Está en la página 1de 12

María Montessori: Una

Aproximación a su Pedagogía.
Materia: Filosofía Y Educación.
Docente: Virginia Salotti.
Alumno: Martín Illesca.
Curso: 3°
Carrera: Profesorado de Lengua y
Literatura.
Investigar es darse a la aventura de andar, de ir desandando esos senderos que aun uno no ha sabido
encontrar o advertir, es dejarse atrapar por la sorpresa, pero también es asumir una postura crítica y
reflexiva sobre eso que se esta indagando, una vez delimitado el objeto que nos permite encontrar
un norte. Por eso decía al inicio de este escrito, que investigar es una aventura, es abrirse a eso que
nos adviene, que está fuera de mí, como su raíz latina lo sugiere, la aventura en este caso de
investigar es darse la posibilidad de poder contemplar todo eso que esta por venir. Mi viaje, o este
recorrido que he elegido, empieza en otras tierras y en otros tiempos y no soy (claramente el
protagonista). María Montessori nació el 31 de agosto de 1.870, en la localidad de Chiaravelle, en la
provincia de Ancona en la zona central del País. Hija del militar, Alessandro Montessori y de Renilde
Stopppani, fue educada severa y rigurosamente, por lo que desde joven ejerció sus intereses,
primero en las matemáticas, luego en la biología y finalmente en la medicina, lo que la llevó a
convertirse en la primera doctora en Italia. Dentro de su práctica médica, se dedicó a investigar sobre
cómo los niños aprenden; concluyendo que estos construyen a partir de lo que existe en el ambiente.
Este ultimo hecho acá referido, de ninguna manera significó la culminación formativa en la vida de
Montessori, muy al contrario, más adelante se introdujo en la filosofía, la antropología y la psicología
experimental de la época. Además, como lo plasma el libro El niño es el maestro, que aborda la vida
de la educadora desde la visión de la escritora Cristina De Stefano, fue una defensora de los derechos
de las mujeres, en su caso particular supo anteponer su labor social a su vida privada y también
cuestionó poniendo en tensión diversas estructuras sistémicas en congresos como el de Berlín (1896)
o el de Londres (1899).
María Montessori abre su primera escuela en 1907, denominada: Casa de Bambini (casa de los
niños), primera casa hogar en el barrio romano de San Lorenzo. Esta escuela es el origen del método
educativo Montessori, el cual comienza a ser puesto en práctica en este mismo lugar, dando lugar a
su expansión en Italia y el resto de Europa. La pedagogía Montessori sostiene que no hay mejor
manera de formarse que estando en relación directa y cercana con el entorno (también ha recibido el
nombre de Pedagogía Cósmica). Este proceso por supuesto que es gradual y tiene como punto de
partida el juego y la libertad, es decir, que se considera de suma importancia el explorar e interactuar
con todo lo que rodea al niño. Sin embargo, a medida que el este niño crece y se desarrolla, más
específicamente, a partir de los 6 años, es también importante en la consideración de Montessori que
ciertas materias las aprenda mediante clases tradicionales.
Para poder poner en palabras esta propuesta, Lillard nos refiere a que hace tan especial esta
propuesta pedagógica:
“Montessori pone al niño en un ambiente especial creado para responder a las necesidades
humanas. En ese ambiente, en niño se interesará en algo, en una de estas actividades
especialmente creadas y empezará a concentrarse en esa actividad. Una vez que se enfoca en
una tarea significativa, un gran abanico de cambios ocurre en el niño. A la par con estos
cambios, al niño se le dan las llaves del universo: los Materiales Sensoriales que abstraen las
cualidades de todas las cosas – peso, color, textura, temperatura, etc. El niño aprende a juzgar y
discriminar todas esas cualidades, agudizando su percepción. El mundo se convierte en más
accesible, interesante, y comprendido, y el niño continúa con otros materiales para aprender: el
camino de la vida ha comenzado.” (Lillard, 2017, p. 12)

En tal sentido, el centro o el núcleo de su pedagogía es ese otro que no es otro que el niño y la niña.
Facilita que la niñez se desarrolle plenamente, dándole el espacio para ser, para hacer y para conocer
por sí mismos, haciendo posible entonces su objetivo en la vida, que es, en palabras de la Dra.
Montessori: llegar a “ser hombre”, es decir, convertirse en ser adulto. Se construye a sí mismo y es
dueño de su propio aprendizaje.
Allá por el año 1.580, Michel de Montaigne escribía “Ensayos” quizás una de las obras cumbres del
pensamiento humanista francés, en la misma el filósofo refiere, palabras más palabras menos que el
niño no es un envase al cual hay que llenar, sino un fuego que es preciso encender y alimentar. Para
el caso, la pedagoga italiana, parece partir de una idea análoga a la que plantea Montaigne, la
educación debe resultar una guía, un camino que libere y no una doctrina que someta. El pedagogo
checoslovaco Comenio (1.592-1.670), considerado uno de los padres de la pedagogía moderna,
destaca esta idea de que hay que saber acompañar esos deseos, anhelos y necesidades de los niños
para así enseñarles a pensar.
En las lecturas que fui transitando para poder darle forma a este ensayo, muchas de las referencias
que he podido ir advirtiendo, ponen el énfasis en la pedagogía y metodología de Montessori, bajo
adjetivos con un tinte de calidez, de humanidad, se habla de “Pedagogía del Amor”, “Pedagogía
Cósmica”, “Pedagogía de la Responsabilidad”, quizás son los que mas se destacan. Llego a estas
referencias para así poder pensar y trazar las cercanías con aquellos conceptos que hemos trabajado
en clases a partir de las reflexiones de Carlos Skliar en “Diez escenas educativas para narrar lo
pedagógico entre lo filosófico y lo literario”. Entre los conceptos que el pensador argentino destaca
hay dos que me interesa poner en cuestión: Enseñar y Hospitalidad, para así pensarlos, tensionarlos y
poder establecer que cercanías hay con la propuesta de Montessori.
En relación al primer concepto, es decir el del Enseñar, siguiendo a Jacques Derrida y Andrea Frigerio,
Skliar entiende que el enseñar no puede partir de esta idea enquistada de que quien enseña someta
a quien aprende, enseñar no puede resultar en una posición de vigilancia que sancione el error del
aprendizaje, en la Conferencia que Skliar dictó en el marco del 1° Encuentro de Educación en la
diversidad (2013), el Doctor en Fonología dice: “(…) reconocer al otro como igual, ese me da igualdad,
quiere decir igualdad (…) No puedo empezar con una mirada desigual, nadie enseña a partir de una
mirada desigual, nadie aprende si es visto como desigual (…)”. Por su parte, Montessori entiende que
es de suma importancia que en el proceso de aprendizaje el alumno tenga un papel activo. En este
sentido, proponía el empuje de la iniciativa y la autoconfianza en los niños, de modo tal que estos
lograran hacer por ellos mismo las cosas que les interesaran, sin que se les fueran impuestos los
límites de una severa disciplina, de esta forma enseñar según la pedagoga italiana respetar la
individualidad de cada niño y adecuarse a su ritmo de aprendizaje particular.

“Nadie puede ser libre a menos que sea independiente; por lo tanto, las primeras
manifestaciones activas de libertad individual del niño deben ser guiadas de tal manera que a
través de esa actividad el niño pueda estar en condiciones para llegar a la independencia” María
Montessori

La idea de Montessori es que al niño hay que trasmitirle el sentimiento de ser capaz de actuar sin
depender constantemente del adulto, para que con el tiempo sean curiosos y creativos, y aprendan a
pensar por sí mismos. Enseñar puede ser una manera de descubrir, de brindar, de señalar, de apuntar
hacia algo, hacia algún lugar, de donar, de compartir. Si este fuera el sentido, por supuesto que sí.
Toda práctica pedagógica debiera nacer de un gesto de generosidad, de entrega sin
condicionamientos, de itinerario entre generaciones. Así, enseñar no pueden ser prácticas
restrictivas, correctivas y normativas. Se deben humanizar la ciencia y las prácticas.
Con respecto, al concepto de Hospitalidad, voy a retomar estas palabras de Skliar, a propósito del
ensayo antes mencionado:
“Se trata de recibir al otro sin hacer ni hacerle ninguna pregunta; se trata de la posibilidad de ser
anfitriones sin establecer ninguna condición. Y no hay leyes en la Ley de la hospitalidad porque
en ella se declara la abertura, el recibimiento, la acogida al otro, sin la pretensión del saber ni el
poder de la asimilación. Y no hay leyes en la Ley de la hospitalidad porque apenas pronunciada
ella ya no tiene más nada para decir, ya lo ha dicho todo, es decir, ya ofreció, ya donó, todo lo
que podía y tenía que decir. A la Ley de la hospitalidad le sigue un silencio ético, porque es el
otro el que decide si vendrá o no vendrá” (p.7)
En este caso, desde esta reflexión, se trazan otros conceptos, principalmente a raíz de esta idea de
ley de la hospitalidad y la ética que implica, se presenta el concepto inmediatamente de
Responsabilidad, quizás para trazar el puente entre este concepto en Skliar y la propuesta de la
pedagogía de la responsabilidad en Montessori. Simplemente para empezar, el interés de mi parte
por esbozar esta noción de lo hospitalario que abrazo la otredad, que contempla la alteridad…la
reparación del otro como un sujeto, la formidable tarea de la educación en términos de ese
reconocimiento y de la libertad. El trabajo pedagógico es en síntesis buscar en forma constante y de
manera imperecedera la vía para interpelar la comprensión en el otro. La pedagogía de la
responsabilidad parte del develamiento del sentido de vivir y va de la mano con la formación para el
uso de la libertad. Hacia una meta que vaya convirtiéndose en el proyecto de vida que le dé su
sentido más pleno y humano. En función de la propuesta de Montessori, la escuela debe tener un
sentido, pues desde allí, se educa con sentido, esto es: hacer responsable a cada uno, a cada una de
un proyecto de vida que dé respuesta a sus inquietudes esenciales. La base de esta pedagogía se
encuentra en la valoración de la persona en su condición total, integral, no fragmentando al ser
humano, no amputando sus partes para analizarlo. El educador debe convertirse en facilitador y
acompañar en el proceso de aprendizaje vivencial o significativo, creando el clima adecuado. La
pensadora italiana, entiende que un niño debe saber qué quiere ser, en qué desea convertirse, qué
papel es capaz de desempeñar en la vida, para recién a partir de allí a continuación, trazar con
decisión y voluntad un camino para conseguirlo paulatinamente.
En este punto coinciden por un lado la propuesta pedagógica de Montessori y los conceptos de Skliar,
en ese camino que señala que el gesto de enseñar es igualitario pero sus efectos son singulares en
cada ser humano. El método Montessori se caracteriza por proveer un ambiente preparado:
ordenado, estético, simple, real, donde cada elemento tiene su razón de ser en el desarrollo de los
niños y las niñas. El aula Montessori integra edades agrupadas en períodos de 3 años, lo que
promueve naturalmente la socialización, el respeto y la solidaridad.
Así, atendiendo, no solo al método sino al anclaje etimológico, es que eso que es la educación
Montessori también se despliega en ese sentido. Son tanto la Pedagogía como el Método, quizás dos
conceptos que nos permiten rastrear y troquelar el desplazamiento temporal entre la Antigüedad
clásica y el Modernidad. Tomando como punto de desarrollo el concepto de Paideia, cuya raíz
etimológica pais significa infante, y que es la palabra que en la antigua Grecia indicaba educación.
Desde las épicas de Homero han existido referencias a este término. Por ejemplo, la paideia de
Telémaco fue la educación que fue incorporando al buscar el paradero de su padre, Odiseo. Para
Homero como para sus contemporáneos, la paideia era un proceso específicamente dedicado a los
hijos de la aristocracia, quienes usualmente eran guiados por figuras paternales. El concepto de polis
en este desarrollo es importante en su consideración, puesto que las polis también educan. Existen
varios registros históricos que testimonian este sentimiento. Se dijo de Atenas que educaba a través
de sus muros (arquitectura) y de su modo de ser. Más allá de su reconocimiento histórico, la paideia
ha sido revivida por clasicistas como Werner Jaeger para su exégesis en tiempos modernos. Las
múltiples enunciaciones incorporadas que le han sido imputadas explican el carácter no
intencionado, cotidiano y concreto de la educación. Por su parte Diana Anaya, en su libro “Educación
y Pedagogía: Pasajes, Encuentros y Conversaciones” (2.014) nos dice lo siguiente:

Se entenderá la historia de Grecia desde la idealización de la sociedad instaurada por el mito,


ubicado en el plano meramente ficcional y religioso, pasando posteriormente a historias
reales a partir de la cotidianeidad documentada por el hombre trabajador. Este proceso de
evolución de la educación griega nos permite hoy hablar de la educación occidental, ya que
esta influenciada por el pensamiento de poetas y filósofos de la antigüedad. El avance de esta
cultura se hace notorio en la transformación de sus definiciones de los propios conceptos,
puesto que en la medida que la sociedad crece físicamente también lo hace espiritualmente,
lo cual implica un cambio de las concepciones del mundo y de las reglas que rigen el actuar
humano. (p.149)

La paideia griega y sus valores e ideales nos permiten desentrañar como es la educación actualmente,
que similitudes o diferencias presentan con el fin de formar personas que trabajen por una
comunidad, el pensamiento del mundo antiguo debe ser de vital importancia para poder comprender
el mundo actual. Los griegos, pues, fueron los precursores de la materia educativa más importante: la
formación para la ciudadanía, devaluada en nuestros días de manera tan lógica como perversa. Con
mucha razón y fundamento, Werner Jaeger nos demuestra que el contenido ético de la educación se
afina en la larga historia de la cultura griega. Si en un primer momento gira en torno al arquetipo
heroico o épico, el ideal de virtud va evolucionando hacia una concepción más doméstica del
heroísmo: el trabajo, la disciplina, la estructuración de la conducta ideal a través de intereses
colectivos o comunes. La doctrina moral kantiana ya estaba presente, sin duda alguna, en la paideia
griega. La propia concepción platónica de la justicia se nutre precisamente de la areté que resume las
exigencias del ciudadano perfecto. Ciudadano, sujeto, hombre y otras categorías que la modernidad
nos fue brindando, categorías para pensar en este caso el devenir de esas etiquetas, pero también
como ese hombre que educa, así como el que es educado son configurados en ese tiempo, o en
cualquier tiempo. Pero María Montessori tuvo especial cuidado en prescribir su método, que, para su
tiempo fue considerado revolucionario para la educación infantil y primaria, sin interesarse tanto por
la educación superior. En el plano filosófico, ensayó una síntesis entre el pensamiento positivista en
que se educó y sus creencias católicas. Así, para Catherine L´Cuyer en su libro Montessori ante el
legado pedagógico de Rousseau (2.020) uno de los argumentos que centra la investigación de dicho
trabajo es consignar la distancia que existe entre María Montessori y la corriente del naturalismo de
Rousseau que, desde su texto El Emilio o de La Educación (1762), inspira las pedagogías de la Escuela
Nueva. La propuesta de L’Ecuyer es contundente y clara: de lo que se trata es de establecer si el
estado natural (o salvaje) en el niño es un punto de partida para “corregir” (tal propuesta de
Montessori) o, toda sociedad cuyo propósito sea ilustrar o instruir está, en realidad, corrompiendo a
la niñez (en términos de lo que plantea Rousseau). ¿Es necesario dejar que la mente del niño y del
joven deambule libre por donde su voluntad o inspiración le sugieran? ¿Cuál es el método que mejor
enseña a leer y a escribir? ¿Se planteaban la cuestión de la inclusión los educadores entre 1700 y
1950? ¿Debemos educar por conocimiento directo, a través del descubrimiento, o siguiendo un
camino mixto o divergente? La hostilidad y la desconfianza que inspiraba Rousseau era contraria a los
planteamientos educativos de Montessori pues (hasta donde puedo entender) la pedagoga italiana
se distanciaba de las pedagogías herederas del pensador francés y de la Ilustración. El niño para
Montessori no destaca en la escuela imponiendo su candidez o inexperiencia, como si lo sugeriría
Rousseau, sino que anda concentrado en silencio, resolviendo los materiales que, bien preparados, le
plantean desafíos inspiradores. Es un niño que trabaja en lo que puede parecer un juego cuando en
contexto es una tarea esforzada que converge en el conocimiento. La actualidad (en términos de la
propuesta) de Montessori radica en que se desmarca de lo aporías de la pedagogía, que se mueve, a
veces, entre el conductismo y el constructivismo, entre la pedagogía activa y pasiva sin grises.
Montessori a criterio de L´Ecuyer supera estos caminos, a menudo persuasivos, a menudo
contundentes, para ofrecer otro camino, más armonioso, más hospitalario. Y es acá, donde es
importante establecer un alto, a lo largo de las lecturas que fui realizando para llevar a cabo este
trabajo, muchas investigaciones plateaban una suerte de herencia por parte de Montessori de lo que
se llama el romanticismo pedagógico, como si la filósofa italiana desde su propuesta mostrara una
continuidad de la filosofía rousseauniana, y es en este punto donde las investigaciones de L´Ecuyer
son clarificadoras, en una entrevista realizada en 2.021 en el diario digital El Confidencial, refiere que:
Se suele clasificar a Montessori en la corriente del Romanticismo pedagógico, que nace de
Rousseau […] Ella nunca se consideró a sí misma como continuadora de esa tradición y le
molestó profundamente que la asimilaran a la ‘historia romántica’ del 'Emilio'. La genealogía
intelectual de Montessori no se remonta a Rousseau, sino al pensamiento de los filósofos
clásicos, sobre todo al de Aristóteles.

Y acto seguido, ante la pregunta de porque la pedagoga italiana no compartiría el método del filósofo
ilustrado, la autora, responde:

No lo compartía en cuanto a rebelión contra la racionalidad, empirismo, importancia que se


da a los sentimientos y a la imaginación productiva, libertad, disciplina, naturalismo, rol del
Estado y cultura militante. Tampoco comulgó con los principios del movimiento de la
Educación Nueva inspirado en Rousseau, que describió como “una revolución que aspira al
desorden y a la ignorancia”.
Hay entonces, al interior de la programa político-pedagógico de Rousseau, cuestiones que no
comulgan con el método Montessori, pero sobre todo aquello que no hace mella es que, en
Rousseau, la voluntad es forzada a ser libre, punto clave del Contrato Social, pero la pregunta acá es
¿Cómo obligar a alguien a ser libre por precepto de la voluntad general? Esta premisa no escapa a lo
niños o a las infancias. Las paradojas rousseaunianas…una libertad represiva, casi podríamos decir un
totalitarismo. Imposible comulgar con la propuesta de Montessori, considerando que ella misma se
opuso a que Mussolini haga uso de su programa pedagógico, esto le costó que el dictador italiano
decrete el cierre de todas sus escuelas.
La propuesta de la pedagoga italiana incorpora otros elementos, a saber, el verdadero educador debe
estar al servicio del educando y, por lo tanto, debe cultivar la humildad, para caminar junto al niño,
aprender de él y juntos formar comunidad. El rol del adulto es vital, deber saber guiar, en el sentido
mas contundente de la palabra, pero debe también abrirse al otro, el maestro deber saber enseñar,
no solo desde el principio de autoridad, el maestro dominante no tiene lugar en esta metodología, es
fundamental que se brinde a acompañar e interactuar. Para L´Cuyer en este punto, es primordial el
Método de Monetssori, es a partir del mismo que se podrá tener un panorama mas amplio de sus
propósitos:
El Método Montessori apenas ha cambiado en los últimos cien años. Unos dirán porque es
dogmático, otros afirmarán que es inflexible y rígido. Unos terceros, aquellos que lo traducen
en la práctica diaria de las aulas con fidelidad a su autora, señalarán que es altamente
coherente, que está bien trazado, obtiene resultados y los niños progresan en su autonomía,
atentos, camino de un aprendizaje que les llena de un fuerte sentido de la autoeficacia. Y es
que los alumnos quieren aprender. Esta tercera postura considera que los alumnos deciden
libremente trabajar relajados –el gozo y el silencio es una característica de estas escuelas–
descubriendo que son capaces de realizar tareas desafiantes con éxito. La repetición de sus
tareas genera en ellos unos hábitos en los que el material está pensado para que se descubran
los errores en la secuencia de su ejecución (control de error). En esta dirección hay que afirmar
que el Método Montessori va progresivamente desde lo concreto y sensorial hacia lo abstracto
y mental a través de estos materiales creados para este fin. (pp. 267-268)

El método Montessori respeta la psicología natural del alumno. Se prepara al alumno para un
desarrollo del que se le hace responsable a través de la cooperación con el adulto que sustituye a la
imposición de tareas. La libertad es muy importante, pero para conquistarla los niños tienen que
trabajar de forma independiente y respetuosa, así el propósito básico de este método es liberar el
potencial de cada niño para que se autodesarrolle en un ambiente estructurado. Los principios de
esta filosofía se fundan como señalé anteriormente en las leyes de la vida. El niño posee dentro de sí,
desde antes de nacer, normas para desarrollarse psíquicamente. Los adultos, en ese recorrido somos
simplemente colaboradores de esa construcción que el niño hace de sí mismo.
En las escuelas tradicionales los niños reciben la educación de manera frontal. Hay un maestro
frente al grupo (cuyos integrantes son de la misma edad) y éste se dirige a ellos de manera
grupal, por lo que el avance en el programa de estudios es colectivo. Al ser de esta manera,
algunos niños se quedan con lagunas en su educación a pesar de la buena voluntad del
maestro. En las escuelas Montessori, en cambio, "La meta de la educación debe ser cultivar el
deseo natural por aprender”, por lo que se manejan varios grados en cada grupo y existe
diversidad de edades. Los niños más grandes ayudan a los pequeños, los cuales a su vez
retroalimentan a los mayores con conceptos ya olvidados.

Otra distancia más con Rousseau:


Mientras el pensador francés señala que “la única costumbre que hay que enseñar a los niños
es que no se sometan a ninguna”, la pedagoga italiana consigna que “la repetición es el secreto
de la perfección”. (L´Cuyer; p.285)
Algunos estudiosos como Charlotte Poussin o Leitar Itziar, apuntan no solo a la importancia del
método, sino a la actualidad y vigencia del mismo. En La Pedagogía Montessori, publicado en el
2.019, Poussin educadora y especialista en la metodología de doctora italiana, expresa que:

Imaginen una escuela en la que niñas y niños son protagonistas de su propio aprendizaje. En
la que los docentes, atentos a las etapas del desarrollo de la infancia, los guían en la
construcción de su autonomía. Una en la que chicos y chicas aprenden a reconocer sus
dificultades y, lejos de frustrarse, eligen trabajar en ellas destinando el tiempo necesario.
Piensen en una escuela que busque compensar las desigualdades y logre llevar al éxito
académico a los más desfavorecidos. Una escuela cuyo objetivo principal sea brindarles
herramientas para vivir en un mundo cambiante. A comienzos del siglo XX, María Montessori
soñó, creó y llevó adelante esta escuela del futuro. Proyecto de inspiración humanista y fruto
de años de investigación, su pedagogía experimental se convirtió en un método riguroso que
revolucionó las formas de enseñar y se extendió por el mundo, multiplicado en escuelas e
iniciativas educativas para todos los niveles. (p.14)

Voy llegando al final de este recorrido, de este viaje que empezó con algunos preconceptos de
mi parte, el camino se fue haciendo hasta este punto es solo una partecita de recorrido quizás
inagotable, las miradas, las reflexiones, opiniones y juicios de valor que puedan surgir no solo
de mi sino de cualquier persona que se preste a especular van a estar presentes. Lo que hoy
constituye casi una certeza para mi es que la figura de Montessori es mucho mas que eso que
creí hace unos meses advertir. Me quedan muchos conceptos y sensaciones de las lecturas
que me atravesaron, la propuesta pedagógica que ata a la responsabilidad con la libertad, la
inclusión, los derechos de los niños y de las mujeres, sus aportes a la educación de los tiempos
que se sucedieron. En la pedagogía Montessori no predomina, sin embargo, un espíritu
radicalmente positivista, sino que se trata más bien de un sentimiento “místico”. “El niño es el
padre del hombre” reza una de las tantas premisas en su libro Ideas Generales sobre el
Método (2.018) Montessori y este pensamiento es la clave para la regeneración de la
humanidad. El enfoque científico y espiritual se unen en un enfoque de asombro y elogio de la
infancia. Frente a la represión de la educación de los adultos y a la coerción que ejerce la
escuela sobre los niños (a través de los tiempos, estructuras y comportamientos que los
humillan y machacan) surge una idea de desarrollo espontáneo que incorpora las leyes de la
evolución. Quizás haya al día de hoy alternativas, como refería Poussin, actualizar la propuesta
e la educación y el método de Montessori en estos tiempos nos permita por lo menos tener
otras herramientas para seguir proponiendo, reinventando y apostando por la educación y la
escuela.

Bibliografía:
Anaya, D. (2014). Educación y pedagogía: Pasajes, encuentros y conversaciones. Ed.
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia.
Barnés, H. (2021). La verdadera Montessori: "Usar 'jugar' para referirse a su método es un
error". Entrevista a Catherine L´Cuyer, en: https://www.elconfidencial.com/cultura/2021-01-
22/metodo-montessori-jugar-catherine-lecuyer_2909443/
Derrida, J. (2014). La hospitalidad. Ediciones de la Flor.
De Stefano, C. (2020). El Niño es el Maestro. Ed. Lumen
Foschi, R. (2014). María Montessori. Barcelona: Ediciones Octaedro.
Girón, Z. (2021). Introducción al método Montessori, en:
https://educreatividad.org/montessori/introduccion-al-metodo-montessori/
GreenLeaves Montessori. (s.f.). ¿Qué es la educación Montessori? Recuperado de:
https://www.greenleavesmontessori.com/que-es-educacion-montessori/ [ Links ]
Jaeger, W. (1957). Paideia: los ideales de la cultura griega. Ed. Fondo de Cultura Económica.
L´Cuyer, C. (2020). Montessori ante el legado pedagógico de Rousseau. Amazon.
Lillard, A.S. (2017) Montessori. La Ciencia detrás del Genio. Tercera Edición. Oxford University
Press
Martínez, E.-Salanova, S. (2016). La pedagogía de la Responsabilidad y de la
autoformación.https://educomunicacion.es/figuraspedagogia/0_montessori.htm
Milenio Digital. (2021). https://www.milenio.com/cultura/maria-montessori-quien-era-y-en-
que-consiste-su-metodo
Montessori, M. (2018). Ideas Generales sobre mí Método. Ed. CEPE.
Montessori, M. (2014). El Método de la Pedagogía Científica. Ed. Biblioteca Nueva.
Poussin, C. (2019). La pedagogía Montessori. Siglo XXI Editores.
Ricoeur, P. (2005) Caminos del reconocimiento: “Tercer estudio. El reconocimiento mutuo”.
Editorial Trotta.
Rousseau, J.J. (2011). Emilio o de la Educación. Alianza Editorial.
Rousseau, J.J. (2003). El Contrato Social. Ed. Losada.
Soares, L. (2007). El camino del diálogo en la filosofía antigua, en Schujman, G. (coord.). Ed.
Biblos.
Skliar, C. (2011). Diez escenas educativas para narrar lo pedagógico entre lo filosófico y lo
Literario.
Vernant, J.P.(2003). Mito y Sociedad en la Antigua Grecia. Siglo XXI Editores.

También podría gustarte