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Si, como la define Ortega y Gasset, la característica que le otorga a la metáfora una
inevitable presencia en la ciencia, es la de expresar fenómenos nuevos e inteligir objetos
abstractos, entonces la metáfora no será tan distinta al concepto como aquella forma que,
según Kant, hace posible el fenómeno en la conciencia o bien, entre dichos conceptos, las
categorías sin intuiciones como recurso metodológico. ¿Hay que leer el ensayo de Ortega
y Gasset de 1926 bajo ese registro kantiano entonces? La conclusión de su trabajo
presenta dificultades para una respuesta taxativa a la pregunta, pues Kant, según el autor,
instala el yo como sumo legislador de la naturaleza en el mismo orden en que Leibniz
instala al hombre como un “petit Dieu”, o Fichte, quién da por concluido el ensayo con “El
Yo es todo” (y nótese el Yo con mayúscula). Tres metáforas del yo, generadas por la
imaginación creativa que, a diferencia del yo de la antigüedad, tiene una importancia
central en su relación con el objeto. ¿Qué función cumple el filósofo de Königsberg en el
texto más allá de unas cuantas referencias directas?
La metáfora, según el autor “es un procedimiento intelectual por cuyo medio conseguimos
aprehender lo que se haya más lejos de nuestra potencia conceptual” advirtiendo con esto
que en ningún caso se trata de traspasar los límites de lo pensable sino de “hacer
prácticamente asequible lo que se vislumbra en los confines de nuestra capacidad”. La
metáfora entonces como “trasposición de nombre” sería el recurso científico para pensar
los abstracto dentro de los límites de lo pensable. La posibilidad de la metafísica como
ciencia para Kant requiere del límite, ¿hasta dónde podemos conocer?, y la crítica de la
razón debe señalar dichos límites para centrar el ojo investigador en aquello que posibilita
los fenómenos para la conciencia diferenciándola de la cosa en sí. La limitación de la
metáfora en tanto procedimiento intelectual de abstracción coincide con los límites que la
metafísica debe hacer inteligibles para desarrollar una investigación segura.
Filósofo y psicólogo deben desarrollar la destreza para separar los conceptos abstractos,
es decir, hacer abstracción, y desde esta transposición que sigue siendo un procedimiento
metafórico que permite pensar la dificultad del objeto abstracto, concebir la metáfora
más problemática y, de cierto modo, peligrosa en la historia de la filosofía: el yo. Ortega y
Gasset procederá hasta aquí, hasta el principio que todo lo hace pensable, no ya desde las
viejas perspectivas realistas o idealistas, la autoconciencia pensada como parte de la
realidad o como condición del fenómeno. ¿Kant expuesto en forma metafórica o la
superación del kantismo a partir de la metáfora? Si la conciencia es creación, como afirma
finalmente el autor,