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Cátedra: TEORÍAS E HISTORIA DEL ARTE

Arte e identidad. Danza y Sucrentinidad

(Ensayo)

Realizado por:

Sonalis del Valle Díaz de González

CI: 8259184

Profesora: ANA MAGDALENA LOPEZ DE UGAS

Cumaná agosto 2020


Arte e identidad. Danza y Sucrentinidad

Las transformaciones y rupturas que han acontecido en los últimos años, nos
enfrentan con desafíos para los cuales es necesario elaborar nuevos conceptos
acerca de las re-definiciones en el campo de las artes. Las artes, como parte
del campo de estudio de las ciencias sociales, también tiene que llegar a
nuevas reconfiguraciones conceptuales, si estas cambian con relación al sujeto
y el objeto de estudio (los individuos, los grupos y la sociedad misma, su
organización, su cultura, sus formas de producción económica, sus
instituciones políticas), se modifican continuamente; por lo tanto, corresponde
plantear una nueva concepción desde las artes, para extender el proceso de
cambio a lo social, a lo político, a lo económico y reconocer que los conceptos
expresados como producción cultural, democracia y otros, han sido
reconstruidos como consecuencia de lo anterior.

Estas consideraciones llevan a los estudiosos de la cultura a la urgencia de


redefinir el discurso de esta área de conocimientos, de expresar una nueva
opción social que permita entender la realidad de lo cultural y orientarla hacia la
construcción de un cómo, por qué, y para qué de esa producción de
conocimientos. La cultura es el campo propicio para trabajar sobre lo que nos
une, porque ella expresa el modo de ser de un pueblo, el modo en que se
relaciona con su entorno, es una construcción histórica, el horizonte simbólico
donde un grupo humano organiza y construye su existencia. Se convierte,
además, en la memoria colectiva que hace posible la comunicación entre los
miembros de una sociedad históricamente ubicada, crea comunidad de
sentidos, permite la adaptación a un entorno natural y da capacidad para
argumentar racionalmente los valores implícitos en la forma prevaleciente de
las relaciones sociales.

Las artes y la cultura son la memoria, son la identidad, el espejo donde se


mira la comunidad para reconocer su pertenencia a un horizonte simbólico
común. Entendido todo esto reflexionar sobre la identidad propia es uno de los
cuestionamientos más profundos a los que se puede enfrentar un ser humano.
La pregunta ¿quién soy?, que inaugura toda inquisición sobre el hombre en
general, no es tema superficial. Siguiendo ese tenor es necesario plantearse
otro cuestionamiento: ¿qué sería de nosotros sin la idea de lo que
significamos en esta vida y quizá seguiremos significando más allá de
nuestra consumación? El reconocimiento es, pues, la confirmación de la
promesa sobre las capacidades, hábitos, talentos y destrezas de su portador;
es entonces el descubrimiento de una nueva dimensión en una realidad ya
establecida. En términos más simples, es el reconocimiento del otro como
nuestro igual. El reconocimiento de lo que somos y lo que significamos genera
dentro de nosotros un sentimiento de pertenencia, de identidad.
La identidad constituye una autopercepción, un auto reconocimiento, una
representación auto asignada desde la perspectiva subjetiva de los actores con
respecto a su ubicación en el espacio social. Somos, independientemente de
nuestras personalidades individuales, identidades colectivas vivas y
cambiantes que se definen en una dinámica cotidiana, día a día por las
interacciones en las cuales nos encontramos inmersos. Por ello, las relaciones
privadas o públicas, ya sean de carácter social, políticas, culturales o
económicas, dentro de un contexto, regional o nacional, dan sentido a lo que
somos y, al mismo tiempo definen nuestro futuro; definen nuestra cultura. Pero,
¿qué es cultura?, es un planteamiento vasto que busca un consenso
conceptual en subsecuentes líneas.

Los términos cultura y arte en nuestro contexto latinoamericano, han sido


considerados como elementos fundamentales en la definición de la realidad
identitaria de esta región Latinoamérica, territorio cargado de una cosmovisión
mágica que la distingue del resto del mundo, cuyo intenso mestizaje cultural ha
dado lugar a países muy diversos y, sin embargo, conectados por una variedad
de tradiciones, costumbres y rasgos idiomáticos que se manifiestan y son
sentidas como latinoamericanas, gracias a sus raíces comunes.

Ahora hablaremos sobre la identidad cultural y la Sucrentinida desde la


danza, como esta expresión artística contribuye y forma un elemento
importante para el enriquecimiento y prolongación en el tiempo de la misma.
Debemos entender que la identidad es el sentido de pertenencia a una
colectividad, a un sector social, a un grupo específico de referencia. Esta
colectividad puede estar por lo general localizada geográficamente, hay
manifestaciones culturales que expresan con mayor intensidad que otras su
sentido de identidad, hecho que la diferencia de otras actividades que son parte
común de la vida cotidiana. Por ejemplo, la danza. La identidad sólo es posible
y puede manifestarse a partir del patrimonio cultural, que existe de antemano y
su existencia es independiente de su reconocimiento o valoración. Es la
sociedad la que a manera de agente activo, configura su patrimonio cultural al
establecer e identificar aquellos elementos que desea valorar y que asume
como propios y los que, de manera natural, se van convirtiendo en el referente
de identidad.

El Estado Sucre fue por milenios tierra de aborígenes, quienes lograron


desarrollar una diversa y extensa cultura como modo de vida propio.
Posiblemente, los primeros habitantes de la región que hoy constituye el
Estado Sucre, fueron elementos humanos provenientes del sur por el Orinoco y
a través de los caños, más caudalosos pudieron penetrar al interior y llegar
hasta el golfo de Cariaco. Otros hicieron su poblamiento siguiendo las rutas
marinas, acampando y estableciéndose en toda la costa, siempre cerca de las
fuentes de agua dulce.
Su cultura como la de todos los proto indios que eran básicamente
buscadores de comida, era rudimentaria; vivían de la caza y de la recolección
de moluscos, y probablemente de la pesca, desconocían la agricultura hasta
que la dedicación a la vida sedentaria los hizo agricultores.

La Cultura Sucrense es una mezcla de tres culturas distintas, la indígena, la


africana y la española. Las dos primeras a su vez tenían culturas diferenciadas
según las tribus, Sucre también se enriqueció por otras corrientes culturales de
origen antillano y europeo en el siglo XIX, en especial de procedencia francesa
y trinitaria.

Gran cantidad de danzas tradicionales se identifican en las diferentes


partes de nuestra tierra, el teatro folklórico y de calle se hizo presente en
nuestras comunidades desde tiempos remotos. En estos bailes y danzas
encontramos elementos característicos de nuestra cultura como son la
interacción de la herencia europea con la herencia indígena, distintos rituales y
creencias se sincretizan en ceremonias y danzas con fines místicos y
recreativos, las comunidades, generación tras generación hacen parte de la
memoria colectiva estas tradicionales danzas. Cada una tiene sus
características, pero entre si guardan la esencia del sucrense mestizo, alegre,
creyente y comunitario.

La sucrentinidad no es una cosa sencilla es decir, sentirse plenamente


identificado con este Estado, su gente, sus costumbres, su historia, su territorio,
no es algo simple en tiempos tan convulsionados y dolorosos como los que
vivimos. La danza un símbolo esencial de nuestra identidad porque ella es
parte del abanico de valores que identifican a una sociedad determinada. La
danza un patrimonio inmaterial porque ella no se toca, no se puede
materializar, pues los bailadores no son la danza, si no sus ejecutantes. Su
materialidad se hace presente a través de ellos, pero ellos no son en sí la
danza, sino los movimientos que producen y por tanto, los movimientos no se
pueden coger con las manos, sino, observar con la vista y disfrutarlos.

Dentro de los aportes que forman la sucrentinidad se encuentran un gran


número de danzas y bailes tradicionales que se identifican en diferentes partes
de nuestra geografía, de acuerdo a sus costumbres, ya que cada región de
nuestro Estado Sucre puede llegar a tener una danza totalmente distinta a las
demás. En esos bailes se encuentran elementos comunes de nuestra cultura
como la interacción de la herencia europea con el legado indígena; donde se
llevan a cabo distintos rituales y creencias que sincretizan en ceremonias con
fines místicos y recreativos. Ejemplo: velorios de Cruz. Entre sus variantes o
géneros, identifica al pueblo en su vivencia, su idiosincrasia, su forma de vida.
Son la viva expresión que conjuga en su música, su baile y su canto: el amor,
la alegría y la esperanza. Muchos hombres y mujeres cultoras de la región
oriental, específicamente del Estado Sucre, mantienen viva nuestra más ricas
expresiones populares lleno de coloridos, músicas, poemas, cantos, bailes
envueltos en un abrigo de mucha alegría.

Es evidente que, para el modelo social venezolano, la danza es una


insustituible fuente de transmisión de valores éticos para acompañar el
crecimiento humano; es el fundamento de su identidad, es decir, su modo
específico de ser y estar en el mundo. Es una identidad en permanente
construcción, que se va modificando de acuerdo a las condiciones históricas
prevalecientes, donde el hombre es protagonista de los procesos de la vida
cotidiana y por ello, un ser humano más pleno, más integral, con un
compromiso ético y solidario en el mundo que le ha tocado vivir.

Los elementos identitarios de la danza en Sucre para la formación de la


identidad danzaría tiene que ser impartida como asignatura en todos los niveles
educativos. Así se ratifica que el proceso de formación inicial requiere la
utilización de las tradiciones danzarías de nuestro Estado, las cuales son muy
ricas en elementos propios, estas danzas tradicionales y desde ellas se puede
trabajar diferentes elementos caracterizadores de la danza en general, como
los gestos, la coreografía, la dramaturgia danzaría, entre otros para la
formación de la identidad danzaría y reforzar la Sucrentinidad a través de la
danza. Son insuficientes las investigaciones en el orden pedagógico respecto a
la inserción de los contenidos de la danza Sucrense en la formación de los
estudiantes en todos los niveles educativos, es urgente entender que las
prácticas artísticas contribuye al desarrollo de la sensibilidad, de la creatividad,
de la comunicación adecuada, manifiesta en un tono de voz, postura y modales
que garanticen buenas relaciones afectivas y la educación del comportamiento
del hombre para su desempeño en la sociedad, en un colectivo determinado, la
educación, mediante y desde las artes, también influye positivamente en la
esfera afectiva de la personalidad. El contacto con la obra artística puede
producir emociones muy placenteras, sentimientos de satisfacción y de otra
índole. Es decir, estados de ánimos satisfactorios y positivos.

Las tradiciones danzarías del Estado Sucre poseen una gran importancia,
pues aportan elementos que caracterizan al nuestro pueblo. Estas, al igual que
el resto de las manifestaciones de la cultura popular, adquieren un carácter
colectivo al ser creadas, asimiladas y trasmitidas como vía de satisfacción de
intereses expresivos de diferentes significados sociales. Conocer las
tradiciones danzarías conlleva la preservación de nuestra identidad como
fuerza de defensa individual y colectiva y genera riquezas espirituales.

La danza como forma de expresión humana, cuya práctica ha sido


universal, tanto en el tiempo como en el espacio, tiene un código de
comunicación formado por un amplio rango de figuraciones sígnicas que se nos
presenta y representa como el lenguaje, por excelencia, del movimiento
corporal humano en un tiempo y espacio determinado. Como parte de la
cultura, es un aspecto más de las necesidades humanas que desarrolla la
sociedad y contribuye a la formación del hombre.

Cada pueblo tiene sus características, sus costumbres, tradiciones, forma


de vida, lenguaje, cultura que lo identifica de otros pueblos. En Sucre tenemos
algunos bailes característicos que nos identifican y nos diferencian del resto de
los Estados de nuestro país y del mundo, tales como: El joropo Sucrense, Los
rituales a la Cruz, las diversiones orientales, los diablos cara de totuma, los
indios rojos de Güiria, la danza fúnebre del Mampulorio y el diablo de Cumaná
por citar algunos.

Sin embargo, falta integralidad en el tratamiento teórico-metodológico de la


identidad danzaría Sucrense que permita la integración de lo cognitivo, afectivo
y actitudinal en todo el proceso formativo del Licenciado en Educación para las
Artes. Este ensayo me ha permitido saber que tenemos la obligación como
docentes de comprender y explicar el papel de la identidad en la formación de
actitudes específicas, capacidades, conocimientos, habilidades y hábitos
necesarios para percibir y comprender el arte en sus más variadas
manifestaciones y condiciones histórico-sociales y estéticas del mundo y, como
actividad creadora del ser humano. Además, me proporcionó una apreciación
general de los beneficios de la práctica de la danza y de los ejercicios físicos
para la salud y el bienestar del ser humano y la ayuda que esta potencia contra
las actividades tóxicas que se practican, así como las características generales
de los bailes más representativos que integran la identidad danzaría en el
Estado Sucre.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Azmitia, O. (2004). Cultura y desarrollo. Revista Trimestral


Latinoamericana.

Briceño-Guerrero, J. M. (1980) ¿Qué es la Filosofía? Barquisimeto,


Venezuela: Fundación Buría. 2007.

Delgado, A. (2000): «La cultura popular y la defensa de la identidad»,


en Colectivo de Autores, Filosofía y Sociedad, tomo II, Editorial Félix
Varela, La Habana

Hart, A. (1986): «Segunda Conferencia Mundial sobre Políticas


Culturales», en Colectivo de Autores, Pensamiento y política cultural
cubanos, Antología, tomo II, Editorial Pueblo y Educación, La Habana.

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