Está en la página 1de 7

Consejos para evitar conflictos

con los jefes


Los conflictos entre jefe o jefa y trabajador son fuente de estrese y muchos dolores de cabeza
en el día a día laboral. La mayoría de las veces los problemas son generados por diferencias
tales como remuneración, productividad, conciliación de la vida laboral y familiar y las
condiciones generales de trabajo.

No obstante, otra fuente de conflictos con nuestros jefes es cuando deseamos participar en los
procesos de toma de decisiones que pueden afectarnos directa o indirectamente y no nos hacen
caso. Muchas veces, el trabajador acaba asumiendo el papel de víctima subordinado a los
deseos y caprichos de los jefes líderes.

El jefe que administra bien los conflictos en la empresa debe ser una persona siempre presente,
siempre disponible, ha de saber escuchar y ha de estar dispuesto a formar (e informar)
permanentemente a sus subordinados, de cara a que sea una persona cercana y razonable. Si no
hay esta comunicación entre el jefe y los subordinados, no habrá confianza para poderle
plantear los asuntos más difíciles que siempre surgen en el día a día laboral.

Un jefe con futuro debe generar un ambiente tolerante al error, un ambiente confiable que evite
que los trabajadores se sientan intimidados a la hora de actuar.

10 consejos prácticos para evitar conflictos con los jefes


1. No eres el dueño de la verdad. Aprender a valorar la opinión de las personas con más
experiencia. No puedes estar en una disputa eterna de quien tiene la razón, tú o tu jefe.
No se trata de creer que siempre tienes la razón en el trabajo.

2. No maximizar problemas pequeños. Si el problema tiene solución para que


preocuparse. Si el problema no tiene solución, ya está resuelto porque ya no se puede
hacer nada. Los problemas son tan grandes o pequeños como tú desees que sean. En
caso tener algún contratiempo, trate de encontrar soluciones antes de llevar los
problemas a tu jefe. Seguro que el jefe quiere a subordinados que les aporten
soluciones, no una colección de problemas. Contribuya con nuevas ideas.

3. No seas el juez de su lugar de trabajo. No esté juzgando permanentemente a los


demás colegas. Harán lo mismo con Ud.

4. Antes de hablar, piense. No abra la bota y después reflexione sobre la estupidez que
acaba de decir. Hablar con calma le dará la sensatez necesaria para desarmar a su jefe,
la decencia no pelea con nadie.

5. Todos tenemos días malos, sea tanto el jefe como el subordinado. Entienda que si
nosotros tenemos días duros, el jefe también lo tendrá. Hay días que los mejor es estar
callado y alejado.

6. Un buen truco es regalar una pequeña victoria al jefe. A veces es bueno hacerle creer
que ha ganado. Los jefes se quedan contentos, sin embargo la victoria final será suya.

7. No se sienta siempre el ofendido por pequeñas bromas y tonterías. su jefe, es su


JEFE, no es su padre. Y le pagan y exigen para que mande y ejecute bien su trabajo.

8. No hable mal de sus jefes con nadie. Nunca. Ysi se le ocurre hacerlo, que sea con
alguien de fuera y, muy lejos de su empresa. Hay muchos colegas de trabajo muy poco
confiables.

9. Las buenas relaciones entre jefe y subordinado acaban bien si empiezan bien. No
tomes intimidad con tu jefe, háblale de manera educada y digna. Así le enseñara y
marcará la pauta de cómo quiere ser tratado desde un principio de la relación laboral.

10. Si quieres un buen futuro laboral y en paz, repita conmigo: nunca iré a la cama con
mi jefe, nunca iré a la cama con mi jefe, nunca iré a la cama con mi jefe...
Inteligencia emocional aplicada a la
mediación de conflictos.
Desde un punto de vista simple, podemos decir que un conflicto es una
situación en la que dos o más personas no están de acuerdo con el modo
de actuar del otro u otro, y esta situación seguirá  existiendo mientras
ese desacuerdo no se resuelva. El conflicto se genera por
incompatibilidades entre dos o más personas, que a su vez tiene mucho
de desequilibrio emocional. Un conflicto no comienza hasta que se da
una respuesta emocional ante una situación, antes de eso, no se trata
más que de un problema a resolver. Los conflictos están plenamente
ligados a las emociones y en función de lo que las partes involucradas
sientan ante ese suceso, se comportarán de un modo u otro.

El libro Inteligencia Emocional (IE) de Daniel Goleman, dice que, si bien


la mayoría de nosotros pensamos que no tenemos elección sobre cómo
nos sentimos, en realidad, los sentimientos que atribuimos a cualquier
situación son una elección que hacemos nosotros mismos. Lo más
importante para entender los sentimientos es aprender a verlos como
opciones. Es por ello que ante la resolución de un conflicto, podemos
“elegir” adoptar una actitud positiva y abierta y dejar la carga
emocional negativa a un lado, o acometerlo cargados de odio y
animadversión hacia la otra parte, lo que evidentemente hará más
difícil llegar a un acuerdo que satisfaga a los implicados. 
A cualquier situación a la que nos enfrentamos, le atribuimos emociones
de forma natural. Son la situación y las emociones que le asignamos, las
que le dan al evento el significado que tiene para nosotros, y ese
significado es el que va a determinar nuestras acciones, es decir, cómo
nos vamos a comportar ante ese acontecimiento.

Los principales componentes de la inteligencia emocional son el


desarrollo de una conciencia de sí mismo, la capacidad para regular la
propia conducta y pensamientos y  la capacidad de automotivación
después de las vivencias negativas. Estos tres elementos son claves para
el desarrollo de las otras dos competencias: tener respuestas empáticas
hacia los demás seres humanos, y en el desarrollo de habilidades
sociales.

La empatía es nuestra capacidad para conectar con los demás,


comprender sus emociones y sus percepciones y entender su punto de
vista. Es ponernos en los zapatos del otro para comprender como se
siente. La empatía tiene muchos aspectos positivos, ya que facilita la
comunicación y la resolución de problemas, siendo un aspecto clave a
potenciar en las sesiones de mediación. Una de las preguntas que suelo
hacer a las partes cuando vienen muy posicionadas en sus intereses es
que intenten ponerse en los zapatos del otro para descubrir cómo se
siente y poder entrar en sintonía y adoptar una actitud más
colaborativa.

La inteligencia emocional puede aportar un marco valioso a la hora de


formular preguntas a las partes durante las sesiones de mediación. Por
ejemplo, podemos ayudarlos a ubicar en el tiempo la presencia de las
emociones negativas y facilitarles el reconocerlas, empleando las
siguientes preguntas -¿Cuándo comenzaste a sentirte de esta manera?
¿Cómo te sentías antes de que comenzara todo? ¿Cómo te sientes ahora
y cómo te gustaría sentirte acerca de la situación? ¿Cómo han cambiado
tus sentimientos?.  También podemos ayudarlos a analizar cómo se
sienten con respecto a las Personas – ¿cómo te sientes con respecto a
esta persona en esta situación?, ¿cómo te gustaría sentirte hacia esa
persona?, ¿cómo te sientes sobre ti mismo?.

La inteligencia emocional nos dice que cuando las personas se sienten


con bajo estado de ánimo y les cuesta conectar con los demás,
experimentan pensamientos negativos que vienen a su mente con
facilidad, y estos pensamientos negativos provocan emociones
negativas. Nuestra capacidad para tomar decisiones se ve perjudicada
ya que en este estado no podemos pensar con claridad ni ser creativos.
En muchas ocasiones, durante una sesión de mediación, una de las
partes o ambos experimentan un estado de alta agitación que les impide
dialogar, escuchar y mucho menos tomar decisiones.

Podemos utilizar dos formas prácticas para manejar este tipo de


situaciones emocionales. En primer lugar, utilizar el tiempo a su favor.
Cuando las emociones empiezan a elevarse y descontrolarse, invitar a
las partes a tomar un descanso para calmarse, de 15 a 30 minutos y
pedirles que reflexionen sobre lo que esperan de la Mediación, sería el
mejor remedio. Este descanso  permitirá que  las sustancias químicas
que ha segregado el cerebro provocando el estado de ánimo alterado, se
vayan disipando y se produzca un estado de calma, que le va a
posibilitar llegar a acuerdos dónde antes parecía casi imposible.

La segunda manera es hacer preguntas basadas en hechos. Cuando el


mediador ve que una de las partes empieza a angustiarse o alterarse, se
le formula una pregunta basada en el hecho, ¿Cuándo sucedió esto?
¿Cuánto duro?. La intención es focalizar la atención en el hecho y que la
emoción desaparezca. Hay que tener la precaución de no hacerlo antes
de tiempo, de lo contrario la emoción se puede volver a disparar

Los pensamientos en la mente se asocian teniendo en cuenta el


contenido y el estado de ánimo. Le damos sentido a cualquier situación
por los sentimientos que le adjudicamos. Sin embargo, como vimos
antes, nosotros tenemos la opción de elegir esos sentimientos. Para
ayudar a las partes a reflexionar sobre cómo se sienten acerca de una
situación difícil y que entiendan que pueden decidir sentirse mejor al
respecto, podemos plantearles este ejercicio:

Se les plantea una situación relacionada con el asunto que les lleva a
Mediación y se les pide que hagan una declaración del tipo-  
Yo me siento ———- cuando ———- porque ———- y por ello quiero
preguntar ———–. 

En esta primera declaración suelen escribir los enfadados que están y lo


que la otra persona debe de cambiar. Después de escribir este primer
enunciado, les pedimos que decidan de forma deliberada sentirse mejor
ante esa situación y que escriban una segunda declaración.
Normalmente la segunda sentencia suele ser más positiva y les lleva a
un mejor resultado.

Sabemos que el buen humor, los pensamientos positivos, mejoran la


capacidad para pensar de manera más flexible. Si decidimos sentirnos
mejor, vamos a ser capaces de pensar y actuar mejor. El sentido del
humor es parte integral en la búsqueda de una respuesta creativa y
debe de formar parte del proceso de mediación. Cuándo la gente
empieza a reír las soluciones surgen de manera más fluida.

Para concluir, aludimos a  los beneficios que nos aporta la Inteligencia


emocional para ayudar a las personas a sentirse mejor  y a manejar sus
emociones de forma inteligente, facilitándoles trabajar juntos de forma
eficaz en la búsqueda de una solución a su conflicto. Ser consciente de
estos sencillos conceptos alrededor de la Inteligencia Emocional, nos va
a facilitar  alcanzar mejores resultados en el manejo de las emociones
intensas que en la mayoría de las ocasiones salen a relucir durante el
proceso de mediación.

La manera que vemos el problema es el problema, Stephen R. Covey

También podría gustarte