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Esta Ley hubiera amenazado con privatizar el material genético que han manejado por
años las comunidades y los pueblos originarios, negándoles los derechos a los agricultores
a guardar semillas y utilizarlas en una nueva siembra, y criminalizaba a los campesinos e
indígenas por una práctica de sus saberes ancestrales: la libre circulación de semillas,
porque los campesinos al ser despojados de sus semillas que no hayan sido certificadas
hubieran tenido que comprarlas en una empresa agropecuaria.
Según el grupo Lenca de Honduras: La semilla es algo que tenemos en nuestros hogares
siempre, que es nativo y lo que nos identifica como lencas es el intercambio de semillas.
Ya que si nos falta algo le podemos decir a un vecino o alguien que nos de esas semillas y
así ir expandiendo lo que tenemos en nuestros lugares originarios. Por eso es importante
reactivar la cultura indígena.
Si bien es cierto, una semilla transgénica mejorada comparada con las semillas normales
nos va a producir, pero la mejorada (genéticamente) el hielo la va a consumir si no se
fumiga con el mismo herbicida que la empresa o distribuidor nos esté ofreciendo.
Además de ser un problema para los pueblos originarios y las comunidades, esta ley
también hubiera afectado a los Agro ecólogos de Honduras y a sus intercambios
agroecológicos con las demás comunidades, estos agro ecólogos son los que se dedican al
cultivo, siembra y cosecha de alimentos mediante la agricultura, pero empleando prácticas
que contribuyen a la concientización de la conservación y fertilización de los suelos, la
conexión de los saberes ancestrales con la madre tierra, y la producción de alimentos
orgánicos con la finalidad de cuidar y preservar el medioambiente, Los Agro ecólogos
hacen un análisis con un frasco de semilla, que se llama maíz raque y que tiene por lo
menos unos cien años de vivir en la zona. La diferencia de este maíz con el convencional es
que no se uñeta muy fácil, es decir, que no se pudre.
Esta ley atenta contra nuestra alimentación pues permite la entrada a organismos
genéticamente modificados, es decir, transgénicos, que hasta el día de hoy están
restringidos en el país; además, el control lo tendrá la empresa que vende la semilla, pues
únicamente podremos sembrar semillas compradas en una agroveterinaria, es decir, se
crea una dependencia hacia las empresas productoras de las semillas, así como se haría
dependientes a las tierras de los productos químicos que facilitan la productividad de
estas semillas, consolidando las ganancias económicas para las empresas y el
empobrecimiento del resto de la población.
En resumen, esta ley solo hubiera beneficiado a las empresas agrícolas, en específico la
multinacional de Monsanto, Los cultivos y alimentos transgénicos no están diseñados para
beneficiar al agricultor ni al consumidor, sino a las grandes multinacionales que los
comercializan. La introducción de OMG exacerba los efectos de un modelo industrial de
agricultura basado en los monocultivos (altamente impactantes para el medio ambiente).
Las multinacionales como Monsanto, Syngenta o Bayer, buscan incrementar sus beneficios
en detrimento de los pequeños agricultores, de un modelo sostenible de producción
agraria y de un reparto equitativo de los recursos naturales.