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Mar adentro 

es una película española biográfica-dramática de 2004 coescrita y dirigida


por Alejandro Amenábar y protagonizada por Javier Bardem, Belén Rueda y Lola Dueñas. Se trata
de una versión de Condenado a vivir de 2001 y está basada en la historia real de Ramón Sampedro,
un escritor y exmarino quien queda tetrapléjico tras un accidente ocurrido durante su juventud y
permanece postrado en una cama durante casi 30 años, situación por la que desea morir mediante la
aplicación de la eutanasia. La película relata la lucha de Sampedro para lograr que la ley reconozca
su derecho a morir.
Es una de las películas españolas más premiadas, consiguiendo 14 Goyas3 —récord de la Academia
española— y el Óscar a la Mejor Película Extranjera,4 entre otros numerosos premios.

Contexto histórico[editar]
La historia de Ramón Sampedro tuvo una importante repercusión en España, y renovó el
controvertido debate sobre la eutanasia. En España, la asistencia al suicidio estaba penalizada. El
juicio por la legalización de la eutanasia se celebró en 1993 y fue de gran interés mediático. Ramón
se quitó la vida en 1998 con la ayuda de su amiga Ramona Maneiro.
El personaje de Julia (Belén Rueda) está inspirado en la periodista Laura Palmés (1954-2011), quien
se encontraba enferma de esclerosis múltiple al momento del reportaje que le realizó a Sampedro y
lo puso en el centro del debate sobre la eutanasia.5

Sinopsis[editar]
Ramón (Javier Bardem) lleva casi treinta años "encerrado en su cuerpo", postrado en una cama al
cuidado de su familia. Su única ventana al mundo es la de su habitación, junto al mar, por el que
tanto viajó y donde sufrió el accidente que interrumpió su juventud, al lanzarse al agua en As Furnas
(Porto do Son), sin haber suficiente profundidad. Desde entonces ha quedado tetrapléjico y su único
deseo es terminar con su vida, haciendo uso del suicidio asistido, pues solo así sería libre de nuevo.
Ante dicho deseo se interpone el hecho de que ésta es una práctica ilegal en España, al igual que en
la mayoría de países del mundo, por lo cual debe luchar contra los servicios administrativos
españoles y la Iglesia española, lo que se vuelve una lucha agotadora. Su padre y su hermano
mayor, la esposa de este y el hijo de ambos, están completamente dedicados a su cuidado; casi
puede decirse que viven para él, atendiendo todas sus necesidades. Además, este hermano es
totalmente contrario al empeño de morir de Ramón Sampedro, enfrentándose a él varias veces
queriendo imponer su autoridad de hermano mayor, lo cual no es admitido en ningún momento.
Entre otras vicisitudes, una de las más relevantes es la intervención de un sacerdote (Josep Maria
Pou) -también tetrapléjico y que se vale de una silla de ruedas con adaptaciones-, el cual, sin
conocer el ambiente en que vive Ramón, habla a los medios de comunicación suponiendo que
quiere morir por falta de cariño de quienes le rodean. Incluso se hace trasladar al domicilio de
Ramón, aunque no alcanzan a verse por las estrecheces de la casa. Un ayudante les sirve de
intermediario en la conversación -yendo y viniendo- que termina con la afirmación del deseo de
Ramón y las ideas católicas inamovibles del sacerdote. Al marcharse este, la esposa del hermano,
visiblemente disgustada, le reprocha las suposiciones infundadas vertidas a la prensa de falta cariño
como causa de la decisión del suicidio.
En el medio de su lucha, la espera se ve alterada por la llegada de dos mujeres: Julia (Belén Rueda),
una abogada (que padece una gravísima enfermedad cerebral de lenta evolución -CADASIL-) que
apoya su lucha, logrando plantear la situación ante la justicia, con asistencia de Ramón, pero sin
resultado alguno; y Rosa (Lola Dueñas), una mujer del pueblo llena de alegría de vivir, quien
intentará convencerlo de que la vida merece la pena. La luminosa personalidad de Ramón termina
por cautivar a ambas mujeres, las cuales tendrán que cuestionar, como nunca antes, los principios
con que rigen sus vidas.
Él, por su parte, se mantendrá firme en su idea de que solo la persona que de verdad lo ame será
quien le ayude a cumplir su deseo. Rosa demuestra ese amor, pues es quien le proporciona el
cianuro de potasio disuelto en agua y en un vaso del cual Ramón lo bebe con una pajita, tras lo cual
muere. Para la protección de ella, deja el testimonio de que son varios los que le han ayudado. En
una última escena Gené visita a Julia, que se encuentra ya muy mal de su enfermedad, pues puede
decirse que no recuerda a Ramón.

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