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La última bala

Nicolás Asís Gutierréz

(Felicia está sentada en su cuarto viendo un arma encima de la mesa,

pensando en tomar la decisión de acabar con su vida. Es de noche).

Felicia: Hace ya mucho tiempo que lo perdí todo.

(Felicia toma el arma y se apunta en la barbilla, fija su mirada arriba cómo si

estuviera diciendo una plegaria, cuando va a tirar del gatillo, entra otra mujer

por la puerta, tiene sus mismas características físicas. Felicia y su otro yo se

miran, se reconocen)

Su otro yo: Por lo que veo, ya has tomado una decisión. Un arma en mano ¿es lo

que quieres?

Felicia: También lo deseas ¿o no es así? adelante, solo faltas tu por decirlo.

Su otro yo: (Con sarcasmo) Bien. Me quiero morir ¿eso es lo que querias oir? los

llantos de una niña triste que no puede con su vida, por favor eres más que eso y no

lo sabes.

Felicia: Morir, vivir, morir, vivir. morir..Yo muero, tú vives, así serás feliz
Su otro yo: (Cansada de sí misma) deja de decir ya estupideces ¿no ves lo que

causarás? no solo te harás daño a ti. Te crees tan pequeña para el mundo que no te

das cuenta que debes ser grande para ti.

Felicia: (acercándose a Su otro yo) Mírate, eres alta, bella, sonríes poco, ríes

mucho, pero no eres lo que eres, ni lo que quieres ser.

Su otro yo: (Pensativa y sarcástica) No eres lo que eres, tampoco lo que quieres

ser ¿entonces que representa todo esto?

Felicia: La vida, así de simple, tan rosa unos días tan roja otros

Su otro yo: (enojada)Tu actitud, tu actitud, TU ACTITUD, ¡DESPIERTA!

Felicia: (en un estado de mareo y confusión vuelve a su silla. Quejándose):

¿Ah? ¿Qué dices? (Corrigiéndose) ¿qué digo?

Su otro yo: Noches y días, lluvias y soles, agua y sequía ¿recuerdas?

Felicia: (sigue con mareo y confusión. Declamativa) cada día, hora, minuto y

segundo era una lucha en la que cualquiera pudo fallecer, pero no lo hice por verte

brillar. Era un poema que escribí, pero... nunca lo leí.

Su otro yo: Fue muy tarde para ella, pero no para ti.

Felicia: ¿Qué quieres decir?

Su otro yo: ni apunto de morir puedes escuchar.

Felicia: (enojada y triste) ¿Escuchar que? ¿qué? déjame en paz, quiero paz, es

tarde, es muy tarde para lamentos, tristezas, promesas, palabras al viento (Pausa)

poemas...

Su otro yo: Es tarde.


Felicia: Es tarde.

Su otro yo: ¿Recuerdas las primeras líneas?

Felicia: Es tarde.

Su otro yo: (Con dureza) ¿Recuerdas?

Felicia: La familia estaba con la intriga, iba a ser la primera y la última en nacer, no

esperaban nada y a la vez todo de ti, (Interpretando a su madre) no sé qué sentías

cuando estabas en mis brazos.

Su otro yo: Sigue…

Felicia: pero sí estaba segura de algo, que sería tu ángel de la guarda y tú mi amor

eterno (Pausa y tratando de evadir sus sentimientos. A su otro yo) ¿qué quieres

de mi?

Su otro yo: ¡Escucha! ¡escuchate! (Pausa) Sigue.

Felicia: (Continúa la interpretación de su madre) Ver tu fragilidad ante este

nuevo mundo me recordó el cristal que soy y no debía romperme.

Su otro yo: ¿qué piensas?

Felicia: Que deberías morir

Su otro yo: ¿Qué piensas?

Felicia: Qué solo hay una bala, debo ser precisa

Su otro yo: ¿Qué piensas?

Ambas: (en voz baja) ¿Qué piensas?


Felicia: (Convenciéndose y casi a punto de explotar) No sé, no sé, no sé, no sé,

no sé, NO SÉ.

Su otro yo (Convenciendose a sí misma) No sé, no sé, no sé, no sé, no sé

(Pausa) ¡Si! si lo sabes, escucha, ESCUCHA.

Felicia: (enojada) ¿pero que quieres? (Pausa) ¿qué quieres?

Su otro yo: Que digas la última línea.

Felicia: (Declamativa) Hoy no he parado de crecer, y tú tampoco, hoy no he parado

por ti (Pausa) y tú tampoco.

SILENCIO.

Felicia: ¿Por qué?

Su otro yo: ¿Por qué?

Felicia: No puedo evitarlo.

Su otro yo: Ella no pudo evitarlo.

Felicia: (A Su otro yo) Tu tampoco podrás evitarlo.

Su otro yo: Al menos lo estoy intentando, lo estás intentando.

Felicia: Noooo.

Su otro yo: Lamento que tus palabras no hayan sido suficientes para ella, pero lo

serán para ti. La viste ¿verdad?

Felicia: …
Su otro yo: (alterada) ¡La viste! con el mismo silencio en que estás ahora. Ella

sonrió, no por ella, sino por ti, porque sabía que tú harías lo que ella ni nadie en la

familia pudo hacer (Pausa) Aceptalo, no está en ti.

Felicia: Tampoco en mamá, o eso creía.

Su otro yo: No es parte de ti (Pausa) No eres tu.

SILENCIO

Su otro yo: No la pudiste escuchar, pero sabes muy bien lo quería decir, lo

entendiste todo cuando abrió por última vez los ojos.

Felicia: (Explota) ¡Nooo! no pude hacer nada (Pausa) nada.

Su otro yo: Pero aún puedes evitar lo que parece inevitable, lo que mamá quería e

intentó hasta el final contigo. Somos quienes elegimos ser.

SILENCIO

Ambas: Hoy ya hace un tiempo lo perdí todo.

(Su otro yo desaparece con una sonrisa, haciendo notar que logró salvarse a

sí misma. Felicia toma el arma, apunta bajo su mentón, cuando está apunto
apretar el gatillo, despierta de su estado de ensoñación y lucha, se da cuenta

que tiene el arma en su mano, la pone en la mesa)

Felicia: Todo lo que representaba el amor, mi familia, amigos, yo misma. En mi

sangre estaba todo lo que representaba dolor para mi familia y que una vez más se

repetiría, pero en esta ocasión terminando conmigo. Por tanto tiempo evite lo que no

quería ser, que olvide lo que realmente soy y quiero para mi. Mi abuela, mis tíos,

tías y por último mi madre, cada una y uno de ellos luchó hasta el final, pero cada

uno cayó ante su deseo; Un cuchillo, una cama de hospital, un edificio, un puente,

unas pastillas, un arma (Pausa. Mira el arma) era lo único que conocía de mi

pasado y lo que significaba mi destino. Mi madre en la cama de un hospital intentó

decirme algo, pero no entendí, solo sé que fui la única persona con la que ella tuvo

la voluntad suficiente para abrir los ojos antes de partir, supongo que poseía más

fuerza de la que yo podré tener. Después de ahí...fue inevitable caer. Me enojé tanto

conmigo que no soportaba nada más, ni mis últimos sonetos que decían todo lo que

quería, pero nunca hablaron con quien deseaba que los escuchara. Me vi reflejada

en ella, no por lo que suponía sería mi final, sino por su último regalo al abrir sus

ojos y decirme...

(Toma el arma de la mesa, la observa, la atmósfera se vuelve tensionante,

cuando parece que se va dispara a sí misma, cambia de dirección el brazo

donde sujeta el arma y dispara liberándose, Suena requiem en D menor de

Mozart)

Felicia: Así es, esta soy yo.

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