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Las lecturas asignadas en esta semana me ayudaron a tener una visión más profunda del
silencio divino como la misericordia y el juicio. En cuanto a esto, destaco el a Isaías 42, 14,
en el cual, se presenta la imagen de un Dios que se encontraba mudo desde hace mucho
tiempo, pero ante lo que sucede, despierta su furor como el del gurrero, grita como una
parturienta. Un silencio que no es entendido como un momento en el que Dios no le
importe lo que sucede, reflejado en mi vida, lo veo como un silencio pedagógico, en el que
Dios espera que el hombre cambie su corazón, pero Dios esta allí, calla, pero no distante, y
en su tiempo sale como el guerrero y como una parturienta a defendernos de lo injusto. No
se trata de algo desinteresado, ya que, Dios, cuando se tratar de buscar intervenir para
ayudar al hombre, no es pasivo ni desapasionado en su juicio. En Sofonías 3, 17, vemos a
un dios que está en medio del pueblo, él es su poderoso salvador, exulta de gozo por Israel,
le renueva por el amor que le tiene, ese amor le mueve a perdonarle, a tenerle paciencia,
compasión. Luego, Isaías 41, 1. Invita a hacer silencio para renovar las fuerzas, para
reunirse todos en juicio. En Juan 8, 6, ante el juico que quieren hacerle a la mujer adultera,
ante los cuestionamientos y señalamientos a esta mujer, el Señor Jesús no responde nada,
escribe, un silencio que luego va acompañado por el perdón, por la misericordia, por la
compasión. Estos textos me invitaron a profundizar en la experiencia del silencio desde la
acción del perdón y de la compasión, de la misericordia y de ser consciente de no juzgar a
los hermanos.
2. MI EXPERIENCIA DEL SILENCIO.