servicios imposibles”. Licitud pues “pueden ser igualmente objeto de contrato todos los
servicios que no sean contrarios a las leyes o a las buenas costumbres”. Determinación, ya
que sólo existirá obligación cuando el deudor sepa a qué queda obligado y el acreedor
conozca la conducta prometida por el deudor que llegado el caso puede reclamar
4. El negocio jurídico.
Nuestro Código Civil, como los restantes códigos latinos, ni utiliza esta expresión ni,
lógicamente, la usa como parámetro de la regulación que le es propia.
Son negocios jurídicos las relaciones establecidas como consecuencia de los actos
voluntarios y lícitos.
a) Inter vivos y mortis causa: Los primeros producen sus efectos durante la vida de los
que los crean, como puede ser el contrato de compraventa o el de sociedad; mientras que
los segundos despliegan su eficacia cuando muere el autor del acto voluntario (testamento)
Los actos de disposición son el núcleo central de las variaciones en orden a la titularidad
de los derechos. Todo lo que produce tales variaciones son hechos jurídicos. Hecho es todo
lo que sucede en la realidad; y en cuanto que producen consecuencias jurídicas son hechos
jurídicos.
Se advirtió que en general cualquier adquisición, modificación o pérdida de un derecho era
debida a más de una circunstancia, a un hecho complejo o integrado por extremos de muy
varios. Y se construyó el concepto de supuesto de hecho. Se definió como conjunto de
circunstancias y requisitos a los que el ordenamiento jurídico condiciona el nacimiento,
adquisición o pérdida de un derecho. Confundirlo con el hecho simple es confundir el todo
con parte de lo que lo integra; aunque normalmente se hable de hecho en la dialéctica
jurídica.
Los hechos jurídicos son muy variados. Naturales, involuntarios, voluntarios; simples y
complejos; positivos y negativos,… Van desde el nacimiento a la muerte de una persona
pasando por el matrimonio o cualquier relación contractual
Es indudable que los hechos más importantes son los realizados por los hombres. Son estos
los actos humanos. Si estos actos producen consecuencias jurídicas estamos ante los actos
jurídicos.