Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
COMPILADORES EQUIPO NIEVE. Envejecimiento, Género y Políticas Públicas
COMPILADORES EQUIPO NIEVE. Envejecimiento, Género y Políticas Públicas
y políticas públicas
Coloquio regional de expertos
Sandra Huenchuan
Adriana Fassio
Sergio Antonio Carlos
Paulina Osorio
Ariel Miño Worobiej
Karina Batthyany
Fernando Berriel
María Carbajal
Maite Ciarniello
Mónica Lladó
Mariana Paredes
Editorial:
Lucida Ediciones
lucidaediciones@gmail.com
Edición:
Carla Chiappara
Corrección:
María Eugenia Martínez
Impreso en Uruguay:
ZONALIBRO - San Martín 2437
ISBN: 978-9974-0-0697-3
Los textos incluidos en esta publicación no reflejan necesariamente las opiniones del UNFPA.
Este documento es para distribución general. Se reservan los derechos de autoría y se
autorizan las reproducciones y traducciones siempre que se cite la fuente. Queda prohibido
todo uso de esta obra, de sus reproducciones o de sus traducciones con fines comerciales.
Capítulo 2: 33
Panorama sobre
políticas públicas en la región
34
Envejecimiento, género y
políticas sociales en Argentina.
Reflexión a partir del paradigma de derechos
35
Introducción
El eje de análisis de este artículo son las políticas públicas como forma de respuesta
a la problematización social del envejecimiento poblacional en Argentina. Partimos
para ello del concepto de política pública como el conjunto de las tomas de posición
del Estado sobre una cuestión que concita la atención, interés o movilización de
otros actores de la sociedad civil, los que tienen o van modificando posiciones en el
marco de los procesos de planificación e implementación o de su omisión (Chiara y
Di Virgilio, 2009: 54). Esta toma de posición se da a través de un complejo proceso
político y social de confrontación y disputa.
Esta aproximación incluye el debate moral sobre las aspiraciones y los resultados en
espacios definidos territorialmente y sobre cómo lo que se hace o se omite afecta el
bienestar/malestar de las personas, en este caso las personas mayores, y sus entornos
familiares y comunitarios.
Esta conferencia fue la primera reunión de los gobiernos de los países de la región
para el análisis de la situación del envejecimiento y de las personas mayores,
fundamentado en el incremento del peso absoluto y relativo de la población adulta
mayor en el continente y su impacto en todos los sectores sociales en el escenario
presente y, especialmente, en el futuro.
En ella se planteó un marco de referencia regional que los países fueron adaptando a sus
realidades. En esta dirección además de enfrentar los desafíos ante el envejecimiento
poblacional como logro de la humanidad, se propuso avanzar en la construcción de
sociedades más democráticas y solidarias desde el punto de vista de la edad, donde
las personas mayores ejerzan sus derechos y responsabilidades y se consoliden como
una fuerza más para el desarrollo.
Es necesario indagar sobre cuáles son las decisiones respecto de la protección social en
37
una sociedad cada vez más individualista. En el pasado se daba una articulación entre
el trabajo y la vida fuera del trabajo, desarrollada en marcos comunitarios como el
club, el café, el barrio, el sindicato. Esta articulación compleja entre los colectivos,
las protecciones y los procesos de individualización se encuentra hoy cuestionada.
Al mismo tiempo que la vida se extiende, el ciclo de vida se ha vuelto flexible y se han
corrido las edades de la adolescencia, de la inserción en el mercado de trabajo, con
cada vez menor cantidad de años de permanencia, conjuntamente con una propuesta
de jubilaciones más tardías y crisis de los sistemas previsionales (Comisión Europea,
2010).
Los objetivos a cumplir están relacionados con la promoción de los derechos humanos
de los mayores; el acceso al empleo y a la inclusión laboral formal, a la formación
continua y al crédito. También a la ampliación y el mejoramiento de la cobertura de la
seguridad social, la participación de las personas de edad en la sociedad y la promoción
de igualdad de oportunidades y de acceso a la educación durante toda la vida.
Según datos del Censo Nacional de Población y Vivienda del año 2001, la población
de adultos mayores alcanzaba a 4.871.957 personas, de los cuales el 42% (2.054.151)
eran varones y el 58% (2.817.806) mujeres. Tres de 10 diez adultos mayores tenían
entre 60 y 64 años, un poco más de 4 de cada 10 entre 65 a 74 años y casi 3 de cada
10 tenían 75 años o más (1.481.307).
En 2005, según las proyecciones poblacionales (indec, 2005), la población adulta mayor
era de 5.322.536 personas (13,8% de la población total proyectada).
Se observa un proceso de creciente feminización: a mitad del siglo pasado había 103
varones por cada 100 mujeres de edad. En la actualidad son 73 varones por cada 100
mujeres y solo 56 varones por cada 100 mujeres mayores de 75 años.
A)
B)
40
El gran salto cualitativo fue dado a partir de 2003, con una decisión política que
se orientó a lograr la universalización de la cobertura previsional para las personas
mayores. Se trabajó en tres momentos. Por un lado, liberando el acceso a pensiones
no contributivas para las personas sin cobertura ni recursos mayores de 70 años. En
este primer momento quedó una franja de población comprendida entre los 60/65
años y los 70 años que por edad no podía acceder a la pensión no contributiva y que
no reunía las condiciones para jubilarse (falta de años de aportes).
Sin embargo, todavía hoy existe una brecha de género que da cuenta de la
familiarización en las políticas de seguridad social y de la dificultad del acceso
previsional para las mujeres por derecho propio: el 8% de los varones y el 24% de las
mujeres en condiciones de jubilarse no perciben ingresos (Gráfico 2).
Gráfico 2: Población adulta mayor de edades jubilables
por sexo según fuente de ingresos. Año 2009
41
En este sentido, las cifras que mencionamos más arriba no dan cuenta de la diversidad
de las desigualdades, ya que estas son muy dinámicas y, en el caso de las personas
de edad, generalmente irreversibles. Son los adultos mayores de sectores medios y
medios bajos que se han vulnerabilizado, trasformándose en una población invisible,
oculta en sus hogares, que pone en juego múltiples estrategias de supervivencia.
El 24% de los varones y el 16% de las mujeres percibe ingresos por su trabajo
(combinado con el haber previsional o no). A partir de los 50 años, son reglas de
juego corrientes la subocupación, el empleo informal y flexible, el cuentapropismo,
períodos crecientes de desempleo hasta encontrar una nueva ocupación en peores
condiciones o la inactividad encubriendo la desocupación por largo tiempo.
Existe una clara correlación entre el lugar que se ocupa en la división social del trabajo
y la participación en el sistema de protección social: trabajo estable-protección
social-integración social. La ausencia de inserción produce la desafiliación. En muchos
casos vemos cómo la precariedad de las condiciones de trabajo y luego de jubilación
es compensada por las redes de protección social familiar comunitarias o vecinales.
Respecto del acceso a la educación a lo largo de la vida, menos del 3% de las personas
de edad asisten a algún establecimiento educativo (138.177 en todo el país) y 6% de
la población mayor es analfabeta (283.529). Esta carencia es de mayor peso entre las
mujeres y diferencial en el territorio (Figura 3).
Fuente: Elaboración propia según datos del Censo Nacional de Población y Vivienda 2001. indec.
Hacia el interior de la población adulta mayor se observan diferencias según género
no muy notorias para su conjunto (5% de los varones y 6% de las mujeres mayores
son analfabetos). Esta inequidad se profundiza en la caba, Chaco, Formosa, Jujuy,
Misiones, Salta y Santiago del Estero.
En Jujuy —la provincia con mayor tasa de analfabetismo en los adultos mayores— el
porcentaje de mujeres mayores que no saben leer y escribir es 2,5 veces mayor que el
de varones (29% y 12% respectivamente). En Entre Ríos, La Pampa, La Rioja, San Luis
y Tucumán el porcentaje de varones analfabetos supera al de mujeres. (Gráfico 3).
Es necesario redoblar los esfuerzos para reducir las brechas entre géneros y
generacionales: alfabetización, finalización del ciclo primario, así como de ampliar
la cobertura en la educación en el uso de nuevas tecnologías de información y
comunicación (tics).
Las personas mayores acuden al médico y tienen diagnósticos sobre sus patologías pero
no llevan adelante acciones para minimizar los riesgos o sobreponerse a patologías
crónicas (Encuesta Nacional de Factores de Riesgo; indec-Ministerio de Salud, 2005).
Entre un 20% y un 30% de los mayores con diagnóstico de enfermedades no transmisibles
como diabetes, hipertensión o colesterol no realizan ningún tratamiento, a pesar que
se han desarrollado claras políticas de prevención (Programa HADOB del inssjyp, y
Programas de prevención del tabaquismo y sedentarismo del Ministerio de Salud).
Gráfico 4: Población de 60 años y más sin cobertura
de obra social y/o plan médico o mutual,
por sexo y condición de pobreza. Total de
aglomerados. Segundo semestre 2006.
45
Por esta razón es necesario profundizar la discusión y la reflexión sobre algunos mitos
relacionados con la irreversibilidad y falta de control sobre los cambios fisiológicos en
el cuerpo. Por ejemplo, los olvidos, el incremento de la presión arterial, el incremento
de la sensación de cansancio, que son considerados y aceptados culturalmente como
producidos por la edad.
El 7% de la población tiene algún tipo de discapacidad, en tanto que para los mayores
se quintuplica (35% según la Encuesta Nacional de Discapacidad, indec, 2004). Es
decir que 1 de cada 3 mayores potencialmente necesita de algún apoyo para poder
integrarse a la sociedad. Nueve de cada 10 adultos mayores con discapacidad son
ayudados por sus familiares para realizar las actividades de la vida cotidiana.
En el país existen residencias de larga estadía del sector privado, el sector público
estatal en sus diversas jurisdicciones (nacional, provincial y municipal) y públicas no
estatales. Son centros de alojamiento y convivencia que tienen una función sustituta
del hogar familiar, sea temporal o permanente, donde se presta a la persona mayor
una atención integral. Puede tener una orientación de instituto para válidos o de
instituto con cuidados especiales por discapacidad (residentes asistidos).
Por otro lado, la línea de acción “Curso para responsables y equipos técnicos de
47
residencias y centros de día para adultos mayores” (dinapam-mds) es una capacitación
para dirigentes de los centros de día y de larga estadía a fin de lograr la mejora de
la calidad de los servicios que prestan y su calificación. El propósito es asegurar un
incremento de la calidad de vida en sus residentes. Se busca la capacitación a fin de
modificar el sesgo asilar y convertir estos servicios en estructuras organizacionales
más complejas y humanas.
Sin embargo, falta un largo camino por transitar en dar respuesta a la atención de los
adultos mayores con deterioro cognitivo y patología mental severa. Los esfuerzos para
preservar los derechos humanos de los mayores en residencias colectivas deben ser
prioritarios, así como la adecuada provisión de servicios especializados.
Son 329.800 las personas mayores que realizan tareas voluntarias y representan el 8,9%
de la población adulta mayor (Fassio, 2009a). Las mujeres participan más activamente
pero son en menor proporción dirigentes, dada la división tradicional del trabajo por
género (las mujeres en el ámbito privado y los varones en el ámbito público).
• sensibilización comunitaria
Reflexiones finales
49
Si bien es imposible imaginar las vejeces de las generaciones que aún no han nacido,
podemos plantear los escenarios de las próximas cohortes de personas mayores. Es
decir, aquellas que han podido acceder a la mayor oferta educativa de nuestra historia,
a la que las mujeres han tenido creciente acceso y, en el caso de las de menor edad,
en mayor medida que sus pares varones.