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Leyes en blanco propiamente tales son las que remiten la determinación de la materia de la
prohibición a una norma de rango inferior, generalmente un reglamento u otra disposición
normativa emanada de la autoridad administrativa. Su denominación se debe a BINDING, quien
las describiera, no sin gracia, como “un cuerpo errante en busca de alma”. 1
1
BINDING, Normen I, 162.
2
Vid. Ampliamente sobre el punto. Matus, 168 ss.
3
Cfr. SCA de Santiago de 22.06 193 (RDJ, L, 2° parte, Secc. 4°, p. 288). Vid. al respecto COUSIÑO I, 85 ss.
Véase, además, un análisis detallado de las exigencias que aseguren el respecto de la garantía
constitucional en MATUS, 188 ss.
b. La ley penal en blanco impropia
Leyes penales en blanco impropias son, según el concepto acuñado por MEZGER, aquellas en
que el complemento (de la conducta o la sanción) se halla previsto en el mismo código o ley
que contiene el precepto en blanco o en otra ley, 4 producto de lo que, con razón, se ha
denominado “pereza legislativa”. 5 ejemplos de ese modo de proceder son el art. 470, N° 1 Cp
y el art. 22 de la Ley de Cheques y Cuentas Corrientes Bancarias, que se remiten, en cuanto a
la penalidad, a lo dispuesto en el art. 467 Cp, que establece las penas del delito de estafa.
Puesto que en tales casos tanto la conducta como sus cirscunstancias, así como la pena
prevista para el delito, se encuentran comprendidas en nromas que revisten el carácter de ley
en sentido estricto, no hay, en principio, problemas relativos al principio de legalidad, pes éste
no parece exigir una determinada técnica legislativa, aunque CURY tiene razón en formular
advertencias respecto de los riesgos y complicaciones substanciales que de ella derivan para
que el principio de legalidad opere efectivamente como garantía, que suele ser menos precisa
en la definición de las conductas prohibidas. 6
Ley penal en blanco al revés es aquella en que la ley describe completamente la conducta
punible, pero entrega su sanción a una potestad normativa de jerarquía inferior. 7
En este caso, al contrario de las situaciones recién analizadas, estamos ante una técnica
legislativa claramente violatoria de la reserva legal (nulla poena sine lege, art. 19, N°3, inc. 7°,
de la Constitución), que en cuanto a la legalidad de la pena, no parece admitir excepción. 8
A pesar de ello, producto de las vicisitudes del proceso legislativo, el artículo 21 Cp remite la
determinación de la pena de “incomunicación con personas extrañas al establecimiento penal”
al Reglamento Carcelario, sin fijar ni su límite máximo ni las modalidades de su aplicación. 9
Afortunadamente, la disposición en cuestión carece en el presente de aplicabilidad, al no
contemplar el Reglamento de Establecimiento Penitenciario vigente la regulación a que alude
el art. 21 Cp.
4
MEZGER, 381 ss.; también MIR PUIG, 40.
5
RODRIGUEZ DEVESA / SERRANO GÓMEZ, 189; MATUS, 181.
6
CURY I, 153.
7
JIMENEZ DE ASÚA I, 352 ss. Vid., asimismo, RODRIGUEZ DEVESA / SERRANO GÓMEZ, 189.
8
En el mismo sentido, CURY I, 158.
9
La historia de esta notable “torpeza legislativa”, puede verse en MATUS, 182 ss. Todavía más notable
muestra de “torpeza”, es el nuevo art. 494 bis, ¡que no señala la pena aplicable a la tentativa y
frustración del hurto-falta!