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Procesos de concepción de un producto de diseño

Por Najla Islas Ruiz

El diseño es una rama que, a pesar de que muchos la consideran “nueva”, ha sido parte de
nuestra vida e incluso de nuestra misma existencia. El diseño lo encontramos desde las antiguas
lanzas de caza que se utilizaban en la prehistoria hasta las innovadoras tecnologías capaces de
crear órganos artificiales. Sin embargo, y lamentablemente, a los ojos del mundo exterior, a
menos que hablemos de publicistas, mercadólogos, editores o profesionales del diseño, éste es
desestimado y minimizado. Pero es la ignorancia la que habla por si sola, ya que aquellos que
creen que no existen teorías, investigaciones e incluso experimentos están más que
equivocados, se encuentran cegados. ¿Acaso creen que todo lo que los rodea lo realizo un
queridísimo cuadrado y gris ingeniero?
Volviendo un poco respecto a las teorías e investigaciones, Jaime Francisco Irigoyen y Luz
María Jiménez Narváez nos traen dos análisis cuyo objetivo, creo, se centra en el estudio del
diseño más allá que una materia o disciplina, sino como un proceso cuyos métodos no se basan
en pensar en algo bonito y dibujarlo, sino de encontrarle un sentido sistémico cuya creación
sea profunda y justificada.

Luz María nos contextualiza en el texto desde las primeras líneas cuyo origen reside en una
cita de La mente no escolarizada: cómo piensan los niños y cómo deberían enseñar en las
escuelas (1991), por Howard Gardner: “Durante los siglos los seres humanos han construido
entornos culturales complejos, que contienen artefactos ingeniosos […] cualquier invención
tiene que producirse dentro de los parámetros formados por los genes humanos…” (p. 52).
Esta frase me parece de suma importancia ya que nos hace reflexionar que el diseño ha formado
parte de nuestra vida y de nosotros mismos desde el origen del ser humano; nuestra misma
naturaleza nos hace diseñadores innatos. Y entiendo el por qué muchos podrían estar en
desacuerdo conmigo, ya que el desconocimiento del objetivo de nuestra disciplina tiene como
resultado un mal entendido respecto a nuestras creaciones. No diseñamos para nosotros, no
diseñamos para embellecer, el diseño tiene como objetivo la solución de un problema de
manera que éste sea resuelto de forma óptima para el ser humano. ¿Y qué no está en nuestra
instinto la resolución de problemas? Nuestra naturaleza nos ha dotado de creatividad e ingenio
a diferentes niveles y perspectivas, sin embargo de nosotros emergen soluciones convirtiéndolo
en un habitus, lo que lo normaliza a tal grado que nosotros mismos dudamos si realmente
podríamos ser diseñadores; la respuesta es sí. Pero, como cualquier ciencia y disciplina, la
correcta realización de un diseño se basa en un proceso y en una justificación.

El proceso más conocido en diseño es el “Design Thinking” (El pensamiento del diseño), cuya
definición concreta es la actividad por medio de la cual se desarrolla el diseño, sin embargo
este proceso cuenta con cierto nivel de complejidad. Luz María Jiménez habla de este proceso
como un proceso sistémico, en el cual la transdisciplina entrelaza diversos tipos de acción que
permiten el desarrollo de estrategias y productos (Jiménez, 2001, p. 33), es decir, soluciones.
El objetivo de este proceso es capacitar al diseñador a viajar desde lo general, abstracto y
complejo a lo particular y concreto a través de tres estrategias: el proceso de análisis de las
situaciones concretas, la concepción de situaciones abstractas y la invención de los nuevos
diseños. Estas estrategias pretenden alimentar un proceso integrador basado en la investigación
racional que proporcione principios, guías y límites para los diseños.
El pensamiento de diseño, cuya concepción data de 1987 por Peter Rowe y su libro Design
Thinking, definía en un principio el diseño como un medio fundamental de investigación por
el cual los arquitectos y planificadores daban forma a sus ideas de edificios, construcciones y
espacios públicos, sin embargo actualmente el pensamiento de diseño es considerado un
proceso integral que permite la planeación y el desarrollo de productos tangibles e intangibles.
Este proceso integral, menciona Horst Rittel, no sólo obedece a un área o ciencia, sino envuelve
toda una planificación social, por lo que el nivel de análisis debe ser más complejo. El
pensamiento sistémico de este proceso debe ver más allá de la superficie del problema, debe
ver el problema y la solución como un todo, desde su origen, sus causas, a quiénes involucra,
la posible solución, cómo se realizará esta solución, los materiales que utilizará, su objetivo, a
quiénes involucra en el proceso de creación, cómo será introducido, qué sucederá si no
funciona, etcétera.
Así mismo, el proceso de diseño por sí solo conlleva a un discurso cuya especificidad nace
desde su proceso de concepción y conformación. La importancia de éste inicia desde su
necesidad de solucionar; el problema y el deseo de solución habla mucho de quien diseña,
debido a que el individuo toma decisiones alrededor de un conjunto de teorías y juicios

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personales. Pero es aquí donde el proceso toma forma, ya que desde el hecho de querer diseñar
un producto cualquiera, este debe de tener una justificación.
La justificación que guía al discurso en sí debe ser fundamentado de tal manera que tanto el
diseñador como el usuario pueda navegar de un concepto a otro logrando una vinculación,
concibiendo una lógica del diseño. La coherencia es parte fundamental de un discurso, ya que
ayudará a reforzar tanto el uso como la identidad de éste.

La discursividad del diseño viaja por dos principales tangentes, lo intuitivo o directo y lo
indirecto. Lo intuitivo es aquello que se puede analizar a través de una simple contemplación,
mientras que lo indirecto se refiere a un análisis más profundo apoyado en conceptos,
conocimientos e incluso experiencias previas. Por ejemplo, imaginemos, podríamos observar
un cartel sobre inmigración que podría presentar signos un tanto obvios como una frontera,
colores alusivos a la violencia tal vez, personas con diferente color de tez, etcétera, y podríamos
inmediatamente saber que su discurso es representativo de la inmigración, sin embargo si
prestáramos un poco más de atención y analizáramos podríamos encontrar que el cartel se
centra más en la discriminación religiosa que en la de razas, que tal vez el autor del cartel se
ilustró a sí mismo en señal de protesta o que incluso realizó una sutil denuncia en contra de las
aerolíneas debido a que él ha sufrido discriminación por ser marroquí y musulmán. Pero estas
últimas características del cartel probablemente no cualquiera hubiera podido entenderlas,
debido a que se necesitan antecedentes o conocimientos que permitan comprender el discurso
del diseño de forma más completa, sin embargo, quienes no contaban con estos conocimientos
pudieron comprender el mensaje general. El diseño, por sí solo, cuenta con la capacidad de
explicar lo que significa; el diseño habla por sí mismo.
Esta capacidad de discursividad por parte de los diseñadores no es tan simple como parece,
debido que, aunque todos los diseños son transmisores de un discurso, éste no siempre es el
que el autor hubiera querido reflejar o fuera en sí su objetivo. Y es aquí donde volvemos
nuevamente al proceso de diseño, ya que cuando este es inteligentemente aplicado la
fundamentación y el mensaje que se quiere reflejar fluyen y se construyen de forma paralela.

El proceso de pensamiento del diseño y el de construcción del discurso trabajan de forma


simultánea para la creación de un producto. El proceso del discurso comienza un poco antes a

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través de la investigación, lo que da pie a la observación, creación de métodos y
experimentación; el pensamiento de diseño se abre paso casi de forma inmediata partiendo
desde el análisis del entorno conformado homónimamente por el análisis y la percepción.
Ambas etapas son fundamentales debido a que dentro de ellas se desarrolla la vinculación de
conceptos, así como el estudio y pensamiento sistémico tanto del problema a resolver como de
sus circunstancias para ser resuelto.
El proceso del discurso es seguido por los pasos de conformación y modificación, y la etapa de
transformación del entorno por parte del proceso de pensamiento del diseño. Juntos analizan
lo circunstancial de una forma más específica, analizando el origen y las causas del problema.
Finalmente la etapa de concepción, del proceso de discurso, y la intervención y elaboración,
del proceso del diseño, llegan a la transformación e integración de la solución.
Sin embargo, a pesar de que los teóricos han desarrollado estos procesos para facilitar tanto la
investigación como la realización, Luz María Jiménez Narváez explica por el mismo hecho de
que cada ser humano posee un mundo mental autónomo los procesos de construcción del
pensamiento de diseño no pueden ser definidos totalmente.

El proceso de creación del diseño va más allá de una idea, boceto y un, dos tres, acción, sino
conforma un proceso transdisciplinario con el cual a través de una profunda investigación, la
comprensión del contexto y el entendimiento de cómo se conforma un discurso se puede llegar
a un producto, sea cual sea su naturaleza, cuyo propósito estará bien definido y podrá cumplir
con todos los objetivos por los cuales fue creado, cumpliendo su razón de ser al máximo.
A pesar de ser dos análisis del diseño completamente diferentes, el de Luz María Jiménez
Narváez y el de Jaime Francisco Irigoyen, pude llegar a dos grandes conclusiones :
1. El proceso general creativo del diseño está comprendido por los ya mencionados en este
ensayo, el proceso de pensamiento del diseño y el del discurso. Cada uno va de la mano
del otro, siendo la investigación el paso más importante de ambos.
2. El diseño habla por sí mismo, cuyo proceso es de suma importancia debido a que cada
decisión tomada respecto al producto tiene una justificación basada en el raciocinio que
finalmente le brinda veracidad. Sus procesos son enteramente productivos, ya que el
producto en su unidad más mínima, o sea su misma concepción, se encuentra en
constante movimiento, planeación y trabajo.

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Referencias:

Irigoyen, J. (2008) Filosofía y Diseño. Ciudad de México: Universidad Autónoma


Metropolitana.

Margoli, V., & Rodríguez, L., & Jiménez, L., & Bringhurst, R., & González, C., & Garone, M.
(2001) Antología de diseño I. Editorial Designio.

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