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En algunos países que se rigen por las directrices de esta familia jurídica se toma en
cuenta la compilación jurisprudencial a los fines de una mayor aplicación del derecho,
aunque la jurisprudencia de la corte de casación de Francia ejerce una considerable
influencia en los diferentes países cuyas normas jurídicas tienen raíces francesas.
Por otro lado, tomando en cuenta la preeminencia de la ley, los jueces siguen sumisos a
esta y en la mayoría de los países de esta familia jurídica, los jueces apoyan sus
decisiones en el texto legal y el papel de la jurisprudencia se disimula siempre en una
interpretación de la ley. Los jueces persisten en su actitud de sumisión a la ley, aunque
hagan uso de la jurisprudencia.
Por otro lado, existen las jurisdicciones de excepción, las cuales tienen competencia
especiales y muy variadas, ejemplo El Juzgado De Paz, Juzgado De Transito, Tribunal De
Tierras, Tribunal Laboral, Tribunal Contencioso Administrativo, Tribunal De Medio
Ambiente, etc.
La función de La Suprema Corte De Justicia varia de un estado o país a otro, puede ser
que en un país o estado esta tenga una función de casación y se encuentre impedida de
resolver el fondo de las controversias.
Hay países que no cuentan con tribunales administrativos, tal es el caso de Dinamarca,
Noruega y Japón, Argentina, Brasil, Chile, Perú y Venezuela, sin embargo en Francia y
Republica Dominicana se establece que los tribunales del orden judicial no pueden
juzgar actos de la administración pública que estén sujetos a las normas relacionadas
con la competencia de los tribunales administrativos y contenciosos.
Los jueces en los países de La Familia Romano-Germánica son por lo regular juristas que 2
dedican todo su tiempo a su función de juez. En relación a este aspecto se abandonó la
tradición romana ya que generalmente en Roma, ni los juzgadores, ni los pretores eran
juristas. Los jueces son electos generalmente de forma vitalicia y el privilegio de su
inamovilidad constituye una de las garantías fundamentales de su independencia. De
manera muy general en todos los países de La Familia Romano-Germánica la función
judicial da lugar a una carrera.
En algunos estados, el legislador tuvo que intervenir para condenar esta práctica y
prohibir a los jueces referirse a la opinión de los doctores para justificar sus decisiones,
las cuales debían fundarse, ante la falta de leyes, en la razón.
Esta misma evolución se reprodujo en 1769 en Portugal cuando una ley promulgada por
el marqués, liberó a los jueces de la estricta obligación de apegarse a las opiniones de
los doctrinarios, según las reglas prescritas por las Ordenanzas.
Desde hacía seis siglos, en las universidades se enseñaban un derecho que exponían 3
como un modelo de justicia. Se necesitó de mucha paciencia para lograr que los juristas
se compenetraran con esa idea. A partir de ese momento y convencidos de la excelencia
de este modelo, consideraban que los derechos locales eran tan sólo una supervivencia
arcaica de un pasado oscurantista, al lado del derecho-modelo de las universidades.
Las interrogantes que formulaban eran totalmente válidas: “¿Por qué, bajo la influencia
de la razón que desde ahora resplandecía y se gobernaba al mundo, no podía acceder a
la etapa decisiva que se imponía tan claramente después de tanto esperar?” y “¿Por qué
no convertir el derecho modelo de las universidades, complementado y afinado por la
Escuela del derecho natural, el derecho “positivo” que se aplicara por la práctica de las
diferentes naciones?
Para que la codificación pudiera responder a esa ambición y tener éxito, era necesario
que dos presupuestos fueran satisfechos. Por una parte era menester que fuera la
obra de un soberano ilustrado que tuviera la voluntad, aún a expensas de los
privilegios del antiguo orden de consagrar los nuevos principios de justicia, libertad y
dignidad del individuo.
Por otra parte, era preciso que la nueva compilación fuese establecida en un gran país
que ejerciera sobre los otros una influencia a la cual no pudieran sustraerse. Si esto es
cierto, la codificación difícilmente pudiera haber tenido mayor éxito y lograr reformar
los fundamentos del sistema de no haberse realizado en las condiciones en que acaeció:
fue precisamente en Francia inmediatamente después de la Revolución y a la que se le
asoció al prestigio de los postulados de 1789 y a la expansión napoleónica.
Estos reproches ameritan algunas precisiones. Importa tener presente que el derecho
enseñado antes del siglo XIX en las universidades no era el derecho que se aplicaba en
la práctica. Por lo tanto resulta un exceso sostener que la codificación pudo per se
romper la unidad del derecho europeo.
El Código Napoleón tuvo el efecto contrario; sirvió para fortalecer esa unidad. Conviene
agregar que la codificación constituyó un instrumento admirable para la expansión en
Europa y fuera de Europa del sistema de derecho romano germánico. En el análisis se
volverá a insistir en este aspecto al proceder al examen del sistema fuera de su entorno
europeo; pero es importante desde ahora hacer mención de esta observación.
Contrariando la idea que los inspiró, los códigos fomentaron una actitud de positivismo
legislativo, agravada por el nacionalismo. Desde ese momento, para los juristas el
derecho se redujo a su derecho nacional. Se limitaron a sus códigos y dejaron de
considerar que el derecho en su calidad de regla de conducta social es por su misma
naturaleza supranacional.