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Corazonares1 desde el Buen Convivir

Sofía Chipana Quispe2

En este compartir intento abordar la realidad de nuestros pueblos indígenas ubicados en las
ciudades y la articulación de las cosmovisiones que no sólo determinan nuestros modos de
ubicarnos en el mundo, sino también que influyen en nuestras acciones. De manera especial
rescato el sentido de la cosmovisión cosmocéntrica que nos orienta a la conciencia de
reconocernos como parte del gran tejido de la vida, desde la que se forjan nuevas relaciones que
dejan brotar la vida digna: Sumak Kausay o Suma Qamaña, que nuestros pueblos indígenas nos
aportan no como una ideología, sino como un modo de vida que tiene que ver con las relaciones
que conllevan el Buen Convivir, que de algún modo están relacionadas con las cosmovisiones
biocéntricas planteadas por los movimientos ecologistas.

Compartiendo desde un pequeño espacio del mundo

Comparto este escrito desde un pequeño Asentamiento Humano de Lima, llamado el Rescate 3, un
barrio como muchos en nuestra Abya Yala4, que surgieron del anhelo de una tierra propia de
las/os que el sistema ha expulsado de sus tierras de origen hacía la centralización de las capitales.
La mayoría de los primeros pobladores del barrio proceden de diversos pueblos andinos del Perú,
así como ellas/os las diversas poblaciones migrantes articularon una identidad propia, que de
algún modo quebró el centralismo “criollo” que sigue los patrones occidentales. Sin embargo, en
esa articulación muchas/os dejaron su identidad ancestral para asumir ciertos patrones culturales
que la cultura dominante se empeña en difundir, hasta que esas poblaciones consideradas “sin
cultura”, asumen la civilización impuesta por el sistema que en cierta medida tienen el objetivo
de la alienación cultural y formar poblaciones acríticas, a fin de generar una conciencia
enajenada.

En las dinámicas sociales anteriormente planteadas, las otras culturas y pueblos no son asumidas
en su dignidad, sino de manera despectiva, valoradas no por lo que son, sino por lo que hacen. Y
para los sectores muchos más académicos son sujetos de estudio: vinculados al folklore,
guardados en los museos como realidades pasadas y no desde el presente de sus presencias y sus
reivindicaciones a favor de la vida, por ello la sociedad peruana en el tiempo de la violencia
armada5 de los 80s a los 90s, vivió ajena a ésa realidad que desarticuló la identidad de muchos
pueblos ubicados en los lugares más pobres de la serranía peruana, hasta que los movimientos
armados llegaron a algunos sectores de las ciudades.

1
Uso este término para plantear que no parto de la razón, sino desde el corazón, espacio donde se acuna la sabiduría,
según la cultura andina.
2
Mujer aymara de Bolivia, que comparte su vida en Perú, es miembro de la Congregación de Religiosas Trinitarias y
de la Comunidad de Teólogas Indígenas de Abya Yala.
3
El barrio es una invasión que se hizo en una ex fábrica de ladrillos hacía los años 70s, por eso le pusieron el nombre
de Rescate, porque decían que habían rescatado su tierra.
4
Palabra Kuna, que asigna nuestro espacio geográfico denominado como América Latina.
5
Se trata de una lucha armada al interior del país entre el movimiento denominado terrorista, Sendero Luminoso y el
ejército peruano, teniendo como centro las poblaciones más empobrecidas.
Por otra parte, el estado peruano como algunos de nuestros países, asumen las políticas
denominadas de “inclusión social”, que en realidad es un nuevo modo de “civilizar” desde los
parámetros monoculturales occidentales denominados como “criollo-mestizo”. Ya que la
categoría mestizo es usado muchas veces para subsumir las otras identidades culturales. De modo
que las políticas de “inclusión social” no asumen las diferencias a fin de dialogar en la
construcción de una sociedad inclusiva en el sentido que nadie quede fuera, de modo que se
pueda establecer una gran comunidad enriquecida por la diferencia, que rompa con la pretensión
de universalizar ciertas verdades desde una perspectiva supra-cultural, que no considera un
proceso real de encuentros, diálogos y debates entre las diferentes culturas y poblaciones
(indígenas, mujeres, homosexuales y otras/os).

Haciendo un salto más cualitativo, esa comunidad inclusiva que no se limita a las personas,
considera la vida de las/os otras/os seres (mares, animales, ríos, montañas, vegetación, etc.), no
porque sea un deber, sino porque compartimos un origen común que nos hermana, y porque
somos parte de una gran red de interrelaciones interdependientes. En ese sentido, los derechos
humanos quedan limitados, por su centralidad en el ser humano y no considerar los derechos de
la Madre Tierra, casa en la que habitamos todas/os las/os seres vivientes.

Parto de esta realidad compleja de la que somos parte las/os que nos reconocemos como
indígenas, ya que la sabiduría de los pueblos indígenas hoy transita en los márgenes de las
ciudades, y poco a poco va dejando de ser necesaria, para asumir otras, por ello en las
poblaciones migrantes, pese a ser herederas de una rica sabiduría del cuidado de la vida, me
atrevería a decir que a la hora de defender la vida de y en la Pachamama, hay poca implicancia,
porque el sistema lamentablemente nos ha enfilado dentro de sus seguidores/as. Pues la lógica es
desarrollar la capacidad de tener, que determina a la persona y le da cierto status, al acercarlo al
sistema del “desarrollo”, ya que las sabidurías de sus pueblos están vinculadas al “sub desarrollo”
y sus espiritualidades consideradas como supersticiones y parte de una religión no oficial. Desde
la alienación cultural, se pierde el horizonte de la dignidad, la plenitud de la vida, lo que
llamamos el Sumak Kasay, y muchas veces hace de sus espacios habitados propensos a la
delincuencia, la violencia, la cultura del “vivo”6, el tráfico de droga, el alcoholismo; esto no
quiere decir que los otros espacios no sean así.

Por otra parte, si hace años estas poblaciones emprendieron grandes luchas, hoy han perdido su
fuerza en las luchas reivindicativas, si ir lejos, en mi barrio la empresa movistar, hizo un trato con
una vecina para instalar una antena, pero lo curioso es que las/os vecinos de ésa cuadra no
protestaron, fueron otras/os las/os que salieron para denunciar y protestar. Es así que los
movimientos sociales barriales hoy están debilitadas, o en algunos casos divididos. Realidad que
también se evidencia en algunas poblaciones indígenas a los que grandes compañías, mineras,
agroforestales, petroleras, y otras, logran persuadir a comunidades a través de la promesa de un
supuesto bienestar.

Por lo tanto, en estas poblaciones habrá muy poca conciencia sobre el cuidado de la tierra, y
menos hablar de ecología, cuando las calles están llenas de basura, lo que hace pensar que en un
ambiente de sobrevivencia cuesta vivir desde la conciencia del cuidado, ya que su vida misma
está descuidada por un sistema político, económico y social, que no considera sus realidades. Y
6
Se denomina cultura del vivo, a las personas que sacan ventaja de todo, sin importar si esto afecte a otras/os. Y se
tiene como una virtud y valor, porque aquel que no es parte de esta dinámica es considerado como tonto.
no sólo eso, sino que estas poblaciones son las más afectadas por la contaminación en todos los
sentidos, los cambios climatológicos, la contaminación ambiental, la contaminación acústica y
por la baja calidad de los alimentos.

En medio de esta realidad de la que soy parte, me invito a revisar la vida, desde ese proceso que
hoy llamamos descolonización, que nos encamina al Buen Vivir, o el Sumak Kausay, o Suma
Qamaña, desde el Buen Convivir, que supone la interrelacionalidad, la comunitariedad, la
reciprocidad, no sólo entre humanos/as, sino con todo lo que llamamos comunidad de vida
(animales, plantas, lagos, mares, montañas, ancestros/as, las diversas personas, las/os espíritus
tutelares y la divinidad). Pero para asumirse como parte de la comunidad de vida, es preciso
revisar desde donde nos ubicamos en el mundo para asumir una consciencia que supera ciertas
visiones centradas en afianzar el poder de unos cuantos.

La tierra es el nido de la vida

En estos tiempos el cuidado de nuestro nido, o casa común, nos desafía a la consciencia de
sentirnos miembros de la gran comunidad de vida, es decir, que somos una hebra dentro del
tejido de la vida. Que amerita la revisión de nuestra cosmovisión, que es el sentido del cómo
vemos y nos ubicamos en el mundo. Se puede decir que no se trata sólo de las creencias, relatos,
símbolos, sino también de los comportamientos que permiten analizar y reconocer la realidad a
partir de la propia existencia. En nuestros tiempos en que nos reconocemos como multiculturales,
podemos plantear diversas cosmovisiones, sin embargo, presentaré de manera muy general, dos
cosmovisiones: la antropocénctrica y la cosmocéntrica.

Planteo estas dos cosmovisiones porque son las que respaldan nuestros comportamientos
concretos. Ya que una cosmovisión, son los lentes que ayudan a interpretar la realidad y a actuar,
pero también y sobre todo ofrece una visión de los asuntos esenciales de la existencia humana, es
decir, trata del sentido de identidad, y la ubicación en el mundo.

En otras palabras, nuestras cosmovisiones determinan los paradigmas que orientan nuestra vida,
por ello me parece pertinente revisar ambas cosmovisiones, la primera porque es la más
cuestionada desde las comunidades ecológicas, feministas e indígenas, por tratarse de una
cosmovisión centrada no en cualquier ser humano, sino aquel que es poseedor de la culturas
dominante que se presenta como “oficial”, y en el ámbito cristiano ha sido asignado como
imagen y semejanza de Dios. Aunque esta cosmovisión se afianzó desde el pensamiento moderno
que presenta a la Tierra, no como el centro, en partes para bien porque nos ayudó a ubicarnos
como parte de la vida de otros planetas, y porque quebró el pensamiento teocrático. Sin embargo,
la racionalización hizo que el cosmos, la naturaleza y todo lo que está relacionado con ella, se
convierta en una material explotado por los seres denominados racionales, algunos humanos
sobre todo varones.

En cambio la cosmovisión cosmocéntrica, asume aquellos otros modos de ver y estar en el


mundo, que tienen como referente el estrecho vínculo e interrelación con el cosmos, que es
mucho más que la simple defensa de la vida que la cosmovisión biocéntrica pueda presentar, se
trata de vincular nuestra “naturaleza humana”, no aislada de la naturaleza de la que provenimos y
de la que somos parte. Este es el legado ancestral que hoy vamos escudriñando desde la memoria
del corazón a fin de desaprender lo que heredamos de la cosmovisión antropocéntrica.
Lo coronaste de gloria y dignidad

En este apartado no se pretende presentar la cosmovisión antropocéntrica de manera detallada,


sino lo que supuso y lo que supone hoy esta cosmovisión que de algún modo es la más asumida
por nuestro vínculo con la cultura “occidental” y patriarcal, tal como lo presenté en la primera
parte. Para nuestros pueblos indígenas vinculados a las sabidurías ancestrales, esta cosmovisión
llegó a nuestras tierras con la conquista y la colonia, que en cierta medida hoy se extiende a
través del predominio de una “superioridad cultural” que no reconoce a nuestros pueblos en toda
su dignidad, como plantea Eduardo Galeano, que “la cultura dominante admite a los indígenas y
negros como objetos de estudio, pero no los reconoce como sujetos de historia; tienen folklore,
no cultura; practican supersticiones, no religiones; hablan dialectos, no idiomas; hacen artesanías,
no arte”7.

Si bien, hoy somos parte de una realidad en la que los pueblos indígenas y afrolatinoamericanos
vamos emergiendo del gran silencio y anonimato al que se nos destinó, pero aún percibimos que
nuestros aportes no son considerados cuando sale de nuestras propias fuentes, sino que aún
necesitamos de mediadores/as, como célebres antropólogos, arqueólogos, sociólogos, y otros/as,
hablando por nosotras/os, de modo que la rueda del antropocentrismo occidental sigue girando,
ya que es el académico/a poseedor de la “ciencia”, que valida nuestras experiencias. Pues, en
algunos casos, también las/os indígenas, que hemos recibimos una formación occidental, nos
hemos distanciado de nuestras sabidurías ancestrales. Por ello es pertinente para nosotras/os una
descolonización del poder, del saber y del ser; y para las/os otras/os provenientes de la “cultura
oficial”, un desarme cultural8, como plantea Raimon Panikkar.

Mientras no se haga ése proceso de desaprender, seguiremos fortaleciendo la desigualdad en


todos los sentidos. Por ello la lucha y la reivindicación del cuidado de la Tierra de nuestros
pueblos, casi siempre es visto como luchas locales, como si lo que pasa en esas tierras no tuviera
mayor repercusión en otras latitudes del mundo. Planteamiento que es asumido incluso por los
gobiernos socialistas de izquierda de algunos países de nuestra Abya Yala, que asumen y
promueven las políticas extractivistas y la criminalización de las luchas de los pueblos indígenas
y las otras poblaciones que buscan resguardar los espacios vitales, amparados en algunos
acuerdos que se estipulan en el artículo 169 de la OIT, que no se respetan por muchos estados,
sino más bien, se privilegian los derechos de las compañías de inversión sobre todo extranjeras,
avaladas en las legislaciones de los estados que los presentan como administradores de los suelos
y subsuelos ricos en reservas naturales, minerales y petrolíferas; en desmedro de la soberanía de
los territorios y los recursos de los pueblos y comunidades indígenas.

La cosmovisión antropocéntrica en la nueva colonización del mercado es mucho más voraz,


porque bajo el discurso del cuidado del ser humano, o mejor dicho de algunos seres humanos se
depreda las tierras, a fin de dar culto al “señor” o “señora” humano/a, sin importar las
consecuencias, incluso que poblaciones enteras sean afectadas en sus cuerpos, pierdan sus tierras
y hasta desaparezcan culturalmente por los desplazamientos forzados. Sin embargo, no sólo
atenta contra los pueblos como pasó en el tiempo de la conquista y la colonización en la que se
extinguieron muchísimas culturas, se trata también de la destrucción de nuestra casa común, ya
7
Identidad Latinoamericana. En: http://www.youtube.com/watch?v=9Ecu6vmtSRA
8
Presenta que no es posible entrar en un diálogo de iguales, si es que no hay un desarme cultural de occidente. Cf.
Paz y desarme cultural (1993). Bilbao: Sal Terrae.
que “las/os señoras/es”, no tienen otra tierra, y más bien demandan mayor pureza: aguas
embotelladas, productos considerados orgánicos y naturales, inventando incluso “comercios
justos” frente a la impureza e injusticias que las supuestas estructuras “desarrolladas” o
“civilizadas”, provocan.

Aunque no podemos negar que muchas comunidades ambientalistas y otras, han hecho y siguen
encaminando procesos interesantes del cuidado de la vida de todas las formas de vida. Sin
embargo, la dignidad de ésas comunidades, hoy peligran. Y como respuesta muchas comunidades
indígenas han asumido con seriedad su rol de guardianas/es de la tierra, por ello surge una
reivindicación identitaria, como lo vivieron los pueblos Awajún en la Selva peruana el año 2009,
cuando pidieron ser reconocidos como pueblos indígenas y no quedar limitadas a comunidades
campesinas, sino pueblos reconocidos en su dignidad y derecho para resguardar su tierra y
territorio de las exploraciones petroleras, lo que supuso la muerte de algunos y la prisión para
algunos que hasta ahora se encuentran sin una sentencia.

Por otra parte, no es desconocido que las poblaciones más vulnerables y empobrecidas, no sólo
sostienen sus vidas, sino la vida de muchas/os, ya que en estos tiempos la agricultura en gran
escala cada vez ocupa grandes extensiones de tierra, demandando mayor consumo de agua,
desfertilización de la tierra y mayor contaminación por los fungicidas, pesticidas y abonos
químicos, que alteran la vida de las poblaciones indígenas, las que viendo el esplendor de esos
otros modos de producción, también insertan en sus prácticas esos modelos, que rompen el
sentido de interdepencia y cuidado de la vida, por lo que los ciclos dinámicos y armónicos son
alterados, por ejemplo, el uso de las semillas transgénicas y otro tipo de fertilizantes hacen que
haya más de una cosecha durante el año, proceso agrícola que no considera el descanso de la
tierra a fin de que revitalice su fecundidad.

Desde la cosmovisión antropocéntrica, vemos que el sentido del cuidado de la vida, es asumir lo
que la cultura denominada occidental presenta como arquetipo, que es producir y producir, sin
importar la calidad de vida, donde la abundancia es el parámetro de bienestar. En ese sentido
estamos llamados/as a imitar ese modelo para salir de nuestro “subdesarrollo”. A su vez, ese
modelo categoriza lo que es bueno, por ejemplo un producto que por mucho tiempo en las
ciudades ha sido despreciado y usado como comida de algunas aves o animales domésticos, como
ha sido la quinua9, desde que el mercado de exportación presentó sus cualidades nutritivas, hoy es
valorada y se lo consume, me atrevería a decir que no sé cuánta conciencia haya de su valor
alimenticio, o se consume, pero me atrevería a decir porque es parte del sistema de la
globalización, realidad que refleja nuestra fuerte colonización enquistada que el mercado se
encarga de reforzar.

Finalmente, otros aparatos que de algún modo sostienen la cosmovisión antropocéntrica es la


experiencia religiosa, me limito a algunos aspectos del cristianismo y su influencia. Revisando
algunos textos bíblicos podemos encontrar varios textos que hacen referencia a la centralidad del
ser humano. Hago mención a un fragmento del salmo 8:8 – 9 “…lo coronaste de gloria y
dignidad, lo hiciste de la obra de tus manos, todo lo pusiste bajo sus pies”, este texto deja entrever
la supremacía del ser humano, que en muchas iglesias aún permanecen, ya que el ser humano es
visto como la corona de la creación (cf. Gn 1:26 – 28). Incluso en el proceso de la teología de la
9
Un grano nutritivo con alto contenido proteínico, que es uno de los cereales ancestrales, denominado como el grano
de oro, por ser un alimento preciado en los contextos andinos.
liberación, la centralidad del ser humano prevalece, con la diferencia de que ése ser es el pobre, el
excluido, por ello le costará priorizar la vida y la dignidad de las/os otras/os seres. Y no se
comprenderá completamente la espiritualidad que subyace en los otros modos de vida, porque la
liberación es aún cristocéntrica.

Aunque es posible que el cristianismo hundiendo en sus raíces hebreas pueda comprender que no
siempre fue antropocéntrica, aunque textos como de Génesis 1:26 y otros parecen plantearlo. Sin
embargo, se trata de ubicar los orígenes del pueblo hebreo vinculado a la tierra, a la agricultura y
al cuidado de los animales, a la descendencia, por lo tanto, estuvo vinculado a divinidades de la
fertilidad, por lo que el pueblo hebreo/judío, el monoteísmo surgió después de una larga travesía
programado por un grupo que insistió en el proyecto sólo Yahvé que surge de la centralidad del
templo, mientras que el pueblo vinculado a la tierra, aún asociaba el cuidado de la vida, a los
Dioses y Diosas de la fertilidad, por ejemplo, Baal el Dios de la lluvia y Asherá, la Diosa de la
fertilidad, ambos mencionados en textos significativos del primer testamento, y tradiciones que
atestiguan el reino mesiánico desde la interrelación con la naturaleza, como lo refleja el texto de
Isaías 11:6ss.

La perspectiva antropocéntrica es la cosmovisión asumida en diversos espacios, por haber sido


presentada por el sistema como favorable para el ser humano y sobre todo por el sentido de la
dignidad y gloria del ser humano racionalista como el centro, desde el que giran todas/os los
seres, que están vinculados con el misterioso dinamismo de la naturaleza al que ciertas
poblaciones de personas están relacionados/as, como las mujeres, las/os indígenas, las niñas/os, y
los jóvenes.

Somos parte del gran tejido de la vida

La cosmovisión cosmocéntrica, es asumida desde la perspectiva subjetiva 10, mientras que en la


cosmovisión antropocéntrica, la centralidad de la razón será importante. Se puede decir que esta
segunda cosmovisión rescata lo inédito, aquello que no era tomado en cuenta, ésas dinámicas
anónimas, que nos llevan a ver el mundo desde nuestras diferencias, desde aquello que no
conocemos o no habíamos considerado hasta ahora. Como diría Antonieta Potente, “en realidad
la diferencia es lo inédito, lo que todavía no ha sido escuchado profundamente, que no ha sido
contemplado, mirado, acogido. Si no aprendemos a rescatar esa dimensión de nuestra vida y de la
historia, no podemos entender el camino de la sabiduría” (Potente 2002:45).

Lo inédito es la historia no oficial, o sea la espiritualidad de los pueblos, de las mujeres y de los
hombres, de los niños, es su relación con la vida y su confianza en la Divinidad, llámese como se
llame. La diversidad siempre ha dado miedo al egocentrismo, a aquel que piensa que es “único”
o, simplemente que desconfía de aquello que no corresponde a su categoría mental y a su
experiencia. De modo que lo inédito quiebra cualquier pretensión de universalidad y rompe con
las culturas dominantes. Desde esta perspectiva, partimos desde la economía del cuidado de la
vida, que expresan muy bien las cosmovisiones de los pueblos indígenas que conciben la
interrelacionalidad que restablece el equilibrio y la armonía cósmica, porque se entiende que hay
realidades que no pueden ser alteradas, sino más bien guardadas y cuidadas a fin de preservar la
casa común, nombrado en el contexto andino, como Pacha.
10
Tiene que ver con las dimensiones profundas del ser humano que traspasa el sentido racionalista de la vida, y es el
espacio desde donde surge la interrelacionalidad.
El Pacha andino, concepto ancestral, está relacionado a la paridad energética cósmica (pa = dos y
cha = energía y dinamismo). De modo que para el contexto andino, no se concibe un universo,
sino un pariverso, entendido como un organismo vivo que cobija a todos/as los/as seres como un
seno relacional. Según el principio de relacionalidad, no puede existir nada fuera de la relación,
porque es condición para la vida, y por tanto todo lo que existe es gracias a la red de relaciones
vitales entre las diversas dimensiones, tiempos y elementos de la vida. Podríamos decir que lo
Divino es la misma relacionalidad vital, articuladora, relacionadora, garante y posibilitadora de
vida.

En el mundo andino, lo masculino no posee la fuerza creativa, sino lo femenino, gracias a su


fertilidad y capacidad de cobijar a los/as seres. Sin embargo, el sentido de pariverso será muy
importante porque se trata de la fuerza dinámica generadora de vida, de constante creación y
recreación. En ése sentido todas/os las/os seres, son parte de la Pacha, por lo tanto portadoras de
la “dignidad sagrada”, porque participamos en la fuerza creadora del misterio de vida que está
relacionada con lo cosmocéntrico y con la interrelación.

El asignar a la Tierra como Pachamama, que responde a una cosmovisión propia que lleva a
nombrarla como la madre que nutre, que protege, que sostiene. Sin embrago, en su sentido
amplio no puede reducirse a la tierra, que está a la vista y alcance de las manos, si bien está
íntimamente vinculada a la tierra, pero Pacha, es un término que contiene, tiempo, lugar,
naturaleza, cosmos. Se puede decir que es principio y final de nuestra existencia y de todos los/as
seres vivos, porque salimos de ella y regresaremos a ella. Ella es la que nos ha visto nacer, crecer,
reproducir, vivir, convivir con todo lo creado, y retornamos a ella cuando morimos. En ese
sentido, la Pachamama es madre de todo ser viviente, confiriendo a todas/os las/os seres un
carácter sagrado, desde donde surge el sentido de la interrelacionalidad, la comunitariedad y la
reciprocidad de un constante dar y recibir que es expresada a través de una serie de ritos.

En la dimensión religiosa andina, también encontramos, la relación con los espíritus, o


protectoras/es, que evidencia que todo tiene vida, nada es inmóvil, tiene sus propias dinámicas,
sus ritmos, su vida. Sólo como ejemplo menciono la experiencia del mundo aymara que
personalmente me llega al corazón, el diálogo con las ispallas (espíritu de los alimentos),
comparto algunos fragmentos del diálogo que se mantiene en el ritual:
Mama11 ispalla tú sacias nuestra sed y hambre, por ti somos gente 12 y tenemos voz, hasta
para gritar. Ahora servite esta coca, te unjo con este cebo 13 para que estés fortalecida
para que seas bien fecunda.
Ante la granizada y helada no tengas miedo, enfréntalo con toda tu fuerza y coraje.
Ahora floreciendo vas a bailar al ritmo del viento de los cerros y las pampas.
Sabes que soy tu hermana y no te abandonaré, que por siempre te acompañaré.
Regresarás pronto, te esperaré día y noche, cuidando que te duermas en el cuerpo de la
madre tierra.

Esta experiencia sólo puede ser comprendida desde la conciencia de la interrelacionalidad, de lo


contrario se lo catalogaría como animista, en realidad en el mundo andino, la comprensión de que
11
Madre, tanto en aymara como en quechua.
12
Para el mundo andino, el ser gente, hace referencia a un ser humano en plenitud, es decir, un ser que ha integrado
todas las dimensiones de su vida.
13
Es la grasa de la llama, que se usa como parte de los rituales, por considerar a ése animal como sagrado.
todo tiene vida, surge de su experiencia cotidiana, porque desde la mirada contemplativa y
sensible plenamente interdependiente con la naturaleza, llega a comprender que el desarrollo de
los productos, de los animales y la vida de todos/as los/as miembros de la comunidad de la vida,
tienen una fuerza que les permite desarrollaste como lo hacen los seres humanos. En ese sentido
pienso que esta relación es sumamente ética, porque no sólo compromete al cuidado y la
responsabilidad con cada uno de esos seres, sobre todo hace que cada ser digno de cuidado, que
supera una relación instrumental con la naturaleza. En esa dinámica de interdependencia se
reconoce que hay seres que necesitan unos de otros/as, a esto se le llamará reciprocidad.

Con todo lo planteado, rescato que las cosmovisiones cosmocéntricas, surgen desde una
consciencia profunda de vínculo con la naturaleza, lo que genera unas nuevas relaciones, donde
la relaciones interpersonales tienen la finalidad de mantener el equilibrio al interior de la
Pachamama, que a su vez repercute en su relación con las otras/os seres, como dicen las sabias y
sabios. Si alguien anda peleado o hace injusticias se genera desorden en toda la comunidad de la
vida, por ello serán tan importantes los ritos de reconciliación comunitarios y el cumplimiento de
las sanciones. Por lo que la ritualidad de la vida será muy importante porque es una manera de
mantener el equilibrio de todo, que no se limita en ritualismos, sino en la profunda convicción de
que la vida será transformada, donde se da la dinámica, “yo vivo, si tú vives”14.

Sigo siendo

Estoy viajando, estoy viajando, estoy viajando… así se introduce el documental, sigo siendo 15.
Quiero concluir con el espíritu de la palabra quechua, kachkaniraqmi, que se traduce como, sigo
siendo, aún sigo estando. Esta palabra es pronunciada cuando una persona quiere expresar que a
pesar de todo aún es, que existe todavía. Me parece muy sugerente, en el caminar de las/os
migrantes que recorremos nuestra vida en las tierras que nuestras madres y padres vieron como la
tierra que podía ofrecer una vida digna, por la que tuvieron que dejar su tierra, la comunidad, la
familia, para desplazarse a fin de que nuestra suerte cambie, porque no querían que seamos como
ellas/os, excluidas/os por ser indígenas.

En medio de las ciudades, donde el ruido ensordecedor, el ritmo alocado de la vida, donde la
tierra y el aire están contaminados, surge el desafío de seguir siendo, de reivindicar desde las
múltiples exclusiones que vivimos, afirmar, ¡kachkaniraqmi! Que nos permite al igual que
nuestras/os ancestras/os a resistir a todas las colonizaciones, y sobre todo a romper con la
colonización de la globalización, y con esas políticas de estado que a toda costa buscan
convencernos que nos separemos de nuestras raíces ancestrales, que perdamos el derecho de
nuestras tierras y territorios, que claudiquemos en el cuidado de nuestras semillas ancestrales que
cuidan y protegen la vida.

Seguiremos gritando a los programas de asistencia social que nos hacen creer que somos pobres,
y generan sentidos de victimización; de que nuestros pueblos resistieron dignamente la
colonización de más de 500 años, y resonaremos nuevamente las palabras de nuestras sabias/os,
¡quemaron nuestros árboles pero no nuestras raíces! Desde el vínculo con las sabias de nuestra

14
Título del libro de Franz Hinkelammert, editado el 2010 en La Paz: ISEAT. Como respuesta al individualismo
occidental.
15
Es un documental de Javier Corcuera, que se estrenó en Perú el 2013, que refleja a través de la historia de
cantantes, la diversidad de las tres regiones del Perú, la selva, la costa y la sierra.
ancestralidad, seguiremos haciendo camino desde la interversalidad, que reconoce un proceso
abierto y respetuoso de intercambio entre los saberes, las sabidurías y cosmovisiones de ésos
otros mundos inéditos que construyen un proyecto inédito desde un diálogo simbólico y político.

En unas sociedades que privilegian el derecho de unos cuantos, desde la emergencia de lo inédito,
buscaremos hacer respetar los derechos de los pueblos indígenas y las otras culturas vinculadas a
la vida, los derechos de las mujeres, los derechos de la Madre tierra y los derechos de las vidas
que germinan como preludios de esperanza que fluyen por nuestras tierras, los/as niños/as y
jóvenes.

Desde nuestras espiritualidades cosmocéntricas, asumiremos el grito de la diversidad que


reconoce a la Divinidad, como un Dios de la diferencia, nombrado desde diversos sentires, que
nos desafía a la desobediencia o transgresiones vitales, a fin de escuchar lo que gritan los cuerpos
que hablan, que tienen vida, como diría Antonieta Potente, “pero ¿qué es lo que grita? Grita el
bajo nivel de vida, de bienes y de servicios, la interminable migración, su injusto analfabetismo,
su bajo salario, su exclusión cultural, su progresiva colonización. Grita su mediocridad, la
violencia con que la explota la mano invisible del sistema neoliberal” (Potente 2002:41)

Por último se trata de establecer relaciones para el Buen Vivir, se trata de diálogos celebrados con
la tierra, o en las largas bendiciones de las cosas, de los animales, de las frutas y las semillas,
porque todo se multiplica y contribuye al Buen Convivir.

Material consultado
Estermann, Josef (2008). Si el sur fuera el norte: Chakana interculturales entre Andes y
Occidente. La Paz: ISEAT.
Potente, Antonieta (2001). Un tejido de mil colores. Montevideo: Doble Clic.
Autoras/es Varios (2009). Convivimos bien con la naturaleza. Cochabamba: Verbo Divino.

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