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Los cuatro paradigmas que pueden hacer crecer las pequeñas y

medianas empresas
El profesor Hugo Sánchez, de la Escuela de Dirección de la UDEP, señaló que
existen algunas diferencias entre el emprendedor y el directivo en la gestión,
organización, control e innovación de la empresa. Por eso, dijo, si el
emprendedor desea hacer madurar su negocio deberá considerar los
siguientes paradigmas:

Paradigma de la gestión. El emprendedor de una nueva empresa es


omnipresente ya que está rondando por todas las áreas. No está solamente en
la oficina, dedica su tiempo a los temas operativos y su fuente de información
serán los comentarios de su personal de confianza. Su herramienta de gestión
será lo que pueda ver y tocar.

En caso pase algo con la empresa, él será el responsable. Este perfil es


totalmente válido cuando una empresa nace. Cuando crece, el emprendedor no
podrá controlarlo como antes, debe pasar de empresario a directivo, cuyo
método de trabajo es de análisis constante.

La herramienta del directivo son los indicadores de gestión: cuadros, ratios,


estadísticas, etc., con ellas puede saber si se están cumpliendo los planes. Se
dedica a la estrategia a mediano y largo plazo, usando como fuente de
información estudios e informes internos y externos.

Sus criterios de decisión son múltiples pues ya no decide solo; tiene gerentes
específicos en su equipo de trabajo. Podría ser un director de orquesta.

En este paradigma es importante entender que habrá un momento donde el


emprendedor deberá pasar a directivo.

Paradigma de la organización y control. Según el especialista, normalmente


una empresa se organiza en un esquema piramidal, donde la gerente está a la
cabeza y tiene varios departamentos a su cargo. Sin embargo, las empresas de
emprendedores se organizan de forma diferente. La empresa tiene una
organización radial, donde el emprendedor está en el centro de todo y recibe
información de diferentes frentes.

Conforme la compañía crece, deberá también cambiar su organización y formar


un organigrama colaborativo, donde los directivos trabajen según sus
experiencias en el mercado. Será necesaria una organización abierta,
horizontal y dispuesta a escuchar a los demás.

Asimismo, la manera de controlar tendrá que cambiar. Para Sánchez, el control


tiene que ser posterior a la gestión: tener un responsable a cargo, medir sus
decisiones con indicadores de gestión y trabajar un modelo de premio-castigo.
Los buenos directivos no esperarán órdenes, asumirán riesgos y compromisos
por la empresa. Para ello, se necesita un espacio de trabajo adecuado para
que ellos puedan hacer su propia gestión.
3. Paradigma de innovación. Quien innova primero golpea dos veces. Es
importante que el emprendedor se haga algunas preguntas: ¿conozco la
diferencia entre la tecnología client-servidor y el cloud-computing? o ¿conozco
las características de las siguientes herramientas básicas de tecnología: ERP,
CRM, BI?

Es muy probable que el emprendedor ocupe gran parte del día en supervisar
las operaciones diarias de la empresa. Para Sánchez es muy importante saber
por dónde va la tecnología y pensar de forma estratégica cómo innovar con
herramientas tecnológicas.

Paradigma de la experiencia. El emprendedor y el directivo tienen


competencias distintas. El primero está orientado a la acción, tiene poco tiempo
para la reflexión, es influyente y muchas veces vertical. En cambio, el directivo
está enfocado al análisis, escucha y evalúa más antes de decidir, es
colaborativo y le gusta más la formalidad.

Cuando un emprendimiento pasa a una etapa de madurez, es importante


analizar si el dueño seguirá como cabeza en la organización. Algunos
emprendedores no tienen una educación profesional completa y eso podría ser
un potencial riesgo. Una opción loable puede ser contratar a un gerente o
director, para que el fundador pueda aprovechar sus competencias para
emprender nuevos negocios.

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