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COMUNALIDAD Y FIESTA.

Jaime Martínez Luna 2019.

Vivir tiene sentido, ¿cuá l ese sentido ? Pues vivir. Pero la


vida tiene movimiento permanente, y no se mueve en
una sola orientació n, digamos en línea recta, sino que
puede ir a lo ancho que pueda girar su movimiento. Si la
tierra es redonda, la vida será cíclica, y si en cada
momento se va acumulando experiencia, la vida será una
espiral sin fin.
El movimiento vivencial puede estar integrado de cuatro
pasos, dimensiones, pilares, o lo que se quiera entender.
El donde está s, con quien está s, que haces, y qué logras
con tu hacer. A lo anterior hemos llamado faces o pilares
de la Comunalidad.
Diríamos que Comunalidad no tiene una definició n
específica, y lo que se señ ala son simplemente momentos
o pautas de reflexió n, que nos ayudan a entender la vida.
Podríamos decir, que son espacios del ciclo de vida.
Territorio, habitantes, quehaceres y celebraciones sería
otro modo de enunciar esos pilares. En sus orígenes,
Comunalidad se nombró como territorio, gente, trabajo y
fiesta, éstas denominaciones pueden modificarse segú n
el contexto o el fin que tenga su exposició n, pero siempre
se referirá a lugar donde se realiza un hecho, las
personas que lo realizan, el hecho mismo y los efectos o
resultados que obtiene.
Cultura se ha entendido generalmente como el resultado
de la acció n realizada por un habitante, quien realiza su
labor en un lugar determinado. Como puede observarse
toda cultura manifiesta esos cuatro elementos. Sin
embargo, la cultura ha sido un producto manejado dentro
de una ló gica hegemonizada por el poder, colonizadora,
por lo mismo poco ú til para explicar la naturaleza de la
vida. Es por ello, que todo modo de vida es cultura, y es
en ese sentido, que cuando hablemos de cultura,
estaremos hablando de modos de vida.
Una prá ctica cultural, será una prá ctica de vida, y en
Oaxaca, por su conformació n, el modo de vida imperante
es el comunitario. Lo explica su geografía, y su resultado,
de elevada Comunalidad, frente a la permanente presió n
del modelo de vida hegemó nica individual.

Filosofía de una prá ctica de vida.

Si vivir, tiene como sentido, el vivir, la vivencia estará


necesariamente conformada de los cuatro elementos que
ya se señ alaron. Sin embargo, debemos comprender que
no es lo mismo ver un modo de vida, que vivirlo. Es decir,
que cuando observamos el modo de vida del otro,
hacemos una interpretació n de lo que observamos, desde
ese momento nuestra interpretació n es desde el poder, si
tu eres quien categoriza lo que el otro hace, y no lo hace
el mismo que lo hace. A ello se debe, que la llamada
“cultura” segú n la mirada de una antropó logo, o
simplemente de un turista, reflejara el resultado de todo
hecho vivencial, no profundizará en las razones que
habitan en el productor de su propia vida.
Dicho de otra manera, el Investigador, o el visitante,
interpretaran desde el poder, desde una mirada ajena,
por lo mismo llamará cultura al resultado que salta a la
vista: la lengua, el vestido, la comida, la danza, la mú sica,
la habitació n, el arte, etc. Y si bien, lo que observa es
resultado de una prá ctica de vida, no comprenderá la
profundidad de la prá ctica de vida simplemente porque
no la vive.
La otra visió n es de quien la vive, pero en la mayoría de
los casos, como la vive, no da cuenta de todos los
elementos que integran su propia acció n de vida. Los
lleva en su conciencia pero no la expone dentro de si,
como un razonamiento explícito.
El ordenamiento de una prá ctica de vida por el que la
vive, supone un privilegio, que coquetea con el poder, en
la medida que en cierto modo logra una cierta separació n
del hecho mismo. Sin embargo, dado que lo hace el que lo
vive, se ubica má s en una compartencia consciente.
Ese es quizá s el papel que ha de jugar un gestor cultural,
llamado así por la academia fundada en el poder, que
labora en la comunidad o regió n de la que es originario.

Reconocimiento de la prá ctica de vida.

La vida es una acció n. Todo ser vivo tiene movimiento. Y


todo movimiento lo conduce a un resultado. Todo
resultado tiene alguien que lo trabaja en un sitio preciso.
Como tal, reconocer las prá ctica de vida, es reconocer el
modo de vida en cada lugar.
Esto se observa en cuestiones bá sicas, y todas responden
a la necesidad de vivir. El cultivo de cualquier elemento
alimenticio, así se realice dentro del hogar o fuera de él,
tiene un procedimiento y obtiene un resultado. Como
también se realiza en un lugar especifico y hay alguien
quien lo realiza.
Un campesino se llama así, porque trabaja el campo, para
resolver su necesidad de alimentarse, o sea de vivir. Pero
es distinto de un agricultor, quien también trabaja el
campo pero no para resolver su necesidad, sino para
producir un resultado que ha de vender, que ha de lanzar
al mercado, sin tomar en cuenta quien va a consumir su
producto. De ahí, que en el trabajo campesino y en el de
un agricultor, se observan diferencias de lo que significa
para ellos, la tierra, el suelo. Mientras en el primero cubre
su necesidad, para el segundo, es un bien para la
producció n.
En ambos casos se obtienen productos, pero en ambos el
ciclo se cierra con una celebració n, que puede ser una
simple satisfacció n o bien una fiesta, o simplemente el
crecimiento de un capital que ha de ser reinvertido en
ciclos interminables, que no ameritan una celebració n.
Esto mismo lo podemos observar en la elaboració n de la
comida. En la elaboració n del vestido, y en muchas
acciones que dependen del suelo que se pise.
En resumen toda acció n de vida, integra un modo de vida
que obedece a una visió n, a una formació n que se obtiene
primariamente del lugar en donde se ejecuta la acció n.
Al señ alar las contradicciones que se dan en las
pretensiones y que se concretan en el modo de vida,
responde a dar por enterado, que se vive un modelo de
vida, que no es totalmente nuestro, ni natural. Que
tenemos encima la ló gica del mercado la que a su vez,
responde a una ló gica de poder, y que se instrumenta
gracias a la propiedad. Esta visió n existe en Oaxaca desde
la invasió n Europea, de ahí que la veamos, en diversos
grados, existir en las comunidades Oaxaqueñ as má s
recó nditas. Sin embargo, debemos felicitarnos, porque
debido a la geografía, el razonamiento colonial no ha
podido exterminar la ló gica de vida que hace prevalecer
vivir en comunidad.
Entender y comprender esta situació n contradictoria, nos
permite saber hasta que grado prevalece lo propio, frente
a lo ajeno en la vida Oaxaqueñ a. O sea, nos permite
vislumbrar, cuales son las prá cticas de vida, que son
naturales, y cuales aquellas que só lo responden a
intereses ajenos, de lo cuales, ni el suelo, ni la gente de la
comunidad se beneficia, má s bien los beneficios salen
fuera.

¿Pero, que es la fiesta?

La fiesta es el resultado de muchas prá cticas de vida. La


banda de mú sica, ensaya cotidianamente en distintos
momentos para expresar lo mejor de su labor en la fiesta
principal. Pero la banda tiene una escoleta o un lugar en
el que practica, o ensaya. Está integrado de determinados
elementos, que a su vez tiene como especialidad cierto
instrumento. Su labor radica en integrar la sonoridad
escogida o deseada por su director, quien integra las
piezas musicales que han de ejecutarse, y al ú ltimo, la
realizació n de su mú sica es la fiesta misma.
Los danzantes también, tiene temporalidad para ejercitar
su danza, decide un lugar para hacerlo, y se dan a la tarea
de confeccionar o pedir que le hagan, la vestimenta que
va a mostrase el día de la fiesta. Cada ensayo es una
prá ctica de vida como lo es en la banda también, en la
que obtienen un resultado encaminado a la fiesta general.
Lo mismo observamos en cada casa, que sabe a quienes
invitará n a la fiesta y se preparará n incluso por los que
siempre o por casualidad asistirá n a la fiesta. Lo obtenido
en el campo será contemplado para contener las viandas
posible, de acuerdo a la geografía propia del lugar, y del
nú mero de comensales. Pues no es lo mismo, una fiesta
de bautizo, que una fiesta de cumpleañ os, o bien una
fiesta del Santo Patró n.
No se diga la labor de un Mayordomo, o el de una
comisió n nombrada por la propia comunidad.
Dependiendo de la comunidad, de la regió n, de la
historia, la intensidad, la complejidad, la responsabilidad,
de la fiesta la carga un determinado nú mero de
habitantes. En Oaxaca, la fiesta la hace y la vive toda la
comunidad, independientemente de quien sea el
responsable, cada familia aporta algo para la celebració n,
lo que fortalece el tejido comunitario, y eterniza su
compromiso vivencial.
Visto de ésta manera, la fiesta es un cú mulo de procesos
de acció n y de resultados, que se exponen y en la mayoría
de los casos, son lo identificable de aquella comunidad en
concreto, a la vista de los investigadores y visitantes.
Es así, como puede observarse multiplicidad de
celebraciones, en gran parte vestidas de catolicismo, pero
en substancia, reverenciando a sus entidades sagradas
como son los tiempos, la naturaleza, etc.
Bá sicamente, la fiesta es la exposició n de resultados de
mú ltiples procesos de vida, pero que también significan
la renovació n de la energía comunitaria, un mecanismo
para resistir los embates sistemá ticos que enfrenta la
comunidad, ante, políticas ajenas, antes la ló gica
mercantil que lacera la compartencia de la vida, la
individualidad, o el egoísmo, que separa y debilita todo
tipo de esfuerzo, ante todo aquello que no es decisió n
interna y que le desgasta, que la amenaza con destruirla.
Es por ello, que vivir, haciendo la fiesta, es regenerar a la
propia comunidad, es Re-crearla. Por ello, la fiesta se
torna en un evento sagrado para la comunidad, y su
hechura responde, al observarla, a toda una
Comunalidad, como actitud comunitaria.

La fiesta pilar de la Comunalidad.

Si Comunalidad, es lo contrario a la individualidad, lo


contrario a la privacidad, por lo tanto la fiesta es comunal
y pú blica. Es el lo que cierra todo ciclo vivencial, la labor
de un día se festeja descansando, lo obtenido en un día o
es satisfacció n, alegría, o es cansancio, enojo o tristeza.
Algo se obtiene al vivir y si la vida es movimiento, la
fiesta es un resultado en movimiento.
Pero la fiesta no está se parada de lo que se hace, incluso
podría decirse que la fiesta es un fin vivencial, porque
entonces se vive para gozar, se vive, para compartir, se
vive para celebrar.
En el mundo hegemonizado por el poder, la propiedad y
el mercado, la celebració n implica inversió n,
organizació n vertical, realizació n artificial, decorado
mercantil, musicalidad de mercado, etc. Por lo contrario,
en un contexto regulado por el respeto, el trabajo, y la
reciprocidad, la celebració n es un resultado en
Comunalidad, que se integra de la participació n de todos
de acuerdo a cada contexto y a la decisió n de cada
persona. Se va desde la cuota obligatoria, hasta la
voluntaria. Se da desde la apatía, hasta la entrega
absoluta. La decisió n la toman todos, no un individuo.

Qué se aprende de la fiesta.

En primer lugar se aprende que es un proceso de


vida(aunque se ha dado en llamar Cultura). En segundo
que cada proceso se integra de elementos que explicar la
Comunalidad existente en cada lugar. En tercera, se
valora cada elemento, al que se acerca uno en
profundidad, segú n nuestra afició n específica. El
interesado en la comida podrá observar los pasos que
sigue el conocimiento culinario que se exponga la fiesta.
El interesado en las semillas, integrará su visió n en los
productos expuestos y utilizados en la fiesta. El
interesado en la vegetació n podrá conocer que tanto
conoce la comunidad de su entorno vegetativo. Al que le
guste la danza, estará pendiente de los movimiento
realizados, de la vestimenta utilizada en la danza. El
interesado por la organizació n, vera quien y como
coordina las actividades festivas, la programació n, etc. Y
así, cualquier gestor, de acuerdo a sus pretensiones y
habilidades, podrá participar directamente en la
realizació n del proceso festivo. Eso si, y ya se mencionó ,
no será lo mismo, la simple observació n que su
participació n concreta de cualquier proceso festivo que
le reclame atenció n.

Có mo se define una prá ctica de vida.

Hemos sostenido que la investigació n se queda en la


superficie. Y de lo que es importante es reflexionar, y
ordenar nuestra acció n, acciones que efectivamente
construyen conocimiento. A lo que llegamos con esto, es
que es necesario distinguir los tipos de razonamiento que
percibimos en nuestras acciones, en este caso festivas o
celebrativas. Es decir, existen dos razonamientos
encontrados, que luchan por su realizació n. La primera y
que es la hegemó nica fundada en el ejercicio del poder.
Cierto esto lo vemos con mayor nitidez en la ciudad. Pero
lo encontramos también en las comunidades apartadas, a
donde el mercado apoyado por la educació n y la
comunicació n, generan mayor individualidad. Y el otro
razonamiento fincado en el respeto, el trabajo y la
reciprocidad. Estos razonamientos existen en cada uno
de nosotros, y a la luz de nuestros actos, debemos notar
su diferente racionalidad.
El primero, es bá sicamente liberal y ajeno a nuestro
natural razonamiento. El segundo, que es que nos aporta
la reflexió n de lo que hacemos, es el comunal, es decir, de
la experiencia de hacer todo entre todos, respetado la
diversidad de criterios pero tomando acuerdos que nos
permitan celebrar nuestras acciones. Lo comunal resiste
ante la fuerza de lo liberal que en las dos ú ltimas décadas,
ha enfermado sus procedimientos, volviendo mucho má s
salvaje, sus procederes ante nuestro razonamiento
comunal.
El concientizar las contradicciones que alberga nuestro
razonamiento actual, nos permitirá discernir, nos
permitirá elegir, cual es el razonamiento má s ú til para la
reproducció n de nuestra existencia.
No se trata de estudiar el có mo realizar una prá ctica de
vida, o cultural como se dice, sino el razonamiento que lo
sustenta. Y para ello debemos participar de las acciones,
no quedarnos en la simple observació n.
Que quede claro, no hablamos de investigació n acció n, ni
de investigació n-acció n, ya que estos conceptos siguen
encubriendo la ló gica fundada en el poder, que ve la
realidad separado de ella, que la ve incluso para
transformarla, pero nunca para compartirla.
En otras palabras, un trabajo de campo es para vivirlo y
compartirlo, no para investigar y apoderarse de esa
realidad, que só lo tu llegas a manejar en tu
interpretació n.

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