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PEDRO DE MENA : MAGDALENA

El tema de la escultura es de tipo religioso.


Se trata de María Magdalena haciendo penitencia puesto que había sido
una prostituta que abandona esa vida tras conocer a Cristo, arrepintiéndose
de su pasado y convirtiéndose en ermitaña tras la muerte de Jesús.
Se recuerda así al espectador la importancia que tiene hacer penitencia
para cualquier pecador que quiera merecer el reino de los Cielos. Con esto
pretende transmitir un mensaje didáctico a los fieles cristianos y a su vez
de propaganda por parte de la Iglesia (el Concilio de Trento insistía en la
penitencia, la confesión y la Eucaristía como dogmas básicos para los
católicos), aunque como ya vimos en el Éxtasis de Santa Tersa de Bernini,
esto no excluye el empleo de cierto erotismo para acercarse a los fieles de
una forma sensitiva.
Es una escultura exenta, de bulto redondo, ya que puedes dar la vuelta
alrededor de la figura, e individual.
El material empleado es típicamente español pues se trata de una talla
en madera policromada. La superficie es lisa en el rostro y en las manos
mientras que el vestido y el pelo es rugosa e incluso áspera.

La composición es abierta, con varios puntos de vista, por lo que el


espectador interactúa con la figura pudiendo observarla desde diferentes
puntos.
Es asimétrica y dinámica, expresando el movimiento (aunque un tanto
limitado) por medio de los escorzos y las diagonales que hace la propia
escultura con el cuerpo y el largo crucifijo; incluso con el movimiento del
pelo.
La luz influye de manera que crea contrastes de luz y sombra para dar
mayor realismo a la figura y expresividad, con ciertos lugares como el
rostro donde la luz parece que resbala pero a su vez crea claroscuros que
marcan la expresión de la figura.
.

La figura es idealizada
pero con una fuerte expresividad conseguida a través de los gestos
(mirada a la cruz, mano sobre el pecho, postura corporal...) o los postizos
como el vestido, la cruz o la cuerda que lleva atada.
El canon es esbelto y la posición en escorzo que consigue por medio de la
cruz y el brazo.
Con una gran expresividad refleja el dolor y la pena con un gran contraste
de luz en el rostro, en especial en los párpados y en las arrugas de la frente.
A este autor le interesan claramente las texturas, la aspereza del vestido y
la superficie lisa del rostro, creando a su vez una gran contraposición y
expresividad a la figura.
La obra pertenece al barroco español (siglo XVII) como se puede
observar en el material de la escultura (una talla en madera) tan típica del
arte español, en la fuerte expresión de la figura, ya que se busca avivar el
fervor religioso de los fieles a través del arte y en el empleo de los postizos
(la cruz) dando ese sentido teatral propio del arte barroco Esta obra se
realiza con una intención religiosa debido a la Contrarreforma que marca
el siglo XVI-XVII (división entre católicos y protestantes) y esa intención de
propaganda de la Iglesia para atraer a los fieles a través de los sentimientos
y emociones (como ya hacía Caravaggio en la pintura)
Su comitente es la orden religiosa de los jesuitas, de suma importancia
debido al Concilio de Trento y con esto la Contrarreforma que encargaban
la obra con una intención pública, es decir, para que todos los fieles
pudiesen verla y que la Iglesia pudiese llegar a todo el pueblo.
El artista, Pedro de Mena, perteneciente a la escuela andaluza de Granada
y educado en el taller del Alonso Cano, tiene escasa libertad a la hora de
crear pues en el barroco el artista, a diferencia del arte renacentista, se
considera como un engranaje más de la Iglesia.
.

En Pedro de Mena influye su


maestro, Alonso Cano, con la idealización de los rostros y la escuela
castellana con Gregorio Fernández del que recoge la expresividad con
los gestos (a través de su padre, Alonso de Mena). Además como
antecedente lejano se puede hablar del renacentista español Juan
de Juni, recogiendo Pedro de Mena el fuerte realismo que
expresaba el renacentista en sus obras

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