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de Abraham Valdelomar
Idioma Español
Ciudad Lima
País Perú
Fecha de 28 de junio de 1914
publicación
Historia de su publicación[editar]
Abraham Valdelomar en Roma, 1914.
Abraham Valdelomar debió tener ya en mente el proyecto del cuento antes de
partir a Italia como diplomático en 1913. En la ciudad de Roma lo escribió, con
la idea de que formaría parte de un proyectado libro de cuentos de «sabor
peruano». Todo estos datos se desprende de la correspondencia que el
escritor sostuvo entonces con su amigo, el poeta Enrique Bustamante y
Ballivián, y con su madre, la Sra. Carolina Pinto de Valdelomar en el cerro de
Pisco.
En una de las cartas que envía a su madre, dice textualmente lo siguiente:
Contéstame a vuelta de correo, escribe, estas preguntas que son
indispensables porque el primer libro que publicaré pronto será un libro
con tres novelitas cortas en que todo pasa en Pisco, pero me he olvidado
algunos detalles. Son tres novelitas, Los ojos de Judas, que escribí en
Lima, El buque negro, en el que verás cosas que te son conocidas de
Pisco, y también El vuelo de los cóndores. Naturalmente, hay mucho de
fantasía, pero mucho de verdad, sobre todo en la descripción de ciertas
cosas. Quiero saber, por ejemplo, cómo se llaman esas hojas redondas
que hay en las acequias sobre el agua, en Pisco, verdes, que sirven para
curar las paperas, y esa yerbecita verde que crece en las sangraderas,
que había mucho en Ica; dime cómo se llama la iglesia que está tapiada
en Pisco, como quien va a un pepinal, pasando la iglesia de la Compañía
y ya en las afueras; si fue iglesia y convento o simplemente iglesia; y si
acaso te acuerdas de algunas de esas coplas que cantaban los payasos
en las esquinas cuando salían a convidar por las tardes en Pisco;
también dime si recuerdan ustedes que un circo Nelson y Vidal que hubo
en Pisco, no tenía una chiquilla que trabajaba en el circo y que se cayó
una noche haciendo una prueba y casi se mata o se mató…2
Es decir, el escritor le pedía a su madre datos de referencia destinados a
ambientar su cuento y a fijar verosímilmente al personaje principal: Miss
Orquídea. Conviene aclarar que era uso común suyo llamar «novelas» o
«novelitas» a lo que propiamente no eran sino cuentos, y que su proyectado
libro de «novelitas», del que hablaba con entusiasmo a su madre, no pudo
editarse entonces. El cuento apareció, como ya dijimos, publicado el 28 de
junio de 1914 en el diario limeño La Opinión Nacional. Luego fue incluido en el
libro de cuentos de carácter misceláneo, del mismo autor: El caballero
Carmelo (Lima, 1918).
Argumento[editar]
Estructura[editar]
Este cuento está dividido en siete secciones o capítulos cortos.
I.- Luego de salir de la escuela, a las 5 de la tarde, Abraham se detiene en el
muelle, para ver el desembarco del circo. Observa a varios de los recién
llegados, entre quienes la muchedumbre identifica al barrista, al domador y al
payaso; ve también a una niña rubia y sonriente, que iba llevada de la mano de
un hombre viejo y adusto. Esta distracción le costó a Abraham llegar tarde a su
casa, ante la preocupación de su madre y sus hermanos. Lo castigan: sin
dejarlo cenar lo mandan a su habitación. Su pequeña hermanita trata de
consolarlo regalándole sus pequeños bienes: unas galletas, un trompo y unos
centavos. A ella le cuenta sobre la llegada del circo y sus integrantes. Luego la
madre sube a verle y le riñe blandamente, para finalmente perdonarle.
II.- Aquella noche, Abraham sueña con el circo. Ve a todos los artistas, a los
volantineros, incluyendo a la niña rubia que le sonríe. Llega el día sábado y
durante el almuerzo el padre da una grata sorpresa a sus hijos: saca de su
bolsillo un sobre que contenía entradas del circo, para toda la familia. Leyendo
el programa Abraham se entera que uno de los actos más temerarios y
emocionantes, denominado el “Vuelo de los cóndores”, será realizado por una
niña trapecista, que no podría ser otra sino la misma que había visto en el
muelle: Miss Orquídea.
III.- Otro día se oye ruidos en la calle, y Abraham y sus hermanos salen a ver lo
que ocurría. Era el desfile de los artistas y volantineros del circo. Precedidos
por una orquesta de músicos, iban montados en sendos caballos la
hermosísima miss Blutner, el musculoso barrista Mester Kendall y la niña
trapecista Miss Orquídea, “una bellísima criatura, que sonreía tristemente”. Más
atrás iba el mono, montado en un pequeño asno, y el payaso Confitico, que
deleita a la muchachada con sus coplas burlescas. El cortejo se pierde al
finalizar la calle, tras una inmensa polvareda.
IV.- Llega el día tan esperado. Toda la familia asiste al circo. Abraham
contempla emocionado el espectáculo. Ante sus ojos desfilan el barrista que
daba el salto mortal, el caballo que respondía los problemas de aritmética con
movimientos de cabeza, el oso bailarín, el mono que hacía formidables piruetas
y los graciosos payasos. Luego se anuncia el número más esperado: el “Vuelo
de los Cóndores.”
V.- El acto de acrobacia llamado el “Vuelo de los Cóndores” lo realiza Miss
Orquídea una chica sencilla. La prueba consistía en que la niña tomara el
trapecio y, colgada de él, atravesara el espacio donde otro trapecio lo
esperaba, debiendo en la gran altura cambiar de trapecio. Ante un público
silencioso e inmóvil, la niña logra con éxito la riesgosa prueba. Se escuchan
aplausos delirantes del público sorpresivamente del acto, lo que empuja al
dueño del circo a ordenar la repetición del acto. Pero en esta segunda
oportunidad "Miss Orquídea" se suelta del trapecio, cae en la red y rebota
repetidamente, golpeándose de mala manera. Abraham ve con espanto cómo
el pañuelo de la delicada niña se mancha de sangre, al momento en que la
auxilian.
VI.- Pasan algunos días. Abraham recuerda aún con tristeza a la pobre niña
humilde. El padre de Abraham ya no quería que sus hijos fueran al circo, a
pesar de que ya no daba el “Vuelo de los cóndores”. El sábado siguiente vuelve
a pasar por la calle el cortejo del circo, pero "Miss Orquídea" ya no figura en él.
Solo iba su caballo, con un listón negro.
VII.- Algunos días después, cuando iba a la escuela por el camino de la playa,
Abraham descubre de lejos a "Miss Orquídea" postrada en un sillón en la
terraza de una casa frente al mar. La ve muy pálida y delgada. Ocho días
seguidos repite el ritual de contemplarla a la distancia. No cruzan palabras y
solo se sonríen mutuamente. Al noveno día, Abraham ya no la encuentra y
entonces recuerda que el circo estaba a punto de partir. Corre entonces hacia
el muelle, y justo llega cuando "Miss Orquídea" se disponía a subir al botecillo
que la llevaría al vapor en que se marcha el circo. Se cruzan las miradas.
Musitan el adiós. A la distancia el pañuelo que "Miss Orquídea" agita
despidiéndose semeja un ala rota, una paloma agonizante .
Personajes[editar]
Principales[editar]
El narrador, es decir el mismo Abraham Valdelomar, quien relata un
episodio que vivió en su lejana niñez ambientada en Pisco, cuando tenía 9
años de edad.
Miss Orquídea, «una niña blanca, sonriente, de rubios cabellos, lindos y
morenos ojos», que era trapecista de un circo que recorría itinerante las
ciudades de la costa del Pacífico. Iba siempre acompañada de un señor de
edad avanzada y de expresión muy adusta, que parecía ser su apoderado.
Secundarios[editar]
La familia del narrador:
o Los padres: El padre es el típico jefe de hogar de clase media baja, que
trabaja todo el día, riguroso e inflexible con sus hijos, aunque a la vez
afectuoso con ellos. La madre, ama de casa, es dulce y bondadosa y
tiene a su cargo la abrumadora tarea de velar por una numerosa familia.
o Los hermanos:
Anfiloquio, el hermano mayor, adolescente, quien vigila a sus
hermanos menores;
La hermanita de Abraham, la hermana menor de Abraham, cuyo
nombre no es mencionado,es la preferida de su hermano.
Escenarios[editar]
La acción transcurre en el puerto de Pisco. Los escenarios son:
Mensaje[editar]
Algunos ven en el relato una denuncia contra el abuso de los mayores hacia los
menores de edad, ejemplarizado en el caso de la niña trapecista obligada por
sus promotores a repetir una peligrosa acrobacia, y cómo un alma pura e
inocente como la del niño Abraham descubre entonces en todo su magnitud la
maldad humana: “por primera vez comprendí entonces que había hombres muy
malos”, dice candorosamente. Es como un despertar brutal y crudo a la
realidad prosaica del mundo. Asimismo, el relato nos muestra el despertar del
amor de un niño (ya casi en la pubertad) hacia una niña, aunque todavía de
forma platónica. Sin duda, ese contraste entre la inocencia infantil y la maldad
de algunos hombres en este mundo es lo que hace tan cautivante el relato.