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“cuánta confianza carente de espíritu crítico hay que tener en los nombres científicos,

para extraer de la suma de apellidos famosos la metodología de una época”


En este apartado Vygotsky cuestiona la actitud ecléctica que abunda en su época. Entiende
por eclecticismo todo “intento por mezclar conceptos heterogéneos, de distinta naturaleza y
de distintos orígenes científicos”. La sentencia que es objeto de nuestra plenaria aparece en
el ejemplo que usa para ilustrar una de las formas en las que procede el eclecticismo.
Luria publica un artículo en el cual “presenta al psicoanálisis como el sistema de psicología
monista, cuya metodología coincide con la metodología del marxismo”. Esta
“monstruosidad”, como el mismo autor se refiere a los resultados del eclecticismo, es
posible gracias a que se asume que todos los grandes adelantos científicos del momento
configuran la “metodología general de la época”. Vygotsky piensa que el “éxito” de los
intentos eclécticos por mezclar conceptos heterogéneos se da fundamentalmente porque
nacen de dicha premisa: ser parte de lo que denominan “la metodología fundamental de la
época”. Es en la premisa y no en las conclusiones de sus estudios, donde radica la
posibilidad de su coincidencia. La consecuencia de todo esto, es que se terminan
transformando tanto el marxismo como el mismo Freud. Por un lado, se iguala la
metodología dialéctica a toda la “metodología de la época”, deformándola; por otro lado, a
Freud se lo desexualiza para que sus postulados quepan dentro de la metodología dialéctica.
El autor termina por aclarar que no existe una sola metodología general, sino distintos
conjuntos de principios metodológicos que pugnan entre sí, y que configuran además la
estructura del sistema al que pertenecen.
Después de esclarecer las condiciones en las que se hace posible que se den las forzadas
coincidencias eclécticas, continúa estableciendo las diferencias evidentes que existen entre
el marxismo y los postulados del psicoanálisis. Para ello, los distancia en cuanto a su
naturaleza (ontología) en cuanto a el origen de la facultad que posibilita el conocimiento
(gnoseología) y finalmente en cuanto al método del pensamiento que cada uno utiliza
(metodología).
El hecho de afirmar que el psicoanálisis es un sistema de psicología monista, ubica la
discusión en el plano de la ontología. Según Vygotsky, el mismo Freud “reconoce lo
inconsciente como una fuerza especial, que no puede reducirse a ninguna otra”, lo que
implica que lo psíquico es esencialmente distinto a la materia, y por este motivo, no puede
reducirse a ella. Esto conduce a que el ser se componga de dos sustancias, la materia, por
un lado, y el inconsciente psíquico por otro, lo que pone al psicoanálisis en el terreno del
dualismo ontológico, antípoda del monismo que Luria pretende atribuirle, en el cual el ser
se compone solo de materia.
Vygotsky continúa su propósito diferenciador refiriéndose lo gnoseológico. En este caso los
diferencia teniendo en cuenta donde cada uno de ellos encuentra el principio o el origen del
conocimiento. Por un lado, los postulados Freudianos “se remontan directamente a la
metafísica idealista de la voluntad y las representaciones de Schopenhauer”. Esto implica
que el mundo que vemos es pura representación, puro fenómeno en el sentido kantiano del
término, y con ello resulta que el origen del conocimiento está en la idea. Mientras que, en
el marxismo, el materialismo es el que determina el fundamento gnoseológico, pues la
facultad de conocimiento se origina en la materia, no en las ideas.
En tercer lugar, Vygotsky separa estos dos sistemas teniendo en cuenta su metodología.
Esta se refiere a los principios del pensamiento que conducen el desarrollo de un sistema
hasta su estado actual, y en este sentido, determina la estructura interna de cada disciplina.
La diferencia metodológica entre el marxismo y Freud se hace evidente toda vez que los
postulados psicoanalíticos incluyen una “tendencia estática, conservadora, antidialéctica y
antihistórica”. Estas características se demuestran en el sentido inmanentemente sexual del
inconsciente que, en última instancia, determina todos los hitos de la vida psíquica, a pesar
de las condiciones históricas que rodean al sujeto. Por el contrario, la metodología
dialéctica de Marx implica un movimiento constante, una transformación permanente de la
materia (y con ella, del ser humano) a través de la acción.
En las tres vías en las que Luria quiso superponer los conceptos del marxismo con los
postulados psicoanalíticos, unos y otros se ubican en puntos completamente opuestos entre
sí, y solo la falta de rigor metodológico podría posibilitar una unión como la que aquí se
describe. Por todo esto es que hasta Freud se hubiera extrañado con esta mezcla.

Nelson Mauricio Arango Ramírez


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