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RESUMEN

El circo llega a Pisco. Abraham, un niño del lugar se


detiene en el muelle para ver a los artistas olvidando
la preocupación que causaría en su casa su tardanza.

Eel vuelo de los conderesntre estos, una niña rubia


cautiva su atención y su imagen va con él a todas
partes.
El día de la función, Abraham y su familia
acuden ansiosos y gozan de los primeros
números del espectáculo.

pero al llegar al “Vuelo de los Cóndores”, cuya


estrella es nada menos que la frágil niña, mis
Orquídea, sucede algo trágico.

Ella cae del trapecio y solo la salva de la


muerte, la red.
El Vuelo de los Cóndores no se vuelve a repetir ya
más.

Días después Abraham descubre a miss Orquídea


sobre una terraza, inválida en su sillón. Se miran,
sonríen y así día a día un sentimiento va naciendo
entre ellos que solo se
manifiesta en dulces miradas y sonrisas.

Un día llega lo inevitable, el circo debe partir y


con la dulce miss Orquídea.
Abraham sigue con la mirada “el vapor, que
mancha con su cabellera de humo el cielo
sangriento del crepúsculo.
ARGUMENTO

La historia se desenvuelve en el puerto de Pisco, en la costa desértica peruana, a


fines del siglo XIX. El autor narra una experiencia inolvidable que tuvo siendo
niño: su encuentro con el mundo del circo (una de las pocas distracciones de los
niños en ese entonces), y su amor platónico por una hermosa niña que actuaba
de trapecista en dicho circo. Aunque hay que señalar que su relato no es
estrictamente autobiográfico, sino que está recreado e idealizado, usando las
licencias permitidas a los creadores literarios. El mismo escritor lo explica en la
ya citada carta que dirige a su madre: “Naturalmente, hay mucho de fantasía, pero
mucho de verdad, sobre todo en la descripción de ciertas cosas”.
Veamos el argumento. El niño Abraham, entonces de 9 años de edad, se
entusiasmó sobremanera con la llegada del circo a su pueblo. A la salida de la
escuela se fue al muelle a contemplar el desembarco de los artistas. Entre ellos
vio a una niña rubia que le llamó mucho la atención. Tanta fue su impresión
que el circo devino para él en una idea fija. Entre sueños, vio a todos los artistas
desfilando delante de él, entre ellos a la niña rubia, que la miraba sonriente. De
vuelta a la vida real, recibió una sorpresiva y grata noticia: su padre había
comprado entradas para que toda la familia fuera al circo a gozar con el
espectáculo.
Leyendo el programa, Abraham se enteró que uno de los números más
emocionantes y peligrosos, denominado “el Vuelo de los Cóndores” sería
realizado por una niña trapecista, apodada Miss Orquídea, que no podía ser otra
que la misma criatura bella que viera en el muelle. Muy emocionado Abraham
asistió al espectáculo. Ante sus ojos desfilaron el barrista que daba el salto
mortal, el caballo que respondía los problemas de aritmética con movimientos
de cabeza, el oso bailarín, el mono que hacía
formidables piruetas y los graciosos payasos. Sin embargo, el número central era
"El Vuelo de los Cóndores" cuya magnificencia se plasmaba en el ritmo
gimnástico del movimiento y el suspenso generado en los asistentes. Se trataba
de que Miss Orquídea cambiase de trapecio desde una altura muy elevada. La
osadía de la prueba fue tan impactante que de lejos fue el acto más aplaudido. El
clamor del público hizo que el dueño del circo ordenara la repetición del acto,
pese a su peligrosidad. Pero esta vez la niña se soltó antes de tiempo y cayó,
salvándole de una muerte segura la red protectora, aunque resultó muy herida.
Abraham quedó muy apesadumbrado por este terrible accidente. El circo
continuó sus funciones aunque ya no dieron más la acrobacia. Luego, en uno de
sus paseos habituales cerca al muelle, Abraham vio a Miss Orquídea postrada en
un sillón, en la terraza de una casa situada frente a la playa. La vio muy pálida y
delgada. Ocho días seguidos fue a contemplarla desde cierta distancia. La niña
solo le sonreía. Al noveno día, Abraham ya no la encontró y entonces recordó
que el circo estaba a punto de partir. Corrió entonces hacia el muelle, y llegó
justo antes de que los artistas empezaran a embarcarse. Entre ellos divisó a la
tierna artista, que tosía repetidamente; avanzando entre la muchedumbre logró
alcanzarla. La niña lo miró e hizo un esfuerzo para brindarle una última sonrisa,
diciéndole "adiós", que él correspondió de igual modo.
Luego ya en el bote pequeño que la conducía al vapor, la niña sacó su pañuelo
y de lejos lo flameó como último gesto de despedida. Abraham la contempló,
moviendo la mano, hasta que la vio perderse definitivamente en el horizonte.
El adiós de Miss Orquídea fue triste pero, no obstante, la dulzura de su
espíritu quedó eternamente grabada en la memoria de Abraham.
ESTRUCTURA

I.- Luego de salir de la escuela, a las 5 de la tarde, Abraham se detiene en


el muelle, para ver el desembarco del circo. Observa a varios de los recién
llegados, entre quienes la muchedumbre identifica al barrista, al domador y
al payaso; ve también a una niña rubia y sonriente, que iba llevada de la
mano de un hombre viejo y adusto. Esta distracción le costó a Abraham
llegar tarde a su casa, ante la preocupación de su madre y sus hermanos. Lo
castigan: sin dejarlo cenar lo mandan a su habitación. Su pequeña
hermanita trata de consolarlo regalándole sus pequeños bienes: unas
galletas, un trompo y unos centavos. A ella le cuenta sobre la llegada del
circo y sus integrantes. Luego la madre sube a verle y le riñe blandamente,
para finalmente perdonarle.
II.- Aquella noche, Abraham sueña con el circo. Ve a todos los artistas, a
los volantineros, incluyendo a la niña rubia que le sonríe. Llega el día
sábado y durante el almuerzo el padre da una grata sorpresa a sus hijos:
saca de su bolsillo un sobre que contenía entradas del circo, para toda la
familia. Leyendo el programa Abraham se entera que uno de los actos
más temerarios y emocionantes, denominado el “Vuelo de los cóndores”,
será realizado por una niña trapecista, que no podría ser otra sino la
misma que había visto en el muelle: Miss Orquídea.
III.- Otro día se oye ruidos en la calle, y Abraham y sus hermanos salen a
ver lo que ocurría. Era el desfile de los artistas y volantineros del circo.
Precedidos por una orquesta de músicos, iban montados en sendos
caballos la hermosísima miss Blutner, el musculoso barrista Mester
Kendall y la niña trapecista Miss
Orquídea, “una bellísima criatura, que sonreía tristemente”. Más atrás iba
el mono, montado en un pequeño asno, y el payaso Confitico, que deleita a
la muchachada con sus coplas burlescas. El cortejo se pierde al finalizar la
calle, tras una inmensa polvareda.
IV.- Llega el día tan esperado. Toda la familia asiste al circo. Abraham
contempla emocionado el espectáculo. Ante sus ojos desfilan el barrista
que daba el salto mortal, el caballo que respondía los problemas de
aritmética con movimientos de cabeza, el oso bailarín, el mono que hacía
formidables piruetas y los
graciosos payasos. Luego se anuncia el número más esperado: el
“Vuelo de los Cóndores.”
V.- El acto de acrobacia llamado el “Vuelo de los Cóndores” lo realiza
Miss Orquídea una chica sencilla. La prueba consistía en que la niña
tomara el trapecio y, colgada de él, atravesara el espacio donde otro
trapecio lo esperaba, debiendo en la gran altura cambiar de trapecio. Ante
un público silencioso e inmóvil, la niña logra con éxito la riesgosa
prueba. Se escuchan aplausos delirantes del público sorpresivamente del
acto, lo que empuja al dueño del circo a ordenar la repetición del acto.
Pero en esta segunda oportunidad "Miss Orquídea" se suelta del trapecio,
cae en la red y rebota repetidamente, golpeándose de mala manera.
Abraham ve con espanto cómo el pañuelo de la delicada niña se mancha
de sangre, al momento en que la auxilian.
VI.- Pasan algunos días. Abraham recuerda aún con tristeza a la pobre
niña humilde. El padre de Abraham ya no quería que sus hijos fueran al
circo, a pesar de que ya no daba el “Vuelo de los cóndores”. El sábado
siguiente vuelve a pasar por la calle el cortejo del circo, pero "Miss
Orquídea" ya no figura en él. Solo iba su caballo, con un listón negro.
VII.- Algunos días después, cuando iba a la escuela por el camino de la
playa, Abraham descubre de lejos a "Miss Orquídea" postrada en un
sillón en la terraza de una casa frente al mar. La ve muy pálida y delgada.
Ocho días seguidos repite el ritual de contemplarla a la distancia. No
cruzan palabras y solo se sonríen mutuamente. Al noveno día, Abraham
ya no la encuentra y entonces recuerda que el circo estaba a punto de
partir. Corre entonces hacia el muelle, y justo llega cuando "Miss
Orquídea" se disponía a subir al botecillo que la llevaría al vapor en que
se marcha el circo. Se cruzan las miradas. Musitan el adiós. A la distancia
el pañuelo que "Miss Orquídea" agita despidiéndose semeja un ala rota,
una paloma agonizante .

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