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A lo largo del tiempo, el término transferencia ha tenido diferentes matices que vale la pena
diferenciar, aun cuando el núcleo central del concepto se ha mantenido más o menos
estable en la teoría psicoanalítica. A continuación nos proponemos revisar una parte del
trato que se le ha dado a dicho término.
Más tarde, el mismo autor planteará respecto a la transferencia que éstas son nuevas
ediciones de los impulsos y fantasías que surgen durante el curso del análisis, cuya
característica principal es la de reemplazar a una persona anterior por la persona del
médico, referida a una serie completa de estados psicológicos que es revivida, no como
algo perteneciente al pasado, sino aplicable a la persona del médico en el momento
presente. Hasta aquí la transferencia había sido vista como un fenómeno clínico que podía
actuar como obstáculo o "resistencia" al trabajo analítico, pero algunos años más tarde la
plantea como un posible agente terapéutico al proponer que podía desempeñar una parte
decisiva en traer convicción no solamente al paciente, sino también al médico. La
evolución del concepto continúa, y Freud señala que la transferencia está presente en el
paciente desde el comienzo del tratamiento, y por un tiempo es el más poderoso motivo de
su progreso. Podemos ver que estaba usando este término para incluir cierto número de
fenómenos diferentes, donde todos tenían la cualidad de ser una repetición en el presente de
actitudes y sentimientos del pasado. Un paso más que da el autor en este mismo sentido va
hacia diferenciar transferencias positivas de las las negativas, y además subdividió las
transferencias positivas en aquellas que ayudaban al trabajo terapéutico y las que lo
obstaculizaban. Las transferencias negativas eran vistas como el traslado de sentimientos
hostiles hacia el terapeuta en su forma más extrema.
Por su parte, la escuela inglesa sugirió que las únicas interpretaciones eficientes en el
tratamiento psicoanalítico eran las transferenciales, desencadenando en sus seguidores una
sobreinterpretación de la misma, con la meta de una mayor eficacia. Mientras tanto,
Melanie Klein llegó a la conclusión de que todo comportamiento posterior era, en su mayor
parte, una repetición de las relaciones que ella consideraba se obtenían en el primer año de
vida.
Existen quienes, sin aceptar que todos los aspectos de la relación del paciente con su
analista debieran ser considerados como transferencia, han considerado que ésta debiera ser
tomada como un fenómeno psicológico general. Greenson plantea que la transferencia es el
experimentar sentimientos, impulsos, actitudes, fantasías y defensas hacia una persona en el
presente, que son inapropiadas para ella y son una repetición o un desplazamiento de
reacciones originadas con respecto a personas significativas en la temprana infancia. Esta
concepción es mucho más cercana a lo que Freud proponía en principio como transferencia.
En un punto intermedio entre las posturas anteriores se encuentra Sandler, quien sugiere
que el analista debe examinar los diversos aspectos de las relaciones que emergen durante
el análisis y los que se dirigen su persona, sin pensar tanto en lo que es o no es
transferencia. Lo importante es distinguir entre los varios elementos que componen las
relaciones pasadas y no considerar todos los aspectos de la relación del paciente con el
analista como si fuesen una repetición de las mismas.
Más adelante empiezan a surgir planteamientos desde la psicología del yo y las relaciones
objetales. Específicamente en el trabajo, se abordará el trabajo realizado por Otto Kernberg.
Para Kernberg (1997) el análisis sistemático de la transferencia refiere a una serie de pasos
sucesivos en la interpretación que permitan abordar los contenidos de las relaciones
objetales reactivadas en el tratamiento, en ese sentido, afirma que: “primero realizó
construcciones atemporales de los significados inconscientes en el “aquí y ahora”, y sólo
más tarde, cuando las condiciones lo justifican, intentó cautelosamente transformar esas
construcciones en reconstrucciones del pasado inconsciente” .
Para Kernberg (1997), el análisis de las resistencias provocan la activación de las relaciones
de objeto cuyo fin, en el caso de organizaciones límite de personalidad es promover una
integración de las relaciones con objetos parciales a relaciones con objetos totales y en ese
sentido, lograr mudar la transferencia primitiva a niveles superiores de la transferencia, es
decir, niveles neuróticos en ella.
Ahora bien, para la comprensión de la transferencia y los procesos que se juegan en esta, se
introduce una consideración dinámica del inconsciente, es decir, el pasado y el presente se
constituyen por elementos inconscientes y conscientes. Debido a esto, Kernberg (1997)
sustenta que la naturaleza de la transferencia es inconsciente, es decir: por un lado, la
constituye las relaciones objetales activadas en el presente de forma inconsciente y por el
otro, el conjunto de relaciones objetales introyectadas por cada paciente en un momento
evolutivo determinado.
Lo anterior, fija lo que a consideración de Kernberg (1997) es la tarea principal del análisis,
a saber que: “consiste en llevar a plena conciencia, por medio de la interpretación, los
significados transferenciales inconscientes del “aquí y ahora”. Ésta es la primera etapa en el
análisis de la relación entre el presente inconsciente y el pasado inconsciente” (p.176). Esto
último permite inferir que para Kernberg (1997) se debe lograr una integración entre los
significados del presente inconsciente y el pasado inconsciente, que a su vez, permitan una
cohesión tanto de las estructuras psíquicas como de las relaciones objetales que la
componen.
Pasemos ahora a analizar esta noción de la transferencia desde una perspectiva Lacaniana :
Para Lacan la naturaleza de la transferencia debe ser entendida partiendo desde el postulado
por el que se entiende el psicoanálisis como una experiencia dialéctica, como una
experiencia intersubjetiva en la que el analista opera como una brújula que devuelve al
analizante a su propio proceso de verdad inconsciente. Sugiere poner el síntoma del lado
de la palabra y articular la clínica a partir de la dialéctica en la que la presencia del analista
aporta la dimensión del diálogo porque es el lugar hacia el que se dirige la palabra. Por
tanto, para Lacan el lazo transferencial no es afectivo, es un lazo dialéctico y el motor de
esa dialéctica es la verdad.
El analista se ubica entonces en una posición donde necesariamente será una parte
fundamental para la aparición de esta transferencia, es por esto que Lacan define la
transferencia como “una entidad totalmente relativa a la contratransferencia”. Con esto, lo
que la Lacan deja entender es que la transferencia, aunque inducida por el analizante al
encontrarse con el analista, ésta solo se puede producir en la medida que el analizante tiene
un encuentro con el analista, donde este ocupa el lugar que permite el acceso al
inconsciente.
Lacan entiende la transferencia como la manera por la cual el dispositivo analítico
coloca al sujeto, que lo enfrenta al significante de la demanda, del cual el propio sujeto es
portador, y que únicamente mediante la presencia del analista podrá llevar a cabo una
labor de extracción de estos significantes, esta extracción tendrá una repercusión que darán
como resultado unas modificaciones subjetivas que se podrán evidencia en lo que es
llamado por Lacan como “el desarrollo de la transferencia”. El acto analitico se trata
entonces de un encuentro entre dos sujetos, donde uno de ellos, el analista, va a ocupar el
lugar del Otro, lo que va a permitir una operación específica. Para Lacan, en la
transferencia el objetivo es hacer pasar hacia el lado de lo simbólico la inercia libidinal
fijada en el registro imaginario, con la intención de que se produzca una dialectización del
sentido y un reconocimiento del mensaje reprimido presente en el síntoma. Es necesario
que el analista tenga un rol de brújula en este proceso, que articule la transmisión de este
mensaje y permita su intelección, es decir que entienda lo que se comunica a través de la
transferencia, que verdad inconsciente emerge a través de esta.
Pero a este proceso se le presenta una dificultad en encontrar una teoría sobre la
transferencia del analizante , porque los analistas se quedan atascados en sus efectos, es
decir, emiten una serie de respuestas contratransferenciales hacia la transferencia, dejando
así a un lado lo verdaderamente importante, las causas de esta.
En el análisis aparece la transferencia por una situación de 3 Sujetos Supuesto Saber, de tal
manera que el analizante que viene al encuentro de un analista y al que se le da la palabra
haciendo el analista de página en blanco. El analista que tiene que olvidar su saber
referencial y tomar cada sesión como si fuese la primera. Lacan dirá que la pasión que nos
anima es la de la ignorancia, que es además la condición para que el sujeto supuesto saber
(en este caso el analizante) pueda instalarse en la transferencia.
el segundo Sujeto Supuesto Saber es el analista. Es supuesto saber interpretar que opera
mediante el silencio y la interpretación. En lo que habla el paciente otra cosa quiere decir y
es la escucha del analista y la interpretación lo que permite la aparición y la interpretación
del inconsciente. que hay que hacer es dar la palabra al analizante dado que en última
instancia el analista no sabe nada de la verdad a producir por parte del analizante.
por último el tercer Sujeto Supuesto Saber es el inconsciente que interpreta en la sesión, y
que se transfiere al analista.
Lacan se dio cuenta de que la vertiente simbólica de la transferencia tiene un límite, porque
no incluye la vertiente libidinal en la que el objeto tiene una presencia real. Por esta razón,
en su esquema del discurso analítico situará al analista en posición de objeto a , cuya
función es llevar el saber al lugar de la verdad.El analista es la puesta en acto de la realidad
libidinal del analizante, es por la vía del deseo del analista que se expresa el inconsciente
del analizante. Es decir, el analista tiene la responsabilidad de actualizar esa realidad
pulsional que define una parte del ser del sujeto. Para Lacan es el deseo del analista, el
operador que permite poner en valor la raíz pulsional del inconsciente y alimenta la
transferencia. La presencia del analista abre la posibilidad de operar sobre este objeto
causal, de que se pueda acceder al inconsciente real en análisis.
El análisis se debe considerar no sólo como una forma de expresión del inconsciente, sino
además como una forma de gozar. Cuando un sujeto comienza un análisis se le da acceso a
una nueva forma de gozar de su inconsciente, es decir de una satisfacción de una pulsión y
es importante que un analista sepa cómo satisfacer esta pulsión mediante la transferencia;
para esto, es necesario por supuesto que el analista esté igualmente analizado, de esta
manera podrá colocarse en el lugar análitico adecuado y poder hacer semblante del objeto a
para el analizado, es decir como objeto que contiene en su interior el enigma del analizante,
la causa de su deseo.
Bibliografía: