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La importancia del Amor a la Patria en la vida de la Familia

Algunas reflexiones a partir de las chacareras santiagueñas.

Con el hecho tan conocido que sucedió el 9 de Julio aquí en la Escuela “San Miguel
Arcángel”, muchos hemos quedado impactados por la noticia. Por la valentía en defender
nuestros ideales. Por el muy claro mensaje de que hay que pensar un presente y un futuro
con las virtudes que se pregonaban en el pasado. De manera que, cuando fui invitado a
dar esta ponencia, me pareció oportuno traerles algunas reflexiones que surgieron en ese
momento y que luego, pensando en cómo poder encararlas y perfeccionarlas, se
traducirían en esta exposición. Por eso, más bien diría que es bastante particular esta
conferencia, más bien es un “gracias”, es un contarles el porqué de ese agradecimiento,
pero diría que lo quiero hacer casi de un modo particular, a cada uno de ustedes.

Santiago del Estero fue, es y será, para mí, un misterio. Desde la primera vez que
llegué aquí, a los 17 años, en una misión a Cuadrado Norte con quinto año del
Bachillerato. Recuerdo que hacía dos años que yo había aprendido a tocar la guitarra y a
conocer nuestro folclore. Conocer nuestro folclore es un sinónimo de conocer chacareras,
y más bien, chacareras santiagueñas. Todas las letras, hasta ahí no muchas, pero
significativas, que sabía, me hablaban de un paraíso. De una tierra de la que es imposible
salir y no quedar prendado de un deseo insondable de volver. Y es así que, unos 70 km.
antes de arribar, nos recibió un monte, todo quemado a la derecha. Cuarenta y cinco
grados de calor, pero era invierno (Julio de 2000) Imagínense mi perplejidad: todas las
letras del folclore santiagueño habían sido hechas por un macabro escritor. Santiago del
Estero era una paradoja, una aparente contradicción, pero para mí, en ese momento, era
una contradicción. Pero con el correr de los días, y el apostolado con mis compañeros de
curso en la misión, fui aprendiendo que algo de lo que yo pensaba estaba en esas coplas
folclóricas, es decir, en el alma de los mismos santiagueños:

“No tiene mi tierra oro, ni trigales ni ganado; ni tampoco verdes prados, ni otros
signos de riqueza. Pero tiene por grandeza el alma que Dios le ha dado”

Para los que allí vivían, ese lugar era y es un lugar al que siempre hay que regresar.
Entonces creo que ahí comencé a pensar un poco, y a hacerme algunas preguntas: ¿Qué
es en realidad la felicidad, la alegría? ¿Qué es un verdadero hogar? ¿Cuál es el mejor lugar
para vivir?

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Todas las preguntas tendrían una solución una vez que hubiera comprendido, con
el correr del tiempo, la idea de “Tierra”, pero según la concepción cristiana. Y más aún,
cuando comprendiera la noción de “Patria”, es decir “Tierra de los padres”.

Actualmente, podemos observar que la noción, el concepto y el ideal de Patria


están muy ensuciados. ¿Cuántos de nosotros no hemos visto a jóvenes caminando con
remeras en las que flamea la bandera de Inglaterra (o, como decía el Martín Fierro, “Inca
la perra”) y luego conmoverse tal vez cuando llega el 2 de abril? ¿O tararear
permanentemente canciones extranjeras en detrimento de las propias? Junto con esa
problemática se pasean varias otras que en realidad, son causa de esa falta de amor a lo
nuestro.

Nuestra idea en esta charla es exponer algunos puntos, algunas ideas para
encontrar algunos fundamentos que nos ayuden a subsanar dichos inconvenientes,
recuperando la verdadera noción de Patria en el contexto cotidiano.

IDEAS A RECUPERAR:

1) LA TRADICIÓN. (LAS DOS TRADICIONES)

El ser humano recibe muchas verdades por transmisión (o tradición). Pero no


cualquier cosa que se transmite es verdadera o sana o fecunda Tradición. Por eso es
oportuno aclarar algunos elementos. Al respecto, el p. Meinvielle nos explica:

“A través de la historia humana no hay sino dos actitudes fundamentales de


pensamiento y de vida: una, la católica, que es la tradición recibida de Dios por Adán,
Moisés y Jesucristo, y cuyo insuperado expositor ha sido Santo Tomás de Aquino; la otra,
la gnóstica…que alimenta los errores de todos los pueblos en la gentilidad y en la
apostasía del judaísmo primero y luego en la del cristianismo mismo, y que se verifica de
modo particular en el mundo moderno…Estas dos tradiciones determinan dos culturas
(dos cosmovisiones, dos modos de mirar e interpretar la realidad) diametralmente
opuestas: la una, la católica, que es esencialmente contemplativa, y en la cual el hombre,
en el perfeccionamiento de sus facultades, tiende a contemplar a Dios y sus obras; la otra,
la cultura moderna, esencialmente operativa y fabricativa, y en la cual el hombre ejerce
una acción predominantemente transformadora, buscando la utilidad práctica de las
cosas” (De la Cábala…33-34)

Cuando afirma que la tradición católica es esencialmente contemplativa, no quiere


decir que todos tengamos que ser monjes de clausura: simplemente significa que antes de
obrar, debo mirar, observar lo que nos es dado y está antes de nosotros, la naturaleza y el

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orden que hay en ella: luego obrar. Pero hay una prioridad. La cultura de la muerte es
primaria y únicamente práctica, porque se aleja de ese orden, no lo ve, no lo quiere ver.

SEGUNDA IDEA A RECUPERAR:

2) EL CONTENIDO DE LA TRADICIÓN CATÓLICA

“Esta tradición judeo-católica contiene verdades naturales y sobrenaturales.


Llamamos verdades naturales a aquellas a que puede llegar la naturaleza racional del
hombre haciendo buen uso de su razón… (¿Cómo sé que hay buen uso de mi razón?
Cuando lo que hago me perfecciona como ser humano. Por ejemplo si digo que voy a
hacer ayuno 3 veces por semana y por ese ayuno no puedo ni levantarme por falta de
fuerzas, evidentemente no me perfecciono ni perfecciono a los demás). Estas verdades
son la existencia de un Dios trascendente, personal, inteligente y libre, que ha creado el
mundo, no de su sustancia sino de la nada, y la existencia de un alma estrictamente
espiritual…y que, en la muerte, se separa del cuerpo para rendir cuentas a Dios de sus
acciones terrestres.”

TERCERA IDEA A RECUPERAR:

3) ¿DÓNDE APRENDE-RECIBE EL SER HUMANO ESE CONTENIDO?

En una tierra particular, en una familia particular.

Hay que decir aquí algo que es muy conocido por nosotros, y es que el ser humano
es naturalmente sociable. Dado que es imperfecto, necesita de los demás desde que nace,
y así antes de nacer nosotros necesitamos de una sociedad (papá y mamá que se aman)
pero también porque los demás necesitan de nosotros, puesto que comparten la misma
naturaleza imperfecta.

Entonces, las verdades más importantes que el ser humano debe saber, qué hacer
y qué no hacer, cuál es el sentido de su vida, qué amar y qué no amar, etc., las aprende en
su tierra, en sociedad, y más bien en la “primera sociedad” que constituye su familia. No
quita que lo pueda también aprender o profundizar en otros lugares, pero la familia es el
lugar natural, el ámbito mejor dispuesto y preparado, puesto que los padres tienden a
amar a sus hijos, y si los aman de verdad tienen que enseñarles lo que les va a hacer bien.
“Amar es querer el bien del otro”.

“Dejé mi tierra cantora, por conocer otros pagos. Voy andando otros caminos, pero
mi alma está en Santiago”

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Los niños y los jóvenes reciben entonces verdades y bienes por tradición, por
transmisión: muchas veces los papás sin decir nada transmiten (por ejemplo levantarse
temprano aunque cueste), otras veces transmiten enseñando concretamente, y otras a
través de la música o las historias en los fogones.

“Si alguna guagüita pudiera tener, uy que feliz, pero como dicen que Dios proveerá, ya ha
de venir”

Sin buscarlo explícitamente en algunas oportunidades, lo que los padres enseñan


es el amor a la tierra, a las enseñanzas de los mayores, a las virtudes, al orden natural. Allí,
en el encuentro que el hombre tiene con el suelo, con los árboles, con el calor, el frío, las
flores y los frutos, allí está Dios. El orden natural es un reflejo del orden divino, porque el
orden natural es creado y tiene algo de Dios, como un artista cuando pinta un cuadro, el
cuadro tiene algo del pintor. De manera que a través del trabajo y la contemplación de esa
naturaleza, el hombre va entendiendo lo que Dios le ha propuesto desde siempre: que si
quiere beneficiarse, va a tener que esforzarse; que las cosas buenas se hacen esperar,
tienen su ritmo, su tiempo de maduración. Que si hace silencio, puede escuchar el canto
de los pájaros y la necesidad de los demás. Y también puede escuchar la voz de su propia
personalidad. En esa contemplación adquiere las bases de una ley natural, los principios
de la moral, etc. En esa mirada va aprendiendo el verdadero amor a la tierra de los padres,
a la Patria.

CUARTA IDEA A RECUPERAR-CONSIDERAR

4) ¿QUÉ ES LA PATRIA?

Alberto Caturelli, gran pensador argentino, tiene un artículo muy interesante en el


que refleja principalmente dos grandes ideas al respecto:

A) La idea de patria para los paganos y


B) La idea de patria según los hebreos y el cristianismo

A) Para los paganos, por ejemplo los romanos y los griegos, hablar de Patria era
simplemente, hablar de tierra de los padres, con sus dioses que eran sus antepasados y los
dioses protectores del hogar. Pero en la consideración pagana, todo volvía a suceder, lo
que ahora sucedía, se iba a repetir un par de siglos más tarde, y lo que sucedía ahora
también había sucedido de alguna manera siglos antes: la historia, para los griegos y los
romanos, era circular, como un círculo que no tiene ni comienzo ni fin. Todo se repetía. La
historia no tenía, entonces, propiamente, un comienzo y tampoco tenía una dependencia
de un ser Supremo, sino que era desde siempre y a partir de la materia. Por lo tanto,
“nada había más allá de esta tierra de los padres y, en el fondo, todo cuanto tenía alguna

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significación para la vida del hombre pagano era, precisamente contenido en la patria…un
mundo así es un mundo sin un más allá trascendente que le haga ser, y por eso, el mundo
pagano carecía de una razón última de ser. El hombre no podía lograr una plenitud pues
no había nada más allá de este mundo que hiciera posible esa total plenitud. Así pues, el
patriotismo del hombre pagano es un patriotismo sin razones últimas que fundamenten el
patriotismo mismo”. Y aquí viene algo muy interesante: “Como no hay razón última
trascendente a la patria y ésta se resuelve en la inmanencia del mundo, la grandeza de la
patria es orgullo y soberbia, y poder despiadado”. Claro, como todo “depende de mí, de
nosotros, de lo que hagamos nosotros”, entonces el obrar dominador de una tierra,
conquistador de otras tierras es por mi fuerza, por mi sangre, por mi raza. En cambio, si
(como veremos en la concepción verdadera judeo-católica de patria) si hay trascendencia
fundante, es decir, un SER, DIOS, que ha hecho todo de la nada y del cual dependemos, al
haber dependencia hay un sentido de la humildad que no tienen los pueblos paganos y
tampoco los neo-paganos, como por ejemplo, la Alemania nazi, que fue una vuelta al
paganismo.

B) Para el patriotismo hebreo, el sentido de la verdadera patria es fundado por


Abel, Abel, el hermano de Caín, es el “pastor” que peregrina por la tierra sin afincarse en
ella. “En cambio, el señorío de Caín sobre su tierra es un señorío sin sentido último, -de
espaldas a Dios- y, por eso, es un señorío auto-destructivo, fundado en la soberbia de la
vida”. Por tanto, “La única posibilidad cierta de salvar al patriotismo será asumirlo sin
negar el sentido del peregrinaje a una realidad trascendente que explica y hace ser a lo
que es. El patriotismo de un pueblo peregrino es, al cabo, el único que tiene sentido. Por
eso el pueblo hebreo, que va en búsqueda de la tierra prometida por mandato divino,
tiene una razón de ser trascendente, y luego de la conquista también tiene su razón de ser
no primeramente en la misma tierra, sino más allá de ella”. “El amor del judío por la patria
tiene entonces un doble aspecto: por un lado es concreto amor por esta Palestina
geográfica que después de la conquista no puede no ser la tierra de los padres, “tierra de
Abraham, tierra de Isaac, tierra de Jacob”; por otro lado es concreto amor y espera de una
Palestina no geográfica y celeste, trascendente a la tierra y razón de ser de la patria
terrestre. Es un patriotismo que, si se mantiene puro y no se carnaliza, es patriotismo
trascendente que es amor a la patria cuya grandeza es obediente humildad a Dios.
Semejante patriotismo no tiene su razón fundamental en la “tierra” y la “sangre” de los
paganos.

Bien, este sentido de la patria es el sentido que el cristianismo asume. Sin esta
dimensión, caemos en nacionalismos extremos o paganos, sin una razón de ser
trascendente. Pero hay algo más que el cristianismo agrega. Y es que nada tiene sentido
sin Cristo. Todo es donado por Él, asumido por Cristo, salvado por Él en la cruz. Incluso la

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patria. “Esta patria debe ser pues amada en cuanto don del Absoluto amor que se encarnó
(Cristo) y amarla es, simplemente, amar a Dios. La patria es amada no tanto ya por ser la
tierra y la sangre de los padres, cuanto por ser un don de Dios. Lo cual no quita que haya
que amarla por ser la tierra, las buenas costumbres de mis padres, la sangre de mis
padres. Pero adquiere un sentido ultraterreno.

En ese contexto tienen valor las palabras de muchos autores que han ahondado en
las raíces de nuestra patria: Por ejemplo el P. Alberto Ezcurra: “Patria es la tierra donde se
ha nacido, dice el poeta. Pero la patria no es solamente la tierra, un contorno geográfico.
La tierra es para la patria lo que la casa es para la familia…la casa donde existe una
dimensión humana, que hace posible el arraigo nacido de la tradición familiar, el amor y el
esfuerzo sacrificado, donde hay cultivo-cultura-de la tierra. Sólo así, si se la concibe como
morada familiar, se comprende que alguien sea capaz de luchar y de morir por ella. No
vale la pena pelear por ella, dicen algunos. Por cierto que pelearían por un pedazo de
tierra si se encontraran de sopetón con un extraño que ha invadido la cocina de su casa”.

Entonces, en una primera noción, la Patria es una casa, pero una casa grande, de la
cual somos parte. Esta casa la integran también los antepasados, a través de sus gestos
heroicos, sus enseñanzas, su trabajo. Por eso es que podemos decir que la Patria son
también los muertos. Siguiendo con las palabras de Alberto Ezcurra, “La patria también la
integran aquellos ausentes que con su sacrificio nos legaron esa patria que hoy
poseemos…Patria son los conquistadores y los misioneros, los gauchos que defendieron
con sus lanzas las fronteras del norte…Patria son aquellos que en la Vuelta de Obligado
tendieron cadenas sobre el Río Paraná, pero también son la patria los gringos que llegaron
después para talar el monte y abrir los surcos y hacer fecunda la tierra con su sacrificio y
su trabajo. La Patria que recibimos es una herencia regada con la sangre de los héroes y
con el sudor del gaucho en las estancias, del gringo en las colonias, del obrero en las
fábricas”.

Entonces, la patria cristiana, nuestra Argentina cristiana, cobra una valía auténtica
que no se encontraba ni se encuentra en los países de costumbres paganas.

QUINTA VERDAD A RECUPERAR:

5) DEBERES PARA CON LA PATRIA

Santo Tomás, en un escrito muy famoso, la Suma Teológica, habla al respecto y


dice: “De dos maneras se hace un hombre deudor de los demás: según la diversa
excelencia de los mismos (es decir, según la excelencia de los demás) y según los diversos
beneficios que de ellos ha recibido. En uno y otro supuesto, Dios ocupa el primer lugar, no
tan sólo por ser excelentísimo, sino también por ser el primer principio de nuestra

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existencia y gobierno. Aunque de modo secundario, nuestros padres, de quienes nacimos,
y la patria, en que nos criamos, son principio de nuestro ser y gobierno. Por lo tanto,
después de Dios, a los padres y a la patria es a quienes más debemos. De ahí que como
pertenece a la religión dar culto a Dios, así, en un grado inferior, pertenece a la piedad
darlo a los padres y a la patria. Mas en el culto a los padres se incluye el de todos los
consanguíneos, porque proceden de los mismos padres. Y en el culto de la patria va
implícito el de los conciudadanos y el de todos los amigos de la Patria. Por lo tanto a éstos
principalmente se extiende la virtud de la piedad.”

SEXTA VERDAD A RECUPERAR:

6) EL BIEN DE LA PATRIA (BIEN COMÚN) DEBE ESTAR POR ENCIMA DE LOS BIENES
PARTICULARES.

Voy a tomarme un tiempo para hacer una digresión. (Digresión: hecho de


apartarse en un relato, discurso o exposición, del asunto principal para tratar de algo que
surge relacionado con él).

Cuando hablamos de Bien común, en el hablar digamos cotidiano, que se expresa


en la calle, en los medios de comunicación y en muchos libros, digamos en la noción
liberal, estamos hablando de “bienes materiales comunes”. El liberalismo ha identificado
el concepto de bien común con el de “bien material”. Por eso, trabajar por el bien común,
sería trabajar para que todos tengamos nuestro bienestar económico, nada más. En
cambio, en la concepción realista, “Bien común” es algo totalmente diverso. ¿Qué
significa “bien común” según la concepción clásica? Un bien común es un bien
comunicable. Por ejemplo, un saber, un conocimiento. Un bien es comunicable cuando
puede ser poseído por dos o más, y la posesión de uno no va en desmedro, no quita nada
a la posesión del otro. Entonces por ejemplo, lo que yo les estoy transmitiendo ahora lo
pueden recibir todos ustedes, pero el que lo entienda uno, el que lo reciba uno de ustedes
no le quita la posibilidad a otro de comprender. ¿Cuáles son los bienes comunes del
hombre, los bienes comunicables? Los bienes espirituales, los bienes humanos. Las
realidades que perfeccionan al ser humano en cuanto tal. ¿Cuáles son esas realidades que
me perfeccionan en tanto ser humano? La verdad y el bien, en sus múltiples
manifestaciones. Resulta entonces que los bienes personales, en este sentido, los que nos
hacen bien y nos perfeccionan como personas, son estrictamente, comunicables. Una
verdad que me hace bien a mí, les hace bien a ustedes, y la podemos asumir sin que nadie
pierda nada de esa verdad. En cambio, no sucede eso con los bienes particulares, es decir,
con los bienes materiales. ¿Por qué? Porque los bienes materiales, en tanto que son
materiales, tienen un límite. Ej. Un pedazo de pan, si lo quiero compartir con todos
ustedes, no sucede como en la transmisión de una verdad, porque si quiero compartir el

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trozo de pan, lo tengo que “partir” en muchos pedazos, entonces necesariamente lo que
ustedes coman de ese trozo de pan, yo no lo voy a comer, y lo que yo coma no lo pueden
comer ustedes. Es decir, los bienes materiales son excluyentes por su propia naturaleza.
Así, por ejemplo, yo venía en el micro para Santiago y utilicé el asiento número 33. Ese
asiento, por su propia materialidad, es excluyente, nadie más podía utilizarlo en ese
momento. Según la concepción liberal, el bien personal y el bien particular son
exactamente lo mismo. Entonces, lo que sucede, es que no existen para esta mentalidad
los bienes comunes, los bienes comunicables, porque los bienes comunicables son los
bienes espirituales, la verdad y el bien. Escuchen lo que dice, por ejemplo, un tratadista de
derecho que fue y es enseñado en muchas Universidades de derecho, donde estudian los
abogados de hoy en día y hace varias décadas:

“Lo que ha sido presentado como Derecho Natural o como Justicia, consiste en su
mayor parte, en fórmulas vacías, como, por ejemplo “dar a cada uno lo suyo”. La justicia
es un ideal inaccesible…sólo en el sentido de legalidad puede el concepto de justicia
entrar en el ámbito de la ciencia jurídica”, es decir, en las leyes. Pero ¿Qué está bien y qué
está mal, entonces para esta mentalidad moderna que expone este autor? “El acto
antijurídico es delito si tiene una sanción penal…un comportamiento es malo sólo cuando
está prohibido… (Por la ley) Es de la esencia de la democracia el que las leyes son creadas
por los mismos individuos”. ¿Ven? ¿A qué se redujo lo que es bueno y lo que es malo? A lo
que diga el individuo, cada uno de nosotros somos “el derecho”, “la ley”.

Entonces, para esta mentalidad moderna y contemporánea, lo único que existe es


un conglomerado de bienes particulares, y como los bienes particulares, materiales, son
excluyentes, no hay posibilidad alguna de sociabilidad, no podemos hablar de Patria, de
Bien Común, no al menos de la noción realista de Patria y sociedad y bien común. Cuando
hablemos de bien común, es lo mismo que hablar de “bienes comunes”, es decir, un
conglomerado de bienes privados, materiales, de intereses privados. Y cuando hablemos
de “la verdad y el bien”, para la mentalidad moderna y contemporánea de algunos
pensadores, como el único bien que existe es el bien particular, material, la única verdad y
el único bien que existe es “mi verdad y mi bien”. “Vos tenés tu verdad y yo la mía”.

En nuestra cosmovisión realista cristiana, el bien común debe estar por encima de
los bienes particulares entendiendo por bienes particulares los bienes materiales, que no
son esenciales, sino que están subordinados a los bienes mayores. Así, si tengo que dar un
poco de mi dinero para una causa noble, estoy haciendo algo por el bien común. Si un
gobernante envía a los soldados a la guerra, en una sana concepción y si la guerra es justa,
lo que está haciendo es subordinar lo material (la vida natural) a la vida espiritual, es decir,
el bien y la verdad que significan cuidar la Patria y defenderla para ganar la Eternidad.

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Esto no significa que los bienes materiales no sean importantes, significa que son
secundarios, accidentales.

Bien, pero decíamos que el bien de la Patria debe estar por encima de mis propios
bienes particulares. Aquí identificamos Patria con Bien Común. El bien de mi Patria es un
bien común. Buscando el bien de mi Patria busco el Bien Común, y buscando el Bien
Común busco el bien de mi Patria.

Así, Santo Tomás decía que “quien busca el bien común de la multitud (de la
patria), busca también de modo consiguiente su bien particular”. Así, si digo “quiero el
bien de todos los argentinos”, digo también que deseo mi bien. “Porque el bien particular
no puede subsistir sin el bien común de la familia, de la ciudad y de la patria…y porque,
siendo el hombre parte de una casa y de una ciudad, debe buscar lo que es bueno para él
por el prudente cuidado acerca del bien de la multitud, ya que la recta disposición de las
partes depende de su relación con el todo” (S.th II-II, q.47, a.10, ad. 2).

Esto significa que, si todos pensamos que debemos hacer el bien al otro, y lo
enseñamos y lo vivimos así, yo me voy a preocupar por todos, pero también los demás se
van a preocupar por mí. Entonces, si todos pensamos y actuamos para el bien de la Patria,
de todos los que comparten mis tradiciones, si todos pensamos y actuamos en ese modo,
entonces tendríamos asegurado nuestro bien personal. Pero Santo Tomás afirma también
que el bien del todo, es mayor que el bien de las partes. No en un sentido cuantitativo, por
ejemplo, es más la pizza entera que una porción; sino en un sentido cualitativo, por
ejemplo, que es “más” un hombre que su riñón. Si mis pulmones funcionan
perfectamente, si mis músculos no tienen lesión alguna, si veo perfectamente, pero estoy
con ganas de suicidarme, no puedo decir que estoy bien, porque es mayor el bien del todo
que el de sus partes, tal es así que si me tiro debajo de un tren, tampoco van a estar muy
bien esas partes. Es mayor el bien de la Patria que mi propio bien, porque el afirmar que el
hombre es naturalmente sociable, significa que sin la sociedad, el ser humano no puede
existir, o se bestializa o se arruina. De ahí la importancia de entender bien lo que es la
Patria, lo que es el bien común. Fíjense si no es importante entender esto, que la ley del
aborto, entre tantas cosas, lo que hace es confirmar esta realidad: sin una sociedad que lo
quiera, el bebé no puede vivir.

SÉPTIMA VERDAD A RECUPERAR:

7) ¿DEBE AMARSE MÁS A LA PATRIA QUE A LA FAMILIA?

Otro modo de preguntarnos esto es: ¿Debo amar más el Bien Común que a mi
familia? La respuesta, con todo lo que hemos dicho anteriormente, es afirmativa. Porque
el Bien común significa el Bien Espiritual, la verdad y el bien. Entonces, si no amo más a mi

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Patria (Bien común) que a mi familia, entendiendo con “familia” el bien material de mi
familia, o el bien sensible que significa para mí estar con mi familia, es decir, un bien
particular, si no amo más el bien común que el bien particular de mi familia, no amo a mi
familia. Porque amar a mi familia significa querer para ella los bienes espirituales
principalmente, no sólo los bienes materiales.

En este tenor, Santo Tomás declara que “Así como el hombre es parte de una
familia, la familia es parte de una ciudad, y la ciudad es la comunidad perfecta, y así como
el bien de un hombre está ordenado al bien común, así también el bien de una familia
está ordenado al bien de una ciudad, que es la comunidad perfecta” (II-II, q. 90, a.3, ad.3)

Y el padre Ezcurra: “La patria comprende a mi familia y a las familias de todos


aquellos que me están unidos por lazos de sangre, de historia, de tradición, de cultura. La
patria es nuestra familia grande y exige por eso un amor mayor”.

OCTAVA VERDAD A RECUPERAR:

8) EL AMOR A LA PATRIA DEBE COMENZAR Y DEBE DESARROLLARSE EN LA VIDA DE LA


FAMILIA.

Si no formo a mis hijos en esa idea de que es más importante y perfecto el bien
común que el individual, eso también puede traer graves consecuencias en el orden
familiar. Es decir, todos vamos a ser individualistas, y eso rompe con la idea de familia. Se
suele escuchar muy seguido esa frase de “vos preocupate por vos mismo”…si todos
dijeran lo mismo, tenemos no sólo la muerte de una familia, sino la muerte de la sociedad.
Y por ese camino se llegan a proponer cosas como el aborto, que no es más que
preocuparse por uno mismo. Y digo que tiene que comenzar en la vida familiar porque allí
es donde me tienen que querer, me tienen que amar, entendiendo por “amor”, lo que
dice Aristóteles: “amar es querer el bien del otro”. No un bien sensible. Sino un bien que
incluya lo sensible, pero que sea humano, y el ser humano es una unión perfecta de
cuerpo y alma, en la que el alma es la que da sentido al cuerpo, a través de la inteligencia
y la voluntad. Entonces el papá que se levanta temprano a trabajar o sufre el tremendo
calor, la mamá que abnegadamente, día a día está en los quehaceres de la casa, ya están
aportando mucho para esa formación, puesto que quieren el bien del otro. Y si los hijos,
además de ver eso, reciben enseñanza de las virtudes patrióticas de sus padres, que
efectivamente los están amando, entonces tenemos un combo impresionante que es muy
difícil de olvidar, porque sabrán ustedes que los niños tienen esa tendencia a absorber
mucho y a repetir e imitar.

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NOVENA NOCIÓN A RECUPERAR:

9) LA PÉRDIDA DEL SENTIDO DE LA PATRIA ES POR FALTA DE VÍNCULOS.

“Un hornito i’ barro, mortero y fogón, tengo además, y a mi negra chula que sabe
matear, ¿para qué más?”

En el hombre del siglo XX y XXI hay una gran dificultad para vincularse a las cosas, a
la realidad. Está bastante divulgado el tema de la falta de conexión que tenemos entre
nosotros. Así, basta ir a una reunión con amigos o a cualquier café o lugar público para
corroborar que, más que ir a una reunión, no estamos sino asistiendo a una “soledad
colectiva”. Cientos de mensajes de wattsapp viajan por el aire, sin darnos tiempo a mirar
casi al otro, pero lo que es peor, sin siquiera darnos un atisbo de reflexión, porque
mientras leemos un mensaje, hay otros muchos para ser leídos. No queremos detenernos
a pensar.

Vincularse a ellas es sinónimo de tener alguna responsabilidad. Así, por ejemplo, el


vínculo matrimonial, el vínculo en un trabajo. El que no está vinculado a nada, nada puede
amar. Pero el ser humano necesita amar. Pero “nadie ama lo que no conoce”. Si no
conozco la historia de mi Patria, no puedo amar a mi Patria. Si no conozco la naturaleza,
no puedo amar el orden natural. Si estoy todo el día en la computadora, voy a amar una
realidad ficticia, voy a amar más a los “Transformers” que a mis papás. El ser humano
necesita amar, pero no estamos hablando del amor novelesco. Estamos diciendo que el
sólo hecho de ser imperfecto en su naturaleza lo hace dependiente de otros, y por eso,
necesita de otros que lo auxilien. Y otros también necesitan del auxilio de él. Por eso es
necesario que el hombre tenga vínculos, y el vínculo de la Patria es uno muy importante.

“Hay ando medio perdido lejos de mi salavina, como yuyito que muere sino crece en las
salinas”

SIN VÍNCULOS, EL SER HUMANO SUFRE DESESPERADAMENTE, AUNQUE TENGA TODAS


LAS “LIBERTADES” QUE APARENTA TENER Y QUE CREE POSEER.

Hoy en día se pregona el ideal del hombre independiente, libre de toda cadena que
lo ate a responsabilidades. Así no se puede reconstruir la Patria. Hace varios años, en el
diario ABC de Madrid, salió un artículo que publicó Enrique Rojas, denominado “El hombre
light”. Tiene algunas consideraciones que son interesantísimas al respecto:

“No hay en él (en este hombre de hoy, el hombre light) entusiasmos desmedidos ni
heroísmos. Comidas sin calorías, sin grasas, todo suave, todo ligero, sin riesgos, con la
seguridad por delante. Un hombre así no dejará huella. En su vida ya no hay rebeliones. La
moral se ha convertido en una ética de reglas de urbanidad, en una mera actitud estética.
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El ideal aséptico es la nueva utopía (significa aquí asepsia sin incomodidades, sin
esfuerzos, sin compromisos, “limpios” de todo eso). Estamos en la era del vacío…de estas
rendijas surge el nuevo hombre cool , que se parece al telespectador que con el mando a
distancia va pasando de un canal a otro buscando no se sabe bien qué…El hombre light es
frío, no cree en casi nada, sus opiniones cambian rápidamente y ha desertado de los
valores trascendentes. Por eso se ha ido volviendo cada vez más vulnerable. Va cayendo
en una cierta indefensión, siendo más fácil de manipularlo, de llevarlo de acá para allá
según vayan llegando las noticias, pero todo sin demasiada pasión. Los retos y los
esfuerzos ya no apuntan hacia la construcción de un individuo más humano, culto y
espiritual, sino que van buscando el placer y el bienestar a toda costa, además del
dinero. Podemos decir que estamos en la era del plástico, o dicho de otro modo, el
plástico es el nuevo signo de los tiempos. De él se deriva un cierto pragmatismo de usar y
tirar, lo que ha llevado a que vaya imperando cada día con más fuerza un nuevo modelo
de héroe, el triunfador. En él se dan cita las grandes aspiraciones de muchos hombres
light: dinero, poder, bienestar, fama, nivel de vida, pero a costa de lo que sea…Un hombre
sin vínculos, descomprometido…un ser humano rebajado a la categoría de objeto repleto
de consumo y bienestar…no tiene referente…esto se traduce en cosas concretas que van
desde no poder llevar una vida conyugal estable a no poder llevar con dignidad cualquier
tipo de compromiso serio. Cuando se ha perdido la brújula, lo inmediato es flotar a la
deriva, no saber a qué atenerse en los temas claves de la vida, lo que le conduce a la
aceptación y canonización de todo. Es una nueva inmadurez”.

Algunas consecuencias que podemos aplicar al tema que nos reúne: por ejemplo,
no seríamos realistas si no dijéramos que el hecho de que no se trabaje la tierra es un
síntoma de esa pérdida de vínculos. Es uno de tantos síntomas. No se puede retomar, no
se puede forjar una Patria verdadera en la que la mayoría de los jóvenes creen que tienen
vocación de intelectuales, o de abogados, o de profesores, (que ciertamente implica
esfuerzo cuando es verdadera vocación), y que no haya nadie que se dedique al esfuerzo
que implica el contacto con la tierra. La vocación intelectual no es para todos. Tener un
título universitario no es para todos: todos pueden tener acceso, por supuesto. Pero eso
no significa nada. Digo que es un síntoma, porque también hay otros, como por ejemplo
la falta de esfuerzo y sacrificio que mencionaba Enrique Rojas. Hay que volver al contacto
con la tierra, al trabajo manual, al sacrificio, al sudar la frente. No estoy diciendo que ser
abogado, profesor, u otras carreras sean malas de suyo, pero sí estoy diciendo que el
clarísimo hecho de que nadie quiera trabajar la tierra muestra un alejamiento del orden
natural, de la naturaleza, y esto es un fruto amargo y venenoso del idealismo. El
idealismo es la doctrina que se aleja de la realidad y quiere construir otra apartándose de
los principios que Dios ha puesto en la naturaleza. Es más, aquellos que trabajan la tierra
dependen muchas veces, lamentablemente, de las grandes empresas que únicamente

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tienen como finalidad el hecho de producir para vender, sin que les importe la salud de los
consumidores. Entonces para eso tienen que alejarse del orden natural.

Por eso es necesario que el hombre tenga vínculos, y el vínculo de la Patria es uno
muy importante. Allí, en la unión estrecha con los padres, con la tierra, aprende a amar lo
natural y así eso es un trampolín para amar a Dios, que es el fin último de todo ser
humano, el bien máximo y pleno.

Para concluir, quiero traerles un texto que es conocido como la “Carta a


Diogneto”…allí se expresa cómo es el verdadero cristiano en relación a la Patria, cómo
debe vivir el cristiano y cómo debe encarnar en la sociedad en la que vive, en la Patria que
habita, los principios del evangelio. Todo papá y toda mamá deben tener en cuenta este
texto:

“Los cristianos no se distinguen de los demás hombres, ni por el lugar en que viven,
ni por su lenguaje, ni por sus costumbres. Ellos, en efecto, no tienen ciudades propias, ni
utilizan un hablar insólito, ni llevan un género de vida distinto. Su sistema doctrinal no ha
sido inventado gracias al talento y especulación de hombres estudiosos, ni profesan, como
otros, una enseñanza basada en autoridad de hombres. 

Viven en ciudades griegas y bárbaras, según les cupo en suerte, pero residen como
transeúntes (como ciudadanos del cielo) dan muestras de un tenor de vida admirable y, a
juicio de todos, increíble. Habitan en su propia patria, pero como forasteros; toman parte
en todo como ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros (porque no tenemos
los criterios mundanos somos burlados, escarnecidos); toda tierra extraña es patria para
ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña. Igual que todos, se casan y
engendran hijos, pero no se deshacen de los hijos que conciben. Tienen la mesa en
común, pero no el lecho, cada uno tiene su esposa.

Viven en la carne, pero no según la carne. Viven en la tierra, pero su ciudadanía está en el
Cielo. Obedecen las leyes establecidas, y con su modo de vivir superan estas leyes. Aman a
todos, y todos los persiguen. No se hace caso de ellos y sin embargo se los condena sin
conocerlos. Se les da muerte, y con ello reciben la vida. Son pobres, y enriquecen a
muchos; carecen de todo, y abundan en todo. Sufren la deshonra, y ello les sirve de gloria;
sufren detrimento en su fama, y ello atestigua su justicia. Son maldecidos, y bendicen; son
tratados con ignominia, y ellos, a cambio, devuelven honor. Hacen el bien, y son
castigados como malhechores; y, al ser castigados a muerte, se alegran como si se les

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diera la vida. Los judíos los combaten como a extraños y los gentiles los persiguen, y, sin
embargo, los mismos que los aborrecen no saben explicar el motivo de su enemistad. 

Para decirlo en pocas palabras: los cristianos son en el mundo lo que el alma es en
el cuerpo. El alma, en efecto, se halla esparcida por todos los miembros del cuerpo; así
también los cristianos se encuentran dispersos por todas las ciudades del mundo. El alma
habita en el cuerpo, pero no procede del cuerpo; los cristianos viven en el mundo, pero no
son del mundo. El alma invisible está encerrada en la cárcel del cuerpo visible; los
cristianos viven visiblemente en el mundo, pero su religión es invisible.  El alma no hace
ningún daño al cuerpo, pero es odiada por éste, porque ella no le permite los vicios.

Tan importante es el puesto que Dios les ha asignado a los cristianos, del que no les es
lícito desertar.”

Muchas gracias.

BRAVO BRAVO!!! Te amo

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IDEAS Y CITAS PARA LA PONENCIA Y FUTURAS PONENCIAS SOBRE EL TEMA:

“La sociedad (la patria) no puede existir si el vínculo social no es asumido por el individuo.

“Una familia está bien unida cuando cada uno de sus miembros lleva en el corazón ese
grupo y se ocupa de todos los demás…Entonces en una familia hay mucho vínculo cuando
todos los miembros se dan cuenta de lo que a cada uno le hace falta. Se dan cuenta de
que un hermanito es inseguro y siempre que pueden lo aseguran un poquito. Entonces se
establecen relaciones, es decir, cada uno lleva en su corazón a todos los demás.

“El eje permanente de la historia argentina es la pugna entre la tradición hispánica y el


liberalismo foráneo…aquí existen, coexisten o contraexisten dos países contrarios” (Citas
sobre Castellani extraídas de Gladius 67 p. 72)

“El debate por el aborto: ¿Reflota la vieja tensión entre unitarios y federales?” (Clarín,
Nota de Raúl Magnasco, 26/7/2018)

En primer lugar entonces ¿Por qué nos aislamos tanto?

“Los hombres en este mundo burocratizado no podrán desarrollar libremente sus


fuerzas sino que se adaptarán a reglas racionalistas, a las que obedecerán en forma
instintiva”

“El sistema actual exige al parecer una virtud bien determinada: la capacidad de
adaptación a los cambios. Una demanda de readaptación permanente sólo puede ser
satisfecha si el sujeto carece de cualidades demasiado definidas que representarían un
obstáculo en el proceso”

“En la época actual se ha instalado una modalidad de carácter mercantil que


produce un tipo humano novedoso definido por la ausencia de cualquier rasgo estable de
personalidad: su naturaleza misma es que no desarrolla ninguna clase de relación
específica y permanente, sino que la variabilidad misma de las actitudes es la única
cualidad permanente de tal orientación” (Mosto, El mal y la libertad, 150)

¿Qué es aquello que se encuentra en la vereda de enfrente de esta actitud? La de


la Tradición. La transmisión de virtudes, de sanas costumbres, de ideas, es algo
permanente, que molesta a la sociedad de consumo, o al mercado, si quieren.

“No tiene mi tierra oro, ni trigales ni ganado; ni tampoco verdes prados, ni otros signos de
riqueza. Pero tiene por grandeza el alma que Dios le ha dado”

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Es que en realidad, uno puede estar muy cerca del cielo material pero alejándose
del orden natural que se encuentra en la tierra.

Olvidarse de sí mismo significaría no preocuparse por lo que uno tiene que hacer en esta
vida. Hay que decir algunas palabras sobre este tema, sobre lo que es cada uno de
nosotros, es decir, sobre lo que es el individuo. La doctrina católica afirma que Dios crea
singularmente a cada uno de nosotros. No es que dice “voy a crear a los seres humanos” y
listo, Dios crea cada individuo. “Entonces cada alma es un núcleo que tiene naturalmente
su programa íntimo. La educación verdadera es sacar las virtualidades presentes en el
alma de un joven.” Es decir, no tengo que inventar nada, sólo “extraer”.

Es más, en estos años cuántos cohetes espaciales se han hecho, y el hombre ¿está más
lejos o más cerca de Dios?

El bien común es la paz, la “tranquilidad en el orden”.

Decía León XIII que “El amor sobrenatural a la Iglesia y el amor natural de la patria,
son dos amores gemelos, que nacen del mismo principio, ya que el autor y causa de uno y
de otro es Dios, de donde se sigue que no puede haber pugna entre uno y otro deber”

Fíjense cómo los lugares donde menos amor a la patria hay es donde más alejados
están de la tierra, del suelo: en las grandes ciudades, donde hay rascacielos, edificios de
gran cantidad de pisos. Babel, la torre de babel, es un ejemplo que encierra una gran
paradoja, una aparente contradicción: ¿Por qué Dios los castiga si ellos quieren acercarse
al cielo?

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