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Los Primeros Congregantes

“¡Qué bien estamos aquí! ¡Establezcamos aquí nuestra tienda!


¡Este es nuestro rincón predilecto!”
“Libertad en cuanto sea posible, obligaciones sólo, pero
también, las necesarias, y conciente y acentuado cultivo del
espíritu”.
La Orden de los Padres Pallottinos era conocida como una
comunidad misionera. Desde 1892, año en el que se había
establecido en Alemania, tenía a su cargo la parte misional de la
colonia de Camerún, en África. Este hecho entusiasmaba a
quienes se habían decidido por el sacerdocio y querían vivir su
vocación en apostolado.
El Seminario Menor de dicha congregación se encontraba en
una vieja casa de estudios en Ehrenbreinstein, en las afueras de
Coblenza. Pero en 1912 el seminario, junto algunos cursos
superiores, fue trasladado a una nueva casa en Schoenstatt.
Con el gran cambio de lugar, también comenzaron severos
cambios en cuanto a la disciplina, lo que llevó a que los
estudiantes rechazaran aún más el hecho del traslado que
habían debido hacer obligadamente desde su querida y vieja
casa de arquitectura romántica y acogedora hasta esta nueva,
una moderna y fría construcción.
Entre tantas convulsiones, fue designado un nuevo cargo entre
los sacerdotes: el de Director Espiritual. Y el Padre Kentenich
fue el elegido para ocupar ese lugar. El 27 de octubre de 1912,
dio una charla los chicos de la sección media y superior del
Seminario de los Pallottinos para presentarse como tal. En esa
ocasión, les introdujo un programa en el cual les proponía
comenzar a vivir bajo la protección de María, para comenzar a
educarse a sí mismos, para llegar a ser personalidades firmes,
libres y sacerdotales.
Muchos corazones salieron encendidos en esa ocasión.
Comenzaron entonces un trabajo interior que finalmente
condujo a un ideal comunitario. En las vacaciones de Navidad
de 1912-1913, se fundó una pequeña comunidad libre que
recibió el nombre de Asociación Misional. Esta agrupación fue
canalizando y educando las desbordantes fuerzas e instintos
juveniles de los chicos que la integraban, basándose, principal-
mente, en el fiel cumplimiento del deber. Las disputas que
habían tenido lugar por el cambio de casa de estudios, habían
dejado una profunda herida entre los alumnos y los superiores.
Por eso, mediante los propósitos que la Asociación Misional se
fue 8
haciendo, la relación entre ambos comenzó a mejorar y,
además, los estudiantes pudieron conquistar nuevas libertades.
El 19 de abril de 1914 se transformó esta Asociación Misional
en una Congregación Mariana, a la que se dio el título de
“Inmaculata Conceptio”. El objetivo principal que tenía el Padre
Kentenich para con la congregación, era que llegara a ser una
forma de vida y educación original, totalmente irrumpida por la
religión.
Sin embargo, fue la plática del 18 de octubre de 1914 la que
terminó de afianzar las almas de los chicos. Muchos de ellos se
iluminaron al oír eso que el Padre Kentenich les propuso: invitar
a la Mater a habitar en esa capillita y regalarse a Ella
enteramente. “¿Acaso no sería posible que la Capillita de
nuestra Congregación al mismo tiempo llegue a ser nuestro
Tabor, donde se manifieste la gloria de María?”
Siendo Aliados de María, los congregantes comenzaron a
trabajar cada vez más profundamente. Hubo quienes tardaron
en hacer propio ese ideal, hubo quienes desistieron. Pero
muchos perseveraron y hasta honraron su misión en medio de
la guerra. Porque se trató de una generación surcada por este
mal, donde el Padre Kentenich, con su formación espiritual
mariana tan definida, fue un soporte firme y especial. María se
hizo presente entre el hambre, el frio, el horror. El idealismo
juvenil que los envolvía y su plena confianza en el Plan de Dios,
los condujo a aspirar a una vida santa aún en medio de tanto
dolor y sufrimiento.
Su gran acto heroico consistió en coronar a María como su
Reina y dar la vida por Ella.

La Generación del Ver Sacrum62


La expresión Ver Sacrum surgió durante el año jubilar, 1939. Las
dificultades en la comunidad se habían agudizado a causa de la
guerra. El 9 de agosto, algunos de los seminaristas pudieron
reunirse, pese a las exigencias militares, en la antigua casa del
internado de los Pallottinos. Fue en esa ocasión cuando todos
se sintieron llamados a ser Primavera Sagrada: los jóvenes
sentían que en ellos ardía una luz que se alzaba “como una
estrella en la noche oscura”. Un fuego que los reunía, que
comprendía todo lo que habían vivido desde los primeros días
de su generación.

El 15 de octubre hubo una nueva reunión. Esta vez, los jóvenes


sellaron su Poder en Blanco y de esta manera, también se
consagraron como segunda generación fundadora, previviendo
la Segunda Acta de Fundación. Primavera Sagrada significaba el
ardor de la juventud que renace, la juventud viva que da vida, el
fuego que quema y que purifica.

Al año siguiente de su consagración como Generación del Ver


Sacrum, los jóvenes volvieron a reunirse, ahora dispuestos a
aceptar la muerte como ofrenda a la Mater. Pusieron un
símbolo a esta entrega: una pequeña cruz negra. El 31 de
diciembre se encontraron una vez más en Schoenstatt. A la
medianoche le dieron de regalo al Santuario el símbolo del Ver
Sacrum: un globo terráqueo sobre una patena, coronado con
las iniciales MTA, que se levantaba como lámpara del Santísimo
Sacramento.
La Primavera Sagrada existe desde los principios de la
humanidad y revive a cada segundo. Cristo fue primavera
sagrada para el mundo. Los apóstoles, cada santo, cada
pequeña vocación, todos ellos también son primavera sagrada.
Y todo aquel que con alegría dice “sí” a la voluntad de Dios, se
entrega enteramente a su plan divino, esa persona también
constituye una primavera sagrada. Schoenstatt es primavera
sagrada en la medida en que sus jóvenes se ofrezcan con
heroico amor al sacrificio por el triunfo del Reino de los Cielos,
en la Tierra.

Mes 9

Heinz Schaeffer

“Schoenstatt se construyó

por el servicio desinteresado

a cada persona

y así tiene que seguir creciendo”

J.K.72

Evangelio

(Lucas 1, 26-38)

26. Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una
ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27. a una joven virgen que
estaba comprometida en matrimonio con un hombre llamado
José, de la familia de David. La virgen se llamaba María. 28.
Llegó el ángel hasta ella y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el
Señor está contigo.” 29. María quedó muy conmovida al oír
estas palabras, y se preguntaba qué significaría tal saludo. 30.
Pero el ángel le dijo: “No temas, María, porque has encontrado
el favor de Dios. 31. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo,
al que pondrás el nombre de Jesús. 32. Será grande y
justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará
el trono de su antepasado David; 33. gobernará por siempre al
pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás.” 34. María
entonces dijo al ángel: “¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?”
35. Contestó el ángel: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el
poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño
santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios. 36. También
tu parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque
no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del
embarazo. 37. Para Dios, nada es imposible.” 38. Dijo María:
“Yo soy la servidora del Señor, hágase en mí tal como has
dicho.” Después la dejó el ángel.

Pequeña Biografía

Heinrich “Heinz” Schaeffer nació en el año 1920. Perteneció a la


orden de los Padres Pallottinos hasta que se incorporó, el 23 de
diciembre de 1935, al Movimiento de Schoenstatt. Al estallar la
Segunda Guerra Mundial, ya había sido ordenado sacerdote. El
2 de febrero de 1938 hizo su consagración en la Federación
Apostólica de Schoenstatt, comprometiéndose para siempre
con sus ideales.
Heinz era un hombre parco, humilde, transparente, realista y
franco. Se caracterizaba principalmente por su alto grado de
responsabilidad; además era trabajador, servicial y muy
práctico. Aceptaba con total disponibilidad todo plan de Dios,
aun los más implícitos. Siempre se mantuvo fiel.

Adoptó un especial cariño por la figura de José Engling, a quien


sentía muy cercano. En una oportunidad, escribió en su diario
“Quiero llegar a ser un segundo José Engling. Quiero ser para
mis compañeros lo que él fue para su generación”.

Heinz integró la Generación del Ver Sacrum, etapa que marcó


su vida hasta el final de sus días. Es considerado el héroe que
encabezó la idea y la vida de la Primavera Sagrada, haciendo de
esta ofrenda su ideal.

Heinrich Schaeffer73

Un gran aporte que hizo a su generación, fue el de proponer el


fuego como símbolo de la Primavera Sagrada. Fuego que
encendiera nuevos corazones, que trajera luz al futuro. Fuego
proveniente del mismo Cristo Jesús.

“Jefe en las ideas, jefe en la vida”, así fue descripto Heinrich


Schaefer en una reseña que se hizo sobre su vida. Quienes
vivieron algunos años junto a él, contaron que era un jefe de
muchos conocimientos con respecto del arte y del carácter.
Apenas hubo otro que percibiera e interpretara como él la meta
de la Primavera Sagrada en toda su fuerza y amplitud.
Con ocasión de su último cumpleaños, el 15 de julio de 1942, en
medio de la guerra, le pidió a la MTA morir por su capital de
gracias: “Mi querida Madre celestial, si se conforma con la
voluntad de Dios que yo muera hoy en el día de mi santo, estoy
de acuerdo con ello; más aún, lo deseo. En este momento, un
cañón ruso puede disparar la granada que me alcance; ahora
mismo un soldado soviético puede disparar la bala que me
atraviese...” Murió al día siguiente, convirtiéndose en la primera
cruz negra de esta nueva generación.

Heinz Schaeffer creía firmemente que la comunidad espiritual


de la Primavera Sagrada no podría surgir sino por medio de la
posesión total y viva del ideal por cada miembro del grupo. Era
menester estar convencido de la misión para configurar la vida
diaria de acuerdo a la misma, dejando de lado los miedos de
nadar contracorriente.

El ideal debía conformarse en la vida diaria, había que


aprehenderlo tan bien que terminara por convertirse en la
norma permanente del actuar y obrar cotidianos. Heinz
sostenía que para estar tan convencidos de ese ideal, no
bastaba con captarlo con la razón, sino que debía ser tomado
también por el corazón, por todo el ser. Y nunca jamás perder la
fe en la victoria final, en que la Mater vencerá, en que “aunque
seamos los últimos, seremos los primeros de una nueva época”.

“¿Quiero ser santo o no? Es tiempo de que superemos


radicalmente nuestro egoísmo. Si tomo en serio la meta, me
comprometo por entero. No puedo decir sí a una actividad vital
mediocre y a la vez, decir sí al ideal schoenstattiano. En todos
los casos, radicalismo y decisión. Jamás hubo una revolución
que no lo exigiera todo. Si tomamos en serio la meta, tenemos
que ofrecernos nosotros mismos. Debemos cortar las cadenas
que nos atan a todo lo que nos aleja de Dios. Es necesario el
radicalismo en la entrega total al apostolado.”

Su entrega radical también se manifiesta en su oración de


consagración, en la que reza: “Querida Tres Veces Admirable:
heme aquí postrado a tus pies. Te traigo todos mis fracasos,
todo lo que me causa alegría. Tómame en tus manos y
transfórmame.

La convicción y la radicalidad en su entrega

Heinrich Schaeffer74

Quiero dar frutos para Schoenstatt. Quiero ser luz y conducir a


mis compañeros hacia Ti. El grano de semilla debe morir en la
tierra; el cirio debe arder y consumirse para que dé luz.

Acéptame totalmente. Acepta mi lucha y mis anhelos por las


cosas grandes; acepta mis desvelos por tu causa; acepta mi
amor por ti. Querida Madre, acepta mi vida para nuestro reino
de la juventud; permite que muera por Schoenstatt. Cada vez
que respiro, cada vez que late mi corazón, cada momento de mi
vida debe ser para decirte: Madre, te doy mi amor. Tu causa es
mi vida. Acéptame. Amén”
El 5 de agosto de 1939, tuvo lugar el comienzo de una jornada
que el mismo Heinz había organizado. Para su sorpresa, muchos
asistieron y desde ese momento comenzó a gestarse el Ver
Sacrum. En ocasión por lo que estaba ocurriendo, Heinz escribió
en su diario de vida el día a día de esa vivencia:

Reinheit (Pureza):

8 de agosto de 1939 - “Por los puros que se ofrecen como


sacrificio, Dios salvará a todo un pueblo”. Esta frase en boca del
Padre Bezler, me da valor.

Los puros: Los que verdaderamente son puros. Los que


conservan limpia su juventud. ¿Dónde están? ¿Cuántos son?
(...) Los puros: son los que se dan por entero, sin reservas; los
que toman las cosas en serio. Los que toman en serio las
palabras de Cristo. Los que toman en serio los mandamientos
de la Iglesia. Los que toman en serio la misión de la Mater para
nuestra comunidad. ¿Dónde están esos puros en nuestras filas?

Es difícil ser puro así, colocarse limpiamente y sin reservas y


enteramente del lado de Dios. Sin embargo, ¿qué sucede si de
entre la masa del pueblo cargado de culpas nadie se coloca del
lado de Dios? ¿No tendrá que perecer nuestro pueblo sumido
en los pecados?

En medio de la desesperanza que me afecta desde ayer (por no


encontrar en los jóvenes que participan de esta jornada la real
convicción y la disposición a la entrega total a la Mater y al
Padre), estas palabras me inspiran una nueva y firme confianza.
Pienso también en un párrafo de la novela “La última en el
cadalso” de Gertrud von Le Fort: Francia no será salvada por el
celo de sus políticos, sino por el ardor de sus almas que se
ofrendan como sacrificio...

8 de agosto de 1939. Por la noche - Karl habló conmigo. Yo no


soy, por lo tanto, el único afectado por una preocupación ante
el futuro de nuestra comunidad. Karl tiene una idea grandiosa:
cumplir con unos pocos esa frase sobre los puros. Tiene razón:
ya

La RTA en Heinz Schaeffer

Heinrich Schaeffer75

no se puede atrapar a la masa de los que participaron en la


jornada. Por eso deben juntarse los radicales. Estoy de acuerdo.
Más que eso: estoy enteramente dispuesto. ¡Ardo por eso!

9 de agosto de 1939 - Ha terminado la jornada. Estoy lleno de


júbilo. Si bien los dos primeros días me desilusionaron
fuertemente, lo que sucedió ayer lo contrapesa todo. No logro
desprenderme de esa frase: ¡Por amor a los puros...! Esto nos
aguijonea. Esto hace fácil sobrellevar esta soledad a menudo
desesperante. Cada sacrificio que yo ofrezco no es en vano.
Dado que yo soy “puro” y pertenezco enteramente a Dios, Él es
mi aliado. Si Él está conmigo, ¿quién está entonces contra mí?

Hermanos míos, ustedes que sienten igual que yo


¡comencemos alegremente! No nos equivoquemos a causa de
los muchos cobardes y débiles que hay allá afuera en torno a
nosotros. Tampoco a causa de los miedosos que hay entre
nosotros. ¡A pesar de todo, construiremos el reino!

Los puros de corazón son los que asumen convencidos y con


responsabilidad el plan de Dios. Y yo fui elegida entre muchas
para ser apóstol. ¿Soy conciente de la importancia que tiene
mi decisión? ¿Tomo en serio la misión que se me han enco-
mendado?

¿Con qué acciones concretas le muestro a la masa una cara


distinta?

Treue (Fidelidad)

6 de agosto - El primer día de la jornada ya pasó. Muchas cosas


me impulsan a tomar notas, ante todo, las pláticas. Pero creo
que se nos entregarán después los textos de las pláticas. Nos
reunimos en el subterráneo del Wasserburg. Allí tuvimos que
quedarnos escondidos durante todo el día, porque arriba, en el
Seminario Menor, se había instalado otra juventud: los nazis.
Cuando subí al Hühnerberg, vi que la imagen de la Mater sobre
nuestro portón estaba tapada con la bandera de la cruz
gamada. Desde allí se nos observará. Tampoco en
Ehrenbreitstein se pudo disimular que allí se hospedaron unos
cien muchachos.

¿Qué es lo que más me impresionó? El Padre Franz Bezler,


introdujo en su plática de apertura un breve relato. Me parece
que era muy ocurrente. Por eso me lo grabé: En una tarde
soleada salió a pasear un anciano. Ya circunspecto, con la
cabeza cubierta de escasos cabellos blancos e inclinada hacia
adelante. Un niño de algunos años aparece en el mismo
camino. Se queda parado y contempla asombrado el rostro
lleno de arrugas del anciano, que justamente se detiene un
poco. “¿Qué edad tienes, abuelo?”, pregunta el pequeño.
“Ochenta y dos, mi niño”, respondió el abuelo. ¿Puede
comprender eso el mocosito? ¿Ochenta y dos años? Después de
un silencio por el asombro, el niño le pregunta “Abuelo, ¿no
temes tener que morir?

Heinrich Schaeffer76

Este fue el ejemplo del Padre Bezler y agregó: ¿No le sucede lo


mismo a nuestra Iglesia? Tiene dos mil años. Entonces aparece
nuestra época, se pone delante y le dice: “¿No temes tener que
morir?” La época no se siente satisfecha con esta pregunta. La
amenazan diciéndole: vas a morir. Ya no te podemos emplear.
En nuestros días vas a hundirte, porque te vamos a matar. ¿No
experimentamos este lento asesinato de nuestra Iglesia? ¿En la
opinión pública? ¿En el corazón de los hombres?

Sí, nuestra Iglesia es vieja. Y nosotros queremos pertenecer a


ella. Si ella muere, ¿no debemos morir también nosotros?

El Padre Kentenich nos recuerda en su epitafio “Dilexit


Ecclesiam” que amó a la Iglesia. Por más sacrificios que ésta
exigiera de él, su amor se mantuvo sólido. ¿Y mi amor por la
Iglesia, cómo lo manifiesto en mi entorno?
En una época llena de convulsiones y críticas a la Iglesia ¿cuál
es mi actitud frente a ella? ¿Entiendo que mis propias
hipocresías son las que la ensucian?

Adelig (Nobleza)

7 de agosto - No sé lo que debo escribir hoy. Estoy cansado,


destrozado.

¿Debo informar sobre las pláticas? Apenas puedo acordarme de


las palabras del Padre Bezler. Problemas, aflicción y
necesidades en la Iglesia, en Alemania, en Schoenstatt, ¡en
nosotros mismos!

Esto es lo que me ha cansado tanto hoy día. Ha terminado el


segundo día de la jornada. Sólo el día de mañana estaremos
todavía reunidos. Pasado mañana nos separaremos de nuevo.
¿Qué significa entonces para nosotros la jornada? ¿Nos ha
servido para algo?

No puedo resistir la impresión de que hasta ahora la jornada es


un fiasco. No es sino una celebración del hecho de volver a
encontrarnos. No se va más allá del intercambio de
experiencias privadas. Algunos parecen haber venido sólo para
encontrarse con un amigo.

¡Somos viejos! Nosotros, tipos jóvenes, ya estamos seniles. A


nosotros, el pequeño niño puede hacernos esa pregunta: ¿No
temes tener que morir? ¡Si nos hundimos, nosotros mismos
seremos los culpables!
Los que miraron y construyeron cosas grandes descansan en los
ataúdes, nosotros, sobre sus tumbas, nos arrastramos como
una generación de enanos...

Nobleza también es reconocer los límites, la pequeñez. Un ser


noble es aquel que

Heinrich Schaeffer77

interpreta los signos de los tiempos y quiere actuar sobre


ellos.

¿Cómo vivo mi juventud? ¿Apunto siempre para adelante,


buscando pequeños cambios desde lo que soy? ¿O
generalmente me desanima el hecho de que soy insignificante
e impotente frente a tantas desgracias?

Testimonios

Cuando me pongo a pensar en lo que está pasando este año,


me impresiona. No sé todavía si entiendo lo importante que es
el 2014 para todos nosotros, y en cierto sentido para el mundo.
Hace un tiempo leí un texto que presentaba a este gran año
como la refundación, pero esta vez en nuestras manos. Esta vez
somos nosotros los congregantes, nosotros los que tenemos
que gritar “Que las generaciones venideras nos juzguen!” . Y la
verdad que leyendo sobre Heinrich Shaeffer me pareció que él
es un total ejemplo para esta nueva etapa; nueva porque
pienso que todos tenemos que generar un cambio en nosotros
mismos. Entregarnos, pero no solo eso, sino que radicalmente.
Me llamó la atención especialmente, una frase que lo describía
como “jefe en las ideas, jefe en la vida”. Pensé: ¡eso es lo que
tenemos que ser nosotros! Jefes en las ideas, proponerle a este
mundo una nueva forma de vida, un sí a la pureza, a la
fidelidad, un sí a salir y divertirse sanamente, sí a
comprometerme con proyectos que ayuden, sí a la coherencia.
Y sí a nosotros mismos. Me parece que para ser jefes en
nuestras vidas tenemos que conocernos, y viendo lo que cada
uno tiene dentro de sí (creatividad, entendimiento, voluntad,
alegría) usarlo y con ganas. Autoeducarnos. Entregarlo todo, sin
miedo a nuestros defectos, que si bien son muchos, nunca son
más que lo bueno en nosotros. Ahí, cuando veamos lo que
somos y nos demos cuenta de todo lo que tenemos alrededor
nuestro tenemos que salir.

Lo que estamos viviendo nos invita como a Heinrich a ser fuego


de la juventud; el ardía por sus ideales y más que nada por la
juventud, quería que la juventud ardiera, que diera todo, que
no fuera mediocre. ¿Qué le daba tal seguridad? ¿Cómo pudo
seguir a pesar de ver que no siempre sus proyectos tenían eco
en los otros corazones? El saberse “aliado de Jesús, y de la
Mater”, con aliados como ellos, ¿quién puede enfrentarnos? No
estamos solos, lo único que tenemos que hacer solos es tomar
esta decisión del cambio.

Heinrich Schaeffer78

Entiendo lo que cuesta la constancia, pero no creo que a los


héroes no les haya costado lo mismo. Ellos también cargaban
con sus temas, sus preocupaciones. Pero me parece que
tenemos que empezar ya, hoy. Verme y verla a Ella, y
preguntarle, ¿qué te puedo dar que tenga? Esto me cuesta,
pero te lo doy igual, me la juego, con Vos puedo. Somos la
generación 2014, refundamos, y esta fundación significa tanto
como la otra. Lo esencial que tenemos que hacer es darnos.
Seamos radicales y que estas decisiones que hoy capaz son
ideas chiquititas en nosotros, cuando miremos en retrospectiva,
se conviertan en la cuna del cambio personal y del mundo. ˜ I.B.

“Debemos estar convencidos de nuestra misión para poder


configurar la vida diaria de acuerdo a la misma, dejando de lado
los miedos de andar contracorriente”. En la facultad, con
amigos, con la sociedad en sí, es difícil ir contracorriente,
pensar distinto. Me ha pasado, y quizá a muchas también, de
pensar si no seré yo la equivocada, pero en esos momentos es
cuando tenemos que ser firmes en lo que creemos.

Hace unos días, en la facultad estaban unos compañeros


hablando mal de otros y yo estaba escuchando, entonces traté
de cambiar de tema de conversación y uno de ellos se dio
cuenta de la actitud que yo había tomado y la resaltó. Eso me
hizo dar cuenta de que con gestos y cosas pequeñas,
demostrando con nuestro actuar y no solo con palabras, po-
demos hacer reflexionar a los demás.

Igual no siempre es fácil, pero como dice Heinrich, debemos


afianzarnos en nuestra misión para poder vivirla plenamente.
Debemos comprometernos por enteras, debemos cortar las
cadenas que nos atan a todo lo que nos aleja de Dios, debemos
ser firmes con lo que creemos y sobretodo coherentes. Decir sí
al ideal schoesntattiano es decir sí a Schoenstatt para mi vida de
todos los días: es poder ser Schoenstatt en la facultad, con
amigos y con la sociedad. ˜ F.T.

Propósito mensual

Heinrich Schaeffer

“Aquí estoy”

Recuerdo esta frase como jaculatoria personal y pienso en una


acción concreta que refleje el valor que más quiero resaltar en
mí, en relación con este héroe. Controlo el cumplimiento de mi
propósito todos los días.

Heinrich Schaeffer

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