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SO ES MÚSICA CELESTIAL

PARA MIS OÍDOS


“Yo no quiero shock, no quiero afectar los bolsillos de la gente”, dijo el
presidente electo Alberto Fujimori Fujimori a inicios de junio de 1990,
antes de asumir funciones. Entonces Hernando De Soto, presidente
del Instituto Libertad y Democracia, muy influyente en el final del
gobierno de García con su teoría de la titulación de predios para que
los más pobres pudieran acceder al capital, le pidió al representante del
Fondo Monetario Internacional (FMI) que le hablara al presidente con
la pura verdad. “No hay otra forma que el shock, hay que hacer las cosas
rápido. Eso han hecho todos los países que han tenido éxito bajando la
inflación”, le repitieron.
Como Fujimori no estaba convencido, De Soto le ofreció hacer una
cita simultánea con el FMI, el Banco Mundial y el Banco Interamericano
de Desarrollo (BID) en Nueva York. Esa reunión sería intermediada
por su hermano Álvaro, que en ese entonces era Sub Secretario de la
Organización de las Naciones Unidas, liderada por otro peruano, el
embajador Javier Pérez de Cuéllar. Este último convocaría finalmente
a los representantes de estas entidades financieras. La idea era que
emitieran opinión sobre los planes presentados por el equipo económico
de campaña, bautizados como los siete samuráis, y el que presentaría
De Soto en base a un memorándum de tres páginas elaborado por
Carlos Rodríguez Pastor, abogado especialista en temas financieros,
que se había desempeñado como gerente general del Banco Central
de Reserva en el primer gobierno del arquitecto Fernando Belaunde y
como ministro de Economía durante el segundo.
El 30 de junio de 1990, convocados por Pérez de Cuéllar, el electo
presidente Fujimori se reunió con los representantes de cada institución
financiera en Nueva York. El primer plan económico, de tendencia
socialista, fue presentado por Adolfo Figueroa. Antes de esa cita, De
Soto les había adelantado a algunos de los representantes de los bancos
con qué se iban a encontrar en dicha reunión. “En ese momento, el
objetivo era romper las dudas de Fujimori, quien tenía idea de la
situación del país pero no sabía muy bien lo que ocurría”, afirma el
propio De Soto. Entonces, la deuda pública peruana estaba concentrada
en estos entes financieros. Solo si el Perú llegaba a un compromiso con
los bancos acreedores podría asomar una luz de esperanza dentro de un
cuadro económico que hacía rato se anunciaba fúnebre.
Fujimori presentó los dos programas. El de los siete samuráis fue
primero y no despertó comentarios, más bien fue seguido por un
enrarecido silencio. Inmediatamente siguió la presentación de Carlos
Rodríguez Pastor y, apenas finalizado, el entonces Director Ejecutivo del
Fondo Monetario Internacional, el francés Michel Camdessus, profirió
una frase que resonaría por semanas e inclinaría definitivamente la
balanza: “Esa es música celestial para mis oídos”. Esa misma noche
Fujimori concedió una entrevista al New York Times que tituló en
su primera página del 1 de julio de 1990: “Nuevo líder peruano logra
un acuerdo con el FMI”. Presos todavía del desconcierto, casi ningún

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