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TEMA 12.

LOS GOBIERNOS DEMOCRÁTICOS (1979-2004)


0. INTRODUCCIÓN.

Se puede decir que la democracia en España se consolidó a partir de la victoria por


mayoría absoluta del PSOE de Felipe González en 1982. No obstante, para que ello
cristalizara fue necesario un periodo de Transición iniciado tras la muerte de Franco,
auspiciado por el rey Juan Carlos I y con Adolfo Suárez como piloto de todo el
proceso. Así, en 1977 se celebraron las primeras elecciones democráticas desde las
desarrolladas en febrero de 1936, que desembocan en la elaboración de la Constitución
de 1978 como elemento que articulará un régimen democrático.

No obstante, esos siete años estuvieron marcados por la violencia y presión desde
organizaciones terroristas de extrema izquierda (ETA-GRAPO) y grupos y sectores del
ejército vinculados a la extrema derecha (intento golpe de Estado 23 F). Además, se
unió una difícil coyuntura económica que se vivía como resultado de la crisis del
capitalismo.

Por lo tanto, superado lo anterior, desde 1982 hasta 2017 España se ha consolidado
como un país democrático y plenamente integrado en las instituciones de los países
desarrollados de nuestro entorno. Han sido dos los partidos que se han alternado en el
poder durante estos treintaicinco años: PSOE y PP, que a veces han gobernado con
mayoría absoluta y en otras se han tenido que apoyar en fuerzas nacionalistas,
fundamentalmente vascas y catalanas.

Sí hemos de destacar que a raíz de la crisis de 2007, el escenario político español se ha


transformado, pues los dos grandes partidos políticos han visto reducidos sus escaños a
favor de la aparición de fuerzas políticas nuevas.

1. EL PRIMER GOBIERNO CONSTITUCIONAL Y LA INTENTONA


GOLPISTA DEL 23-F (1979-1981).

Las elecciones de 1979 solo añadieron ligeras modificaciones a los resultados de la


elecciones de 1977: nuevamente, la UCD logró el triunfo, lo que permitió a Adolfo
Suárez formar su tercer gobierno, mientras el PSOE se mantuvo como segunda
fuerza política. La Alianza Popular de Fraga Iribarne perdió gran parte de sus diputados,
mientras que el PCE de Carrillo, seguía como cuarta fuerza a escala nacional; por su
parte, los nacionalistas catalanes de Jordi Pujol y el PNV mantuvieron su electorado,
siendo la mayor novedad la obtención por el Partido Socialista de Andalucía (PSA) de 5
diputados.

Entre las tareas que debía abordar el nuevo ejecutivo estaba construir el Estado de
las Autonomías, de acuerdo con el Título VIII de la Constitución. La configuración del
nuevo modelo de Estado no se hizo sin problemas, sobre todo por la oposición
andalucista a acceder por la vía del artículo 143 y la negativa del gobierno a convocar
un referéndum en Andalucía, lo que provocó la dimisión del ministro Clavero Arévalo.
Finalmente, el gobierno lo convocó para el 28 de febrero de 1980, proclamando el
pueblo andaluz su voluntad de construir su proceso autonómico por la misma vía que
catalanes, vascos y gallegos. Como consecuencia, el ejecutivo quedó debilitado, a lo que
contribuyeron también las divisiones internas en el seno de la UCD, dado que algunos
de sus dirigentes cuestionaban el liderazgo de Suárez, así como la crisis económica, el
elevado desempleo, y el malestar de los sectores más conservadores del Ejército.

Acosado desde fuera y cuestionado en el seno de su partido, en un clima de malestar del


ejército y de las fuerzas de seguridad por lo golpes del terrorismo de ETA y del
GRAPO, Suárez dimitió en enero de 1981. El partido designó como sucesor a Calvo
Sotelo, pero el 23 de febrero, mientras se procedía a su investidura en el Congreso, un
grupo de guardias civiles dirigidos por el teniente coronel Tejero Molina ocupó el
edificio. Las horas siguientes fueron de incertidumbre, pues en Valencia el teniente
general Milans del Bosch proclamó el estado de guerra y sacó el ejército a la calle,
surgiendo así el fantasma de un golpe de Estado. Tras intensas gestiones con otros
mandos militares, el rey desautorizó el golpe y conminó a los militares a respetar el
orden constitucional, por lo que al día siguiente Tejero se rindió y los guardias civiles
abandonaron el Congreso. En los días sucesivos, numerosas manifestaciones a favor de
la Constitución y de la democracia recorrieron las principales ciudades del país

2. EL GOBIERNO DE CALVO SOTELO Y LA CRISIS DE LA UCD (1981-


1982).

Constituido el gobierno de Calvo Sotelo, este fue incapaz de detener la


descomposición interna de la UCD, mientras trataba de afrontar la crisis económica y
las consecuencias del fallido golpe de Estado, que desembocaron en diversas condenas
de prisión para los principales encausados.

Por otro lado, el gobierno impulsó el acercamiento a Europa, para lo cual, y con la
oposición de los partidos de izquierda, llevó a cabo la adhesión de España a la OTAN
en 1982 (Organización del Tratado del Atlántico Norte), que se suponía serviría para
modernizar el ejército y alejar la posibilidad de un golpe militar.

Mientras tanto, Adolfo Suárez constituyó su propio partido, el Centro Democrático y


Social (CDS), con la intención de recoger el legado de la cada vez más debilitada UCD,
lo que provocó que algunos de sus dirigentes abandonaran la coalición centrista. Ante la
debilidad del gobierno, y sin apoyos parlamentarios suficientes, Calvo Sotelo tuvo que
adelantar elecciones a octubre de 1982.

3. EL TRIUNFO DEL PSOE Y LOS GOBIERNOS DE FELIPE GONZÁLEZ


(1982-1996).

Las elecciones significaron el hundimiento total de UCD, que solo obtuvo 12 escaños,
ya que buena parte de sus votos fueron para la Alianza Popular de Fraga, que logró
106. Pero el gran triunfador fue el PSOE de Felipe González y Alfonso Guerra, que
logró 10 millones de votos y 202 escaños que le otorgaban mayoría absoluta para
gobernar. El gran triunfo socialista significaba que la Transición a la democracia se
podía dar por finalizada al acceder los socialistas al poder con normalidad democrática.

Felipe González, un abogado sevillano y Secretario General del PSOE desde 1974, se
convirtió en el líder indiscutible de la izquierda que gobernaría desde 1982 a 1996, parte
de este tiempo con mayoría absoluta. Además, el PSOE logró también en las elecciones
municipales de 1983 un gran éxito electoral y ocupó la alcaldía de la mayoría de las
capitales de provincia. En estos años, se consolidó la democracia parlamentaria como
forma de gobierno, se alejó el fantasma del golpismo, y con el ingreso de España en la
Comunidad Europea (1986) se produjo un gran cambio social y económico en el país.

El primer gobierno socialista (1982-1986) se presentó como el gobierno del


“cambio” prometido en la campaña electoral, que debía afrontar la modernización de
España, combatir el desempleo, e integrarnos en Europa. Entre las iniciativas
principales emprendidas, unas tuvieron más éxito que otras:

· En política interior: la lucha contra el paro y la promesa de crear cientos de miles


de empleos no se hizo realidad, aunque el gobierno adoptó medidas para proteger a los
desempleados y comenzó a configurar el Estado del bienestar, con la generalización de
las prestaciones sociales. También se avanzó en la construcción del Estado de las
Autonomías previsto en la Constitución, procediendo al traspaso de competencias a los
gobiernos autonómicos. Así mismo el ministro de Defensa, Narcís Serra, impulsó una
reforma militar que modernizó el Ejército y eliminó su herencia franquista. No logró
sin embargo, acabar con el terrorismo de ETA, a pesar de algunos éxitos puntuales.

· En política exterior destacaron dos cuestiones: por un lado, el PSOE tuvo que
convocar un referéndum sobre la permanencia de España en la OTAN, y cambió de
postura haciendo campaña a favor de la permanencia, lo que finalmente resultó
aprobado; por otro lado, el 12 de junio de 1985 firmó el tratado de adhesión de España
a la Comunidad Europea, produciéndose la entrada efectiva, junto a Portugal, en
enero de 1986.

La nueva victoria del PSOE por mayoría absoluta en las elecciones de 1986 posibilitó
formar el segundo gobierno socialista (1986-1989) liderado también por Felipe
González, favorecido por el clima de optimismo derivado del ingreso en la Comunidad
Europea. Sin embargo, el desgaste en la labor de gobierno fue en aumento debido a los
problemas que hubo de afrontar. Entre ellos destacó la reconversión industrial, que
implicó el cierre de industrias poco competitivas, lo que unido a la política liberal del
ejecutivo provocó el descontento, manifestado en la huelga general del 14 de
diciembre de 1988 y en el distanciamiento del sindicato socialista UGT.

Esto permitió el fortalecimiento de la oposición tanto a la izquierda como a la derecha


del PSOE: la derecha representada por Alianza Popular moderó sus posiciones para dar
una imagen más centrista y atraerse a las clases medias, y adoptó el nombre de Partido
Popular (PP), bajo la dirección de José María Aznar; y en la izquierda, en torno al PCE
se organizaron varias formaciones bajo la denominación de Izquierda Unida. A pesar
de ello, en las elecciones de 1989 el PSOE logró su tercer triunfo electoral, aunque
con una mayoría exigua que le obligó a firmar pactos con los nacionalistas catalanes y
vascos para poder gobernar.

El tercer gobierno socialista (1989-1993) contó a su favor con el crecimiento


económico y el consiguiente descenso del paro, así como con la construcción de
infraestructuras (autovías, equipamientos urbano, AVE…). La imagen de
modernización se plasmó en 1992 en dos grandes eventos, los Juegos Olímpicos de
Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla.
No obstante, el PSOE cada vez se encontró más desgastado en su labor de gobierno, a
lo que contribuyeron diversos escándalos y casos de corrupción que salpicaron a
dirigentes socialistas (Juan Guerra, el gobernador del Banco de España,…). Además, en
el seno del PSOE se configuraron dos corrientes contrapuestas: los “guerristas” o
seguidores de Alfonso Guerra, y los “renovadores” o seguidores de Felipe González, lo
que desembocó en el abandono de la vicepresidencia del gobierno por Alfonso Guerra
(1991). Estos problemas permitieron al Partido Popular en las elecciones municipales de
1991 obtener algunos éxitos, logrando la alcaldía de Madrid y de otras grandes
ciudades, lo que resquebrajaba el sólido poder que había tenido el PSOE. En un
ambiente nuevamente de crisis económica, y acosado por los casos de corrupción,
Felipe González convocó elecciones en 1993.

En ellas nuevamente obtuvo la victoria el PSOE, aunque perdía la mayoría absoluta al


lograr solo 159 diputados, mientras que el PP incrementaba su peso parlamentario hasta
los 141, por lo que el cuarto gobierno socialista (1993-1996) tuvo que buscar el apoyo
de los nacionalistas catalanes de Jordi Pujol. A pesar de las promesas de acabar con la
corrupción, nuevos escándalos siguieron salpicando la vida política como el caso GAL
(“Grupos Armados de Liberación”) en la lucha ilegal contra ETA, al tiempo que la
oposición entre “guerristas” y “renovadores” se acentuaba. Como consecuencia, el
PSOE sufrió una severa derrota en las elecciones municipales de 1995, quedando las
principales ciudades bajo alcaldes del PP.

4. EL TRIUNFO DEL PARTIDO POPULAR Y LOS GOBIERNOS DE JOSÉ


MARÍA AZNAR (1996-2004).

Las elecciones generales de febrero de 1996 dieron un ajustado triunfo del PP que
logró 156 diputados, aunque el PSOE no sufrió una catástrofe electoral y logró 141
escaños. Tras arduas negociaciones para buscar apoyos parlamentarios, José María
Aznar logró el apoyo de nacionalistas vascos, catalanes y canarios.

El primer gobierno del PP (1996-2000) se vio favorecido por el clima de expansión


económica y la reducción del desempleo. Entre sus principales realizaciones destacan la
privatización de empresas públicas, y la convergencia económica establecida por la
Unión Europea en el Tratado de Maastricht, con lo que España consolidó su expansión
económica acortando distancias con Europa.

En la política antiterrorista, el balance fue escaso pues ETA siguió realizando


atentados (asesinato del concejal Miguel Ángel Blanco) y tampoco fructificaron las
negociaciones con la banda terrorista.
Así, mientras el PSOE se debatía en una crisis interna, agudizada por la dimisión de
Felipe González como secretario general del partido, Aznar convocó elecciones
generales para el año 2000, logrando una mayoría absoluta de 183 diputados frente a
un acusado retroceso del PSOE.

El segundo gobierno de Aznar (2000-2004) contó a su favor con el crecimiento


económico, especialmente en sectores como la banca, las telecomunicaciones y la
energía, lo que se tradujo en un gran descenso del paro y en la recepción de numerosos
inmigrantes. Además, la integración europea parecía avanzar y desde enero de 2002
comenzó a circular el euro, al tiempo que la mejora de las infraestructuras modernizaba
el país y el sector de la construcción crecía de forma espectacular.
No obstante, en diversos campos, la oposición al PP comenzó a acentuarse. En la
política antiterrorista, el fracaso de las negociaciones con ETA y la radicalización del
PNV alimentaron en el PP una línea españolista que le llevó a una creciente crispación
contra los nacionalistas. Además, la flexibilización laboral provocó la oposición de los
sindicatos, que convocaron una huelga general el 20 de junio de 2002, mientras que el
hundimiento del petrolero Prestige (2002) y el consiguiente desastre ecológico originó
un amplio movimiento de rechazo social en Galicia.

Sin embargo, fue en la política exterior donde el PP encontró más contestación. Tras
el atentado islamista contra las Torres Gemelas de Nueva York (11-9-2001), el gobierno
de Aznar apoyó a EEUU en la invasión de Irak a pesar de la fuerte oposición social.
En ese ambiente, Aznar convocó elecciones para marzo de 2004, si bien no se presentó
a la reelección, por lo que el candidato fue Mariano Rajoy. No obstante, en vísperas de
las elecciones, el 11 de marzo de 2004 tuvo lugar el atentado terrorista en la estación
de Atocha, lo que conmocionó al país y contribuyó a la derrota electoral del PP. El
PSOE obtenía la victoria con 164 escaños, liderado por José Luís Rodríguez
Zapatero, quien ha presidido los gobiernos socialistas entre 2004 y 2011.

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