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El derecho a la identidad debe ser protegido en sus dos aspectos: el estático que
está restringido a la identificación (fecha de nacimiento, nombre, apellido y aún
estado civil) y el dinámico, más amplio e importante, pues está referido a otros
aspectos vinculados entre sí en la vida de una persona como lo espiritual,
psicológico, cultural, ideológicos, religioso, políticos, que lo definen e
identifican, y contribuyen a delimitar la personalidad.[1]
El art. 363 del Código Civil (en adelante CC) posibilita iniciar una acción
judicial de negación de paternidad de filiación matrimonial, esto es, interponer
una demanda de impugnación de paternidad. Sin embargo, en el caso de un hijo
extramatrimonial la situación es distinta, ya que el reconocimiento y la sentencia
declaratoria de paternidad son los únicos medios de prueba de la filiación
extramatrimonial, y tratándose del reconocimiento, este no admite modalidad y
es irrevocable, según lo previsto en el art. 395 del CC.
De otro lado, el art. 399 del CC prescribe que «el reconocimiento puede ser
negado por el padre o por la madre que no interviene en él»[3]. En este caso, la
vía procedimental que corresponde a la demanda es el proceso de conocimiento
conforme al art. 475 del Código Procesal Civil (CPC).
Asimismo, el art. 400 del CC fija un plazo de 90 días, a partir de aquel en que se
tuvo conocimiento del acto para impugnar la paternidad extramatrimonial. No
obstante, cabe preguntarse ¿a qué acto se refiere el legislador? La respuesta se
obtendrá en función a la casuística que se presenta en este tipo de situaciones.
El plazo previsto en el art. 400 del CC, puede ser inaplicado por el órgano
jurisdiccional al momento de calificar la demanda, a través del control difuso de
constitucionalidad.