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NOCION DE TEMPORALIDAD PARA EL PSICOANALISIS

Psicología Evolutiva- UNS

Ficha de cátedra-2019

Lic. María Andrea Negrete

"¿Quién podrá explicar con claridad y concisión lo que es el tiempo? ¿Quién podrá comprender
en su pensamiento para poder luego decir sobre él una palabra? Y, sin embargo, nada de nuestro
lenguaje nos es tan conocido y- familiar como él: entendemos muy bien lo que decimos o lo que
nos dicen hablando del tiempo". (San Agustín, Confesiones). Borges, J.L. (1991) lo expresa como
sigue: "el tiempo es un problema esencial. Quiero decir que no podemos prescindir del tiempo.
Nuestra conciencia está continuamente pasando de un estado a otro y ése es el tiempo: la
sucesión ......Es el problema de lo fugitivo: el tiempo pasa".

El concepto del tiempo ha sido motivo de las grandes interrogantes del hombre, ya que, al
relacionarse con los temas de la inmortalidad, la muerte, la eternidad, la trascendencia, entre
otros, ha estado presente en sus producciones intelectuales, ya sea desde el punto de vista
literario, el filosófico o psicológico. A su vez, cada disciplina científica trabaja con una
concepción particular de temporalidad. Desde las primeras formulaciones elaboradas en la
antigua Grecia, hasta el descubrimiento de la teoría de la Relatividad, se lo ha modelado
matemáticamente. La aplicación de estos modelos conllevó la creación de múltiples tecnologías
que posibilitaron su medición, desde los relojes solares hasta el reloj atómico que actualmente
regula la 'hora oficial' mundial.

La representación cultural es la temporalidad de una recta o flecha dirigida del pasado hacia el
futuro y nombrado tiempo cronológico. Es el tiempo del reloj, real e irreversible.

El psicoanálisis, siguiendo los conceptos desarrollados por Freud y Lacan a partir de la


experiencia analítica, propone una concepción de temporalidad en relación con la noción de
inconsciente y la postulación de la sexualidad. Este planteo dará cuenta de una falta de
adecuación evidente entre el tiempo cronológico y la experiencia subjetiva que se tiene de él.
Esta inadecuación se expresa a través de diferentes modalidades y condiciones de la
experiencia, el modo en que “se vive o siente” y modulan el tiempo en la que ésta se despliega:
rodeo, prisa, momento, instante, aceleración, urgencia, postergación. ¿de qué experiencia se
trata para el sujeto? La experiencia es la forma más particular por la que el sujeto transita por
su vida, tiene que ver con su relación con el Otro y conforma una temporalidad propia, singular
e íntima que no condice con el fluir temporal de la cronología. Es el tiempo de la experiencia
psíquica del sujeto, de la vivencia, que se centra en la apropiación personal de la existencia
(tiempo de espera, de rememoración, de reflexión...).

Este tiempo subjetivo según las modalidades del deseo se presenta como: postergado,
insatisfecho y prevenido, que constituyen las formas de aceleración, retención, retardo y huida
en alcanzar el objeto del deseo, del goce y del amor.

El Psicoanálisis caracteriza entonces tres nociones para dar cuenta de la temporalidad:

1)Atemporalidad del inconsciente: el factor temporal no rige para los procesos inconscientes.
El transcurso del tiempo Cronológico no altera nada en ellos (Freud 1915). Sin embargo, la
atemporalidad del inconsciente no remite a un fuera del tiempo, sino a un presente continuo,

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sin frontera temporal, eterno, el deseo inconsciente, propondrá Freud, es indestructible. El
deseo se caracteriza por un rasgo primordial de “insistencia” que indica su conexión con lo real.
Lo que mueve al deseo no es el objeto deseado, sino aquello que Freud descubrió como fijación
de la libido a la satisfacción pulsional, como adhesión a repetir viscosamente un encuentro
imposible.

En el viaje de la vida, el sujeto es animado siempre por diferentes objetos deseables y por el
cálculo que realiza para alcanzarlos. No sabe, “pobre incauto”, que se trata siempre de lo mismo,
y que eso de lo que se trata, es para él incalculable: la repetición inconsciente. Indestructibilidad
entendida como radical insistencia y repetición en ciertas búsquedas. El humano repite sus
formas de satisfacción. La cuestión para el sujeto no es cómo liberarse de lo que se repite sino
cómo transponerlo en herramienta de un saber hacer, cómo poner el goce en obra.

2) A posteriori, resignificación, retroactividad, aprés coup, (nachtraglich). A partir de estos


conceptos Freud ensambla su postulación de la sexualidad infantil como una característica
estructural en el ser humano, desarrollada en dos tiempos: primera infancia y pubertad,
separados por un período de espera, llamado latencia. La retroactividad remite a dos momentos,
uno de los cuales dará sentido, valor traumático al otro. En el segundo acontecimiento se
efectúa un encuentro con lo desconocido, lo imprevisible, es la apertura inducida por el presente
sobre el pasado. Según Freud el primer evento no se comprende cuando sucede, es hasta que
ocurre el segundo evento que el primero cobrará sentido.

El encuentro del niño con la sexualidad resulta traumático en tanto implica un desfasaje entre
su sexualidad y los mensajes que le llegan desde el adulto. La infancia será resignificada a partir
del segundo despertar sexual de la pubertad. Justamente, la pubertad conferirá significación a
aquello infantil que oportunamente no pudo ser elaborado, connotándolo, así como "pasado":
impresiones, huellas, vivencias infantiles modificadas en función de nuevas experiencias de
tiempos presentes. Temporalidad retroactiva que opera no solo sobre las huellas mnémicas sino
también sobre los fantasmas del deseo.
El interés del psicoanálisis está puesto no sobre los acontecimientos o hechos biográficos en la
vida del sujeto, sino sobre el modo en que esos acontecimientos son ordenados desde el
presente por él. Es esta resignificación retroactiva la que confiere sentido y eficacia a la
posibilidad de historización. Pero el hecho que el acento no sea puesto sobre el acontecimiento
vivido sino en el acto de su decir, en el “como” y el “desde dónde” eso se dice, demuestra que
la historización no sigue un curso lineal, que el presente resignifica el pasado y el pasado opera
produciendo efectos en el porvenir.

Justamente la adolescencia constituye lo que podemos nombrar como "segunda escena" a partir
de la cual será resigníficada la sexualidad infantil (primera escena), posibilitándole al
adolescente el armado de una narración sobre sí mismo.

Puede verse que Freud destaca una verdadera torsión en el orden temporal, donde el pasado
se anticipa y lo acaecido después, se inscribe como anterior. La historia no es entonces una
secuencia de acontecimientos pasados. Dice Lacan:" La historia no es el pasado. La historia es el
pasado historizado en el presente porque ha sido vivido en el pasado". (En el análisis) "que el
sujeto reviva, rememore, en el sentido intuitivo de la palabra, no es en sí tan importante. Lo que
cuenta es lo que reconstruye de ellos...Se trata menos de recordar, que de reescribir la historia".

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En este sentido, se hace hincapié en los modos en que serán significados los hechos y el relato
que cada uno efectúe sobre ellos. Son escenas que serán contadas armando engarce en una
historia singular.

Para Freud la intuición del tiempo (su transcurso) es función del sistema consciente, es la
percepción de un instante momentáneo y pasajero. Cuando utilizamos funciones del
preconsciente como la memoria, las representaciones verbales y el pensamiento lógico,
entonces podemos tomar conciencia del transcurrir del tiempo, del antes y el después, de la
secuencia del pasado, presente y futuro como parcelas separadas. Es el tiempo de Cronos, con
su reloj de arena; por tanto, mensurable, secuencial. El presente se corresponde con la
experiencia de la percepción.

3) Tiempo lógico: es un aporte que hace J. Lacan, desarrollando la noción freudiana de a


posteriori, con conceptos de la lógica matemática y la noción de verdad conjetural. En este
sentido Lacan planteará una diferenciación con la concepción freudiana de la atemporalidad
inconsciente: a su entender el problema de la temporalidad no puede ser reducido sólo al
reconocimiento de los efectos de la repetición. El inconsciente para Lacan es algo "con una
extraña temporalidad"(1964) no ancla en “lo pasado”, es futuro: significa, ante todo, lo no
realizado, la posibilidad y aún el empuje hacia su realización. Es un siendo, es a producirse,
entendiendo que será posible captarlo en el discurso. El tiempo de lo inconsciente es el tiempo
de configuración y producción del sujeto en el discurso del momento, engendrando su pasado
como historia.
La atemporalidad freudiana estará para Lacan, vinculada al inconsciente en tanto instituye al
inconsciente como pulsación, que insiste como aspiración insatisfecha y pugna por su
realización. Este carácter pulsátil del inconsciente es acto o es sensible solo transitoriamente,
para ser de nuevo silencio y tendencia al cierre y al olvido. Esta noción de una temporalidad que
emerge en la cadena de los significantes inconscientes y organiza una lógica propia, alude a la
noción de inconsciente como hiancia, apertura y cierre, como retroacción y anticipación.

La tesis del Tiempo Lógico para Lacan habla de la temporalidad en la constitución de una
estructura, donde rigen las sucesiones y articulaciones de posiciones y lugares, que tienen
momentos diferenciables y son singulares en cada individuo. El inconsciente no estaba ni antes
ni después del enunciado, este se actualiza en el mismo acto del decir y como efecto de este
decir surge el sujeto del inconsciente. El cambio en la temporalidad lógica no es visto como
gradual sino como abrupto pasaje de una estructura a otra, un corte que produce lo imprevisto,
provoca sorpresa y emerge la diferencia.

Las dimensiones lógicas en que el tiempo “se hace”, para Lacan son:

a) instante de ver o de la mirada, como encuentro impersonal con lo novedoso, momento


donde se constituye imaginariamente el sujeto, tiempo sujetado al estadio del espejo que
establece la forma en la cual el sujeto es tocado por la otredad.

b) tiempo de comprender, como intuición de la evidencia en la que se incluye lo recíproco en


una cadena de continuidad significante. Constitución del lugar del Otro, tiempo en el que el Yo
no es lo que se sostiene e incluye las imágenes que lo delimitan, supone el establecimiento de
un rasgo o trazo de identificación en el campo del Otro.

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c), como respuesta, como acto. Tiempo en que la acción se sostiene sobre una anticipación
momento de concluir de certidumbre. Es el momento del juicio, de posicionamiento frente a la
diferencia, la otredad, donde se destaca la función de la prisa para concluir. El sujeto oscila entre
ese antes y después del acto con que concluye según la direccionalidad de su deseo. Así el
tiempo funciona para el sujeto como un punto de corte que lo divide entre lo que no alcanzó a
ser y lo que jamás será igual a sí mismo. Entonces desde este punto de vista, la atemporalidad
es solidaria del acontecimiento, entendido como ruptura, quiebre, corte en la continuidad
temporal que desarma los sentidos del presente e impone una reorganización de la realidad.

Estas tres dimensiones de tiempo no son un orden jerarquizado de continuidad psíquica, son
modos de articulación significante, juegos estructurantes móviles sobre un fondo de
atemporalidad. El Ello siempre está ahí.

Bibliografía

Freud, S. Obras Completas, Amorrortu. Buenos Aires

Lacan, J: Los cuatro conceptos fundamentales. Seminario 11. Paidós. Buenos Aires

Lamorgia, O: Los tiempos del fantasma. Letra Viva. Buenos Aires.

Milmaniene, J: El tiempo del Sujeto. Editorial Biblos. Buenos Aires.

Perez, J.F: Tres tesis psicoanalíticas sobre el tiempo. Revista The Wannabe Nª 44.

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