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¿Qué es el esencialismo?

4 de abril de 2013 Publicado por Esteban Galisteo Gámez

El esencialismo es la doctrina según la cual algo, un objeto, es lo


que es en virtud de su esencia, es decir, de una o varias
propiedades que de perderlas el objeto en cuestión perdería su
naturaleza. Cuando se habla de la esencia o de la naturaleza de algo,
estamos hablando de tales propiedades. Es un punto de vista
metafísico según el cual, detrás de todo lo que es aparente y
accidental está lo esencial y necesario. Por ejemplo, un esencialista
diría que el hecho de que mi ordenador, la carcasa de este, sea negra
es accidental o contingente, que mi ordenador sería el mismo aún
cuando le cambiara la carcasa o se la quitara definitivamente. Sin
embargo, diría el esencialista, si cambias sus propiedades esenciales,
entonces el ordenador dejará de ser lo que es. Tal vez lo transformes
en una tostadora o quede inservible, pero perderá su naturaleza.

El esencialismo es una doctrina con solera

Al contrario de lo que ha ocurrido con otras muchas doctrinas


antiguas, la doctrina esencialista aún se mantiene vigorosa. Fue
propuesta en la antigüedad, Aristóteles fue su máximo exponente,
hasta tal punto que la palabra «esencialismo» quedó definitivamente
asociada al nombre del estagirita. Durante la Edad Media y la Edad
Moderna el esencialismo se mantuvo igualmente vigorosov y así llegó
a la Edad Contemporánea, atravesando el siglo XX, hasta el XXI.

No obstante, en el siglo XX encontró cierta oposición, por parte de


W. v O. Quine y Ludwig Wittgenstein. De modo independiente, cada
uno de ellos criticó duramente a la doctrina esencialista. Quine a lo
largo y ancho de toda su obra; Wittgenstein a partir del segundo
periodo de su pensamiento, sobre todo en las Investigaciones
filosóficas. Aunque ambos autores esgrimieron multitud de
argumentos para oponerse a este punto de vista metafísico, lo cierto
es que la tesis central que defendieron al respecto es que, en
verdad, las propiedades consideradas esenciales para un objeto
dado eran las que el filósofo de turno había decidido cuando se
puso a reflexionar sobre el tema. Dicho en román paladino: las
propiedades que se suponen esenciales en un objeto se
seleccionan arbitrariamente.

Saul Kripke y su defensa del esencialismo

Cuando Wittgenstein y Quine habían dejado la doctrina esencialista a


la altura del betún aparece en escena una especie de genio
filosófico, Saul Kripke. En sus conferencias Sobre el nombrar y la
necesidad Kripke encuentra que algunos objetos, los objetos
materiales seguro, tienen ciertas propiedades esenciales y pone
de ejemplo la mesa que tiene delante. Esa mesa, si de hecho está
fabricada en madera, no puede ser que esté fabricada en otro
material, pues en ese caso sería una mesa distinta que la que
tiene delante. Dicho así es una trivialidad, sin embargo él emplea una
herramienta argumentativa más poderosa, se trata de un argumento
en términos de mundos posibles o contrafácticos. En efecto, si la
mesa que Kripke tiene delante está fabricada en madera, entonces no
existe un mundo posible en el que esa misma mesa esté fabricada con
hielo, hierro u otro material, puesto que en ese caso no sería esa
mismísima mesa, sino otra mesa que ocuparía esa posición espacio-
temporal en ese otro mundo posible.

No hay que exagerar con el esencialismo

Mi punto de vista particular respecto del esencialismo es que no


hay que pasarse ni por exceso ni por defecto. En general hay
objetos que tienen esencia y objetos que no tienen esencia. El
agua tiene esencia, es su estructura química. Todo aquello cuya
estructura química es H2O es agua; aquello que no tiene dicha
estructura química no lo es. Ahora bien, hay otros objetos que no
tienen esencia, por ejemplo la clase de las mesas no tiene esencia.
Tal vez cada mesa particular la tenga, pero no la clase de estas. Las
sociedades o las culturas no tienen esencia, ni siquiera los países o
las regiones. Desde mi punto de vista, podemos estar seguros de
que algunos seres, naturales o artificiales, tienen esencia; el resto
no tienen esencia.

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