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Jueces 6 – El Llamado de Gedeón

Iglesia amada del Señor Jesucristo,


Muchas veces, el SEÑOR llama a gente extraña. Muchos de ustedes
conocen la historia de Gedeón, cómo salió con 300 hombres contra una
fuerza innumerable, y ganó. ¡Un héroe!, decimos. Pero si leemos más al
fondo – encontramos que era un hombre con miedo, no tan importante,
humilde. No se sentía capaz. Pero Dios lo usó de gran manera para llevar
salvación a su pueblo. Así es nuestro Dios.

Igual que el bautismo que acabamos de ver. A pesar de que ayer fue el
día del niño, a los ojos del mundo un niño no es tan importante. Nunca
salen en las noticias, no son capaz de grandes cosas. Pero los niños sí
son importantes para Dios. Dejen que los niños vengan a mí, dijo Jesús.
Tal es el reino. Dios se digna a usar ese trabajo laborioso de los padres
cristianos, enseñándolos en el camino de Dios. Es un trabajo despreciado
por el mundo – pero Dios lo usa para levantar a soldados para Él.

Pero primero Dios tenía que trabajar con Gedeón. Es lo que vemos en el
texto – Dios llama a Gedeón. ¿Cómo lo hace? Les predico la Palabra de
Dios con este tema: Dios salva a Gedeón y a su pueblo de sus pecados.

1. Dios Predicando a Gedeón (vv. 1-10) 2. Llamándolo (vv. 11-27)


3. Reformándolo (28-35). (Para 8 días).

Una vez más los israelitas hicieron lo que ofende al SEÑOR; una vez más
los entregó en manos de sus enemigos. Esta vez era con los madianitas,
gente del éste, del desierto. Siete años era la condena – siete años de
servicio. No tantos años cómo antes – y qué bien, porque no habría
aguantado. Dice que los madianitas llegaban en sus camellos como plaga
de langostas. Los israelitas hicieron todo el trabajo difícil de arar, sembrar,
regar, quitar las malas hierbas. ¡Muchas gracias!, dijeron los madianitas.
¡Gracias por la comida! Llevaremos tus animales también – todo. Sería
cómo vaciar a un taller mecánico– quitando no sólo el dinero y las piezas,
sino las herramientas también – los animales. Israel sólo pudo
esconderse en sus cuevas y llorar. Siete años de miseria.

Por fin, dice versículo 7, clamaron al SEÑOR. Y Dios contestó. Pero


miren cómo lo hizo. Dice en versículo 8 que les envió un profeta. No era
lo que buscaban. Sería como si tuvieras un carro descompuesto y
llamaras al taller para enviar un mecánico. Pero el taller te enviara en
cambio un profeta. No era lo que ellos buscaban. «Gracias, Dios, pero
eso no lleva comida a la mesa. Gracias, Dios, pero no hemos comido bien
por años.» ¿Por qué un profeta? Pero Dios sabía lo que hacía.
¿Qué dijo él? Los apuntaba atrás. Versículos 8-10 - Así dice el SEÑOR,
Dios de Israel: “Yo los saqué de Egipto, tierra de esclavitud, y los libré de
su poder. También los libré del poder de todos sus opresores, a quienes
expulsé de la presencia de ustedes para entregarles su tierra. Les dije:
“Yo soy el SEÑOR su Dios; no adoren a los dioses de los amorreos, en
cuya tierra viven.“ Pero ustedes no me obedecieron.»

Dios los apuntaba atrás. Todo tiene que ver con el pasado – con lo que ya
les hizo en Egipto – y qué quería decir para ellos luego. Como Juliet, por
toda su vida, debe recordar la señal que Dios puso sobre ella aquí – y
confiar que este Dios sea su Dios, y seguirlo. Pero Israel no. De hecho, si
se fijan, hay otra razón por la que el profeta hace mención de Egipto. En
versículos 3 a 6, los madianitas se describen como langostas.
Saltamontes. Como una plaga que devora todo lo verde en la tierra.
Como la plaga de langosta que Dios envió contra Egipto hace mucho – un
de las diez plagas. Pero ahora, la plaga es contra los israelitas – contra el
pueblo de Dios. Es decir, Dios ha soltado contra ellos una plaga que antes
destinó para sus enemigos.

Pero ¡es cómo los había advertido! Si vamos a Deuteronomio 28, antes,
encontramos promesas de bendición para Israel si obedecieron. Los
llenaré de cosechas. Pero si desobedecen, por ejemplo versículo 60 -
Todas las plagas de Egipto …vendrán sobre ti y no te darán respiro.
Versículo 33. Un pueblo desconocido se comerá los frutos de tu tierra...
Versículo 51 - Esta nación …Devorará las crías de tu ganado y las
cosechas de tu tierra, hasta aniquilarte. No te dejará trigo, ni mosto ni
aceite, ni terneras en las manadas, ni corderos en los rebaños. ¡Te dejará
completamente arruinado! Israel, si no haces caso a mis mandamientos –
que no tengas otros dioses, ídolos, no uses mi Nombre en vano, que
guardes el día de descanso, que honra a tus padres, no mates, no
cometas adulterio, no robes, no mientes, no codicies – si no obedeces,
todo esto te pasará. Y así pasó.

Israel tenía que aprender que Dios es misericordioso y justo, amoroso y


fiel a sus promesas y sus advertencias. Pero es aquí donde entramos en
una fuerte duda. ¿Cómo debemos reaccionar, amados, cuando las cosas
nos van mal en la vida? Es una gran duda – y la enfrentaremos tarde o
temprano. ¿Es el Señor castigándome? ¿Es esto por causa de algún
pecado?

En el primer lugar, nunca olvides a Job. Ese libro ha sido de tanta ayuda
para muchos enfermos. Su enfermedad no vino por su pecado, sino por
su justicia. En el fin era una prueba, para la gloria a Dios. Nunca
debemos olvidarlo. No debemos sacar la conclusión siempre como los
amigos de Job, que fue por algún pecado secreto. Dios les dijo en el fin,
no es. Muchos pensaron que la crucifixión de mucho más tarde fue porque
habría de ser un hombre malvado – pero ¡fue por nuestro pecado! No
debemos olvidar a Job.

Pero también es de ayuda darnos cuenta. Aun cuando hay consecuencias


en la vida por nuestro pecado – es de ayuda saber que Dios las envía
para llamarnos a Él de nuevo. Dios envió a los madianitas para castigar
a su pueblo, sí, pero para llamarlos a Él de nuevo. Por eso bajó con
Gedeón. La disciplina no es agradable, para nada, pero en el fin hay que
dar gracias por ella.

Otro punto: usualmente está claro sacar el sentido, porque Dios es justo.
Hay una relación entre el pecado y el castigo. Un enlace. Por ejemplo,
cuando no obedecí a mi padre como niño y seguí con mi silla inclinada
hacia atrás y me caí y me pegué – el dolor era por el desobedecer. Hay
una relación entre los dos. Como aquí – ellos adoraron a los dioses de las
naciones alrededor – y Dios los entregó a ellos. Dios es justo. No es
injusto. No hace nada por capricho, por venganza.

Pero imagínense si Dios no disciplinara. Si Él dejara que su pueblo hiciera


lo que querían hacer – transitar, entrar en un camino de muerte – y Él
dijera, Adelante. Como cuando los niños preguntan a sus papás, ¿qué les
parece si brincamos en la cama como locos con los ojos cerrados?
Imagínense si Dios contestara, «¡Adelante!». No, gracias a Él, Dios los
está tratando como a hijos. ¿Qué hijo hay a quien el padre no disciplina?

Así que ¿a dónde miramos en cualquier situación? ¿Qué es el mensaje de


Dios siempre cuando enfrentamos dificultad? La respuesta es la misma:
miren al SEÑOR.

2. Dios llama a Gedeón (vv. 11-24).

Entonces el pueblo de Dios hizo mal, Dios los entregó a lo mismo, ellos
clamaron a Dios, Dios los envió un profeta. Pero Él no dejó a su pueblo
allí. Podría haber esperado hasta que hubiera arrepentimiento, hasta que
hubieran quitados sus ídolos falsos. No lo hicieron. Pero Él vino de todos
modos, y trató con un hombre en particular – con Gedeón.

Encontramos a nuestro héroe en versículo 11. Pero no está, que digamos,


muy valiente en apariencia. Se encontraba, dice versículo 11, trillando
trigo en un lagar, para protegerlo de los madianitas. ¿Por qué en un lagar
de uvas? Pues la cosecha de trigo era en mayo.7 De las uvas era en
septiembre.8 Es decir, Gedeón escogió el lugar, el lagar, porque nadie lo

7
Kelso, J. L., Hepper F. N. (1996). Agriculture. In D. R. W. Wood, I. H. Marshall, A. R. Millard, J. I. Packer, & D. J.
Wiseman (Eds.), New Bible dictionary (3rd ed., p. 19). Leicester, England; Downers Grove, IL: InterVarsity Press.
8
https://archive.gci.org/articles/harvest-seasons-of-ancient-israel/ La primera cosecha de las uvas era más o
menos en la temporada de Succoth, los tabernáculos.
habría buscado allí. Temporadas contrarias. Imaginen el escenario. Va
Gedeón y trilla su trigo por un rato, y luego revisa y escucha que no hay
nadie, y otra vez trabaja escondido.

Pero de repente el ángel del SEÑOR se le acercó y se sentó, y le dijo: “El


SEÑOR está contigo, ¡guerrero valiente!” Son palabras sorprendentes.
¿Guerrero valiente? Gedeón andaba escondiéndose de los madianitas.
También son palabras sorprendentes, porque el ángel decía más verdad
de lo que Gedeón sabía. Gedeón pensó que era un saludo. ¡El SEÑOR
contigo! Poco sabía que era cierto. ¡El SEÑOR justamente con él! Miren
al texto. En 12, el nombre del SEÑOR está en mayúsculas – quiere decir
Yahvé. Pero cuando Gedeón se dirige con él en 13 dice, señor, en
minúsculas. – Pero, señor – dice. Buena traducción. Gedeón todavía
piensa que era cualquier señor, no el SEÑOR, no Yahvé, hablando con él.

El SEÑOR está contigo, guerrero valiente.

Pero señor, ––replicó Gedeón––, si el SEÑOR está con nosotros, ¿cómo


es que nos sucede todo esto? ¿Dónde están todas las maravillas que nos
contaban nuestros padres, cuando decían: “EL SEÑOR nos sacó de
Egipto!”? ¡La verdad es que el SEÑOR nos ha desamparado y nos ha
entregado en manos de Madián!

Aquí vemos lo que agitaba al corazón de Gedeón. Su pesar, su pensar


mientras que estaba trabajando. Ustedes saben cómo es eso – cuando
estás trabajando, zas, zas, pegando tu trabajo, pero tu mente está en otra
cosa. ¿Dónde está Dios? ¿Dónde están sus maravillas de Egipto? Se ve
cómo el sermón del profeta tuvo su efecto. Porque el profeta habló de
Egipto, del poder de Dios, en versículos 8 a 10.

De hecho, más tarde en capítulo 8:19, encontramos que los madianitas


habían matado a varios de los hermanos de Gedeón. Y por eso el sermón
del profeta penetró al corazón adolorido de Gedeón. Muchas veces es
así. Cuando ves la muerte cercana, cuando ves el juicio del SEÑOR
cayendo de primera mano, ves la realidad de la vida y la tumba - es allí
donde su Palabra penetra.

Rico Tice, en su libro Evangelismo Honesto, escribe: “Acercándome a


Cristo es un gozo indescriptible. Cuando tenía 16 años, mi tío murió de
una caída. Era la primera vez que vi a mi papá lloré. E igual que mi papá,
yo no tenía respuesta para su muerte. Cuando un maestro luego me dijo
que Jesucristo había pasado por la misma muerte ––y que Él podría
hacérmela pasar también––me dio consuelo y esperanza. De repente,
podía pensar en mi muerte y tener paz. De repente, la vida también tenía
sentido.”9

Dios había estado trabajando con Gedeón ya por años, hablándole a su


corazón. Lo puedes ver en su respuesta aquí. No entiende bien todavía.
Varias cosas sí. Pero piensa que Dios los había desamparado ellos,
cuando de hecho eran ellos que desampararon al SEÑOR – recuerden que
tiene ídolos a Baal todavía en su casa. Es algo irónico también. Dice que
Dios los ha desamparado, pero ¿a quién lo dice? Al mismo ángel de Dios,
aunque no lo sabe.

Pero ahora Dios le llama directamente. El ángel de Dios es Cristo todavía


no hecho carne, es Dios mismo. Dice versículo 14, El SEÑOR lo encaró:
Ve con la fuerza que tienes y salvarás a Israel del poder de Madián. Yo
soy quien te envía.

Falta una palabra pequeña en nuestra traducción. Debe decir, Ve con


esta fuerza que tienes, y salvarás a Israel. Dios está haciendo referencia
a lo que Gedeón acaba de decir – sobre el poder de Dios demostrado en
Egipto – ve con esta fuerza que tienes, y salvarás a Israel del poder de
Madián. Yo soy quien te envía. Y vemos aquí cómo puedes ir con Dios
con tus dudas más grandes. Ésa es la fe – buscar ver, aunque no ves.
Gedeón tenía grandes dudas. ¿Dónde está Dios? ¿Cómo permitió que
mis hermanos murieran? ¿Cómo nos ha entregado a Madián? Pero lleva
esas dudas a Dios – aunque no lo sabe – y Dios le contesta: Ve con esta
fuerza que tienes, y salvarás a Israel del poder de Madián. Yo soy quien te
envía.

Entonces Dios lo llama. Pero Gedeón no entiende todavía que se trata de


Dios. En versículo 15, lo llama Señor, pero no todo en mayúsculas.
Gedeón pone objeciones, Dios le llama de nuevo en 16 – Tú derrotarás a
los madianitas como si fueran un solo hombre, porque yo estaré contigo.
Gedeón ahora está captando que puede ser que sea Dios con quien habla,
pero no está seguro. Así que en 17, Gedeón pide una señal. Si me he
ganado tu favor, dame una señal de que en realidad eres tú quien habla
conmigo. Tu ruego que no te vayas hasta que yo vuelva y traiga mi
ofrenda y la ponga ante ti.

Así que Gedeón se fue a preparar un cabrito, también panes sin levadura.
¡Habría tardado un rato en hacerlo! Pero cuando había preparado todo,
fue y llevó todo al ángel y le ofreció la comida.

v. 20 -24 - El ángel de Dios le dijo: —Toma la carne y el pan sin levadura,


y ponlos sobre esta roca; y derrama el caldo. Y así lo hizo Gedeón.

9
Rico Tice, Honest Evangelism, 13.
Entonces, con la punta del bastón que llevaba en la mano, el ángel del
SEÑOR tocó la carne y el pan sin levadura, ¡y de la roca salió fuego, que
consumió la carne y el pan! Luego el ángel del SEÑOR desapareció de su
vista. Cuando Gedeón se dio cuenta de que se trataba del ángel del
SEÑOR, exclamó: —¡Ay de mí, SEÑOR y Dios! ¡He visto al ángel del
SEÑOR cara a cara! Pero el SEÑOR le dijo: —¡Quédate tranquilo!
(Literalmente, paz contigo.) No temas. No vas a morir. Entonces Gedeón
construyó allí un altar al SEÑOR, y lo llamó «El SEÑOR es la paz», el cual
hasta el día de hoy se encuentra en Ofra de Abiezer.

Cuando Gedeón vio el fuego salir de la roca, y cuando Gedeón ya no vio al


ángel – ya por fin vio. Se trataba del ángel de Dios – Dios mismo – con
quien había visto. Lo que a nadie le fue permitido hacer – ver la gloria de
Dios – es lo que él vio. ¡Ay de mí, SEÑOR y Dios! He visto al ángel del
SEÑOR cara a cara! Merecía morir por eso, como sus hermanos antes –
un pecador viendo a Dios. Pero con la misma señal Dios mostró su juicio
que merecía y su salvación regalada. Dios le dijo: Paz contigo. No temas,
no vas a morir. Tantas veces en la Biblia vemos lo mismo. Isaías, Daniel,
los pastores, Simón, Pedro, Juan – Dios muestra a Su pueblo Su gloria – y
viendo a su gloria, ven bien a ellos mismos. Se dan cuenta de los ídolos
que quedan en su casa, los ídolos que tienen en su corazón. Se dan
cuenta de lo que merecen. Caen delante de él, a veces, como muertos.
Pero luego vienen las palabras. Paz contigo. No temas, no tienes que
tener miedo. La promesa del evangelio a pecadores humillados.

Es que Dios da la paz. Él puede dar la paz. Aunque la guerra con los
madiantas se pondrá feroz, aunque Gedeón estará pronto en guerra con
su propio pueblo (miren lo que sigue), Gedeón tiene paz con Dios – paz
perpetua, paz para siempre. Una paz que sobrepasa todo entendimento.

Y ¿cómo hizo Dios esta promesa? Por la señal que acaba de pasar. Por
el sacrificio. Por el fuego del juicio que consumía, no a Gedeón el idólatra,
sino al cabrito en su lugar. En su lugar – las palabras preciosas del
evangelio – en su lugar. Apuntando adelante a otro, Cristo, que iba a
sacrificarse en nuestro lugar. Y Gedeón construyó un altar para adorar a
Dios y le llamó – el SEÑOR es la paz.

Y el Señor nos da a nosotros señales también. A Juliet ha dado hoy la


señal del pacto – la señal del bautismo. Prometiendo a ella, como a
Gedeón – Yo estaré contigo. Yo soy tu Dios. Tú debes crees en mí,
seguirme, confiar en mí. Las aguas del bautismo también apuntan al
sacrificio en su lugar – de antes, de Cristo. Tú también mereces morir,
pero ahora viva por la fe en el Hijo de Dios.

Y ¿qué ha cambiado? ¿Qué cambió entre versículo 6 – la miseria del


pueblo de Dios, y versículo 24 – el altar? Nada al parecer. Un pequeño
altar allí, pero fuera de allí, todo igual. Los madianitas todavía allí. La
opresión todavía allí. Los hermanos de Gedeón todavía en la tumba. Pero
todo ha cambiado. Porque Dios le ha prometido, Pero yo estaré contigo.
Hermanos, Dios no tienen nada más o nada menos para ofrecerte. Pero
puedes pasar por mucho con esa promesa. No contesta tus dudas sobre
los detalles. Sólo provee lo esencial. No explica el cómo o el cuándo o el
dónde o el porqué. Sólo el Quien. Pero yo estaré contigo. Y ésa es
suficiente.10

Paz contigo. No temas. Dios lo dice a nosotros también – a todo ustedes,


para que pongan su fe en Cristo, el sustituto, y salgan adelante para servir
a Él. ¿Cómo? No sabemos. Pero ¿quién? Dios con nosotros. Amén.

144 - Cordero de Gloria Números 6:24-26 348 –


Somos del SEÑOR

10
Davis, D. R. (2000). Judges: Such a Great Salvation (p. 95). Ross-shire, Great Britain: Christian Focus
Publications.

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