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Elias Ezequiel Esparza Martinez 221799041

PANORAMA DE LA POLÍTICA ECONÓMICA EN MÉXICO


(1982-1994)
Crisis económica del gobierno
El gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988) fue convocado por el presidente
López Portillo en 1981 para recibir la noticia de que sería el próximo gobernante de
México, con seguridad no anticipaba los graves problemas que enfrentaría en tal cargo.
Estaban convencidos de que el debilitamiento del mercado petrolero internacional sería
un fenómeno pasajero, el cual permitiría al próximo gobierno retomar en poco tiempo la
senda del crecimiento económico. Sin embargo, el precio internacional del petróleo ya
mostraba una leve disminución que en los años posteriores devino en una espiral
descendente, ocasionando serios estragos a las economías de los países petroleros, como
México.
Por si esto fuera poco, el ambiente internacional contribuyó con otro factor de gran
importancia para estrechar los márgenes de maniobra de la política económica.
En consecuencia, la política monetaria de la Reserva Federal estadounidense se dirigió
hacia la contención de la inflación, restringiendo el crecimiento monetario y aumentando
las tasas de interés. De esta manera, en poco tiempo el gobierno mexicano sufrió el
impacto del aumento del servicio de su deuda externa. La situación no podía ser más
problemática para México debido a que la caída del precio internacional del petróleo
reducía severamente los ingresos procedentes del exterior, mientras que las altas tasas de
interés aumentaban las erogaciones que debían hacerse hacia los acreedores externos.
En suma, el gobierno de Miguel de la Madrid Hurtado no sólo tuvo que enfrentar los
serios problemas de la crisis heredada del anterior, sino también las turbulencias
internacionales, que parecían multiplicarse. El desempleo se incrementó, las tasas de
interés domésticas se elevaron como nunca antes, mientras que el incremento acelerado
de los precios amenazaba con convertirse en un proceso hiperinflacionario fuera de todo
control.
La política macroeconómica del nuevo gobierno se dirigió hacia la estabilización de la
actividad económica; sin embargo, implicó un alto costo social para la mayoría de los
mexicanos, contribuyendo a crear una fuerte inconformidad de la población hacia los
gobernantes del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
El ajuste del sector externo de la economía mexicana
México no contó con financiamiento voluntario proveniente del exterior los inversionistas
privados extranjeros optaban por dirigirse hacia otros mercados debido a la desconfianza
que la situación económica prevaleciente les inspiraba. Las únicas fuentes externas de
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financiamiento con que se contó en aquel periodo fueron los organismos multilaterales
tradicionales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial.
El gobierno de Miguel de la Madrid estuvo a punto de declarar la moratoria al pago del
servicio de la deuda externa debido a la constante reducción de sus ingresos y al reiterado
aumento de sus gastos. La presión política de los partidos y movimientos de oposición
para declarar la moratoria, ante el deterioro creciente del nivel de vida de la mayoría de
los mexicanos, se mantuvo en todo momento.
Las reformas estructurales aplicadas a la economía mexicana
La protección comercial es un componente básico de la política económica.
En 1982, casi la totalidad de las importaciones mexicanas estuvieron sujetas a los
permisos previos de importación, lo cual representa una medida fuertemente
proteccionista.
México no aceptó participar en el Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT).
Los permisos previos a la importación son licencias que otorgan las autoridades
gubernamentales para limitar el número de unidades de ciertos bienes que puede
importar un país. Por su naturaleza, dichos permisos le confieren enorme poder a los
funcionarios encargados de otorgarlas y se convierten en un mecanismo propicio para la
corrupción.
En 1985 por una parte, eliminó los permisos y los sustituyó con aranceles, es decir, con
impuestos a la importación. Por otra parte, solicitó la admisión de México al GATT, la cual
obtuvo al año siguiente. Con esta última medida esperaba contar con mejores condiciones
para la defensa de los derechos comerciales de México en el ámbito internacional, así
como disfrutar de las ventajas otorgadas por la cláusula del GATT denominada “de la
nación más favorecida”, la cual se refiere a que las concesiones obtenidas entre los
principales negociadores de un acuerdo sectorial, se transfieren a los demás países
miembros del GATT, aun cuando éstos no hayan tenido que realizar ninguna clase de
concesión al respecto.
El surgimiento de otros problemas que afectaron a la economía mexicana
Parecería que ocurrieron demasiadas cosas negativas en un lapso relativamente corto; sin
embargo, aún es necesario hacer referencia a dos graves sucesos adicionales que tuvieron
un impacto adverso en la economía mexicana.
En primer lugar, el 19 de septiembre de 1985, la Ciudad de México sufrió un fuerte
terremoto que derribó numerosos inmuebles situados en su Centro Histórico y en las
colonias aledañas, cobrando un número indeterminado de vidas. Además del fuerte
impacto familiar y social que derivó de las difíciles experiencias vividas, el terremoto tuvo
considerables efectos adversos en la economía de la capital del país.
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En segundo lugar, la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) experimentó un crecimiento en


extremo rápido en su Índice de Precios y Cotizaciones (IPyC). Sin embargo, el 19 de
octubre de 1987 se produjo una importante caída en el IPyC de la BMV; a los pocos días,
sin que los acontecimientos estuvieran vinculados, las Bolsas de Valores del mundo se
vinieron abajo, arrastrando a la Bolsa mexicana a una caída mucho más profunda.
El pacto de solidaridad económica
Las circunstancias críticas que asolaron la economía mexicana lo llevaron a plantear una
estrategia económica que contribuyera a la recuperación de la confianza de sus
gobernados en su capacidad para solucionar los acuciantes problemas, para lo cual debía
obtener resultados favorables en un lapso relativamente corto.
La idea de un pacto en el cual participaran los sectores más importantes de la economía
nacional, provenía de los partidarios del combate a la inflación mediante la utilización
simultánea de la política de ingresos. Instituyó el Pacto Económico de Solidaridad, con el
propósito de coordinar los esfuerzos de varios sectores corporativos para moderar la
inflación. Se convocó a las cámaras empresariales, a los sindicatos obreros y a las
agrupaciones campesinas para establecer metas respecto de aumentos de precios y
salarios, precios de garantía, tarifas de servicios proporcionados por el gobierno y el
deslizamiento del tipo de cambio. El gobierno se comprometía a frenar el crecimiento de
la demanda agregada, al mismo tiempo que los restantes sectores aceptaban coordinar
sus decisiones para “desinflar” a la economía mexicana.

Retomar la senda del crecimiento económico


El gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) representó, en muchos aspectos, la
continuidad y la profundización de las medidas económicas más relevantes emprendidas.
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Mantuvo la estrategia para reducir la inflación en la economía nacional contenida en los


lineamientos generales del Pacto de Solidaridad Económica, adecuando en cada
renovación las características pertinentes para su periodo de vigencia.
La inflación se moderó poco a poco y se estableció un sistema de bandas cambiarias con el
propósito de reducirla aún más. Dicho sistema proporcionó certidumbre respecto del
rango en que se ubicaría el tipo de cambio en cualquier momento.
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN)

En un inicio, la estrategia comercial del gobierno salinista contempló el avance de la


apertura comercial con Estados Unidos, a través de la suscripción de acuerdos bilaterales,
considerando sectores específicos. Sin embargo, siendo ya presidente electo Carlos
Salinas, recibió la propuesta de su homólogo estadounidense George Bush, en noviembre
de 1988, acerca de la conveniencia de establecer un área de libre comercio entre las dos
naciones.
La primera respuesta de Salinas fue de rechazo, debido a que, en ese momento, se
encontraba más interesado en la reducción de la carga de la deuda externa mexicana que
por desarrollar otro tipo de iniciativas.
Sin embargo, el escenario mundial se modificó con rapidez en diversas regiones del
mundo. En otras palabras, fue evidente que la globalización adoptaría la forma de bloques
regionales, los cuales establecerían relaciones estrechas entre sí.
En este escenario, y después de renegociar la deuda externa mexicana, Carlos Salinas de
Gortari retomó la iniciativa estadounidense de negociar la creación de un área de libre
comercio entre Estados Unidos y México. El representante de los mexicanos fue Jaime
Serra Puche, Secretario de Comercio, quien coordinó la negociación durante el periodo
1989-1993. Es interesante observar que el gobierno canadiense, quien ya tenía suscrito un
Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, solicitó participar en las nuevas
negociaciones, dando origen al área (trilateral) de libre comercio de América del Norte.
Cabe subrayar que la negociación entre las tres naciones fue larga y compleja. En ella se
abordaron los aspectos que corresponden a un área de libre comercio, como el acceso a
mercados, la determinación de los periodos y la desgravación arancelaria, la resolución de
controversias, las reglas de origen y los derechos sobre la propiedad intelectual, entre
otros. En las negociaciones se ejercieron fuertes presiones políticas provenientes de cada
uno de los participantes. México presionó para que el TLCAN incluyera una cláusula sobre
la migración de trabajadores, a lo cual se negó Estados Unidos; este último sólo se
comprometió a facilitar la movilidad de los individuos que se encontraran en la categoría
de “hombres de negocios”. Asimismo, Estados Unidos presionó a México para que le
concediera, como ya lo había hecho Canadá años atrás, una cláusula en la que se le
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garantizara el abasto petrolero; el gobierno mexicano resistió y no se incorporó en el


TLCAN.
Como ya se mencionó, el proceso fue difícil, especialmente entre México y Estados
Unidos: México debió negociar primero con un presidente republicano (George Bush) y
después, con uno demócrata (William Clinton). Finalmente, apareció en el espectro
electoral de Estados Unidos un candidato presidencial, Ross Perot, un excéntrico
millonario texano, cuya plataforma política coincidía con la del Partido Republicano en
todo, excepto en lo referente al libre comercio con México. Dicho personaje, que, desde el
punto de vista electoral, surgió de la nada, se dedicó a pregonar que Estados Unidos sería
el perdedor y México el ganador, en caso de suscribirse un tratado de libre comercio entre
ambos.

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