Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
INTRODUCCION
La crisis política de Perú no empezó con Pedro Castillo. Hace ya años que comenzó la
desconexión entre los ciudadanos y los políticos. La sociedad peruana está huérfana de
esos líderes, no solo políticos, que a veces surgen y enamoran a una mayoría.
En medio de una crisis total de partidos y liderazgos, el voto antifujimorista como el más
sólido que aún existe en el país. Un voto que le acaba dando el triunfo a cualquiera que
no sea el fujimorismo. Le daba la victoria, pero eso no gobernabilidad.
La gobernabilidad hace ya años que salió por la ventana del Palacio presidencial. En
cuatro años, Perú ha tenido seis presidentes. Todos acabaron en una lucha encarnada
con el Congreso, que generalmente acabó devorándolos.
DESARROLLO
INESTABILIDAD Y CRISIS
En esa pelea entre los dos poderes están ahora la presidenta y el Congreso, mientras el
el Perú llora a sus muertos y la violencia se mantiene en muchas regiones, incluidas las
calles del centro de Lima. Eso supondría que el Gobierno y los congresistas se
mantendrían en sus cargos 20 meses más. El Congreso, con menos de un 7% de
aprobación, se dedica a votar proyectos de elecciones con la certeza de que no van a
salir adelante. La gente quiere elecciones, pero cuando se le pregunta por quién votaría
un porcentaje mayor al 70% dice que por ninguno.
La herida abierta que dejaron los años 80 en la sociedad peruana, con el terrorismo de
Sendero Luminoso, aún no cicatriza. Es habitual que cualquier manifestación o demanda
social que lleve su lucha a la calle sea considerada un acto violento. A los manifestantes
se les acusa de terroristas y de estar dirigidos por grupos criminales o por los restos de
Sendero Luminoso.
Toda esa desigualdad sigue alimentando la ira en las calles. A la que se suma el desdén
de los congresistas, que se niegan a dar un respiro a la crisis convocando elecciones
cuanto antes. Los mensajes de la presidenta, que minimiza la mayor crisis del país en una
década fabulando con que los buenos peruanos que quieren la paz son más que los
“malos” que están incendiando el país.
La economía encadena tres décadas de crecimiento y en medio de datos
alentadores surge un nombre que se repite en todas partes como el mago de las
finanzas, el director del banco central, Julio Velarde, que asumió el cargo en 2006.
Ni un solo presidente del país, y han pasado muchos, se ha atrevido a moverle la
silla, ni siquiera Castillo.
El banco ha logrado mantener un equilibro fiscal y se ha centrado en sostener el
valor del sol peruano.
CONCLUSIONES
Ese proceso ha visto al Gobierno y Congreso capturado en forma sucesiva por distintos
liderazgos que, además de corrosivos por mérito propio en varias de las situaciones, han
sido en forma regular receptores de acusaciones de corrupción. La crisis no es más que
otro paso en un sistema institucional que difícilmente puede considerarse estable, y no
existe nada que permita ser optimista en relación con su estabilidad futura.