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LA ACCION DE INCONSTITUCIONALIDAD

SANTA CRUZ – BOLIVIA


2023
ÍNDICE

Páginas

RESUMEN...................................................................................................................
1. INTRODUCCIÓN................................................................................................1
2. DESARROLLO...................................................................................................4
2.1 Alcance doctrinario de la acción de inconstitucionalidad............................4
2.2 La legitimación activa en la Acción de Inconstitucionalidad.......................9
2.2.1 Primera posibilidad normativa procesalista.......................................10
2.2.2 Segunda alternativa institucionalista.................................................11
2.2.3 Tercera posibilidad conciencia critica ciudadana..............................11
CONCLUSION.........................................................................................................14
BIBLIOGRAFÍA........................................................................................................15
1. RESUMEN

De acuerdo a la doctrina del Derecho Procesal Constitucional, el Control de


Constitucionalidad se concibe como aquella actividad política o jurisdiccional (de
acuerdo al modelo que se adopte) que tiene la finalidad de garantizar la
supremacía de la Constitución, la cual debe ser acatada y cumplida por todos los
órganos del poder público, por los gobernantes y gobernados, así como también
debe ser aplicada con preferencia a las leyes, decretos o cualquier género de
resoluciones.

Vale decir, que se trata esencialmente de una verificación de la


compatibilidad y conformidad de las disposiciones legales, los actos, resoluciones
y decisiones de los gobernantes y autoridades, con los valores supremos, los
principios fundamentales, los derechos fundamentales y garantías constitucionales
de las personas, establecidos por la Constitución Política del Estado.

El sistema jurisdiccional plural de control de constitucionalidad se


caracteriza por contener elementos del sistema concentrado de control de
constitucionalidad, pero además se inspira en los postulados del pluralismo, la
interculturalidad y la descolonización como factores de definición del modelo de
Estado.

En ese marco, y de acuerdo a lo señalado precedentemente, haciendo una


radiografía del sistema se puede señalar que el mismo está diseñado, en un
análisis vertical, por tres compartimentos específicos: a) la base del sistema está
compuesta por las autoridades jurisdiccionales, las autoridades administrativas,
las autoridades de las naciones y pueblos indígenas originarios campesinos y los
particulares, quienes son los primeros garantes del bloque de constitucionalidad y
de los derechos fundamentales; b) el compartimento intermedio que comprende a
los jueces y tribunales de garantías constitucionales que conocen y resuelven las
acciones tutelares, y c) el compartimento superior que alberga al último y máximo
garante del bloque de constitucionalidad y de los derechos fundamentales: el
Tribunal Constitucional Plurinacional.

Describiendo la importancia del Tribunal Constitucional Plurinacional, en


primer lugar es de destacarse el hecho de que se encuentra en lo más cimero del
sistema jurisdiccional plural de control de constitucionalidad, y se instituye en el
último y máximo ente garante dentro de lo que se denomina el bloque de
constitucionalidad así como de los derechos fundamentales.

La función esencial del Tribunal Constitucional está dirigida a consolidar no


solamente a la Constitución como texto escrito, sino básicamente los valores
plurales supremos a través de los cuales pueda plasmarse el espíritu del Estado
bajo el principio del vivir bien; sumado a esto los antecedentes y presupuestos de
la refundación del Estado. Refundación del Estado cuya labor más trascendental
es asegurar los derechos colectivos de las naciones y pueblos indígena originario
campesinos, concretando de este modo el corpus iure de los derechos de los
pueblos indígenas contextualizados en ideales, procesos de restitución, igualdad
y en un marco de convivencia armónica y equilibrada.

Para verificar la transformación que se está produciendo en el sistema de


control de constitucionalidad boliviano, cabe señalar que como consecuencia de la
aprobación de la Constitución Política del Estado en el año 2009, se ha refundado
el Estado boliviano, al abrigo de un modelo constitucional basado en el pluralismo,
la interculturalidad y la descolonización, marcando así la era de la “generación del
constitucionalismo boliviano”, con rasgos y particularidades específicas que lo
caracterizan y diferencian de los demás modelos constitucionales, especialmente
de aquellos con raíces en el constitucionalismo europeo.

Sobre este aspecto siguiendo el criterio del jurista José Antonio Rivera
señala que el control de constitucionalidad, inicialmente se estructuro como un
sistema de control de compatibilidad de las leyes con la Constitución, habiéndose
configurado según la tendencia racionalizadora del ejercicio del poder político
como una reacción frente a la primacía parlamentaria sobre la aprobación de las
leyes; de tal forma que actualmente, las disposiciones legales ordinarias, para
alcanzar plena validez legal, no solamente deben cumplir con la formalidad de ser
emitidas por el Órgano Legislativo, de acuerdo a un procedimiento preestablecido,
sino que además deben encuadrarse en las normas de la Constitución, y ser
íntegramente compatibles con el sistema de valores y principios fundamentales
sobre los que se estructura el Estado Constitucional de Derecho.

De ahí que, a partir de la segunda guerra mundial, el control de constitucionalidad


surge como una manifestación del Estado Constitucional de Derecho, en cuanto
supone la consagración del principio de supralegalidad constitucional, es decir, la
vigencia de la supremacía de la Constitución, la tutela de los derechos
fundamentales de las personas y, la configuración moderna del principio de
separación de funciones o división del ejercicio del poder político
1

2. INTRODUCCIÓN
.
De acuerdo a la doctrina emergente del constitucionalismo contemporáneo,
se puede concluir que actualmente el control de constitucionalidad de las leyes y
de los actos provenientes de los Órganos del Estado, se extiende hacia tres
ámbitos concretos.

A) El control normativo, que se refiere precisamente al control sobre la


compatibilidad o incompatibilidad de las disposiciones legales, frente las normas
previstas por la Constitución.

B) El control tutelar, que está destinado a la protección de los Derechos


Humanos, que siendo preexistente a la Constitución, se encuentran positivados y
reconocidos por la misma como derechos fundamentales, para su restablecimiento
inmediato en caso de que sean restringidos o suprimidos de manera ilegal o
indebida, por parte de las autoridades públicas, o inclusive por particulares;

y C) El control sobre el ejercicio del poder político, para lograr preservar el


respeto y la vigencia de principio de separación de funciones, poniendo fin a los
eventuales conflictos de competencia que llegaren a suscitarse entre los diferentes
órganos del poder público y/o niveles de gobierno en el país.

Para entender la acción de inconstitucionalidad se hace necesario


estudiar temas como la Supremacía de la Constitución, el control de
constitucionalidad y sus diferentes modelos.

De acuerdo a lo expuesto, es importante precisar que este modelo plural de


control de constitucionalidad, se encuentra estructurado en su base por las
autoridades jurisdiccionales, administrativas y autoridades de los pueblos
indígenas, originarios campesinos, quienes en el ejercicio de sus roles
jurisdiccionales, funciones administrativas o funciones enmarcadas en el ámbito
de la justicia indígena, originaria y campesina, de acuerdo al principio de
2

aplicación directa de la constitución, y considerando que en sus roles deben


utilizar el criterio de interpretación desde y conforme a la constitución, son los
primeros garantes y contralores del respeto a los derechos fundamentales.

En este marco, y considerando las características del sistema de control


concentrado de constitucionalidad, cabe hacer notar que en una instancia o nivel
intermedio de este sistema, se encuentran los jueces y tribunales de garantías,
encargados de conocer las acciones de defensa (acciones tutelares), quienes
asumen el control intermedio de constitucionalidad, no como jueces o tribunales
ordinarios, sino como jueces y tribunales de garantías constitucionales,
especializados en materia de protección de derechos fundamentales.

Asimismo, en el tercer nivel del control de constitucionalidad, se encuentra


el Tribunal Constitucional Plurinacional, como máximo guardián y supremo
intérprete de la Constitución, así como pleno garante superior de los derechos
fundamentales y garantías constitucionales establecidos por la Constitución

El objeto de la presente investigación es la naturaleza de la legitimación


activa en una acción de inconstitucionalidad, toda vez que es parte de un
sistema mayor que reúne diferentes autoridades, procedimientos y mecanismos
encaminados a hacer efectiva la Constitución y no puede entenderse de
manera aislada.

En Bolivia y en los países en los que la acción de inconstitucionalidad se


encuentra establecida como medio de control constitucional, ha sido escasamente
abordada por los tratadistas en la materia con la profundidad debida; la bibliografía
específica es reducida y la existente, normalmente contiene los fundamentos y
teoría básica de la Justicia Constitucional.

Diversos jueces constitucionales europeos consideraron en su momento


que la existencia de este medio de control era innecesaria. Por ello el presente
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estudio se centra en defender su existencia y efectuar comentarios específicos de


la acción de inconstitucionalidad vinculada de manera directa con el tema de la
legitimación activa como preocupación básica debido a que una norma de menor
jerarquía como lo es el Código Procesal Constitucional limita la legitimación activa
a los servidores públicos, contraviniendo lo dispuesto por la Constitución que en
su art. 132 afirma que están legitimados activamente cualquier persona para
interponer la acción materia de estudio.
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3. DESARROLLO

3.1 Alcance doctrinario de la acción de inconstitucionalidad

Es menester aclarar que al tratar de hallar una definición precisa acerca de


lo que debemos entender por ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD nos
enfrenta a un primer obstáculo (aparente) y es al hecho de que en Bolivia, así
como en muchos países de América Latina a este mecanismo de control
abstracto de constitucionalidad de la ley se le denomina “acción de
inconstitucionalidad”; en España, por ejemplo, entre otros países, se le
conoce como “recurso de inconstitucionalidad”; en la ciencia jurídica, un
término, una palabra, puede cambiar por completo la concepción, operatividad así
como el significado global de una institución determinada, razón por la que
consideramos apropiado aclarar esta situación.

Se trata en realidad, de una cuestión terminológica que el legislador


instituye en las constituciones nacionales y/o en su legislación a la hora de
establecerla como una herramienta de control de constitucionalidad, pues dicha
diferenciación no tiene consecuencias de orden práctico, toda vez que ante
toda jurisdicción constitucional lo que se denuncia es la posible contradicción

entre una norma con rango de ley entre otro tipo de ordenamientos o un
tratado internacional por una parte y la Constitución por otra salvo en los
casos en los que el parámetro de control es más amplío y la jurisdicción a la
que nos referimos, utiliza normas paramétricas adicionales a la Constitución, con
el objeto de invalidar la ley o tratado internacional impugnado para que
prevalezcan los mandatos constitucionales.

En ese sentido hablando de manera estricta y procesal, no se puede


considerar a este mecanismo como un “recurso” en su totalidad, dado que el
objeto del mismo no es propiamente la impugnación de una resolución judicial,
que es contra este tipo de resoluciones en dónde por regla general se ejercita un
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“recurso” con la finalidad de revocar o anular la sentencia anterior; en la acción de


inconstitucionalidad no existe un proceso jurisdiccional previo; tampoco se
pretende impedir la firmeza de una resolución judicial o administrativa en
concreto, lo que se pretende es cuestionar la adecuación y conformidad de una
norma con el ordenamiento constitucional.

La legislación española menciona ambos términos acción y recurso


refiriéndose a ellos en forma indistinta haciendo alusión a la misma herramienta
procesal, así se desprende del artículo 33.1 de la Ley Orgánica del Tribunal
Constitucional español (en adelante, LOTC), que establece lo siguiente:

“33. 1 El recurso de inconstitucionalidad se formulará dentro del plazo de


tres meses a partir de la publicación de la Ley, disposición o acto con fuerza de
ley impugnado mediante demanda presentada ante el Tribunal Constitucional, en
la que deberán expresarse las circunstancias de identidad de las personas u
órganos que ejercitan la acción y, en su caso, de sus comisionados, concretar la
Ley, disposición o acto impugnado, en todo o en parte, y precisar el precepto
constitucional que se entiende infringido”.

Como es posible observar en el artículo señalado, el legislador español


empleó los dos conceptos como sinónimos, lo cuál no quiere decir en absoluto
que procesalmente lo sean, ahora, si bien se puede caracterizar como una falta
de técnica legislativa, consideramos que responde al proceso contencioso
administrativo español, en el que precisamente se “recurre” un acto administrativo
y así analógicamente, lo establecido por el legislador en la LOTC es la posibilidad
de impugnar “recurriéndola” una ley dictada por los distintos órganos
parlamentarios o un tratado internacional celebrado por el Estado español.

Ahora bien, desde la perspectiva procesal, el término “acción”, denota por


regla general el “inicio” de un nuevo proceso, excitando a una jurisdicción
especifica a actuar en este caso la constitucional; el objeto de una “acción” no es
en este caso impugnar una resolución pasada que por regla general
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perjudica al recurrente, la finalidad que se persigue en este caso es “accionar” o


“activar” a la jurisdicción aludida, llámese Tribunal Constitucional, Corte de
Constitucionalidad, Suprema Corte, etcétera, quien resolverá, en única instancia,
la posible contradicción entre una norma de carácter general o un tratado
internacional y la Constitución o en ocasiones, valiéndose de otro conjunto
de normativo.

En este caso, el objeto de la acción es una norma creada por el legislador


la mayoría de las veces, recordemos que los tratados internacionales también son
objeto de control y que por tal virtud es susceptible de ser sujeta de control por un
órgano jurisdiccional de control constitucional.

En una acción de inconstitucionalidad las partes legitimadas para


promoverla sólo están facultadas para denunciar la posible contradicción entre una
norma general y la propia constitución. Al ser la acción de inconstitucionalidad un
tipo especial de procedimiento constitucional en el que, por su propia y especial
naturaleza, no existe contención, las partes legitimadas para promoverla, no
ejercen la acción para deducir un derecho propio o para defenderse de los
agravios que eventualmente les pudiera causar una norma general, pues el Poder
Reformador de la Constitución las faculta para denunciar la posible contradicción
entre aquella y la propia Carta Magna, a efecto de que el Tribunal
Constitucional, atendiendo al principio de supremacía constitucional, la someta a
revisión y establezca si se adecua a los lineamientos fundamentales dados por la
propia Constitución.

La jurisprudencia anterior es de capital importancia, ya que señala que los


legitimados no ejercitan la acción con la finalidad de deducir un derecho propio o
para defenderse de las posibles violaciones que eventualmente les pudiera
causar una norma general. Es aquí dónde radica el carácter “abstracto” de este
medio de control, idealmente, lo que subyace al ejercitar una acción de
inconstitucionalidad por alguno de los órganos legitimados, es la auténtica
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pretensión de salvaguardar el contenido normativo supremo de la Constitución


ante la presunción de que la norma o convención internacional impugnada
“puede” ser contraria a ella, entrecomillamos la palabra puede, ya que hasta
ese momento se trata de una posibilidad, de una presunción; será la
jurisdicción constitucional la encargada de determinar si es contraria o no al
máximo ordenamiento.

Para nadie es desconocido que en varias ocasiones el ejercicio de la


misma no conlleva ese interés “puro o auténtico” que debiese tener, por supuesto
que en varias ocasiones los órganos legitimados ejercitan la acción para deducir
un derecho propio o bien como resultado de vaivenes e intereses políticos;
también es innegable que ésta poderosa herramienta opera como un medio
idóneo para prolongar en sede jurisdiccional lo que no fue posible acordar en
sede parlamentaria, que en esos casos quienes la ejercitan no lo hacen con la
intención de salvaguardar o preservar lisa y llanamente los mandatos
constitucionales.

Es aquí dónde consideramos que comienza a perfilarse la importancia

que tienen o deberían tener los Tribunales Constitucionales al resolver la


constitucionalidad de una ley, sobre todo en un proceso constitucional abstracto
en el que la resolución tiene efectos generales además de no estar de por medio
acto de aplicación alguno que permitiese apreciar los efectos inconstitucionales
del ordenamiento cuestionado. Por ello se habla de una función “objetiva” del
control abstracto de constitucionalidad de la ley, la cual consiste básicamente en
la depuración del ordenamiento jurídico, en otras palabras, cuando el órgano
jurisdiccional de control determina que la norma impugnada es contraria a la
Constitución será expulsada del sistema normativo “depurándolo” de la existencia
de leyes contrarias a la propia Norma Fundamental. Por lo expuesto hasta estas
líneas es posible afirmar que es necesario conocer los conceptos doctrinales con
respecto a lo que debe o debería entenderse por acción o recurso de
inconstitucionalidad.
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Para María Amparo Hernández Chong-Cuy, la acción de


inconstitucionalidad “...es un medio de control constitucional que persigue la
regularidad constitucional de las normas generales, nótese, no de los actos. A
través de ella se permite el planteamiento de la inconstitucionalidad de una
norma y la posibilidad de obtener una declaratoria de validez con efectos
generales” (María Amparo Hernández Chong-Cuy. 2001. p. 386),

La definición anterior refleja que los “actos” no pueden ser objeto de control
en la acción de inconstitucionalidad, toda vez que los “actos” como objeto de
control constitucional son materia de otras herramientas de defensa constitucional
que la Constitución establece, por tanto, la virtud de esta definición de María
Amparo Hernández radica en que con toda nitidez expresa la
improcedencia de la acción de inconstitucionalidad en contra de actos de
cualquier autoridad.

El jurista español Caamaño Domínguez, al referirse al recurso de


inconstitucionalidad, nos habla de procesos “constitucionales que permiten un
control directo y abstracto de la Ley ante el Tribunal Constitucional sin la
mediación previa de los órganos jurisdiccionales que integran el Poder Judicial;
procesos, pues, en los que se interesa del Tribunal Constitucional un
pronunciamiento sin caso, basado en el exclusivo contraste entre los
contenidos de la norma legal cuya constitucionalidad se duda y lo dispuesto en la
Constitución” (Camaño Domínguez, 1997. p. 1)

En esta definición observamos los rasgos característicos que delimitan a la


acción o recurso de inconstitucionalidad, ya que si bien los conceptos
anteriores aportan ciertos elementos, en está encontramos la referencia al
instituto estudiado, como un medio de control directo y abstracto de control de la
constitucionalidad de la ley, sin que haya mediado un juicio o procedimiento
previo, por ello destacan las palabras “sin caso” e inclusive el autor las
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introduce en letras cursivas, pues precisamente no hay un “caso” previo, no


existió un litigio entre dos partes, no se presentó una contienda anterior en
sede judicial y lo más importante es que ese control será realizado, por el
Tribunal Constitucional, es decir, un control de carácter concentrado en un
órgano especifico, en el que una de sus atribuciones o facultades
constitucionales es el control abstracto de la constitucionalidad de la ley.

Resumiendo, la acción de inconstitucionalidad de acuerdo a las


definiciones descritas comporta un mecanismo de control constitucional que una
vez incoado por alguno de los entes legitimados por la Constitución Política del
Estado, tiene por objeto determinar la constitucionalidad o inconstitucionalidad de
una ley, o un tratado internacional, cuya resolución corresponde en exclusiva al
Tribunal Constitucional como es el caso en Bolivia, y que en el caso de que
arribe a la conclusión de que la ley o tratado impugnado es inconstitucional,
declarará su invalidez, teniendo dicha declaración efectos generales (erga
omnes) y como consecuencia de ello la norma sujeta a escrutinio será expulsada
del sistema normativo no pudiendo ser aplicada en el futuro en caso alguno.

3.2 La legitimación activa en la Acción de Inconstitucionalidad

El interés por desarrollar el alcance de lo dispuesto por el Art. 74 del Código


Procesal Constitucional nace de la convulsionada coyuntura nacional,
acostumbrada a impases normativos y a protestas callejeras, vale la pena
preguntarnos: ¿no existe otro camino posible para legislar, redactar leyes
cuestionarlas o invocar su inconstitucionalidad, antes de llamarlas “malditas” o
llegar a contar pérdidas humanas, económicas y de otra índole?

De acuerdo al Código Procesal Constitucional en el caso de la Acción de


Inconstitucionalidad, al referirse a la legitimación activa para su interposición Art.
74, afirma que sólo están legitimados la Presidenta o Presidente del Estado
Plurinacional, cualquier miembro de la Asamblea Legislativa Plurinacional o de los
10

Órganos Legislativos de las Entidades Territoriales Autónomas, las máximas


autoridades ejecutivas de las Entidades Territoriales Autónomas, así como la
Defensora o el Defensor del Pueblo.

Literalmente lo expresa así: Código Procesal Constitucional Ley Nº 254 Ley de 5


de Julio de 2012 Artículo 74 (LEGITIMACIÓN ACTIVA). Están legitimadas y
legitimados para interponer la Acción de Inconstitucionalidad Abstracta, la
Presidenta o Presidente del Estado Plurinacional, cualquier miembro de la
Asamblea Legislativa Plurinacional o de los Órganos Legislativos de las Entidades
Territoriales Autónomas, las máximas autoridades ejecutivas de las Entidades
Territoriales Autónomas, así como la Defensora o el Defensor del Pueblo.

Los antecedentes histórico-políticos de Bolivia, de los cuales se deduce que no es


fácil expresar un cuestionamiento o disconformidad con una norma, nos lleva a
plantearnos un tamiz de tres posibles alternativas:

3.2.1 Primera posibilidad normativa procesalista

Es la normativo-procesalista, nos plantearía el reto de activar con mayor asiduidad


el denominado control previo de constitucionalidad, el cual se halla determinado
en el Código Procesal Constitucional a partir del artículo 104, y de manera
específica respecto de los proyectos de ley, a partir del artículo 111.

Para activar esta vía procesal que es recomendable en todo sentido porque
promueve el diálogo, una cultura de paz, nos da un nivel de convivencia en el
marco del concepto pleno de ciudadanía, además de una seriedad institucional se
requiere una legitimación activa, la cual la poseen nuestros diputados y
senadores, pero la miopía política o el interés inmediatista y la pugna sórdida y
ciega por el poder excluyen el recurso a la consulta previa, al tratar, aprobar y
sancionar un proyecto de ley que de por sí podría generar anticuerpos.
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3.2.2 Segunda alternativa institucionalista

Denominada institucionalista, nos aproximaría a una Asamblea Legislativa


Plurinacional conformada por representantes ubicados, mínimamente, en la tarea
de legislar, es decir: pergeñar y proyectar normatividad no útil solo para los
propósitos de una gestión de gobierno. Pero eso no sucede, ya que desde que se
consolidó una mayoría rasante en los 2/3, parece que se estableció un mito en
torno a la representatividad del “pueblo”, categoría abstracta que, a pesar de ser
polisémica, es tratada como una sola acepción de quienes coinciden en intereses
con una gestión de gobierno, invisibilizando al resto de los gobernados.

De este modo, al no ser la Asamblea un espacio de deliberación, sino de


imposición, uno esperaría algo de equilibrio de su máxima autoridad: nuestro
vicepresidente. Sin embargo, el susodicho alude a la “ira del Inca”, invocando
metáforas andinas que mueren en el entendimiento cuanto su posición desdice lo
que su analogía pretende y la Constitución señala sobre el Estado pacifista
(artículo 10.I. de nuestra) y el deber de todo boliviano de promover la cultura de la
paz.

3.2.3 Tercera posibilidad conciencia critica ciudadana

Tendríamos la conciencia y actitud crítica del ciudadano despierto a su realidad, el


cual, al percibir una legislación contraproducente, debería poder presentar alguna
acción no violenta para impugnarla. Me estoy refiriendo a la desactivación de la
norma considerada, o sospechosa de, inconstitucional, para lo cual ese ciudadano
activo podría presentar una acción de control constitucional posterior.

Es decir, la acción de inconstitucionalidad tal como lo determina la Constitución


Política del Estado en su artículo 132, el cual dispone que “Toda persona
individual o colectiva afectada por una norma jurídica contraria a la Constitución
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tendrá derecho a presentar la Acción de Inconstitucionalidad, de acuerdo con los


procedimientos establecidos por la ley”.

En este caso, esa ley es la Ley Nº 254 Ley de 5 de Julio de 2012, Código
Procesal Constitucional. Sin embargo, yendo a la norma adjetiva: el precitado
código procesal, “quita" ese derecho, dejándolo en manos de las autoridades
públicas, conforme lo señala el artículo 74.

Entonces, dejando sin legitimación activa a la ciudadanía, es posible afirmar que


el Código Procesal Constitucional es inconstitucional porque contraviene el
derecho reconocido en la norma fundamental boliviana. Ante esta situación, se
podría alegar que existe la presunción de constitucionalidad (artículo 4 de la Ley
N° 254 y artículo 5 de la Ley N° 027) y que estas tres ideas planteadas acá no son
más que tesis temerarias. No obstante, también podría decirse que aunque se nos
reconociera a los ciudadanos la potestad de accionar directamente la
inconstitucionalidad de las normas tal como sucede en Ecuador que posee un
sistema constitucional muy similar al nuestro en lo que respecta al proceso eso no
garantizaría la efectiva respuesta de un Tribunal Constitucional Plurinacional que
de por sí ya tiene una carga procesal muy vasta.

Como complemento a lo dicho, se plantearía una situación de colisión entre


voluntad política expresada en la normatividad que quieren llevar adelante los
representantes políticos (diputados y senadores) y la voluntad jurídica, que se
supone defienden bajo la lógica del principio de supremacía y de control
constitucional los magistrados constitucionales; para lo cual deberían ser
reconocidos como probos, idóneos e intachables en su proceder, cualidades que
no son precisamente las que el ciudadano común atribuye a estas autoridades.

Ahora bien, más allá del lenguaje promiscuamente emotivo que se escucha en las
calles sobre leyes malditas, golpes, fraudes, conspiraciones y demás retahíla de
exclamaciones, la legitimación activa para ser accionada por parte de nosotros, los
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ciudadanos, es una deuda legislativa que se debería corregir. Ya sea para que
tengamos una válvula de escape pacífica para enfrentar este tipo de situaciones o
bien para cumplir el mandato constitucional antes explicado.
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CONCLUSION

Al concluir el presente ensayo a pesar de su superficialidad, queda claro


que en las actuales circunstancias lo dispuesto por el Art. 74 del Código Procesal
Constitucional no se ajusta a lo dispuesto por el Art. 132 de la Constitución que
literalmente dispone que e stán legitimados activamente cualquier persona para
interponer la acción de inconstitucionalidad. Por lo que una reforma del Código
Procesal Constitucional sería lo más conveniente a efectos de mantener la misma
línea constitucional.
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BIBLIOGRAFÍA

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Hacia la construcción del Tribunal Constitucional Plurinacional. Memoria de la
Conferencia Internacional. La Paz, Bolivia: Editora Presencia.
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