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Interesada en conocer la forma en que el nuevo curriculum se iba incorporando en las aulas
realicé, con un grupo de colaboradores, una serie de observaciones en escuelas públicas de
distintas características y con profesores también de diverso perfil profesional. Tales
observaciones se iniciaron en 1994 y concluyeron en 1997 . La estancia en los salones de
clase me permitió advertir varias cuestiones. En primer término, que la reforma no es una
reforma de todos ni (tal vez) una reforma de mayorías. Muchos profesores conservan sus
formas habituales de enseñanza, en las cuales subyacen dos esquemas básicos de acción:
Ahora bien, la acción de los profesores que han aceptado en mayor o menor medida que sus
alumnos aprendan resolviendo problemas deja ver una serie de dificultades y efectos
producto de la transposición operada, que aparecen en distintas etapas del proceso
establecido alrededor de los objetos de enseñanza. En seguida analizo algunos de ellos.
O
Una cuestión esencial del "aprender (y enseñar) resolviendo problemas" es que los
problemas no resulten tan fáciles que los niños ya tienen de antemano un modelo de
resolución, pero que tampoco sean tan difíciles que les resulten inaccesibles, es decir, que
no cuenten con conocimientos que les permitan imaginar una estrategia de solución,
construirla y ponerla a prueba. Esta cuestión, hoy discursivamente desgastada, en los
hechos resulta difícil de gestionar. Se escucha con frecuencia, y particularmente a
profesores de grados superiores, afirmar:
"He tratado de aplicar el nuevo enfoque, pero mis alumnos no pueden resolver los
problemas que les planteo si no les digo cómo hacerlo. Tal vez es porque vienen
muy atrasados. Por lo pronto, voy a trabajar con ellos como yo acostumbro para que
se emparejen, y ya que se hayan emparejado les plantearé problemas sin decirles
previamente cómo resolverlos".
Y bajo tal idea los profesores retoman su forma habitual de trabajo: explican y ponen
ejemplos, o interrogan si la opción asumida es que los niños descubran el conocimiento en
juego; luego los niños hacen ejercicios y, finalmente resuelven algunos problemas para
aplicar los conocimientos adquiridos. Y tal vez los problemas como vía del aprendizaje
nunca lleguen. Creo que en vez de considerar que los alumnos son incapaces de resolver
problemas porque vienen "atrasados", la pregunta que cabe es la siguiente: ¿No será que el
problema que se está planteando puede modificarse, hacerse más sencillo (sin trivializarse)
y ése sí lo puedan resolver los alumnos?
Para ilustrar la pertinencia de la cuestión citaré dos pasajes observados en clase; el primero
de ellos refiere a una profesora de primer grado que planteó el siguiente problema a sus
alumnos:
El problema genera escasa interacción, de hecho, hay una ausencia de respuestas: "¿Por qué
nadie opina?", dice la maestra; en respuestas al azar: "¡Veinticinco!", "¡Quince!", "¡Tres!",
"¡Treinta!", dicen los niños; en dispersión, desinterés: juego con el ábaco, plática, franco
desorden. La maestra llama al orden, lanza preguntas de otro estilo: "¿Por qué 25?", pero ni
aún así obtiene respuesta.
No es sorpresivo que esto haya ocurrido. Estudios diversos repiten el resultado: los
problemas de la forma x + b = c - aun con números que se presten al cálculo mental - por lo
general no son accesibles a niños de 6 años. Finalmente, un niño responde adecuadamente:
"¡Cinco!". La maestra siente alivio, pero los demás siguen sin entender. La dificultad
excesiva del problema - que podría haberse disminuído si hubiese correspondido a la forma
a + x = c - no permitió establecer sino escasa vinculación con el objeto de enseñanza. La
limitación, pues, provino de la situación, no de los alumnos.
Mi segundo ejemplo es el de un profesor de quinto grado que, después de haber dibujado
un círculo en el pizarrón, inicia la clase lanzando al grupo la pregunta siguiente:
Puede verse, la medición de la circunferencia no es para los niños un asunto trivial. Y como
la respuesta no llega mediante el interrogatorio, el profesor decide hacer un dictado
(apoyado con dibujos en el pizarrón) para introducir algunos conocimientos sobre el
círculo; los niños anotan y dibujan en su cuaderno. Luego, el profesor continúa la clase
comunicando el conocimiento que quería ver aparecer en sus alumnos. Lo hace de la
manera siguiente:
° "Intenta" medir con una regla la circunferencia dibujada en el pizarrón mientras dice
a los alumnos: "Aunque quiera medir, no siempre voy a poder hacerlo, ¿verdad?".
° Toma un hilo que mide tanto como el diámetro y dice: "Entonces, vamos a medir de
otro modo".
° Va colocando el hilo sobre la circunferencia para que los niños observen que cabe 3
veces "y algo más".
Cuando termina su mostración dice: "[El hilo] Cabe"... (en un tono que indica a los niños
que deben completar la frase). Los niños responden a coro: "¡Tres!" o "¡Tres y un cachito!"
Y el maestro continúa su participación diciendo: "Los griegos de la antigüedad
descubrieron que: en todos los círculos el diámetro cabe 3.1416 veces (...) ese número se
llama Pi" ; concluye anotando la fórmula para obtener el perímetro del círculo.
¿Por qué se hizo necesaria una modificación tan radical? No fue porque los niños de ese
grupo fuesen incapaces de resolver problemas, sino por otras razones. La primera de ellas
ya la señalé: el problema planteado a manera de pregunta oral era demasiado difícil. Pero la
dificultad excesiva no es sino una respuesta parcial al por qué fue necesario modificar el
proyecto original. Hay otra respuesta a la imposibilidad de resolver la cuestión planteada,
está relacionada con la dificultad que comento a continuación.
"¿Cómo se imaginan que podemos calcular la superficie del hexágono?, quiero que
piensen dos minutos, si alguien tiene la solución levante la mano"
A partir de esta pregunta, los niños van ofreciendo distintas respuestas. El pasaje se
desarrolla de la manera que ejemplifico a continuación:
No: (en respuesta a la invitación del profesor) Lado por altura sobre dos Mto: Lado
por altura sobre dos, vamos a ver, éste es un lado (señala un lado del hexágono)
dijimos que la altura es la perpendicular que va de la parte más baja a la más alta de
la figura, voy a ponerla (dibuja un triángulo dentro del hexágono):
Si multiplico lado por altura sobre dos, estoy calculando el área de esta figura
(señala el triángulo sombreado) y estas dos partes (las señala) quedan fuera (...)
Na: Lado por seis
Mto: (...) El perímetro es igual a lado por 6 y yo no pedí perímetro
No: Lado por lado
Mto: Lado por lado, algo dijo, vamos a ver que pasa si yo multiplico lado por lado
(traza la siguiente figura):
La clase continúa con la misma dinámica hasta que un niño hace la siguiente proposición:
"Lado por altura sobre 2, más lado por altura sobre 2, más lado por altura sobre dos [...]" El
maestro da por buena la respuesta argumentándola y justificándola nuevamente mediante
dibujos en el pizarrón: lo hace dividiendo en seis triángulos el hexágono e indica que la
suma de esas áreas daría el área total. Una vez hecha tal justificación, solicita buscar otra
forma de obtener el área (su interés es que los niños utilicen la fórmula convencional). Y
conduce un nuevo intercambio para que esto se logre; una vez más, es él quien comprueba
la validez de las sucesivas respuestas.
Es decir, nuevamente los niños proponen, pero es el profesor quien conserva para sí la
posibilidad de interactuar directamente con la situación-problema y probar así la validez de
las respuestas. Al no darse a los niños las condiciones suficientes para resolver con sus
recursos personales la tarea (pues el profesor media su acción sobre la situación-problema),
se introduce un segundo factor que limita el éxito en la realización de la misma.
Refiriéndome de nuevo al perímetro del círculo: la actividad alrededor de este contenido
hubiese sido exitosa en los términos del proyecto original si, además de que los niños
contaran con los conocimientos previos necesarios para imaginar una solución, ellos
hubiesen tenido las condiciones que les permitiesen poner a prueba sus ideas y sus hipótesis
acerca de cómo medir la circunferencia.
En suma, si se les da a los niños la responsabilidad de resolver un problema sin que se les
haya mostrado el camino de resolución, es necesario darles la posibilidad de interactuar
directamente con la situación y los recursos didácticos suficientes para hacerlo. La
situación ha de permitirles controlar la validez de sus hipótesis. Esto en la práctica, según
hemos visto, es una dificultad importante para los profesores.
De acuerdo con el nuevo enfoque de enseñanza, los niños deben participar en las decisiones
en clase, deben expresar sus puntos de vista, poner en común y confrontar sus formas de
acercamiento y sus soluciones. Pero promover la discusión y argumentación de manera que
sean provechosas también presenta sus dificultades. Por una parte, no es necesario discutir
todo (hemos visto grupos en que el profesor promueve la discusión de cuestiones como:
quiénes formarán cada equipo, de cuántos serán los equipos, en qué orden se harán las
tareas, incluso si se quiere realizar la tarea). También hemos visto poner en común
estrategias de resolución y soluciones de problemas cuya simplicidad no genera estrategias
o respuestas diversas, tampoco posturas encontradas. Al "confrontarse" este tipo de
resultados, el profesor se justifica: "Estos niños no están acostumbrados a discutir, vea
usted, no hablan". Los niños, por su parte, consiguen escaso provecho intelectual: si todos
están de acuerdo, no habrá interés en escuchar repetidamente una misma respuesta y una
única estrategia de resolución; de ello no se obtendrá ningún aprendizaje.
Hay en cambio oportunidades que resultan útiles para hacer evolucionar los conocimientos
de los niños. Son las que cumplen las siguientes condiciones:
Porque si todos los alumnos tienen una solución similar, obtenida con una estrategia
similar, habrá muy poco que discutir. El acuerdo se habrá establecido desde el principio y
lo demás saldrá sobrando. Esta cuestión puede parecer trivial, pero no siempre es advertida
por los profesores.
Según las explicaciones actuales acerca del aprendizaje, una forma de conocimiento es la
que se genera en interacción directa con la situación; este conocimiento se expresa a
manera de acción o de estrategia de resolución (cf. Broussseau; 1986; Vergnaud; 1977).
Idealmente, en los juegos con fichas se genera un conocimiento "en acto" vinculado a los
principios del sistema decimal: una ficha roja representa la unidad; una ficha amarilla
equivale a 10 de color rojo (representa un grupo de 10); 10 amarillas equivalen a una verde
(que representa un grupo de 100)... Pero este conocimiento "en acto" no es sino una fase
inicial en el proceso de aprendizaje. El conocimiento debe formularse, comunicarse e
institucionalizarse. Sin embargo, con frecuencia es sólo en el nivel de la acción que se
promueve el conocimiento y su explicitación no tiene lugar. Es pues un proceso parcial,
incompleto el que se promueve.
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Una de las ideas centrales que sustentan el aprendizaje a través de las resolución de
problemas es que los alumnos establecerán un vínculo directo con el objeto de
conocimiento; ese contacto se traducirá en un primer momento en el desarrollo de
estrategias personales de resolución. Siguiendo esta idea, los nuevos programas y textos
sugieren ciertas secuencias para el acercamiento a cada uno de los contenidos en las que en
un primer momento, los niños responderán a la situación planteada generando sus propias
estrategias de resolución. Por ejemplo, en la secuencia para enseñar la división inicialmente
se incluyen situaciones en que se promueve el repartir objetos uno a uno (o de n en n);
luego, se promueve el uso otros procedimientos personales como por ejemplo la
multiplicación, hasta llegar al uso del procedimiento convencional para dividir (cf. Avila y
Balbuena coords; 1993; SEP; 1994).
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Por supuesto que los niños no utilizaron el reparto uno a uno por una necesidad intelectual,
como único recurso del que disponían para llegar a la solución. Lo utilizaron por otras
razones: porque ellos en general buscan darle gusto a sus profesores; su condición de
alumnos los obliga (cf. Brousseau; 1986; Sarrazy; 1995; Avila; 1999). La mayoría de los
niños de este grupo contaba con recursos intelectuales y técnicos más avanzados para
resolver problemas de división (incluso algunos manejaban ya el procedimiento
convencional) pero el interés por complacer a su profesora los condujo a utilizar el dibujo
para resolver los problemas. Fue la maestra quien, probablemente sin percatarse, orientó al
uso de tal estrategia.
Yo no lo observé, pero me contaron de una profesora que, en su clase, pedía a los niños
resolver los problemas con tres estrategias diferentes. Seguramente habrá circunstancias en
que tal solicitud sea válida, pero creo que no siempre será así. Hay en todo esto una
contradicción y un efecto no previsto en la propuesta curricular: obligar a los niños a
utilizar estrategias "espontáneas". Acaso esto sea comprensible porque a veces las
soluciones que plantean los niños son muy interesantes, incluso sorprendentes, y quizás por
eso los maestros quieran conocer más de lo que pueden hacer sus alumnos. Pero si no se
actúa con cautela, puede distorsionarse el sentido que las estrategias espontáneas tienen en
el proceso de aprendizaje que hoy se preconiza.
A muchos maestros que toda una vida habían trabajado con la idea de que lograr que los
niños estén atentos, explicar bien, poner ejemplos claros y luego situaciones de ejercitación
y aplicación suficientes son rasgos que describen la acción del "buen maestro", les es casi
imposible aceptar que los alumnos pueden aprender sin que se les trasmitan los
conocimientos ¡Toda la vida los han transmitido! Es difícil aceptar que los alumnos de
carne y hueso, los que se tienen frente a sí al iniciar la clase son capaces de resolver los
problemas que se les plantean sin que les diga cómo hacerlo y sin que sea necesario
controlar "paso a paso" sus procesos intelectuales. Infinidad de episodios nos remiten a
esto, también infinidad de declaraciones. Referiré aquí sólo a guisa de ejemplo, el momento
en que una maestra de primer año les dice a sus alumnos:
La profesora, ante dos respuestas distintas a una pregunta - diversidad que por cierto parece
tomarla por sorpresa - retrocede en su decisión inicial de dejar a los niños contar "solos".
Ella prefiere retomar el control de la actividad y lo hace puntualmente, ¿será porque piensa
que si deja libres a los niños cada uno va a obtener respuestas distintas y que esas
respuestas no serán las correctas? Me parece que sí, que por eso recupera el control del
tiempo de aprendizaje y de las respuestas. Pero convendría preguntarse, ¿esta ganancia en
control compensaría lo que se perdió en términos de aprendizaje?, aprendizajes tales como:
Efectivamente, ésta habría sido una excelente oportunidad para discutir el por qué se había
obtenido 4 ó 5 como respuesta, incluso en términos de aprendizaje del español, pues en el
diccionario, el término sombrero define una "prenda de vestir que sirve para cubrir la
cabeza". Según tal definición, los niños que contaron la gorra del policía, estaban en lo
correcto. Hubiese sido didácticamente productivo trabajar con esta doble interpretación.
Pero en la maestra se sobrepuso el deseo de controlar linealmente el aprendizaje. Y a mí me
parece que al recuperarse el control la pérdida fue mayor que la ganancia. Por ello planteo
que otra cuestión necesaria en la actuación del profesor (según las nuevas propuestas) es
tener confianza en los alumnos y traducir esa confianza en espacios de libertad. Es
necesario aceptar que no por hacer más puntual el control de los acontecimientos en clase
se van a tener mejores aprendizajes.
Pero la cuestión no resulta trivial. Antes dije que aceptar "devolver" a los alumnos la
responsabilidad del aprendizaje me parecía de un orden de complejidad distinto al de las
cuestiones antes analizadas. Retomo ahora tal idea recuperando la noción de obstáculo en el
sentido de Bachellard (1979) y transferida por Brousseau al ámbito de la didáctica (cf.
Brousseau; 1983). Bajo una forma de acción docente que no permite a los alumnos actuar
fuera de control ni gozar de espacios amplios de libertad, "se adivina no sólo una falta de
destreza, una inhabilidad, se adivina también (y sobre todo) una forma de conocer y de
pensar. Es una forma de actuar ligada a una concepción característica, coherente, que ha
tenido éxito en un dominio de acción: en este caso el de la enseñanza. Es, finalmente, un
obstáculo que impide ver de otra manera, que genera conductas persistentes, que en el caso
que nos ocupa, remite al ámbito del conocimiento y de las creencias". Es pues, como dije,
un asunto distinto de la dificultad cuyo ámbito se reduce al de la técnica y la destreza. Es
por lo tanto una cuestión básica a superar como condición de posibilidad de la enseñanza a
través de la resolución de problemas.
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DEFINICIÓN
Desde un circulo deben presentarse voluntarios para ubicarse dentro del mismo y se debate
las motivaciones.
OBJETIVOS
Demostrar como las personas, aunque actúen de la misma manera, pueden estar partiendo
de motivaciones diferentes y comprender actitudes aparentemente incomprensibles.
PARTICIPANTES
Menos de 30 personas.
DESARROLLO
Se pide que cinco o seis personas se presenten voluntariamente al centro del circulo. Luego
deberán decir al grupo las motivos por los que se han presentado voluntariamente. El resto
del grupo escucha. Seguidamente se pide a quienes no se han presentado voluntariamente
que expongan públicamente sus motivos para no hacerlo.
Este ejercicio puede hacerse de otro modo : se pide a quienes no se han presentado
voluntariamente que digan por que creen que se se han presentado los otros y viceversa
EVALUACIÓN
@
DEFINICIÓN
Cada equipo debe hacer una nave voladora usando dos hojas de papel (de tamaño A4) y
tiene que hacer que vuele y atraviese una distancia para llegar a un objetivo.
OBJETIVOS
PARTICIPANTES
MATERIAL
CONSIGNAS DE PARTIDA
° å
p
° @
° Î
° È
p
DESARROLLO
El grupo concluye la prueba cuando logra que su nave vuele y atraviese el aro (tiene hasta 3
intentos)
Los intentos de cada grupo no pueden ser consecutivos ( a fin de fomentar la participación
de todos)
El juego termina una vez que todos los grupos han cumplido la prueba.
EVALUACIÓN
El moderador debe aplaudir los aciertos.
° ü
° üå
p p !p
° ü
p
° ü
p p
El moderador debe hacer un cierre reflexivo sobre lo que ha hecho que cada grupo llegue a
su objetivo: en términos de comunicación, trabajo en equipo y sobre todo motivación.
VARIANTES
Variante para adultos (Negociación): Si malogran alguna hoja de papel se les entrega otra
nueva, pero además una hoja adicional, la cual necesariamente debe incluirla en su diseño
(Es el costo por malograr una hoja).
`
DEFINICIÓN
Se divide el grupo en policías y ladrones y se trata de que los ladrones roben la bandera y la
lleven al campo propio con la oposición de los policías.
OBJETIVOS
PARTICIPANTES
MATERIAL
Algo que simule una bandera, por ejemplo una pica fijada con un cono o un recogedor.
CONSIGNAS DE PARTIDA
Los ladrones tiene un inmune que además puede cazar a policías. Los cazados se colocan
con los brazos brazos en cruz hasta ser salvados. Se atrapa al oponente solo con tocarlo.
DESARROLLO
En el último caso si hay duda sobre si dejo la bandera antes de ser tocado el beneficio es
para el atacante.
Si un ladrón deja la bandera y esta cae al suelo esta cazado, debe ser levantada por este.
EVALUACIÓN
VARIANTES
° 4
° i
° h
° á p !
!
È
DEFINICIÓN
Se trata de que todas las personas participantes pasen a través de una ³telaraña´ sin tocarla.
OBJETIVOS
PARTICIPANTES
Grupo, clase, « a partir de 12 años.
MATERIAL
Cuerda y un espacio que tenga dos postes, dos árboles, « entre los que se pueda construir
la telaraña.
CONSIGNAS DE PARTIDA
Utilizando la cuerda, construir una telaraña entre dos lados (árboles, postes, «) de unos dos
metros de ancho. Conviene hacerla dejando muchos espacios de varios tamaños, los más
grandes por encima de un metro.
DESARROLLO
El grupo debe pasar por la telaraña sin tocarla, es decir, sin tocar las cuerdas. Podemos
plantearle al grupo que están atrapados en una cueva o una prisión y que la única salida es a
través de esta valla electrificada. Hay que buscar la solución para pasar los primeros con la
ayuda de los demás; luego uno/a a uno/a van saliendo hasta llegar al nuevo problema de
los/as últimos/as.
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El original y más celebre ejemplo de condicionamiento clásico involucraba el
condicionamiento salivario de los perros de Pavlov. Durante sus investigaciones sobre la
fisiología de la digestión en los perros, Pavlov notó que, en vez de simplemente salivar al
presentárseles una ración de carne en polvo (una respuesta innata al alimento que el
llamaba la respuesta incondicional), los perros comenzaban a salivar en presencia del
técnico de laboratorio que normalmente los alimentaba. Pavlov llamó a estas
# . De esta ovservación, predijo que, si un estímulo particular estaba presente
cuando al perro se le proporcionara su ración de alimento, entonces este estímulo se
asociaría al alimento y provocaría salivación por si mismo. En su experimento inicial,
Pavlov utilizó un metrónomo (a 100 golpes por minuto, aunque popularmente se cree que
utilizó una campana) para llamar a los perros a comer, y, después de varias repeticiones, los
perros comenzaron a salivar en respuesta al metrónomo (aparato que utilizan los músicos
para marcar el ritmo).
+
La persistencia del reflejo condicional depende de la presentación concurrente de sus
elementos. Si se deja de presentar el EI después del EC, finalmente la RC desaparece,
fenómeno que se conoce como "
. Después de que se ha completado este proceso, la
respuesta condicional podría reaparecer sin que se vuelvan a presentar los elementos
conjuntamente, lo que se conoce como
' . Finalmente la respuesta
condicional ya no se presenta ante el estímulo condicional, de manera que respecto a éste
vuelve a funcionar como un estímulo neutro.
EC -------> No RC
Es decir:
En -------> Rn
EI ----------> fI
|
EC1 ---------> fC
|
EC2 ---------> fC unbeso
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