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LA VERDADERA RECONCILIACIÓ N

LA VERDADERA RECONCILIACIÓN
Efesios 2:11-13
Serie: Una carta de aliento
Ps. Antenor Tejada

INTRODUCION

Bienvenidos a su iglesia, seguimos con la serie una carta de aliento.

En esta oportunidad aprenderemos lo que significa haber sido


reconciliados con Dios, cómo de una relación hostil, se transformó en
una verdadera relación de intimidad con Dios.

El mensaje central de la Biblia es la revelación del plan de salvación.


Ese plan se hace necesario por el pecado del hombre (Génesis 3).

Y ese plan comienza con el llamado de Abraham, y la formación de la


nación de Israel. Dios dijo que Israel debería ser ‘luz’ para las naciones.
Cuando miramos un mapa del mundo, nos damos cuenta cuán pequeña
es Israel, y cuán difícil sería que todo el mundo vaya a Israel para
conocer la salvación de Dios.

Cuando Cristo vino, los judíos lo rechazaron y crucificaron. Luego de Su


resurrección, Cristo indicó a los discípulos que Dios estaba inaugurando
un nuevo plan. El mensaje de salvación iría a las naciones.

Al escribir a los creyentes en Éfeso, Pablo quiere que ellos entiendan la


grandeza del poder de Dios (Efe 1:19). Ese es el tema principal de
Efesios 2.

Para salvar a los efesios, Dios tuvo que vencer dos grandes obstáculos:

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- Primero, su condición espiritual (estaban ‘muertos’, Efe 2:1-10).

- Segundo, su condición racial (eran ‘gentiles’, Efe 2:11-22).

¿Por qué era eso un problema? Porque siendo gentiles, ellos (al igual
que todas las demás naciones) enfrentaban ciertos obstáculos MUY
grandes.

Revisemos verso a verso este pasaje para darnos cuenta de los


obstáculos que los gentiles enfrentaban y ver también toda la obra
maravillosa que Dios hizo y que sigue haciendo a favor de toda la
humanidad.

1. No olvidemos donde estábamos

Para tener una mejor comprensión del pasaje lo leeré en la NTV

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No olviden que ustedes, los gentiles, antes estaban excluidos. Eran
llamados «paganos incircuncisos» por los judíos, quienes estaban
orgullosos de la circuncisión, aun cuando esa práctica solo afectaba su
cuerpo, no su corazón. (NTV)

Desde los días de Abraham, los judíos estaban esperando el Salvador


del mundo. Los profetas lo llamaron el ‘Ungido’ = ‘Mesías’ (Isaías 42:1-
4). Él los iba a salvar, derrotando a todos sus enemigos.

Sin embargo, las personas en Éfeso no sabían nada del Mesías; no les
interesaba el Mesías; no esperaban nada de Él. Su mente estaba llena
de filosofías e ideas paganas. No esperaban ningún Salvador. ¿Cómo
podían ser salvos? A esta condición se agregaba la marginación que los
gentiles tenían de parte de los judíos.

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Observe esto: El templo que conocían Jesús y Pablo tenía tres cortes o
niveles: para los sacerdotes, para los hombres israelitas, y para las
mujeres. Pero para los gentiles había también un lugar y para llegar allí
se tenía que descender 19 escalones, donde un muro los mantenía
separados. Rótulos en el muro advertían que si alguien traspasaba el
muro sería ejecutado.

Aparte de ello la Circuncisión era la marca que definía la separación.


Aunque era ordenada por Dios, era algo externo, como mucha de la
religión judía.

Los gentiles (la mayoría de nosotros) podemos condenar esa actitud


hacia los gentiles, pero tenemos que recordar que es solo por la gracia
de Dios que somos incluidos en su reino. ¡Tengamos cuidado del orgullo
espiritual! Todos somos indignos (judíos y gentiles) debemos
humillarnos frente al gran amor de nuestro Dios.

PRIMERA REFLEXIÓN: ¿Tienes al Mesías de Israel como tu Salvador?

2. No olvidemos que estábamos completamente perdidos

El verso doce nos dice algo muy claro.

En esos tiempos, ustedes vivían apartados de Cristo. No se les


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permitía ser ciudadanos de Israel, y no conocían las promesas del pacto


que Dios había hecho con ellos. Ustedes vivían en este mundo sin Dios
y sin esperanza. (NTV)

 No se les permitía ser ciudadanos de Israel.

Israel era el pueblo de Dios; Él los había escogido. Él les rescató de


Egipto, y les dio la Tierra Prometida. Los propósitos de Dios en este

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mundo se centraban en los judíos. Ellos lo consideraban un tremendo


privilegio ser parte del pueblo de Dios (Sal 87:3, 5-6).

Pero las personas en Éfeso eran ciudadanos romanos. Roma era un


imperio poderoso; pero, estaba destinado a desaparecer (Dan 2:31-44).
Las personas en Éfeso eran orgullosas de ser romanos. Pero la verdad
es que sólo los ciudadanos del reino de Dios triunfarían.

Por lo tanto, ¿cómo los efesios podían tener una relación con Dios?

Pero además de esto:

 No conocían las promesas de Dios. Es decir, la promesa de


salvación que también llegaba a ellos por medio del pueblo de
Dios.
 Vivían en el mundo sin Dios. Y los que tenían eran falsos.
 Vivían sin esperanza. Sin posibilidad de ningún tipo de bienestar.

Es decir, estaban completamente perdidos. Miremos la realidad de


nuestra sociedad: separado de Dios, y sin esperanza. Hoy mismo en la
calle, en tu trabajo, en tu universidad, hay miles en esa misma
condición. Dios quiere incluir a tu familia, a tus amigos, a tus
compañeros de trabajo en su familia y dar esperanza nueva.

SEGUNDA REFLEXIÓN: ¿Eres parte del pueblo de Dios? ¿Te


identificas con ellos? Si no te identificas como parte del pueblo de Dios
¿Qué vas hacer?

A pesar de que para Los judíos era imposible que los gentiles sean del
pueblo de Dios. Dios tenía un plan.

3. No olvidemos El plan de Dios, Unirnos a Cristo

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La situación parecía complicada e imposible de llegar a Dios para los


gentiles, pero otra vez hay un gran “pero” que completamente
transformó sus vidas.

Pero ahora han sido unidos a Cristo Jesús. Antes estaban muy lejos
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de Dios, pero ahora fueron acercados por medio de la sangre de Cristo.


(NTV)

¡Gloria a Dios! ¡Ya no estamos alejados, sino cerca de Dios!

Cuando Dios se reveló a Abraham, se mostró como el verdadero Dios.


Luego se reveló a Moisés, indicando que su nombre era ‘Jehová’. Las
demás naciones tenían sus dioses, pero todos ellos eran dioses falsos.
Sólo Israel adoraba al Dios verdadero.

¿Cómo, entonces, podrían ser salvos? Un día Pablo llegó a Éfeso, y


comenzó a predicar el mensaje de salvación. Primero predicó a los
judíos; pero ellos no quisieron creer (Hechos 19:8-9). Luego predicó a
los efesios, y hubo una gran cantidad de gente que se convirtió al
cristianismo (Hechos 19:10-12, 20).

El poder de Dios se manifestó, revolucionando la condición espiritual de


los efesios.

El cambio comienza con la unión con Cristo descrita en la primera parte


del capítulo. No solamente estamos cerca de Dios, sino unidos a Cristo.
¿Cómo puede ser? La sangre de Jesucristo nos redimió, nos justificó, y
perdonó nuestros pecados. Los judíos sacrificaban animales bajo el
antiguo pacto, pero su sangre no podía unirlos con Dios. Nuestra unión
no es intelectual, filosófica, política, o militar. Es espiritual. Cada
esfuerzo para fomentar unidad tiene que empezar allí.

¿Que trajo esa revolución en sus corazones? La respuesta es Cristo.

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CONCLUSIÓN

Antes había un muro de hostilidad que nos separaba de Dios y de su


pueblo escogido. El muro en el templo en Jerusalén todavía existía
cuando Pablo escribió esta carta (se cayó cuando destruyeron el templo
en el año 70 dc).

Es más, Ya fue derribado espiritualmente con la muerte de Jesús. Ya no


hay judío, griego, u otro grupo étnico, en Cristo somos un solo cuerpo.

La gloria (shekinah)  que moraba en el templo en Jerusalén ahora se


manifiesta cuando la familia de Dios se congrega en unidad para
adorarle. Dios mora en este lugar. Su Espíritu llena este lugar.

¿Eres ya parte ahora de la familia de Dios? ¿Te reconciliaste con Dios?

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