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A fin de reafirmar nuestra elección a favor de la noción de actualizar, nos proponemos establecer
alguna distinción con los conceptos de moda, incorporado ya al vocabulario de quien orbita en torno
al Diseño. Uno de los términos que ha entrado en intenso uso es innovación.
El paradigma de la innovación es uno de los estandartes que se despliegan a la hora de hacer foco
sobre el tema del desarrollo. Este es el verbo elegido para ejercer su sinonimia en relación al cambio
que nos es necesario. Es el paradigma que nos vende lo nuevo por bueno, antes de todo acto
reflexivo. Tal es el poder del acto de dar nombre. Debemos convenir que innovar no es sinónimo de
diseñar, sobre todo en el momento que cierta orfandad del diseño lo ha hecho susceptible de ser
vehiculizado a través de este paradigma importado de la innovación, al plano de la acción del
mundo industrial /empresarial. El influjo del concepto de innovación, ha tomado cuenta de la
debilidad ontológica del diseño, cuya teoría no ha podido emanciparlo conceptualmente de otros
quehaceres adyacentes o subsidiarios, ( creación, invención, innovación, comercialización,
investigación, ideación, comunicación, estilización, estetización, significación, semantización,
distinción). Por otra parte, el diseño ha demostrado que el tributo al pasado le es inherente. Hay
muchos ejemplos históricos que dan cuenta de que el cambio debe asociarse a aquello que hay que
cambiar, preservando, a la vez aquello que hay que preservar. Esto confiere al diseño un carácter
distante de la idea de la innovación, y dicho carácter se funda en el discernimiento entre ambas
cosas: entre lo que debe mantenerse y lo que hay que transformar; entre lo que es objeto de
conservación y lo que es objeto de cambio; entre lo que sale de escena, permanece o entra.
Por otro lado, está claro que la idea de actualización, no está asociada necesariamente a la
invención, como bien lo decía Munari2,no se trata de volver a inventar la rueda, pues ciertamente, la
rueda del carro romano no es para nada igual a la rueda de una Ferrari. Y es claro que el diseño
1 Génesis 1:3
22 Munari, Bruno. ¿Cómo nacen los objetos? Apuntes para una metodología proyectual? GG, Barcelna, 1983,
tiene que ver con la diferencia entre ambas. Una situación diferente, un contexto diferente requiere
soluciones diferentes que a la vez se asocian a otra potencialidad de la materia y la tecnología y a
otra percepción cultural de lo que está bien y lo que está mal.
Ahora bien, a esta altura, es claro que el referido proceso de actualización, no está ligado a la
noción de progreso, fundamentalmente de progreso tecnológico. No es una actualización asociada a
los recursos científico-tecnológicos de que disponemos, sino más bien asociada a una concepción
actualizada del problema a solucionar y las consecuencias socioculturales y ambientales de la
solución.
Es decir, esa actualización, ha dado lugar históricamente a soluciones en las que dado el caso
prevaleció la idea de cósmesis o styling, atendiendo básicamente la dimensión formal del producto,
en otro se centró en la función; luego, eventualmente, en el mensaje; en su colocación en el
mercado o bien en el impacto ambiental asociado a su producción; como
también llega hoy a ser susceptible de atención, la responsabilidad social asociada al proceso. En la
noción de actualización, está implícito el hecho de poner en acto, esto es que la propuesta del
diseño encarna en el universo de las acciones. Se realiza; se hace real. Ciertamente, la noción de
Diseño, en clave temporal, parece más bien asociada a futuro. Nótese que las ideas tanto de
prospectiva como de tendencia, las que le son inherentes, dan cuenta de esta afirmación..
Parecería que en el proceso de Diseño se encuentran el pasado y el futuro. Se produce decaimiento
o la decadencia de una solución que sale al encuentro de la solución futura; el futuro se hace
presente; se materializa; se actualiza. Esto es el Diseño, actualización de soluciones ya dadas a
problemas, viejos o nuevos. Pero no cualquier problema, sino, como decíamos, aquellos emergentes
de la interacción del ser humano con el hábitat.
Problema y Designema.
Los problemas pueden ser viejos o nuevos, pero no cualquiera. Como decíamos, son aquellos
problemas, emergentes de la interacción del ser humano con el hábitat. Entonces, el camino de la
reflexión teórica sobre el diseño nos demanda indagar sobre el problema, para la comprensión de lo
esencial de la disciplina, es decir la comprensión de su objeto.
Nos hemos permitido acuñar este término abstracto, designema, como la mínima unidad susceptible
de ser diseñada, aceptando esta noción a los simples efectos de desarrollar nuestra reflexión. En una
acepción del diseño asociada fuertemente al cambio formal, (disegno,) podría tratarse de la mínima
unidad susceptible de admitir un cambio de forma. Pero es claro, que la mera condición de cambio
de forma no es suficiente para que podamos hablar de Diseño, si no conlleva un cambio en otras
dimensiones. Esta idea nos lleva a concebir una unidad mínima de lo diseñable absurda, si no
incorporamos a ella en forma asociada el concepto de función. En tal sentido deberíamos
complementar nuestra definición con la dimensión del designio en la que concebiríamos aquella
unidad mínima como la mínima susceptible de designio o de recibir atribución de destino, de uso
determinado. En tal destino, para facilitar nuestra tarea, se incluyen las dimensiones que trascienden
la funcionalidad, o sea que más bien incluiría todo impacto asociado al acto de diseñar. El concepto
de diseño incluiría a la masa crítica de información susceptible de ser realmente considerada para
la obtención de una solución en forma sistémica o sea para dar lugar a la transformación. Más
certeza nos daría, incluir las posibilidades materiales asociadas al potencial de la materia y la
tecnología como ya mencionáramos.
Como complemente a esta hipótesis, surge el otro abordaje posible, y que está dado a partir de la
solución que el diseño ofrece, y esto sería en atención a la mínima situación problemática
solucionable. Esta mínima situación problemática solucionable tiene sus requerimientos a la vez,
debe ser perceptible, reconocible y enunciable. Debe ser designable. Si puedo definir el problema,
estaré en condiciones de definir su solución.
Esto conduce nuestra reflexión, por un lado, al hecho de que la ventana a través e la cual el diseño
se proyecta a la realidad, es el problema, partiendo todo el proceso de diseño de la definición de
este último.
El problema como tal, deriva entonces del concurso de distintas dimensiones: formal, funcional,
tecnológica, comunicacional, económica, ambiental, social, etc. y es en torno a la discusión de éste,
que gravitaría la cuestión teórica del diseño. Una cuestión relevante en el quehacer epistemológico
relativo al Diseño, pasa a ser entonces el origen del problema, es decir, quién lo postula, quien lo
reconoce , quien lo enuncia. Para algunos autores, y no son pocos, la realidad observable o bien
aprehensible por parte del Diseño, es la que emerge de la relación con el cliente. Uno de las
cuestiones fundamentales en la disciplina que muchos no terminan de entender es la diferencia entre
cliente y usuario. En la pregunta epistemológica por el objeto del diseño, es más apropiado incluir la
expresión del usuario que la del cliente. Hay algo que en este sentido es claro y es que lo esencial
del cliente, es que es alguien a quien se le vende. La necesidad de vender la solución es una
interferencia en el problema. El que una solución sea vendible no la hace buena. Pero esta solución
es éticamente viable cuando el criterio es de usabilidad. Es claro que una teoría formulada desde
esta perspectiva no es capitalizable por parte de todos los discursos que se han esgrimido en nombre
del diseño, no a todos les sirve. Pero si le sirve al diseño como disciplina, porque permite poner el
centro no en el profesional que vende su servicio, sino en el ciudadano que puede usufructuar los
logros del diseño, cuyo desarrollo subsidia en su condición contribuyente.
En conclusión, el problema sobre el que el Diseño se centra, no es un problema cualquiera y su
especificidad está dada por el hecho de que emerge de la interacción entre el ser humano y su
hábitat. Si no existen estos dos elementos en interacción , el problema no es inherente al Diseño.
Entonces la naturaleza del objeto del diseño es la solución a un problema de este tipo y la acción
comprometida es como decíamos, la actualización. Al abordar la práctica profesional, esta noción
de actualización, es de suma utilidad, dado que nos induce a la reflexión acerca de qué cosa es la
que queremos actualizar, o dicho de otra forma cómo se entiende nuestro problema, actualizado.
La esencialidad práctica del diseño, como recurso teórico, subyace en esta noción de actualización,
más que en los conceptos de innovación, invención o creación. Otro alcance de este significado en
el proceso reflexivo, es que tal vez, emerge de este proceso, la posibilidad de que el Diseñar
propiamente dicho, signifique sacrificar algo del éxito comercial del producto, para la preservación
del medio ambiente y los recursos naturales, o para hacer posible la preservación de valores socio-
culturales que nos pertenecen e interesan.
Esta noción es fundamental para reconocer nada más y nada menos que la especificidad disciplinar
del diseño, abriendo camino en las expectativas epistemológicas que hoy continuan gravitando en la
actividad académica, en tanto no decretemos la clausura de la discusión ontológica del diseño.
Porque es después de definido el ser del diseño, que se hace posible definir sus otras dimensiones.
La dimensión ética, en el sentido de ponderar las bondades de una propuesta La metodológica, en
tanto el profesional debe pensar cómo hacer, para hacer real su solución, su proyecto, siendo fiel a
los principios básicos que aceptó. Y la histórica, que le demanda nada más y nada menos, que hacer
real su proyecto responsablemente; hacer que este habite la realidad social, de la manera que lo
proyectó. Una práctica del Diseño exenta de reflexión teórica, es más, sin el desarrollo teórico
adecuado en el seno de la comunidad profesional, resulta ser una práctica riesgosa. Todo esto
configura parte del paradigma dominante de una comunidad profesional, que por lo pronto no siente
claramente la necesidad de una radicación Universitaria o académica, sino que más bien hace culto
de una forma de llegar al diseño a través de el dominio de una suerte de arte y la posesión de
virtudes innatas, a través de narativas propias del quehacer artístico. El diseño como disciplina, así
como la tarea de diseñar en sí, son de gran importancia para la sociedad humana, muy a pesar de
que muchos procuran eximir esta actividad de responsabilidad afirmando “que no es una disciplina
redentora” o que “no es cierto que este dado a solucionar todos los problemas o salvar al mundo”.
La actualización, entonces, debe comenzar por la noción de diseño en sí.
Tomando el concepto de Gianni Vattimo, a propósito de el poder de construir la noción de habitar
que las artes tienen, (como lo afirma el autor:”El arte construye la noción del habitar; la arquitectura
sería el arte epónimo, en tanto construye el espacio físico que habitamos), 3 y a partir de la la
de las grandes series, al diseñar, se multiplican por miles los errores. Tal como cuando una mentira
es dicha mil veces, y termina transformándose en “verdad”.