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Obligación y deber jurídico. Las situaciones de sujeción. El concepto de carga.

El
negocio jurídico. Hechos y actos jurídicos

1. Obligación y deber jurídico.

Los mandatos jurídicos por los que una persona resulta obligada pueden ser de muy diversa
índole. En este sentido la tradición iusprivatista reserva la palabra obligación en un sentido
especializado o técnico para identificar aquellas situaciones de subordinación impuestas
por un deber jurídico en las que la conducta del sujeto pasivo es susceptible de una
valoración patrimonial. Será por tanto la presencia o la ausencia de dicha nota de
patrimonialidad la que nos permita superar la ambivalencia del término.

2. Las situaciones de sujeción.

De entrada cumple diferenciar entre situaciones de sujeción de carácter general (como por
ejemplo, la que nos impone la Constitución) de aquellas otras en las cuales dicha sujeción
se da en términos individualizados o particulares. Términos que conducen al nacimiento de
obligaciones. Así el art. 1.089 del C.C. señala que “las obligaciones nacen de la ley, de los
contratos y de los actos y omisiones ilícitos o en que intervenga algún género de culpa o
negligencia”.

Vista la pluralidad de causas de la relación obligatoria cabe hablar de un paralelo e


igualmente plural conjunto de motivos determinantes de situaciones de sujeción. Pluralidad
que la doctrina reconduce a dos posiciones básicas: la integrada por aqeullas situaciones de
sujeción impuestas por la ley y la que encuentra su razón de ser en la voluntad libremente
expresada por las partes (o parte) intervinientes.

3. El concepto de carga.

Usamos el concepto de prestación como equivalente o sinónimo del contenido que


suponemos a la noción de carga pedida por el epígrafe, en razón del contexto en el que la
noción demandada se ubica.

Carga, según tales premisas, sería aquella conducta que debe realizar el obligado. O lo que
es lo mismo: carga sería el objeto de la relación obligatoria. Mediante el uso de este
concepto se supera la idea tradicional en cuyo mérito tal objeto estaba representado por las
cosas o los servicios que habían sido referenciados en el título constitutivo de la obligación.
Por decirlo en términos coloquiales: si A debe pagarle a B 1.000 euros la carga (o
prestación, y por tanto objeto) es la actividad de pago y no la citada cuantía o suma de mil
euros.

Para que sea conforme a derecho la carga debe reunir ciertos requisitos los cuales ya fueron
contemplados desde antiguo por los clásicos. Es decir: posibilidad, licitud y determinación
Posibilidad, pues como sienta nuestro Código “no podrán ser objeto de contrato las cosas
o servicios imposibles”. Licitud pues “pueden ser igualmente objeto de contrato todos los
servicios que no sean contrarios a las leyes o a las buenas costumbres”. Determinación, ya

que sólo existirá obligación cuando el deudor sepa a qué queda obligado y el acreedor
conozca la conducta prometida por el deudor que llegado el caso puede reclamar

4. El negocio jurídico.

Nuestro Código Civil, como los restantes códigos latinos, ni utiliza esta expresión ni,
lógicamente, la usa como parámetro de la regulación que le es propia.

La construcción procede de la dogmática alemana quien (ante la inexistencia de Código


Civil en su país) se vió obligada en la segunda mitad del XIX a elaborar una teoría general
aplicable a todos los actos y contratos subsumibles en la idea de la autonomía privada.

Son negocios jurídicos las relaciones establecidas como consecuencia de los actos
voluntarios y lícitos.

Los negocios jurídicos se clasifican tradicionalmente en:

a) Inter vivos y mortis causa: Los primeros producen sus efectos durante la vida de los
que los crean, como puede ser el contrato de compraventa o el de sociedad; mientras que
los segundos despliegan su eficacia cuando muere el autor del acto voluntario (testamento)

b) Patrimoniales o no patrimoniales, según que tengan o no un contenido evaluable


económicamente. A su vez éstos se dividen en:

a. Onerosos: la prestación de una parte encuentra como contrapartida la de la otra (por


ejemplo, la cosa entregada por el vendedor y el precio pagado por el comprador. Este último
recibe el nombre de contraprestación)

b. Gratuitos: cuando la prestación se realiza sin finalidad de lucro, como el préstamo


de uso o comodato

c. Lucrativos: la prestación supone el enriquecimiento de una parte en paralelo al


empobrecimiento de la otra: ejemplo, la donación.

5. Hechos y actos jurídicos

Los actos de disposición son el núcleo central de las variaciones en orden a la titularidad
de los derechos. Todo lo que produce tales variaciones son hechos jurídicos. Hecho es todo
lo que sucede en la realidad; y en cuanto que producen consecuencias jurídicas son hechos
jurídicos.
Se advirtió que en general cualquier adquisición, modificación o pérdida de un derecho era
debida a más de una circunstancia, a un hecho complejo o integrado por extremos de muy
varios. Y se construyó el concepto de supuesto de hecho. Se definió como conjunto de
circunstancias y requisitos a los que el ordenamiento jurídico condiciona el nacimiento,
adquisición o pérdida de un derecho. Confundirlo con el hecho simple es confundir el todo
con parte de lo que lo integra; aunque normalmente se hable de hecho en la dialéctica
jurídica.

Los hechos jurídicos son muy variados. Naturales, involuntarios, voluntarios; simples y
complejos; positivos y negativos,… Van desde el nacimiento a la muerte de una persona
pasando por el matrimonio o cualquier relación contractual

Es indudable que los hechos más importantes son los realizados por los hombres. Son estos
los actos humanos. Si estos actos producen consecuencias jurídicas estamos ante los actos
jurídicos.

Son los actos jurídicos, acciones u omisiones queridas o al menos previsibles de un


resultado exterior en orden al Derecho. En la medida en que también son hechos son
susceptibles de acogerse a las clasificaciones de los mismos

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