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Las corporaciones de medios crecen a menudo debido a la fusión con sus propios
competidores y así tener más tarta del pastel (los consumidores).
La mayoría de las compañías son conglomerados con vinculaciones con otro tipo de
industrias no mediáticas.
Cada vez en mayor medida, las nuevas empresas de medios se unen a otra empresa
u otro conglomerado.
Los conglomerados más importantes como Microsoft, AOL Time Warner, Viacom y
AT&T tienen presencia mundial no solo por el impacto de sus productos, sino por las
empresas asociadas que han logrado adquirir en países de Europa, Asia, África y
América Latina.
A principios del siglo XX, Robert Dahl consideró dos instituciones básicas de un sistema
democrático:
La libertad de expresión
La variedad de fuentes de información
cultura cívica intentando analizar la relación entre las actitudes políticas de un pueblo
y la naturaleza de su sistema político.
En la mayoría de los países, las normas jurídicas de los medios fueron inspiradas por
teorías políticas, como es el caso del modelo americano, o por la teoría de la
realización del ser humano, modelo europeo.
Uno de los desafíos que hoy plantea la democracia es el de su relación con los medios
de comunicación.
Durante el siglo XIX y bajo el amparo del liberalismo se fraguaron la democracia y los
medios de comunicación. A finales del siglo XVIII, Thomas Jefferson argumentaba: “Si
fuera por mi decidir si debemos tener un gobierno sin periódicos, o periódicos sin un
gobierno, yo no dudaría en preferir esto último”.
En cuanto al derecho a estar informado, este tiene tres facultades: investigar, difundir
y recibir información, y los ciudadanos han delegado las dos primeras a un sujeto
cualificado, el profesional de la información. Por esto, está asumido que creen en
nuestras capacidad, en que vamos a facilitar la información de la forma más
profesional posible. Debemos buscar los cauces para ofrecer información contrastada,
argumentada, trabajada… y hacerlo de una forma entendible para que su alcance
llegue al mayor número de ciudadanos y ciudadanas. Ser periodista implica asumir una
gran responsabilidad, ofrecer una información trabajada, que lo que contemos se
ajusten a los acontecimientos. Esto es informar desde la libertad.
El estadounidense James Bryce (véase Glasser y Salmon, 1995) en el siglo XIX asumió el
punto de vista populista y mayoritario siguiente: “La opinión del hombre común,
inculto, ha demostrado ser en repetidas ocasiones equiparable a la de las élites”.
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Autores como Michael Young (1958) lamentaban a medidas del siglo XX que la
democracia (irónicamente, debido a su propia evaluación) no pudiera ser ya más que
una evolución) no pudiera ser ya más que una aspiración, “somos gobernados no tanto
por el pueblo como por las personas más inteligentes… no una aristocracia, no una
plutocracia, sino una verdadera meritocracia del talento”.
Jacques Ellul, por ejemplo, presenta algunos obstáculos cruciales y contradice lo que
Christians (1995: 171) denomina la suposición democrática de que los ciudadanos
pueden tener información suficiente para participar de manera constructiva en el
proceso de gobierno.
Katz y Lazarsfeld (1955) llegaron a la conclusión de que cuando las actitudes de las
personas están en desacuerdo con sus medios (de comunicación) es más probable que
cambien sus medios antes que sus actitudes.
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Schramm (1977) distinguía claramente entre medios grandes y medios pequeños Ellul
se lamentaba (1965:64), “un productor americano que haga una película… (no puede
escapar) a la penetrante (influencia) del modo de vida americano”.
Las televisiones comunitarias que venían emitiendo podrán seguir con su labor, no son
muchas, apenas una decena.
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Internet, como dice Richieri, supone también una cierta atomización, fragmentación y
disección de las expresiones populares.
La fórmula del cobro de una tasa también se aplicó en España para garantizar el
funcionamiento de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones. Este
organismo se creó en 2003 para hacer las veces de órgano de regulación, pero sus
competencias fueron reducidas, interviniendo fundamentalmente como órgano de
arbitraje y sancionador. “Tiene por objeto el establecimiento y supervisión de las
obligaciones específicas que hayan de cumplir los operadores en los mercados de
telecomunicaciones y el fomento de la competencia en los mercados de los servicios
audiovisuales”.
Este modelo ha sido cuestionado desde el minuto uno. A las grandes compañías de
comunicaciones y teleoperadoras (telecos) no les interesa tener que estar aportando
una parte de sus ingresos al ente público.
Esta decisión dejaba el mercado publicitario a las cadenas privadas, tal y como venían
reclamando con acusaciones al sector público de competencia desleal por su doble
financiación a través de los presupuestos del Estado y la publicidad.
A día de hoy hay un conflicto abierto en la UE en torno a estas tasas en el que revindica
que las grandes plataformas como Netflix o HBO, también abonen la cuestión de la
cuota europea y que por otra parte, una partida de estos ingresos en público sean
destinados a la financiación de los medios públicos.
Así, aunque el refinamiento retórico está presente desde siempre en la vida política,
nunca como hoy la astucia comunicativa ha tenido tales posibilidades de constituirse
en una fuerza de poder en sí misma La retórica y la democracia van juntas.
Swanson, David L.: “Durante más de dos milenios los pensadores han estado
interesados en el papel de la comunicación en la política. Retórica y Política de
Aristóteles, escritas en el siglo IV a. C, proporcionan un buen número de referencias
para la ubicación del comienzo de estudios serios sobre política y comunicación.
En la actualidad, los cambios más relevantes que han creado la relación entre la
comunicación y la política en la segunda mitad del siglo XX parecen corrientes y
familiares a los ciudadanos de la mayoría de los estados democráticos.
La AOD sigue siendo una fuente esencial de financiación para muchos países en
desarrollo. Existe una visión de la forma en que la financiación para el desarrollo debe
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La UE intenta:
La misión del Banco Mundial está tallada en piedra en su sede central de Washington,
“Nuestro sueño es un mundo sin pobreza”.
Los avances logrados en la reducción de la pobreza han sido notables en las últimas
décadas. El mundo cumplió la meta del primer Objetivo de Desarrollo del Milenio
(ODM) de disminuir a la mitad para 2015 la tasa de pobreza registrada en 1990,
lográndolo en 2010, cinco años antes del plazo previsto. Pero pese a los avances, el
número de personas que viven en condiciones de pobreza extrema en el mundo es
muy alto.
El 10,7 de la población mundial vivía con menos de 1,90 USD al día en 2013, en
comparación con el 12,4 por ciento en 2012. En 1990 era el 35 por ciento. Desde este
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último año, casi 1.100 millones de personas han salido de la pobreza extrema. Pero los
avances no han sido uniformes.
Es frecuente leer que el 1% del mundo controla el 87 % de la riqueza, o que si las diez
personas más ricas del mundo entregaran su riqueza no habría pobreza. . Pero estos
planteamientos simplistas no son verdad. La pobreza, como tantos otros asuntos, está
fuertemente ideologizada.
Los 635 millones de chinos que han abandonado la pobreza en los últimos 30 años
están encantados de que China sea el país donde más millonarios se crean cada año y
donde más crece la clase media.
Los principales perdedores en el mundo de hoy no son aquellos que están muy
expuestos a la globalización. Son aquellos que han quedado excluidos.
La nueva política ofrecerá una ayuda más estratégica y centrada en los resultados.
Tiene dos componentes principales: fomento de los derechos humanos, la democracia
y la gobernanza y el crecimiento integrados y sostenible para que la población pueda
salir de la pobreza por sus propios medios.
Entendemos que las necesidades que nosotros tenemos son las mismas que los demás
países y eso no es así, son ellos los que deben determinar cuáles son sus necesidades.
En España tenemos una ley audiovisual pero no tenemos una ley sobre el pluralismo,
no tenemos los límites tan marcados.
Hay que reseñar, además, que en el ámbito español que nos ocupa, las funciones de
protección de la libre competencia las realizaba el Tribunal de Defensa de la
Competencia, en concurrencia con la Comisión del Mercado de las
Telecomunicaciones, un órgano especializado, ahora es la CNMC.
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Por lo que las relaciones entre ambos órganos han atravesado etapas de difícil
equilibrio. Ambos organismos se han fusionado en la CNMC, la Comisión Nacional de
los Mercados y la Competencia.
El sistema español es el único de todos los que se estudian que no tiene fórmulas de
anticoncentración multimedia y no es controlado por una autoridad sectorial
independiente.
A diferencia de otros países europeos, España carece de esta entidad y no tiene esas
fórmulas anticoncentración.
Impacto de la audiencia
Examen de la posible existencia de formas de control indirectas.
Cada vez son más frecuentes los supuestos de concentraciones empresariales que
afectan de una forma u otra al sector de los medios de comunicación.
Para evitar que ello suceda, hay que establecer un sistema de control que, respetando
la libertad informativa y empresarial de los grupos de comunicación, impida que su
actuación ponga en peligro la libre competencia y, sobre todo, el pluralismo
informativo.
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3.4. Causas
La mayoría de las causas son comunes a cualquier sector económico, si bien en el
sector de los medios de comunicación concurren en el momento actual una serie de
circunstancias que hacen que sea especialmente proclive a este fenómeno.
3.5. Consecuencias
-Consecuencias económicas.
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Desde esta doble óptica, tienen tanto efectos positivos como negativos.
Las autoridades deben establecer criterios que permitan determinar cuándo las
concentraciones deben ser permitidas y cuándo prohibidas por los efectos negativos
de las mismas en la libre competencia o en el pluralismo informativo, superando las
ventajas de dichas operaciones.