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ENSAYO # 1.

FACULTAD DE TEOLOGÍA
SACRAMENTOS DE INICIACIÓN CRISTIANA: (TBD021-1)
PROFESOR: P. Guillermo Rosas Diaz.
ESTUDIANTE: WILL RIVERA GOMEZ.
Septiembre 15 de 2021.
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EL BAUTISMO COMO PARTICIPACIÓN SACRAMENTAL DE LA


CRUCIFIXIÓN Y RESURRECCIÓN DE CRISTO SEGÚN LAS CATEQUESIS DE
CIRILO DE JERUSALÉN.

Desde sus orígenes el bautismo se ha pensado siempre en virtud del acontecimiento


salvífico de Cristo que iluminará sin duda alguna, el despliegue posterior de la vida
cristiana. De hecho, es a través del sacramento del bautismo que “el cristiano se sumerge
en Cristo identificándose con su muerte y resurrección” 1. En este contexto de idea fuerza el
siguiente ensayo tiene como objetivo reflexionar en torno a las catequesis desarrolladas por
Cirilo de Jerusalén, con la finalidad de responder el siguiente cuestionamiento: ¿En qué
sentido el bautismo es una participación sacramental de la crucifixión y resurrección de
Cristo?, que orientara nuestro ensayo a feliz término.
En primer lugar, para responder al anterior interrogante, debemos atender a la
persona de Cirilo de Jerusalén, obispo griego y doctor de la Iglesia que vivió durante el
siglo IV, al cual le debemos una profundidad teológica y catequística sobre el bautismo. Es
en este horizonte donde San Cirilo de Jerusalén expone sobre el bautismo que “así como es
purificación de los pecados y mediación de los dones del Espíritu Santo, así es, símbolo de
la pasión de Cristo. Por eso, Pablo, proclamo en voz alta: ¿ignoráis que cuántos hemos sido
bautizados en Jesucristo, fuimos bautizados para participar en su muerte? Nosotros fuimos
sepultados con él, mediante el bautismo (Rom 6, 3-4)”2. En sintonía con lo anterior, me
parece importante resaltar el reconocimiento que hace San Cirilo de Jerusalén respecto al
bautismo como participación en el misterio Pascual de Cristo, es decir, pasión, muerte y
resurrección. De hecho, como ya hemos dicho, San Pablo nos invita a reconocer en el
bautismo una invitación a participar en la muerte y en la pasión de Cristo. por tanto, como
cristianos y futuros teólogos tenemos el desafío de profundizar y concientizar al pueblo de
Dios, haciéndolos capaces de reconocer la consecuencia y participación sacramental que
1
SALVADOR VERGÉS, El bautismo y la confirmación, Editorial Apostolado de la prensa, S.A. (Madrid
1972) 2- 10.
2
SAN CIRILO Y SAN JUAN DE JERUSALÉN, Catequesis de la Iniciación cristiana, Glinka Luis (trad.).
Edición # 2 by Lumen (Argentina 1990) 124 -127.
nos regala el bautismo en la vida de Cristo, para que así, podamos ser capaces de imitarlo y
seguirlo plenamente.
En segundo lugar, Cirilo de Jerusalén nos invita a reconocer que Jesucristo sufrió
verdaderamente y no aparentemente, ahora bien, como cristianos y bautizados nosotros
también participamos de sus sufrimientos, “por lo tanto, debemos aprender que todo lo que
Cristo padeció fue por nosotros y por nuestra salvación, y fue en realidad y no en apariencia
que él lo padeció. Nosotros participamos de sus sufrimientos. Por eso, es totalmente exacta
la afirmación de Pablo: sí hemos llegado a ser un mismo árbol con Cristo, por la semejanza
de su muerte, también lo seremos por la semejanza de su resurrección. es satisfactoria la
expresión “un mismo árbol”; pues, en efecto, aquí ha sido plantada la viña verdadera. Y
nosotros también, por la participación en el bautismo de su muerte llegamos a hacer un
mismo árbol con él”3. A través del bautismo somos ese mismo árbol por la semejanza de su
muerte y también lo somos en semejanza de su resurrección, es sin duda alguna, una
invitación cargada de una esperanza escatológica que hunde su sentido en la persona de
Cristo que a través del bautismo nos hace uno con él, de tal manera, que nuestra existencia
tiene sentido en él y en el misterio su resurrección que no es ajeno a nosotros.
Un tercer elemento que nos ayuda a responder el cuestionamiento o hipótesis
planteada en este ensayo tiene que ver con el argumento que expone Cirilo de Jerusalén en
la catequesis III sobre el bautismo en la que a través de la alabanza expuesta por el Profeta
Isaías se nos permite reconocer la pasión de Cristo como una consecuencia y un regalo
dado por la aceptación de nuestro bautismo” aclamad cielos, y exulte, tierra! (Is 49,13) por
aquellos a los que habrá que asperger con el hisopo y que serán purificados con el hisopo
intelectual por la fuerza de aquel que en su pasión aceptó el hisopo y la caña (cf. Jn
19,29)”4. Muchas veces reducimos el sacramento del bautismo aún mero rito, y está lejos de
reducirse a ello, ya que su riqueza radica en la persona misma de Cristo que encarnándose
en un cuerpo humano se hizo bautizar, no porque tuviese pecado sino para otorgarle la
gracia y la dignidad divina a quienes se bautizaran, en consideración de ello, expone Cirilo
de Jerusalén que “Jesús santificó el bautismo cuando él fue bautizado. si el Hijo de Dios se
hizo bautizar, ¿quién podrá despreciar el bautismo sin faltar la piedad? Pues no fue
bautizado Jesús para recibir el perdón de los pecados (pues estaba libre de pecado), sino
que, a pesar de ello, fue bautizado para otorgar la gracia y la dignidad divina a quienes se
bautizan. Pues “Así como los hijos participan de la sangre y de la carne, participó él
también de las mismas (Hebr 2,14), para que, hechos partícipes de su presencia corporal,
también tuviésemos parte en su gracia: para eso se hizo bautizar Jesús, para que por ello la
consiguiésemos, por la comunión de la misma realidad, junto con el honor de la

3
La selección de textos patrísticos ha sido realizada en base a M.A. KELLER, la iniciación cristiana
bautismo y confirmación (Patria Grande, Buenos Aires 1978) y E. CONTRERAS, Padres de la Iglesia. El
bautismo (Consejo Episcopal Latinoamericano, Santafé de Bogotá 1995).
4
CIRILO DE JERUSALÉN, Catequesis III: el bautismo, pdf canvas.
salvación"5. en consonancia con lo anterior podemos decir que Jesús se hace bautizar para
manifestar su comunión y compromiso con su pueblo, pobre, pecador y necesitado de
liberación. Obviamente, Jesús no es pecador, pero se siente solidario con los pecados de su
pueblo. No podemos olvidar que él es el “SIERVO DE YAHVE”, Capaz de cargar con esos
pecados redimirlos con sus sufrimientos (Is 53,5).
Según Cirilo de Jerusalén esta participación en la en la crucifixión y resurrección de
Cristo comporta un riquísimo simbolismo, ya que al hablar de esto también nos referirnos
al simbolismo de “Desnudarse que es despojarse del hombre viejo para asemejarse a Cristo,
quién fue despojado en la Cruz, y mediante su despojo ha despojado de los señoríos y
potestades, triunfando sobre ellos abiertamente en la Cruz, Haciéndonos participar del
misterio Pascual de Cristo, Pues él recibió los clavos en sus inmaculados pies y manos y
sufriendo el dolor nos amó, y a mí, sin experimentar ningún trabajo ni dolor, se me dio la
salvación por la comunicación de sus sufrimientos”6
En consideración con todos los argumentos desarrollados a lo largo de este ensayo
podemos concluir, que para Cirilo de Jerusalén el efecto fundamental del bautismo es el
proceso de identificación con Cristo, que, sin duda alguna, nos salva por su muerte y
resurrección. Estos elementos de dimensión profundamente cristológicos que hemos podido
reconocer en la teología bautismal de Cirilo de Jerusalén, van unidos a la teología y al
sentido eclesiológico propuesto por San Pablo, ya que, “al configurarnos con Cristo por el
bautismo, nos incorporamos a su cuerpo, que es la Iglesia, así, el bautizado participa del
misterio Pascual de Cristo y de su amor entre Cristo y su esposa” 7. Queda claro entonces,
que el bautismo nos hace partícipes sacramentalmente del misterio Pascual de Cristo,
haciéndonos una invitación a concientizarnos de los sufrimientos de Cristo que no son para
nada ajenos a nosotros como bautizados, sino que, por el contrario, nos hacen uno con él. El
bautismo no es el sacramento del dolor, pero sí el sacramento que nos une A Cristo, a su
pasión, a su muerte y como una gran esperanza a su resurrección. como futuros teólogos
tenemos la tarea de reorientar y madurar nuestras catequesis que bautismales poniendo de
manifiesto el compromiso profundo que comporta el bautizarse para todo cristiano no como
un mero ritual, sino más bien como un acto liberador y de comunión con la persona de
Cristo y de su Iglesia.

5
Ibid.
6
KELLER MIGUEL, La iniciación cristiana. Bautismo-confirmación, colección de textos básicos, CELAM
(Bogotá 1995) 130-132
7
Ibid.132

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