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Pontificia Universidad Católica de Chile

Facultad de Teología
Sacramentos de Iniciación Cristiana
Ensayo
Profesor: Guillermo Rosas
Alumno: Lucas Chiappe
lchiappe@uc.cl

1
Simbología del agua en el bautismo
El sacramento del bautismo utiliza el agua como principal elemento simbólico. El
agua junto con el gesto de la ablución conforma la materia del sacramento, mientras que la
formula trinitaria corresponde a la forma. No solamente el agua es un signo simbólico de
gran riqueza y tradición, sino que “los sacramentos son acciones simbólicas de estructura
compleja”1 en si mismos. Si bien el agua es el principal símbolo del bautismo no es el
único, la liturgia nos presenta un conjunto de símbolos que deben leerse como si fueran una
sinfonía, es decir, se presentan unidos para expresar muchos elementos que nos ayudan a
comprender los significados más profundos del sacramento. En este ensayo
profundizaremos la simbología del agua en el sacramento del bautismo.
En primer lugar, debemos señalar que comprendemos por un símbolo. El
diccionario de la RAE lo define como: “Representación sensorialmente perceptible de una
realidad, en virtud de rasgos que se asocian con esta por una convención socialmente
aceptada.” Se trata de un elemento perceptible, en nuestro estudio el agua, que contiene
cierto significado. Desde el siglo XX, gracias a los aportes científicos de Ferdinand de
Saussure (1857-1913) en el área de la lingüística, se realizó esta distinción con las
categorías de significado y significante.
Para Saussure estaba claro que los seres humanos nos comunicamos mediante
signos, que son elementos percibidos sensorialmente y que nos remiten a una idea o un
concepto mental. Estos signos pueden ser lingüísticos o no lingüísticos. Todo signo
lingüístico está formado está constituido por un significado y un significante. El lingüista
comprende el significante como la forma del signo lingüístico, es decir, en el caso del agua
sería las letras o fonemas de “agua”. Por el otro lado, el significado se comprende la
representación mental. Ambos deben ser comprendido como las dos caras de una misma
moneda.2
Por otro lado, los padres hacían una distinción que ayudó a pensar sistemáticamente
el lugar de los símbolos. Existen dos niveles de realización: el signum y la virtus
sacramenti, es decir, el símbolo y la realidad simbolizada, el rito simbólico y su contenido
salvífico. En la escolástica resultó un esquema tripartito para representar toda la
complejidad del mundo simbólico de los sacramentos que le agregaban al signum y la
virtus sacramenti, la res et sacramentum. Resultando un esquema que se expresa de la
siguiente forma:
Esta en primer lugar el lugar del sacramentum tantum (solamente signo) haciendo
referencia al conjunto de gestos y palabras que constituyen la celebración en su
exterioridad. A este nivel pertenece la materia y forma, y aquí se expresa toda la capacidad
simbólica en ellos. En segundo lugar, la res et sacramentum que es ya una realidad salvífica
(res) significada y producida por el sacramentum tantum; es decir la realidad a la que en
directo remiten toda la simbología expresada. Esa realidad es, en definitiva, el

1
Oñatibia, Bautismo y confirmación sacramentos de iniciación (Biblioteca de autores cristianos, Madrid,
2000) 101.
2
Cfr. Ferdinand de Saussure, Curso de Lingüística General.

2
acontecimiento salvífico de Jesucristo. En tercer lugar, es llamado res tantum, que
corresponde al conjunto de los efectos de salvación que produce en el sujeto (y en la
Iglesia) la experiencia del Misterio vivido.3
Antes de analizar la simbología del agua en el bautismo es necesario considerar que
el agua no es el único símbolo dentro del bautismo, se expresa junto a la vestidura blanca,
que representa la pureza ganada por la purificación del agua en el bautismo, el color blanco
como la gloría del paraíso. También está el cirio encendido, que es la luz de Cristo. La
unción con el crisma, que nos unge y recuerda que somos configurados con Cristo
Sacerdote, Profeta y Rey.
A su vez el bautismo es uno de los tres sacramentos de iniciación cristiana. La
simbología general de los sacramentos de la iniciación cristiana tiene por principales
significados los siguientes elementos: el combate victorioso contra el pecado y satanás, la
liberación, la purificación del pecado, la incorporación a Cristo, la agregación a la Iglesia,
retorno al paraíso, la iluminación, la vida nueva en crecimiento, la restauración de la
imagen y la renovación de la Alianza.
El agua es uno de los cuatro elementos principales junto con el fuego, el aire y la
tierra, con lo cual su riqueza simbólica es muy amplia y proviene desde la antigüedad,
desde los registros de las primeras culturas. Jean Chevallier, filosofo y teólogo francés,
conocido por su obra “El diccionario de los símbolos” afirma que: “las significaciones
simbólicas del agua pueden reducirse a tres temas dominantes: fuente de vida, medio de
purificación y centro de regeneración”4. Estas tres significaciones simbólicas están
presentes en el uso del agua en el bautismo. Aún así, el autor fundamenta y ejemplifica
como estas significaciones trascienden la cultura judeo-cristiana. Resulta interesante
comprobar que estos tres grupos de significaciones son antiquísimas y están presente en
numerosas culturas pre-cristianas, como por ejemplo en el Rig Veda5, que es el texto más
antiguo de la tradición védica, compuesto en sánscrito. Allí el agua es exaltada por su
capacidad de aportar vida, fuerza y pureza, en el plano espiritual como corporal.6
Estás tres grandes significaciones que aporta Chevallier deben ser complementadas
con otros elementos presentes. En primer lugar, el agua está relacionada con el origen (Gn.
1,2). Yahveh creó al dividir las aguas del firmamento con las de la tierra. Tertuliano afirma:
“El agua es uno de esos elementos que antes de todo ordenamiento del mundo, en el caos
original, reposaba entre las manos de Dios. 7 Por esta razón, conlleva un valor especial y
superior a los otros elementos y considerado por Tertuliano el más hermoso de los
elementos.
Por otro lado, este elemento tiene la particularidad de ser simple. Puede ser
encontrado en cualquier parte del mundo ya que es necesario para la vida. “Solamente el
agua, desde el origen materia perfecta, fecunda y simple, se extendía transparente como un
3
OÑATIBIA, Bautismo y confirmación sacramentos de iniciación, 101-102
4
CHEVALLIER, Diccionario de los símbolos, (Herder, Barcelona, 1986) 52.
5
Rig Veda 135.
6
Cfr. CHEVALLIER, Diccionario de los símbolos, (Herder, Barcelona, 1986) 53.
7
TERTULIANO, Textos patrísticos. 7.

3
trono digno de su Dios”8 Esta sencillez del elemento para Cirilo de Jerusalén no debe ser
motivo para menospreciarlo pues tiene la misión especial de ser la materia del bautismo:
“No te acerques a este lavatorio como si fuera pura y simplemente agua, sino por atención a
la gracia del Espíritu Santo, que se otorga conjuntamente con el agua.” 9 Incluso lleva este
elogio al elemento al punto de afirmar que presta su santidad al espíritu:“ Un espíritu de
santidad estaba sobre el agua santa, o mejor: el agua prestaba su santidad al espíritu que ella
llevaba.”10

El agua es también un símbolo ambiguo, porque es fuente de vida que brota del
desierto (Is. 35, 6-7), pero también es signo de muerte, como lo representa el diluvio (Gn.
6-9) o en Sabiduría 5, 21-23. Cirilo de Jerusalén dirá que es “agua salvadora tumba y
madre”. En Números 5, 18 llega incluso a ser causa de maldición.

Pero por sobre la muerte, es signo de vida, es fuente de vida, es alimento para aquel
que va cansado. Es símbolo de descanso, que tiene el poder de calmar la sed (Sal. 41, 2),
evocan las aguas dulces de Mara (Ex. 15, 20-22) del Horeb y de Jericó. Yahveh se compara
a una lluvia de primavera (Os. 6,3) ya al rocío que hace crecer las flores (Os 14,6). En el
Nuevo Testamente, el mismo Jesús utiliza el agua para simbolizar la vida que viene a traer
en el encuentro con la samaritana (Jn. 4, 7-24). Esta ambigüedad entre la vida y la muerte lo
configura en el símbolo más adecuado para significar lo propio del bautismo, un paso de la
muerte del pecado a la vida, como lo simbolizan las aguas del Mar Rojo y las del Jordán.

El agua es símbolo de purificación que limpia y sana (Ef. 5,26; Lv.8,6). Así también
lo afirma Ezequiel: "Os rociaré con agua pura y quedaréis purificados; de todas vuestras
impurezas y de todas vuestras basuras os purificaré." (Ez. 36, 25-28). En el Nuevo
testamento, el mismo Jesús utiliza el agua para limpiar los pies de sus discípulos en la
última cena (Jn 13:4-5) y para sanar enfermos (Jn 5, 1-16). Es también para Jesús un signo
de purificación y de la Nueva Alianza como se ve en las bodas de Caná (Jn. 2).

Incluso el agua simboliza al Espíritu Santo, principalmente por su característica


vivificadora y por no poseer una forma determinada y “adaptarse” a muchas formas, es
decir, un aspecto dinámico y relacional. Simbolizar al Espíritu Santo con el agua es afirmar
la salvación de Dios Espíritu Santo.

Finalmente, el agua es símbolo de la regeneración, del nuevo nacimiento. El agua


tiene el poder de trasladarnos simbólicamente al vientre materno y es por eso también que
tiene la fuerza como símbolo de la regeneración, tan propio del bautismo. "En verdad, en
verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios."
(Jn 3, 5) dice Jesús a Nicodemo. También afirma que debemos nacer del agua y del Espíritu
(Jn 3,7; Tit. 3,5). San Justino y Santo Tomás de Aquino se apoyan en esta idea para
desarrollar su doctrina sobre el bautismo.

A modo de conclusión, la simbología del agua en el bautismo es muy sugerente y


completa. En primer lugar, debemos reconocer que el agua como símbolo “trasciende” al
8
TERTULIANO, Textos patrísticos. 7
9
Cirilo de Jerusalén, Catequesis mistagógicas selección de texto, 2.
10
ibid

4
cristianismo por su antigüedad y universalidad. Su simbología es tan extensa como
ambigua.
Debemos leer su significación junto a los otros símbolos y elementos presentes en el
bautismo, y a su vez en unidad con los otros dos sacramentos de iniciación cristiana. Su
simbología para el bautismo representa la fuente de vida no solamente como agua que hace
crecer las semillas y genera la vida en las plantas y alimentos, sino también y
principalmente la Vida eterna. Sin embargo, es también signo muerte y destrucción. Es un
signo de purificación y limpieza, así como también de la pureza. El agua habla de sanación
y regeneración, acciones que también realiza el Espíritu Santo y la Iglesia, en este sentido
se acentúa la acción salvadora del agua. El agua está presente a lo largo de todas las
Escrituras en los diversos significados e invita a adentrarnos en toda esta riqueza simbólica.

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