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Recuperando la consigna propuesta para este espacio y también el intercambio que surgió
de la clase sincrónica, me parece interesante comenzar a caracterizar la matriz moderna a
partir de una frase de Zemelman que propone una ruptura con esa lógica o matriz de
pensamiento: “asumamos entonces la oscuridad, como premisa, lo que es un acto de
mínima honestidad”.
Esta idea que nos propone articular el autor es una invitación a tensionar, criticar y (por qué
no) abandonar en términos de “verdades” los paradigmas que construyó esta matriz. La idea
de “claridad”, “luz”, está asociada a la idea de razón y por lo tanto de construcción del
conocimiento/saber dónde el conocimiento científico se sobrepone a los saberes populares;
la mente sobre el cuerpo.
Recuperando los aportes de Barbero, hay dos ideas o ejes centrales que se vieron
transformados a partir de la consolidación de la matriz moderna y que construyó una
determinada subjetividad en el proceso de enculturación que son: el de la transformación
del sentido del tiempo y el de la transformación del saber y sus modos de transmisión. En
este marco, me interesa centrarme en cómo se modificó el tiempo libre/tiempo productivo y
las instituciones, en particular la escuela o el ámbito educativo.
Las brujas sintetizan todo aquello que era necesario abolir, saberes ancestrales,
conocimiento sobre el cuerpo de las mujeres, autonomía reproductiva, un saber
“descentrado, horizontal y ambivalente que entra en conflicto radical con la nueva imagen
del mundo que diseña la razón: vertical, uniforme y centralizado” (M. Barbero). La escuela
moderna como institución clave en la conformación de los nuevos estados fue central para
introducir a los jóvenes en la entrada en la vida productiva: “la escuela funcionará sobre dos
principios: la enseñanza como llenado de recipientes vacíos y la moralización como
arrancado de los vicios” (M. Barbero).
Me parece central situar estos debates en las preguntas actuales que nos podemos hacer
desde este Seminario, pensando siempre en nuestra práctica docente retomando esto ejes
propuestos para el análisis: cómo construimos conocimiento/saber situado, cómo podemos
aportar a repensar nuestro aquí y ahora. Zemelman nos propone pensar desde un
conocimiento cotidiano, desde una historicidad en minúscula, es decir aquella que se
construye todos los días. El conocimiento de la realidad cotidiana es fundamental, así como
el desarrollo de una conciencia de lo cotidiano en un sentido trascendente. Creo que poder
pararnos desde el lugar de “oscuridad” y no desde el del saber único, nos habilita y habilita
escenarios de construcción de un saber crítico latinoamericano con ese otrx, en el aula, o
desde nuestro habitar cotidiano.
Sistematice las principales características de la contemporaneidad