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El art. 254, párr. 1o, de la ley 19.550 establece: "Los accionistas que
votaron favorablemente las resoluciones que se declaren nulas, res-
446 RICARDO A. N!SSEN
EL DIRECTORIO
inc. 2°, de la ley 19.550, en este último caso, dentro del número de in-
tegrantes previsto en el acto constitutivo. Las sociedades anónimas
unipersonales, para las cuales la ley 26.994 previó un directorio de
tres integrantes, fue modificada por la ley 27.290 del 17 de noviem-
bre de 2016, permitiéndoseles contar con un solo director, sin existir
inconveniente legal para que el cargo de único director pueda recaer
en manos del accionista único, lo cual con toda seguridad provoca-
rá no solo un permanente conflicto de interés, de muy difícil resolu-
ción, sino la intervención de la Inspección General de Justicia, atento
a que las sociedades anónimas unipersonales están incluidas dentro
de aquellas compañías sometidas a la fiscalización permanente del
Estado (art. 299, ley 19.550).
Si el directorio es plural, sus integrantes deben actuar colegiada-
mente, esto es, sesionar y decidir por mayoría cada uno de los aspec-
tos de la gestión social. Por ello, el art. 274 de la ley 19.550 establece
como principio general la responsabilidad solidaria e ilimitada de to-
dos ellos por los daños y perjuicios sufridos por la sociedad, los accio-
nistas y los terceros como consecuencia de su actuación.
El estatuto puede establecer el número de directores que integra-
rán el directorio o facultar a la asamblea de accionistas para deter-
minar el número de directores en cada oportunidad en que debe ser
renovada su integración, pero para ello la ley dispone la necesidad
de que en el acto constitutivo de la sociedad se establezca el número
máximo y mínimo de directores (art. 255, in fine). Los directores son
reelegibles indefinidamente.
El estatuto debe precisar el término por el cual los directores son
elegidos, el que no puede exceder los tres ejercicios. Ello no signifi-
ca que los directores deben dejar el cargo el último día del ejercicio
por el cual fueron designados, sino que deben permanecer en él hasta
su efectivo reemplazo, que por lo general se produce en la asamblea
ordinaria que considera los balances y estados contables correspon-
dientes al período en el cual se desempeñaron, para cuya convocato-
ria el directorio cuenta con cuatro meses luego de cerrado el ejercicio
(art. 234, in fine, ley 19.550).
En caso de silencio del estatuto sobre la duración en el cargo de los
directores, se entiende entonces que el término previsto es el máxi-
mo autorizado.
El estatuto puede establecer la elección de directores suplentes
para subsanar la falta de directores por cualquier causa. Esta preví-
El DIRECTORIO 453
ta por el último párrafo del art. 261 de la ley 19.550 y evitar la frustra-
ción de la norma.
Y con la misma orientación, se decidió acertadamente que, a pesar
de haberse cumplido con todos los requisitos previstos por el art. 261,
in fine, de la ley 19.550, ello no autoriza que las remuneraciones de los
directores hayan duplicado las ganancias del ejercicio.
Si el estatuto no previó normas respecto de la distribución de las
sumas destinadas a las remuneraciones de los directores y la asamblea
votó una cantidad global a ese efecto, ella debe ser repartida por partes
iguales, salvo que existan tareas realizadas que justifiquen remunera-
ciones diferentes. En todo caso, la distribución de aquella suma entre
los directores puede ser efectuada en forma desigual mediando deci-
sión del directorio, siempre y cuando ella se encuentre fundada.
que el art. 267 de la ley 19.550 exija su reunión por lo menos cada tres
meses, salvo que el estatuto obligase a un mayor número de reuniones
y sin perjuicio de las que se pudieran celebrar a pedido de cualquier
director, en cuyo caso la convocatoria será hecha por el presidente del
directorio para unirse dentro del quinto día de recibido el pedido. En
su defecto, podrá convocarla cualquiera de los directores y la convo-
catoria deberá indicar los temas a tratar.
El directorio es quien debe determinar el contenido de la voluntad
de la sociedad. El presidente solo tiene facultades para declarar y ejecu-
tar las decisiones de ese órgano, y si bien frente a terceros la delibera-
ción del directorio y la aprobación de determinada operación es cues-
tión intrascendente (art. 58, ley 19.550), quedando obligada la sociedad
por la actuación de su representante legal, la falta de decisión del direc-
torio sobre tal operación es suficiente argumento para apartarlo de tal
cargo y proceder a su remoción del órgano de administración.
La ley 19.550 no define cuáles son las cuestiones que deben nece-
sariamente ser objeto de resolución por parte del directorio, aunque
parece de toda evidencia excluir a las operaciones cotidianas de na-
turaleza mercantil o de organización interna de la sociedad. Por el
contrario, deben ser objeto de consideración por parte del directorio
la delegación de funciones (otorgamiento de poderes), venta de bienes
registrables, operaciones que exceden el giro habitual de los negocios,
convocatoria a asambleas de accionistas, designación de gerentes e
integrantes del comité ejecutivo, otorgamiento de licencias a los di-
rectores, contrataciones de profesionales, etcétera.
El estatuto debe reglamentar la constitución y funcionamiento del
directorio. El quorum no podrá ser inferior a la mayoría absoluta de
sus integrantes (art. 260, ley 19.550).
Los directores deben actuar con la lealtad exigida por el art. 59 de
la ley 19.550, y por ello, cuando tuviere interés contrario al de la socie-
dad, deberá hacerlo saber al directorio y a los síndicos, y abstenerse
de intervenir en la respectiva deliberación, so pena de incurrir en la
responsabilidad prevista por aquella norma (art. 272, ley 19.550).
Las decisiones del directorio son impugnables de nulidad cuan-
do violen la ley, el estatuto o reglamento, afecten el interés social o
aprueben un acuerdo que beneficia exclusivamente a los integrantes
del grupo de control. Si bien la ley 19.550 no ha previsto la acción de
impugnación de decisiones del directorio, la doctrina y jurispruden-
cia han admitido tal posibilidad en forma uniforme.
EL DIRECTORIO 465
Dispone el art. 273 de la ley 19.550 que "El director no puede parti-
cipar por cuenta propia o de terceros, en actividades en competencia
con la sociedad, salvo autorización expresa de la asamblea, so pena de
incurrir en la responsabilidad del art. 59".
La ley no circunscribe la prohibición de competir que pesa sobre
los directores de sociedades anónimas o actuaciones habituales efec-
tuadas en competencia, sino también las esporádicas, pues la lealtad
que les exige el art. 59 de la ley 19.550 debe mantenerse durante todo
el desempeño del cargo. Del mismo modo, tal prohibición no se limita
a la intervención del director que actúa en nombre y por cuenta pro-
pia, sino también de terceros, ya sea como directores, administrado-
res o controlantes de otra sociedad que desarrolla idéntica actividad,
o como mandatarios, comisionistas, gestores de negocios, etcétera.
La violación a la prohibición de competir no solo genera respon-
sabilidad al director que ha infringido el art. 273 de la ley 19.550,
sino que también constituye justa causa para la remoción del cargo
que desempeña.
por el art. 279 de la ley 19.550, pues estos conservan siempre las accio-
nes tendientes a la recomposición de su patrimonio personal.
Las acciones sociales de responsabilidad contra los directores
prescriben a los tres años, de conformidad con lo establecido por el
art. 2561, párr. 2°, del Cód. Civ. y Com., por tratarse de acciones ori-
ginadas en daños derivados de la responsabilidad civil. El punto de
partida para el curso del plazo prescriptivo de la acción de respon-
sabilidad contra los directores debe computarse desde que la acción
respectiva se encuentra en condiciones de ser ejercida, esto es, desde
que el director o administrador imputado haya sido declarado res-
ponsable por decisión asamblearia o dentro de los tres meses de la
fecha de la asamblea si la acción social es ejercida uti singuli por cual-
quier accionista.
Las acciones individuales de responsabilidad previstas por el
art. 279 de la ley 19.550 prescriben también a los tres años de acaecido
el hecho generador de responsabilidad, por aplicación del art. 2561,
párr.' 2°, del Cód. Civ. y Com., siendo desde todo punto de vista indife-
rente la adopción de acuerdos asamblearios que hubiesen declarado
tal responsabilidad.
En el caso previsto por el art. 278 de la ley 19.550 (acción social de
responsabilidad en caso de quiebra), el plazo de prescripción de tal ac-
ción es exactamente el mismo -tres años-, pero computados desde la
fecha de la declaración de quiebra, pues quien debe promover la misma
es un tercero -el síndico- que ha sido ajeno al funcionamiento de la
sociedad, al menos hasta la declaración judicial de falencia.
arts. 262 y 263, lo cual peca de escasa factura técnica, pues se trata de
sistemas de elección que no siempre son compatibles, en especial si
se advierte que el art. 234, inc. 2°, de la ley 19.550 establece la compe-
tencia de la asamblea ordinaria para la designación de los miembros
de la sindicatura.
Intentando una interpretación coherente, la ley parece prescribir
que, si existiesen diversas clases de acciones, la designación de los
consejeros de vigilancia deberá hacerse por asambleas especiales in-
tegradas por los titulares de cada clase y que, fuera de este supuesto,
el nombramiento de ellos deberá hacerse por asamblea general ordi-
naria, en donde el voto acumulativo resulta obligatorio.
La designación de los integrantes del consejo de vigilancia es li-
bremente revocable y tanto su nombramiento como desvinculación
deben inscribirse en el Registro Público.
El funcionamiento del consejo de vigilancia, sin perjuicio de su
necesaria reglamentación por el estatuto, se rige en subsidio por las
normas de funcionamiento del directorio, siendo también aplicables
para sus integrantes lo dispuesto en materia de renuncia de los direc-
tores, su régimen de remuneración, las incompatibilidades y prohi-
biciones, su actuación personal e indelegable, la prohibición de tener
interés contrario al de la sociedad y actuar en competencia, así como
el régimen de responsabilidad de los directores.
Son atribuciones y deberes del consejo de vigilancia:
l. Fiscalizar la gestión del directorio. A tal efecto puede examinar la
contabilidad social, los bienes sociales, realizar arqueos de caja, sea di-
rectamente o por peritos que designe, recabar informes sobre contratos
celebrados o en trámite de celebración, aun cuando no excedan de las
atribuciones del directorio. Por lo menos trimestralmente, el directorio
presentará al consejo informe escrito acerca de la gestión social.
2. Convocar a asamblea cuando lo estime conveniente o lo requie-
ran accionistas que representen más del 5% del capital social.
3. Aprobar determinada clase de actos o contratos celebrados por
los directores, siempre y cuando el estatuto les otorgue especialmente
esta función. La falta de aprobación por parte del consejo de vigi-
lancia autoriza al directorio a recurrir a la asamblea de accionistas,
pero jamás puede ser invocada esa falta de autorización por la socie-
dad para desconocer el cumplimiento de los contratos celebrados
por su representante legal.
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§ 234. LA SINDICATURA
2. El proyecto de estatuto.
3. La suscripción e integración de las cuotas sociales por los fun-
dadores.
4. La designación de los consejeros y síndico.
En cuanto al estatuto, este debe contener los siguientes requisitos:
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o sin causa, que puede ser incluso resuelta, aunque el tema no figure
en el orden del día, si es consecuencia directa de asunto incluido en él.
Las asambleas deben ser convocadas con quince días de antici-
pación por lo menos, en la forma prevista por el estatuto, debiendo
la convocatoria incluir el orden del día a considerar. Con la misma
anticipación deben ser comunicadas a la autoridad de aplicación y al
órgano local competente.
La ley 20.337 no exige obligatoriamente la publicación de edictos
para hacer conocer la convocatoria a asambleas, que debe ser notifica-
da por los medios más idóneos que el consejo de administración esti-
me corresponder en procura de una mayor asistencia de los asociados
al acto asambleario. La autoridad de control ha dictado al respecto
la res. 493 del 14 de julio de 1987, reglamentando el procedimiento
que deben seguir las cooperativas cuyos estatutos establecieran que
los asociados serán citados por escrito a las asambleas, sin especificar
el medio a través del cual se efectuará la convocatoria, autorizando
la publicación de avisos en un lugar bien visible de la sede social o
sucursales, publicando avisos en los diarios de mayor circulación o
de publicaciones legales, notificando telegráficamente a cada uno
de los asociados o efectuando tal notificación en forma personal. Las
cooperativas que cuenten con un número de asociados superior a los
cinco mil deberán publicar la convocatoria por dos días en uno de los
diarios de mayor circulación correspondiente al lugar de su domicilio
legal y en cada uno de sus distritos.
Las asambleas deben reunirse en la sede social o en el lugar que
corresponda a la jurisdicción del domicilio social y se realizan váli-
damente, sea cual fuere el número de asistentes, una hora después
de la fijada en la convocatoria, si antes no se hubiera reunido la mi-
tad más uno de los asociados. Cuando el número de asociados supere
los cinco mil, la asamblea será constituida por delegados elegidos en
asambleas electorales del distrito, en las condiciones que determine
el estatuto y el reglamento. El cargo de delegado se considerará vigen-
te hasta la siguiente asamblea ordinaria, esto es, subsisten para las
asambleas extraordinarias que hubiese en el ínterin.
La ley 20.337 autoriza el voto por poder, salvo expresa prohibi-
ción contenida en el estatuto. El mandato debe recaer en un asocia-
do y este no puede representar más de dos. Si bien la normativa legal
no establece los requisitos formales de los instrumentos de apode-
ramiento, parece evidente concluir que debe ser otorgado por escrito,
LAS SOCIEDADES COOPERATIVAS 523
poner la actuación de uno o más consejeros (art. 73, ley 20.337), los
cuales nunca pueden desplazar la representación que, por expresa
disposición legal, corresponde a aquel.
La actuación del representante legal de la sociedad o de los con-
sejeros que han sido elegidos para actuar en nombre de la sociedad
obligan a la cooperativa por todos los actos que no sean notoriamente
extraños al objeto social y este régimen se aplica aun en infracción
de la representación plural, si se tratara de obligaciones contraídas
mediante títulos valores, por contratos entre ausentes, de adhesión
o concluidos mediante formularios, salvo cuando el tercero tuviera
conocimiento efectivo de que el acto se celebra en infracción de la
representación plural. Esta consecuencia legal respecto de los terce-
ros no afecta la validez interna de las restricciones estatutarias y la
responsabilidad por su infracción (art. 73, ley 20.337).
Se trata de un régimen idéntico al previsto por el art. 58 de la ley
19.550, aplicable a todo representante de una sociedad comercial, por
lo que corresponde remitir a lo expuesto en el capítulo XL Lo expues-
to, sin embargo, y como acontece también en los entes societarios
mercantiles, no impide considerar obligada a la sociedad cuando la
conducta de los órganos de la cooperativa ha sido idónea para crear
una apariencia en la atribución de las facultades que invocan quie-
nes contrajeran la obligación cambiaría en representación de ella, si
la misma sociedad pudo haber impedido que estos cumplieran una
actuación idónea para crear una apariencia de la que los terceros pu-
dieran prevalerse y generar la certidumbre de que la cooperativa que-
daba convencionalmente obligada.
La actuación del consejo de administración debe encuadrarse
dentro del objeto social, siendo inoponible a la sociedad cualquier
acto que lo exorbite notoriamente. Entre tales actos se encuentran el
otorgamiento de garantías a terceros o cualquier otro que implique
una liberalidad y que no esté relacionada directa o indirectamente
con el objeto social.
Del mismo modo, también puede hacer uso de los servicios sociales
en igualdad de condiciones con los demás asociados.
Son atribuciones del síndico, sin perjuicio de las que conforme a
sus funciones le confieren la ley y el estatuto, las enumeradas en el
art. 79 de la ley 20.337, esto es:
l. Fiscalizar la administración de la sociedad, a cuyo efecto po-
drá examinar los libros y documentos sociales, siempre que lo juzgue
conveniente.
2. Convocar, previo requerimiento al consejo de administración,
a asamblea extraordinaria cuando lo juzgue necesario y a asamblea
ordinaria cuando omita hacerlo el consejo una vez vencido el plazo
de ley.
3. Verificar periódicamente el estado de caja y la existencia de títu-
los y valores de toda especie.
4. Asistir con voz a las reuniones del consejo de administración.
5. Verificar y facilitar el ejercicio de los derechos de los asociados.
6. Informar por escrito sobre todos los documentos presentados
por el consejo de administración a la asamblea ordinaria.
7. Hacer incluir en el orden del día de la asamblea los puntos que
considere procedentes.
8. Designar consejeros en caso de vacancia.
9. Vigilar las operaciones de liquidación.
10. En general, velar para que el consejo de administración cum-
pla la ley, el estatuto, el reglamento y las resoluciones asamblearias.
El síndico debe ejercer sus funciones de modo que no entorpezca
la regularidad de la administración social. Si las decisiones del conse-
jo de administración fueran violatorias de la ley, estatuto o reglamen-
to, el síndico tiene el derecho de observarlas, debiendo especificar en
todo caso y en forma concreta las disposiciones que considere trans-
gredidas (art. 79, in fine, ley 20.337).
Ante tales irregularidades, el síndico debe documentar sus ob-
servaciones o requerimientos y, agotadas las gestiones internas para
adecuar la actuación del consejo de administración a los parámetros
legales y estatutarios, con resultado infructuoso, debe informar sobre
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§ 271. LA AUDITORÍA
l. Los socios partícipes, que solo pueden ser tales las pequeñas y
medianas empresas, sean personas físicas o jurídicas, que reúnan las
condiciones generales que determine la autoridad de aplicación y sus-
criban acciones. La participación de cada uno de los socios partícipes
no puede superar el S% del capital social (art. 45, ley 24.467).
Los socios partícipes -junto con los terceros, que reúnan sus mis-
mas características- son los beneficiarlos directos y exclusivos de la
limitada actividad mercantil de las sociedades de garantía recíproca,
pues los socios protectores carecen de la posibilidad de beneficiarse
con la operatoria de la sociedad. Del mismo modo, los socios partí-
cipes, y no los protectores, son los únicos socios privilegiados con
el régimen de reembolso de sus acciones en caso de receso. Dichos
beneficios se balancean con el restrictivo régimen de percepción de
utilidades que para estos socios prevé el art. 53 de la ley 24.467, en la
medida en que los socios partícipes deben contribuir con el 50% de las
utilidades que les correspondan a la formación del "fondo de riesgo",
pudiendo repartirse el saldo a prorrata de sus respectivas tenencias.
dec. 699/2018), lo cual es de toda lógica, para evitar que, por un exceso
en dicha normativa, pueda la pequeña o mediana empresa privarse
de los beneficios de la ley 24.467.
de control (art. 46, resolución general IGJ 6/2017), con lo cual es im-
posible conocer con exactitud el estado financiero y económico de
una SAS.
En definitiva: la opacidad y la notoria disminución de las respon-
sabilidades emergentes de la actuación de las SAS, no solo internas
sino fundamentalmente externas, son los rasgos que las identifican
con las sociedades off shore, y si bien es cierto que puede sostenerse
que existen diferencias entre ambas clases de sociedades, en tanto en
las sociedades off shore adquiere relevancia a los fines de su caracte-
rización, el hecho de que son entidades constituidas en el extranjero
para actuar en otro país, las SAS son creadas en la República Argen-
tina con plena capacidad para actuar en el país, aunque también con
idéntica capacidad para operar en el exterior, como expresamente
surge de la resolución general IGJ 6/2017. Así, el hecho de que estas so-
ciedades estén registradas en la República Argentina no contribuyen
precisamente a darle una mayor trasparencia a su actuación, pues
como también hemos señalado, las normas de la ley 27.349 se han
preocupado muy bien de dificultar a los terceros la identidad de quie-
nes son los integrantes de las sociedades por acciones simplificadas y
poner todo tipo de trabas a la promoción, por dichos terceros, de las
consiguientes acciones de responsabilidad contra socios y terceros, lo
cual adquiere enorme importancia en la medida en que son socieda-
des que nacen absolutamente infracapitalizadas, esto es, sin la menor
capacidad para poder afrontar, con su capital social, las obligaciones
contraídas, supuesto en el cual la limitación de responsabilidad de los
socios pierde todo sentido y configura un claro ejemplo de abuso del
derecho (art. 10, Cód. Civ. y Com.).
Aclarado ello, la realidad del mundo de los negocios fue la que,
una vez más, puso las cosas en su lugar, y el propósito de la nueva
legislación societaria contenida en la ley 27.349 no ha exhibido por
ahora los "brotes verdes" que los propulsores de esta ley tuvieron en
cuenta, como tampoco lograron que los verdaderos emprendedores
hubiesen encontrado, en el modelo de las sociedades por acciones
simplificadas, el esquema empresario más útil para lograr sus pro-
pósitos. Para acreditar lo expuesto vengo haciendo, desde la misma
vigencia de la ley 27.349, un ejercicio que resulta a mi juicio muy re-
velador, pues he tomado en cuenta un muestreo de las sociedades de
este tipo que se constituyen en la Ciudad de Buenos Aires, durante un
determinado período, para ver cuál es su verdadero mercado, y pude
arribar a una conclusión absolutamente definitiva: las sociedades por
acciones simplificadas, al menos por ahora, no son otra cosa que el
LAS SOCIEDADES POR ACCIONES SIMPLIFICADAS (SAS) 579
dispone: "sin perjuicio de las cláusulas que los socios resuelvan in-
cluir", deben contener los siguientes datos:
a) El nombre, edad, estado civil, nacionalidad, profesión, domici-
lio, número de documento de identidad, Clave Única de Identifica-
ción Tributaria (CUIT), Clave Única de Identificación Laboral (CUIL)
o Clave de Identificación (CDI) de los socios, en su caso. Si se tratare
de una o más personas jurídicas, deberá constar su denominación
o razón social, domicilio y sede, datos de los integrantes del órgano
de administración y Clave Única de Identificación Tributaria (CUIT),
Clave de Identificación (CDI) o dar cumplimiento con la registración
que a tal efecto disponga la autoridad fiscal, en su caso, así como los
datos de inscripción en el registro que corresponda.
b) La denominación social que deberá contener la expresión "So-
ciedad por Acciones Simplificada", su abreviatura o la sigla SAS. La
omisión a esta mención hará responsables ilimitada y solidariamente
a los administradores o representantes de la sociedad por los actos
que celebren en esas condiciones.
e) El domicilio de la sociedad y su sede. Si en el instrumento cons-
titutivo constare solamente el domicilio, la dirección de su sede po-
drá constar en el acta de constitución o podrá inscribirse simultá-
neamente mediante petición por separado suscripta por el órgano de
administración. Se tendrán por válidas y vinculantes para la sociedad
todas las notificaciones efectuadas en la sede inscripta, hasta tanto
ella haya sido válidamente cancelada por el Registro Público donde la
sede haya sido registrada por la sociedad.
d) La designación de su objeto, el que podrá ser amplio o plural.
Las actividades que lo constituyen podrán guardar o no conexidad o
relación entre ellas.
e) El plazo de duración, que deberá ser determinado.
f) El capital social y el aporte de cada socio, que deberán ser expre-
sados en moneda nacional haciéndose constar las clases, modalida-
des de emisión y demás características de las acciones y, en su caso,
su régimen de aumento. El instrumento constitutivo, además, con-
templará la suscripción del capital, el monto y la forma de integración
y si correspondiere, el plazo para el pago del saldo adeudado, que no
podrá exceder de dos años desde la firma de dicho instrumento.
g) La organización de la administración, de las reuniones de socios
y, en su caso, de la fiscalización. El instrumento constitutivo deberá
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cas de las SAS, no es tal, sino solo una nueva manifestación retórica
que, como se dice vulgarmente, está destinada "a la tribuna", pues la
vuelta al objeto múltiple nos hace retroceder a épocas decimonónicas,
en las cuales, y en lo que respecta a la constitución y funcionamiento
de las sociedades, todo era permitido y todo era válido, lo cual obligó
a la creación de un cuerpo de inspectores, allá por el año 1893, an-
tecedente de la actual Inspección General de Justicia, para controlar
los abusos de las pocas sociedades anónimas que funcionaban en la
Capital Federal.
IGJ, "La sociedad tiene por objeto dedicarse, por cuenta propia o ajena,
o asociada a terceros, dentro o fuera del país de su creación a la crea-
ción, producción, intercambio, fabricación, transformación, comer-
cialización, intermediación, representación, importación y exporta-
ción de bienes materiales, incluso recursos naturales, e inmateriales y
la prestación de servicios, relacionados directa o indirectamente con
las siguientes actividades: (a) Agropecuarias, avícolas, ganaderas,
pesqueras, tamberas y vitivinícolas; (b) comunicaciones, espectácu-
los, editoriales y gráficas en cualquier soporte; (e) culturales y edu-
cativas; (d) desarrollo de tecnologías, investigación e innovación y
software; (e) gastronómicas, hoteleras y turísticas; (f) inmobiliarias
y constructoras; (g) inversoras, financieras y fideicomisos; (h) petro-
leras, gasíferas, forestales, mineras y energéticas en todas sus formas;
(i) salud y (j) transporte. La sociedad tiene plena capacidad de dere-
cho para realizar cualquier acto jurídico en el país o en el extranjero,
realizar toda actividad lícita, adquirir derechos y contraer obligacio-
nes. Para la ejecución de las actividades enumeradas en su objeto, la
sociedad puede realizar inversiones y aporte de capitales a personas
humanas y/o jurídicas, actuar como fiduciario y celebrar contratos de
colaboración, comprar y vender y/o permutar toda clase de títulos y
valores, tomar y otorgar créditos y realizar toda clase de operaciones
financieras excluidas las reguladas por la ley de entidades financieras,
y toda otra que requiere el concurso y/o el ahorro público".
Es importante destacar, de la lectura de este listado, que la Ins-
pección General de Justicia no ha incluido la producción de servicios
profesionales, con lo cual esta actividad podría considerarse fuera del
alcance de las sociedades por acciones simplificadas, cuyo objeto de-
berá ser siempre empresario o mercantil.
La lectura del referido anexo A-2 de la resolución general6/2017 de
la IGJ revela que resulta casi imposible encontrar, salvo la actividad
profesional, una actividad mercantil que no se encuentre compren-
dida en ese absurdo listado, incompatible, como ya se ha afirmado,
con el principio de especialidad que caracteriza el accionar de toda
persona jurídica, según lo prescriben los arts. 141 y 156 del Código
Civil y Comercial de la Nación, que consagra un principio general de
derecho societario que la ley 27.349 que la Inspección General de Jus-
ticia, con el dictado de la resolución general 6/2017, reglamentando
dicha ley, ha borrado de un plumazo.
Cualquier modificación que pretendiera realizarse en la redacción
del objeto social o cualquier reducción o incremento del número de
LAS SOCIEDADES POR ACCIONES SIMPLIFICADAS (SAS) 599
las actividades previstas por dicha resolución general, tiene por con-
secuencia dejar a las sociedades por acciones simplificadas fuera del
instrumento constitutivo tipo y, como bien destaca Vítolo, le vedarán
el acceso al régimen simplificado y urgente de inscripción privilegia-
da (art. 38, ley 27.349).
El art. 40, párr. 1°, de la ley 27.349 nos brinda una de las característi-
cas más importantes de las sociedades por acciones simplificadas cuan-
do establece que su capital se dividirá en partes denominadas acciones.
Técnicamente ello es incorrecto y encierra una verdadera contra-
dicción, toda vez que, en derecho societario, cuando hablamos de la
"parte" en que se divide el capital de una sociedad anónima, nos es-
tamos refiriendo a la "acción", que es el nombre técnico con que se
divide el capital social de estas compañías. En otras palabras, "par-
te" y "acción" son conceptos sinónimos cuando se trata de sociedades
anónimas y por acciones.
La terminología empleada por el legislador de la ley de apoyo al
capital emprendedor no pudo ser peor, pues si nos estamos refirien-
do a un subtipo de las "sociedades por acciones" y la denominación
de las sociedades previstas por la ley 27.349 no deja el menor margen
de dudas al respecto, debió simplemente reiterar el art. 163 de la ley
19.550, que encabeza la sección V del capítulo 11, dedicado a las so-
ciedades anónimas, en cuando prescribe que "el capital se representa
por acciones", aclarando, como lo hace el art. 208 de la Ley General de
Sociedades, que "los títulos pueden representar una o más acciones",
y con ello nos hubiéramos evitado los graves problemas que supone
confundir en lo que se refiere a su capital, a las sociedades por ac-
ciones simplificadas con las sociedades de responsabilidad limitada
que, a pesar de su denominación, parece ser el modelo en que más se
inspiró el legislador del año 2017, como surge de lo dispuesto por el
art. 49 de la ley 27.349.
Pero ello no es lo único que prescribe el art. 40 de la ley 27.349,
sino que esta norma dispone que "al momento de la constitución de la
sociedad, el capital no podrá ser inferior al importe equivalente a dos
(2) veces el salario mínimo vital y móvil", con lo cual el capital social
necesario para constituir una sociedad por acciones simplificada es
hoy de $22.600, monto que será elevado cada tres meses.
612 RICARDO A. NISSEN
cual, a tenor del art. 43, párr. 3°, de la ley 27.349 no deberá ser obje-
to de registración alguna sino solo comunicada al Registro Público,
sin requerirse tampoco publicidad de ese trascendental acto socie-
tario, bastando su merca comunicación por medios digitales y solo a
los fines de controlar el tracto registra!, con total olvido del régimen
de oponibilidad a terceros y conocimiento ficto que importa toda ins-
cripción en el Registro Público.
En conclusión, y como si nada de ello le interesara a la comunidad
ni al tráfico mercantil, los aumentos del capital de las sociedades por
acciones simplificadas no se inscribirán cuando su monto no supere
el 50% de su capital, y ni siquiera se publicarán sus edictos. Todo ello,
sumado a la incomprensible disposición del art. 46 de la resolución
general IGJ 6/2017, reglamentaria de la ley 27.349, que dispone que
las sociedades por acciones simplificadas no presentarán sus estados
contables ante la Inspección General de Justicia, ni aun en el supuesto
de quedar comprometidas en el art. 299, inc. 2°, de la ley 19.550, revela
que se ha exhibido un enorme retroceso en la lucha contra la infraca-
pitalización societaria, pues a los terceros que se han vinculado con la
sociedad les será absolutamente imposible saber si esta cuenta con su-
ficiente capital para responder por las obligaciones sociales y si podrá,
su capital social, cumplir la función de garantía que le es inherente,
y todo ello -discúlpeseme la acotación- por tratarse de emprende-
dores que en estas épocas tienen derecho a todo, entre otras cosas, a
la mayor de la opacidad en lo que se refiere a su constitución y fun-
cionamiento. Con toda razón volvemos una vez más a la acertadísima
frase del profesor Ernesto Martorell, cuando sostiene entre signos de
exclamación que "la forma en que aparece regulada la S.A. S. espanta".
Por último, y en lo que respecta al procedimiento del aumento del
capital, el art. 44, párr. 2°, de la ley 27.349 dispone que, aprobado el
aumento del capital social, la emisión de acciones podrá efectuarse a
valor nominal o con prima de emisión, pudiendo fijarse primas dis-
tintas para las acciones que sean emitidas en un mismo aumento del
capital y, a tales fines, deberán emitirse acciones de distinta clase que
podrán reconocer idénticos derechos económicos y políticos, con pri-
mas de emisión diferente.
La norma debió definir, antes que nada, si la prima de emisión era
obligatoria o no, esto es, un mecanismo igualitario para emparejar la
adquisición de acciones por los nuevos socios que ingresan respecto
de los antiguos dueños del capital social de la compañía, en punto a la
relación de precio que tienen las nuevas acciones si se consideran las
624 RICARDO A. NISSEN
del capital social, que muchas veces era requerido por las autorida-
des bancarias, a fin de equiparado con el patrimonio social. Pero
como dicho instituto permitió solucionar problemas financieros ur-
gentes a la sociedad, cuando esta no contaba con el tiempo suficiente
para respetar íntegramente todos los pasos que requiere un aumento
del capital social con efectivas aportaciones (arts. 12, 234, 237, 194 y
concordantes de la ley 19.550), la jurisprudencia no tardó en receptar
los aportes irrevocables, olvidando su verdadera génesis y respetando
aquellos aspectos que contribuían a mantener una fuente de trabajo y
evitar la quiebra de una empresa, que podía ser conservada con una in-
yección inmediata de capital, que luego sería objeto de capitalización.
Sin embargo, la dación de aportes irrevocables a cuenta de fu-
turas emisiones del capital social se fue convirtiendo, en reiteradas
ocasiones y merced a los cultores de la creatividad contable, en un
instrumento que conspiraba contra la transparencia de la verdadera
situación económica y financiera de la sociedad, puesto que los dado-
res de dichos aportes, que en puridad jurídica no eran tales, sino en-
trega de fondos con el propósito de capitalizarlos en lo inmediato, se
dieron cuenta de que la situación ideal era mantener contablemente
a los aportes irrevocables en el limbo contable en una cuenta del pa-
trimonio neto, que nunca se procedía a capitalizar, cuando el mismo
nombre de este particular instituto parecía subordinar su validez a
la inmediata capitalización de los fondos ingresados en caja bajo tal
concepto y su más rápida capitalización. De esta manera, entre los
años 1990 y 2004 proliferaron las sociedades, de cualquier tipo social,
que exhibían en su estado de evolución del patrimonio neto impor-
tantes sumas de dinero que aumentaban este patrimonio, pero no su
capital, con lo cual no cumplían la función de garantía que este re-
quisito del contrato social o estatuto está destinado a desempeñar en
las relaciones externas del ente y, para peor, podían ser retiradas por
su aportante en cualquier momento, que por supuesto coincidía con
algún integrante de su grupo de control.
Este estado de cosas, que formó parte de la célebre aunque tris-
te "fiesta" societaria de la década del 90, junto con las sociedades off
shore, la compra apalancada de acciones, la operación acordeón, los
resultados no asignados y otras lindezas por el estilo, obligó a la Ins-
pección General de Justicia a reglamentar los aportes irrevocables en
la resolución general 25/2004, que luego fue incluida en las "Nuevas
Normas de la Inspección General de Justicia" -aprobadas por la re-
solución general 7/2005- conforme a la cual la sociedad receptora
del aporte irrevocable debía aceptarlo, mediante un instrumento
626 RICARDO A. NISSEN
mentaría de las SAS, ha sido mucho más explícita, pues sus arts. 43 y
44 solo disponen lo siguiente:
a) La aplicación, en lo pertinente, de lo dispuesto en la resolución
general IGJ 7/2015, con excepción del plazo establecido en el art. 45 de
la presente resolución (art. 43).
b) Dichos aportes irrevocables integrarán el patrimonio neto de
la sociedad receptora desde la fecha de su aceptación por el órgano
de administración y, mientras permanezcan así contabilizados, serán
computados a todos los efectos de las normas que fijan límites o re-
laciones entre las participaciones y el capital social y las relativas a la
pérdida o reducción del capital social (art. 44, párr. 1°).
e) Para poder contabilizase en el patrimonio neto de las SAS, los
aportes irrevocables deben ser integrados en moneda nacional, ex-
tranjera u otras disponibilidades de poder cancelatorio o liquidez
análoga (cheques, giros, transferencias, depósitos bancarios sin res-
tricciones para su extracción, excluidos los créditos, art. 44, párr. 2°).
d) El plazo máximo para mantener los aportes irrevocables dentro
del patrimonio neto de las SAS será de 24 meses contados a partir de
la fecha de su aceptación por el órgano de administración (art. 45).
Se aclara que la remisión por el art. 45 de la ley 27.349 a las regla-
mentaciones que se dicten, entre las cuales se encuentra la resolución
general IGJ 6/2017, deja fuera de toda posibilidad de efectuar aportes
irrevocables mediante la dación de bienes no dinerarios, pues así lo
dispone expresamente el art. 104 de la resolución general IGJ 7/2015,
cuando prevé que "Los aportes de bienes en especie y los demás con-
templados en los artículos 72, 73 y 74 (títulos valores, fondos de comer-
cio y participaciones sociales) no podrán ser efectuados bajo el régimen
del artículo anterior (capitalización de aportes irrevocables), debiendo
sujetarse a las reglas comunes del aumento del capital social".
cada una de las acciones emitidas, plantea ciertas dudas sobre la po-
sibilidad de la emisión de acciones preferidas sin derecho a voto, aun-
que soy de opinión, basado en una interpretación finalista de la ley de
apoyo al capital emprendedor, de que esta facultad no puede ser des-
cartada por los beneficios financieros que por lo general reporta a la
sociedad la emisión de este tipo de acciones. Por otro lado, cuando el
primer párrafo del referido art. 47 establece que "Podrán reconocer-
se idénticos derechos políticos y económicos a distintas clases de ac-
ciones", no descarta la inexistencia de ciertos derechos políticos para
una determinada clase, siempre y cuando se respeten los supuestos
fácticos que habilitan la emisión de voto por los titulares de las ac-
ciones preferidas sin derecho a voto en el art. 217 de la ley 19.550. Y
además de ello, cuando el último párrafo del art. 47 de la ley 27.349
nos habla de que "En el instrumento constitutivo se expresarán los
derechos de voto que le correspondan a cada clase de acciones, con
indicación expresa sobre la atribución de voto singular o plural, si ello
procediere", nos permite arribar a la misma conclusión.
Finalmente, resta ocuparnos de la emisión de acciones de voto
plural que las sociedades por acciones simplificadas pueden emitir,
conforme lo autoriza -como hemos visto- el art. 47 de la ley 27.349
que hemos trascripto en el párrafo precedente. Sin embargo, el legis-
lador de 2017 olvidó establecer el límite máximo de votos que puede
conferir la titularidad de cada acción, conforme a la cláusula estatu-
taria que autorice la emisión de acciones privilegiadas, tema que es
de muy delicada interpretación, pues podría configurar una situación
de abuso del derecho la posibilidad de que un grupo minoritario en
el capital pudiera convertirse en sujeto controlante por el mero he-
cho de conservar en su poder un número de acciones suficiente que
le permita ejercer el control de derecho, merced a la cantidad de votos
que le otorga la titularidad de sus acciones.
La ley 27.349 receptó la posibilidad para las sociedades por accio-
nes simplificadas de emitir acciones de voto plural, pero no estable-
ció el límite máximo de votos que pueden conferir las acciones pri-
vilegiadas ni estableció los recaudos previstos por la Ley General de
Sociedades en su art. 216 para evitar abusos, lo cual provocará, con
toda seguridad, una fuerte polémica en doctrina y podrá convertirse
en una fuente inagotable de conflictos. Para evitar tales situaciones y
en tanto la ley 19.550 es de aplicación supletoria a las sociedades por
acciones simplificadas, considero aplicable a ellas el límite de cinco
votos por acción, como lo prevé el art. 216, párr. 1°, así como los de-
más resguardos previstos por dicha norma y por el art. 244, todos de
LAS SOCIEDADES POR ACCIONES SIMPLIFICADAS (SAS) 633
Has normas administrativas sino por el art. 256 de la ley 19.550, y tien-
de a proteger a la propia sociedad, los socios y terceros por los daños
y perjuicios provocados por los administradores en el ejercicio de sus
funciones, y b) La propia ley 27.349, en su art. 52, que remite expre-
samente al art. 157 de la ley 19.550, prevé que las obligaciones de los
gerentes de las sociedades de responsabilidad limitada les son aplica-
bles a los administradores de las sociedades por acciones simplifica-
das, y ¿qué otra cosa que una obligación del administrador lo constitu-
ye la prestación de la garantía requerida por el art. 256 de la ley 19.550,
plenamente aplicable a las SRL, por expresa disposición del art. 157,
párr. 3°, de la Ley General de Sociedades? Basta al respecto, para sos-
tener la inconstitucionalidad de la resolución general IGJ 6/2017, citar
las siguientes disposiciones de dicha resolución administrativa que
son absolutamente contradictorias, no solo con expresas previsiones
de la Ley General de Sociedades, sino de la misma ley 27.349:
a) El art. 2°, en cuando prescribe que las SAS no estarán sujetas a la
fiscalización de la IGJ durante su funcionamiento, disolución y liqui-
dación, ni aun en los casos en que su capital social supere el previsto
por el art. 299, inc. 2°, de la ley 19.550;
b) La capacidad otorgada por el art. 15 a las sociedades previstas
en el capítulo 1, sección IV, de la ley 19.550 (sociedades irregulares
o de hecho) para integrar sociedades por acciones simplificadas, en
contraposición a lo dispuesto por el art. 36, inc. 1o, párr. final, de la
ley 27.349, que no admite esta posibilidad.
e) El art. 23, en cuanto dispone: "En ningún caso, cualquiera sea
la naturaleza o diversidad del objeto social, se exigirá la acreditación
de un capital que supere el capital mínimo previsto por el artículo 40
de la ley 2349":
d) El art. 30 en cuanto dispone: "En ningún caso, la SAS estará
obligada a establecer un órgano de fiscalización, sea sindicatura o
consejo de vigilancia", ni aun para las sociedades que encuadren en
alguno de los supuestos previstos por el art. 299 de la ley 19.550, lo
cual asume gravedad con la sanción del súper decreto de necesidad y
urgencia del PEN 27/2018, que permite a las SAS a hacer oferta pública
o cotización de sus acciones.
e) La ya referida disposición del art. 31 que prohíbe exigir a losad-
ministradores de las SAS la constitución de la garantía por la eventual
mala gestión en que incurra;
LAS SOCIEDADES POR ACCIONES SIMPLIFICADAS (SAS) 653
La expresa aplicación a las SAS del art. 157 de la ley 19.550, que
prevé un régimen especial para los gerentes de las sociedades de
responsabilidad limitada (arts. 49 y 52, ley 27.349), impone remitir a
aquella norma todo lo relativo a su responsabilidad. En consecuen-
cia, los administradores de las SAS serán responsables individual o
solidariamente, según la estructura del órgano de administración y
la reglamentación de su funcionamiento establecida por el contrato,
aclarando aquella norma que si una pluralidad de gerentes partici-
paron en los mismos hechos generadores de responsabilidad, el juez
puede fijar la parte que a cada uno corresponde en la reparación de
los perjuicios, atendiendo a su actuación personal, siendo de aplica-
ción las disposiciones relativas a la responsabilidad de los directores
cuando la gerencia sea colegiada.
En definitiva, si la gerencia fuere plural, pero no colegiada, cada
administrador deberá responder por los perjuicios causados en la me-
dida de su actuación personal en los hechos generadores de respon-
sabilidad, habida cuenta de las circunstancias que deberán ser meri-
tuadas por el juez en cada caso. Por el contrario, si la gerencia fuera
colegiada, rigen las disposiciones de los arts. 274 a 278 de la ley 19.550
previstos para los directores de sociedades anónimas, cuyo principio
general está previsto por la primera de dichas normas, en tanto dis-
pone que "Los directores responden ilimitada y solidariamente hacia
la sociedad, los accionistas y los terceros por el mal desempeño de su
cargo, según el criterio del artículo 59, así como por la violación de
la ley, el estatuto o el reglamento, y por cualquier otro daño produ-
cido por dolo, abuso de facultades o culpa grave", aclarando a conti-
nuación que "Sin perjuicio de lo dispuesto en el párrafo anterior, la
imputación de responsabilidad se hará atendiendo a la actuación in-
dividual cuando se hubieren asignado funciones en forma personal,
de acuerdo a lo establecido por el estatuto, el reglamento o decisión
asamblearia. La decisión de la asamblea y la designación de las per-
sonas que han de desempeñar las funciones deben ser inscriptas en
el Registro Público, como requisito para la aplicación de lo dispuesto
en este párrafo".
La diferencia de la responsabilidad de los integrantes del órgano
de administración de la sociedad, cuando esta se hubiere organizado
en forma plural, radica en el hecho de que, tratándose órganos co-
LAS SOCIEDADES POR ACCIONES SIMPLIFICADAS (SAS) 655
Sin perjuicio de ello, el art. 51 dispone que, al igual que los admi-
nistradores de las SAS, sus representantes legales deben ser designa-
dos en el acto constitutivo, y a falta de previsión en dicho instrumento,
su designación le corresponderá a la reunión de socios o, en su caso,
al socio único, lo cual configurará una situación excepcional, pues lo
natural y adecuado a la naturaleza de estas sociedades es que el socio
único sea al administrador y representante legal.
Por último, y referido a las facultades del representante legal de
las SAS, dispone el último párrafo del art. 51 de la ley 27.349 que "El
representante legal podrá celebrar y ejecutar todos los actos y contra-
tos comprometidos en el objeto social o que se relacionen directa o
indirectamente con el mismo", lo cual constituye una verdadera re-
dundancia, pues no se explica qué otra cosa pueden hacer los repre-
sentantes legales de una persona jurídica más que ejercer la represen-
tación de la sociedad. Esta solución nos lleva a la directa aplicación
del art. 58 de la ley 19.550, de aplicación supletoria a las SAS, siendo la
referida norma del art. 51 por demás innecesaria.
"2. Todos los registros que obligatoriamente deba llevar las SAS,
se individualizarán por medios electrónicos ante el registro público.
"3. Los registros públicos podrán reglamentar e implementar me-
canismos a los efectos de permitir a las SAS suplir la utilización de
los registros citados precedentemente mediante medios digitales y/o
mediante la creación de una página web en donde se encuentren vol-
cados la totalidad de los datos de dichos registros.
"4. Los registros públicos implementarán un sistema de contra-
lar para verificar dichos datos al solo efecto de comprobar el cum-
plimiento del tracto registra!, en las condiciones que se establezcan
reglamentariamente".
Varias reflexiones surgen de lo dispuesto por el art. 58 de la ley 27.349:
a) El contenido de los estados contables de las SAS no se ajusta a
la contabilidad prevista por los arts. 61 a 66 de la ley 19.550, y si bien
los estados contables de las sociedades anónimas, a diferencia de los
demás tipos sociales, deben contener determinados capítulos no re-
queridos a las sociedades por parte de interés o de responsabilidad
limitada, como la memoria, cuadros anexos e información comple-
mentaria (arts. 64 a 66 de la ley 19.550), en las sociedades por acciones
simplificadas dichos estados contables se simplifican al mínimo posi-
ble, esto es, a la redacción de un estado de situación patrimonial y un
estado de resultados.
La redacción del primer párrafo del art. 58 de la ley 27.349 se ajusta
al principio general que prevé el art. 326 del Código Civil y Comercial
de la Nación, cuando, precisamente refiriéndose a los estados conta-
bles, dentro de la sección del mismo ordenamiento referido a la con-
tabilidad, dispone: "Al cierre del ejercicio, quien lleva contabilidad
obligada o voluntaria, debe confeccionar sus estados contables, que
comprenden, como mínimo, un estado de situación patrimonial y un
estado de resultados que deben asentarse en el registro de inventario y
balances". Como-se advierte, el legislador de la ley 27.349 ha trascripto
textualmente el último párrafo del art. 326 del Código unificado.
De acuerdo con ello, las sociedades por acciones simplificadas
solo estarán obligadas a confeccionar sus estados contables que
constarán de solo dos capítulos, esto es, el mínimo del contenido de
todo estado contable: el estado de situación patrimonial o balance y
el estado de resultados, denominado también cuadro de ganancias y
pérdidas, que incluye el estado de evolución del patrimonio neto, por
LAS SOCIEDADES POR ACCIONES SIMPLIFICADAS (SAS) 669
expresa disposición del art. 64, último párrafo, de la ley 19.550 y nada
más. No es necesario incluir memoria, cuadros anexos ni informa-
ción complementaria, así como tampoco informe de la sindicatura,
en caso de haber sido contemplada su actuación, por cuanto la re-
dacción del primer párrafo del art. 58 de la ley 27.349 no deja margen
a otra interpretación.
Ello constituye un gravísimo error, pues tratándose de una socie-
dad que puede ser constituida con un capital irrisorio y en la cual el
capital social no debe guardar ninguna relación con el objeto de la so-
ciedad, sumado al hecho de la limitación de la responsabilidad de sus
integrantes al capital aportado, revela que la insuficiencia del conte-
nido de sus estados contables, donde no se incluirá la información
fundamental que requiere el art. 66 de la ley 19.550 -memoria- ni
las cuentas del balance estarán explicadas en nota alguna, no permi-
tirá a los socios ni a los terceros ni a los interesados conocer con clari-
dad la situación económica y financiera de la sociedad, sus perspec-
tivas futuras, ni las razones de las variaciones significativas operadas
en el activo o pasivo con respecto a ejercicios anteriores. Si a ello se le
suma que, a tenor de lo dispuesto por el DNU 27/2018, las sociedades
por acciones simplificadas podrán operar en la Bolsa y que por apli-
cación del art. 46 de la resolución general IGJ 6/2017, reglamentaria de
la ley 27.349, dichas sociedades no presentarán sus estados contables
ante dicho organismo, no es muy difícil llegar a la conclusión de que
lo que menos buscó el legislador de la ley 27.349 es la transparencia en
la actuación de estas tan peculiares personas jurídicas.
b) Por otro lado, mediante las nuevas soluciones previstas por el
art. 58 de la ley 27.349, el legislador acentuó aún más la implementa-
ción de los sistemas digitales para llevar los libros societarios, que,
como bien señalan Grispo y Perelli, ya habían sido regulados, aun-
que en forma optativa, en el art. 61 de la ley 19.550, hace 46 años. El
legislador de 2018, en materia de sociedades por acciones simplifi-
cadas, parece haber vedado la opción de implementar métodos ma-
nuales, y en virtud de ello prescribe que solamente pueden llevar su
administración por medio de procedimientos digitales, cuya imple-
mentación el art. 58 de la ley 27.349 delegó en la AFIP como en los
Registros Públicos.
En cuanto a los registros digitales, el art. 58 de la ley 27.349 estable-
ce que la sociedad anónima simplificada puede llevar los siguientes
registros: a) El libro de Actas; b) El libro de Registro de Acciones; e) El
libro Diario y d) El libro de Inventario y Balances. Omitió dicha norma
670 RICARDO A. NISSEN
tido de que solo los sujetos beneficiarios de esta ley 27.349, esto es,
los emprendedores, deberían estar legitimados para integrar dichas
sociedades y, a la inversa, quienes no revistieran el carácter de em-
prendedores carecen de posibilidad de acceder a la constitución o a la
integración posterior de una sociedad por acciones simplificada.
e) Fuera de ello, y si prescindimos -se reitera- de cualquier otra
intención del legislador y analizamos las SAS en forma específica, ais-
lándola del contexto en que fueron incorporadas al derecho nacional,
se trata de un modelo de persona jurídica que se encuentra legislada
de una manera harto deficiente. Su exiguo capital social, sus enormes
silencios y lagunas, las inadmisibles contradicciones incurridas por el
legislador emprendedor, la inexistencia de todo control, externo o in-
terno, las desconcertantes remisiones a la Ley General de Sociedades,
como acontece con el régimen del capital y acciones, en donde se pre-
tende compatibilizar, sin el menor resultado positivo, las disposicio-
nes que la ley 19.550 incluye en materia de cuotas sociales y acciones;
la total opacidad que caracteriza su funcionamiento y su integración
y, finalmente, el desconocimiento por el legislador emprendedor de
la historia de nuestro derecho societario, tan rico en antecedentes ju-
risprudenciales y tan nutrido de doctrina valiosa a lo largo de más de
ciento cincuenta años, que mejoraron considerablemente las originales
disposiciones del Código de Comercio de 1857, permiten llegar a la con-
clusión de que el régimen de las SAS no ha contribuido positivamente
al derecho nacional y que se convertirá en un semillero de pleitos, en
especial, ante las enormes diferencias entre la legislación societaria
común, prevista en la ley 19.550, y aquellas normas dedicadas a las so-
ciedades por acciones simplificadas, supuestamente reservadas al em-
prendedor por la ley 27.349, pero a las cuales cualquier persona puede
acceder. Contradicciones muchas veces de imposible conciliación, a
pesar de que esta ley remite, en dos oportunidades, a la aplicación su-
pletoria de la Ley General de Sociedades (arts. 33 y 49, ley 27.349).
d) La deliberada intención de someter a los tribunales judiciales
o arbitrales, según el caso de quiénes fueran las víctimas de la uti-
lización de este tipo social, terceros o los mismos socios, no es solu-
ción adecuada ni resguarda los intereses de la comunidad ni del trá-
fico mercantil, pues es siempre preferible un control de legalidad y
de funcionamiento de los sujetos de segundo grado desde la misma
constitución de la sociedad por parte de un organismo especializado,
que someter a las víctimas del mal uso de esta nueva persona jurídica
a un procedimiento que por lo general demora más de cinco años en
su resolución definitiva.
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