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LA POLÍTICA EN NUESTRA REALIDAD PERUANA 2023

INTRODUCCION

La crisis política de Perú no empezó con Pedro Castillo. Hace ya años que comenzó la
desconexión entre los ciudadanos y los políticos. La sociedad peruana está huérfana de
esos líderes, no solo políticos, que a veces surgen y enamoran a una mayoría.

En medio de una crisis total de partidos y liderazgos, el voto antifujimorista como el más
sólido que aún existe en el país. Un voto que le acaba dando el triunfo a cualquiera que
no sea el fujimorismo. Le daba la victoria, pero eso no gobernabilidad.

La gobernabilidad hace ya años que salió por la ventana del Palacio presidencial. En
cuatro años, Perú ha tenido seis presidentes. Todos acabaron en una lucha encarnada
con el Congreso, que generalmente acabó devorándolos.

DESARROLLO

INESTABILIDAD Y CRISIS

Tras la renuncia de Fujimori a la Presidencia y el Gobierno de transición de Valentín


Paniagua, se sucedieron los mandatos de Alejandro Toledo (2001-2006), el segundo de
Alan García (2006-2011), de Ollanta Humala (2011-2016) y Pedro Pablo Kuczynski (2016-
2018). Estos cuatro expresidentes están imputados por presunta corrupción en el
emblemático caso Odebrecht.

Las turbulencias políticas y sociales se acentuaron en el último quinquenio, cuando se


disolvió el Parlamento y el país tuvo a cuatro gobernantes: a Kuczynski lo reemplazó
Martín Vizcarra, quien fue destituido por el Congreso en medio de una pugna política y
tras desvelarse presuntos sobornos cuando era gobernador regional. Le siguió Manuel
Merino, que solo duró cinco días en el Gobierno, antes de que tomara las riendas
Francisco Sagasti, quien cedió el mando al profesor rural Pedro Castillo.
La política peruana sin duda está sumergida en una espiral de crisis permanente, con
episodios de colisiones entre poderes que se repiten, aunque los elencos cambien. La
volatilidad de los actores, la vorágine de reformas normativas y los efectos de la crisis
pandémica, hacen difícil la tarea de seguir analíticamente los eventos políticos de un país
sin estructuras partidarias. La corrupción es un mal que ha azotado los países de
Latinoamérica, y Perú no ha sido la excepción, nuestro país sigue siendo uno de los más
afectados por la corrupción política y social.

En esa pelea entre los dos poderes están ahora la presidenta y el Congreso, mientras el
el Perú llora a sus muertos y la violencia se mantiene en muchas regiones, incluidas las
calles del centro de Lima. Eso supondría que el Gobierno y los congresistas se
mantendrían en sus cargos 20 meses más. El Congreso, con menos de un 7% de
aprobación, se dedica a votar proyectos de elecciones con la certeza de que no van a
salir adelante. La gente quiere elecciones, pero cuando se le pregunta por quién votaría
un porcentaje mayor al 70% dice que por ninguno.

La presidenta Boluarte, que llegó el 7 de diciembre con intención de acabar el mandato en


2026, es muy consciente ya de la inviabilidad del proyecto. Su conexión con la ciudadanía
se reduce desde hace dos meses a discursos televisados que ofrece de vez en cuando.
Hace un par de semanas prometió que se castigará a “los malos” ciudadanos que
generan el caos.

La herida abierta que dejaron los años 80 en la sociedad peruana, con el terrorismo de
Sendero Luminoso, aún no cicatriza. Es habitual que cualquier manifestación o demanda
social que lleve su lucha a la calle sea considerada un acto violento. A los manifestantes
se les acusa de terroristas y de estar dirigidos por grupos criminales o por los restos de
Sendero Luminoso.

Toda esa desigualdad sigue alimentando la ira en las calles. A la que se suma el desdén
de los congresistas, que se niegan a dar un respiro a la crisis convocando elecciones
cuanto antes. Los mensajes de la presidenta, que minimiza la mayor crisis del país en una
década fabulando con que los buenos peruanos que quieren la paz son más que los
“malos” que están incendiando el país.
 La economía encadena tres décadas de crecimiento y en medio de datos
alentadores surge un nombre que se repite en todas partes como el mago de las
finanzas, el director del banco central, Julio Velarde, que asumió el cargo en 2006.
 Ni un solo presidente del país, y han pasado muchos, se ha atrevido a moverle la
silla, ni siquiera Castillo.
 El banco ha logrado mantener un equilibro fiscal y se ha centrado en sostener el
valor del sol peruano.

CONCLUSIONES
Ese proceso ha visto al Gobierno y Congreso capturado en forma sucesiva por distintos
liderazgos que, además de corrosivos por mérito propio en varias de las situaciones, han
sido en forma regular receptores de acusaciones de corrupción. La crisis no es más que
otro paso en un sistema institucional que difícilmente puede considerarse estable, y no
existe nada que permita ser optimista en relación con su estabilidad futura.

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