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Análisis sobre la salud mental en Honduras

Los problemas de la salud mental en Honduras han ido creciendo de forma alarmante. Si bien
es cierto, en nuestro país lo que más está perjudicando la salud mental de la población, es el
consumo de drogas que ha crecido de manera impresionante existen muchos más factores que
están llevando a las personas a sufrir de depresión hasta llegar inclusive al suicidio (Proceso
digital, 2018).

Entre ellos, se encuentran los factores sociales que influyen en la separación de las familias
debido a la violencia doméstica, paternidad irresponsable y la migración que también
ocasionan daño a la salud mental.

En el caso de la migración , muchos padres tienen que abandonar el país en busca de mayores
oportunidades y los hijos quedan a cargo de un hermano mayor, de la abuela, de los tíos, los
que no tienen la disciplina para educarlos, entonces esos menores están expuestos a reunirse
con otros niños para consumir drogas y hasta para delinquir.

No obstante, hay que considerar otros factores que influyen en los problemas de salud mental,
como el alto costo de la vida, los constantes anuncios de incrementos aumentos al precio de los
servicios públicos y los combustibles y los bajos salarios, que, prevalecen en el país y que no
ajustan ni para cubrir el costo de la canasta básica. Al aumentar todo, también aumenta el estrés,
las preocupaciones y eso hace que las personas se depriman, produce ansiedad y más pobreza.

De acuerdo con investigaciones realizadas a nivel nacional, el 35% de la población, que


corresponde a unos tres millones de personas, sufren de algún problema mental: pacientes con
trastornos afectivos como la depresión, trastornos de ansiedad, otro grupo de pacientes están
diagnosticados con enfermedades psicóticas y un segmento más está compuesto por los
farmacodependientes. Pero lastimosamente, no todos reciben atención médica (Primicia
Honduras, 2017). Esto se debe, en parte, porque en los hospitales hay pocos médicos para la
cantidad de pacientes que se han incrementado y, por otra parte, no se cuenta con los
medicamentos para proporcionarles.

La realidad en lo que respecta al sistema sanitario nacional es lamentable: no existe al nivel de


representantes políticos el debate sobre la crisis psicosocial, la cual se ha convertido en una
pandemia de nuestro tiempo. En nuestro país, ya deberían sonar las alertas por la incidencia de
los trastornos mentales. Deberíamos tomar conciencia acerca de que Honduras es uno de los
países con más alto índice de depresión en el mundo. Sin embargo, la prevención social parece
haber desaparecido del todo del ideario político convencional contemporáneo, donde debieron
tomarse acciones de emergencia para prevenir una debacle social por la proliferación de
depresión, estrés, y los profundos trastornos derivados de estos padecimientos, no existen
siquiera espacios de diálogo donde concebir medidas oportunas -apenas las poco sonadas
protestas que una y otra vez eleva la sociedad civil, carentes de respaldo tanto del gobierno
como de sectores populares y por consecuencia sin la capacidad de impulsar medidas
importantes.

El fenómeno de los delitos violentos que reflejan trastornos psicológicos profundos ha crecido
descomunalmente en Honduras este año. Las mujeres han resultados particularmente afectadas
como víctimas, y la respuesta que el estado ingenió hace unos años ha sido típicamente
inoperante: la creación de una fiscalía que persigue los delitos contra la mujer no ha hecho
mella ni en las cifras de femicidios ni en la altísima tasa de impunidad de que gozan este tipo
de delitos. Como es típico de la burocracia hondureña, a pesar de su falta de resultados, el
gobierno no se ha planteado reformar o ampliar esta institución.

En todo caso, debemos despojarnos de la idea ingenua y dañina de que la aplicación de castigo
es equivalente a prevención del delito, o compensación alguna por la ausencia de mecanismos
de prevención. En virtud de ello, el reforzamiento de la seguridad pública tampoco constituye
prevención. El avance de la depresión, el estrés, y trastornos derivados que frecuentemente
desembocan en conductas sociópatas – y, como estamos viendo en la actualidad, llegando a
psicópatas- no puede ser combatido por instituciones de seguridad, las cuales, de hecho,
también fomentan en su interior la proliferación de estos problemas, por las duras condiciones
de vida y trabajo a las que someten a sus agentes.

La crisis psicosocial y la negligencia del estado en atenderla no es en absoluto un problema


propio de Honduras; de hecho, en una escala y un contexto diferentes, simplemente hemos
importado los esquemas sociopolíticos regresivos de sociedades mucho más ricas que la
nuestra, pero que exhiben los mismos problemas de salud mental en los sectores más
vulnerables de su población. De los paralelos podemos extrapolar que en parte la exclusión
social y en parte la falta de integración comunitaria son graves fuentes del problema.

En Honduras, por supuesto, la desigualdad económica y exclusión social han alcanzado niveles
críticos debido a la aplicación del modelo de capitalismo conservador anglosajón, mientras que
a nivel de comunidad encontramos una desintegración intolerable debido a factores como la
fuerte migración rural, las dificultades de la vida urbana y el clasismo que obstruye los
mecanismos de movilidad social.

Lo realmente alarmante es la escala en que el agravamiento de los problemas psicosociales


sigue siendo un punto ciego en el discurso político contemporáneo, pero esto no es
sorprendente. Hoy en día, estamos viviendo las consecuencias de esa degradación en nuestro
pensamiento y en nuestra praxis (Pavel, 2017).

Otro foco de preocupación es que la red de atención en salud mental en nuestro país no funciona
en parte debido al escaso financiamiento para salud mental y a la primacía de los hospitales
psiquiátricos que concentran los recursos humanos y financieros e insumos. Esto es en
detrimento de la atención primaria y de la igualdad de oportunidad de acceso a los servicios.
Los trabajadores de salud mental se concentran en la capital ante la ausencia de estrategias que
posibiliten la descentralización hacia los departamentos.

Por otra parte, está muy descuidado el tema de los derechos humanos del paciente en todos los
aspectos: legales, laborales, calidad de la atención, entre otros, así como la capacitación y
actualización en atención psicosocial y participación de usuarios y familiares en los planes de
salud mental.

De igual manera, el Programa Nacional de Salud Mental necesita ser fortalecido ya que adolece
de algunas deficiencias. Está completamente descuidado el desarrollo de servicios de salud
mental comunitarios, la atención diferenciada para niños y adolescentes y la capacitación del
recurso humano de atención primaria, en temas de salud mental.

Aunado a ello, hay que resaltar que el sistema cuenta con algunas fortalezas que no se están
aprovechando debidamente, tales como la existencia de una política de salud mental que
amerita ser implementada, y la existencia de normas estandarizadas de información de la
atención en salud mental. El sistema cuenta con un cuadro básico de medicamentos psicótropos
y con el apoyo de algunas instituciones para la implementación de algunas estrategias
(Organización Panamericana de la salud / Organización Mundial de la Salud, 2008).

A tenor de lo anteriormente expuesto, se puede afirmar que el impacto más significativo de la


salud mental de los hondureños lo ejercen los problemas psicosociales causados por un estado
de vulnerabilidad frente a la pobreza. Además de la violencia, la inseguridad, el desempleo,
pocas expectativas de desarrollo humanos y otros flagelos.
Es por ello por lo que este problema debe considerarse en sus diversas implicaciones: médicas,
psicológicas, educativas, sociales y económicas. Razón por lo cual, los planes nacionales en
este sector deben involucrar todas estas áreas para lograr el fomento, la prevención y la
reparación de la salud. Por consiguiente, en el terreno específico de la salud mental los
esfuerzos deberán orientarse a crear una conciencia del problema desde que los alumnos estén
cursando los grados escolares de básica.

Para que se logren los objetivos perseguidos en los planes de referencia es indispensable la
participación de todos los sectores involucrados en los mismos. De tal modo, al mismo tiempo
que se utilizan los recursos de la educación sistemática en las aulas escolares, se debe crear
conciencia en la opinión pública acerca de las múltiples repercusiones que tiene la salud mental
en la vida del país.

En la integración de esfuerzos en el máximo aprovechamiento de los recursos disponibles está


la clave del éxito futuro de los programas emprendidos en favor de la salud mental del pueblo
hondureño.

Por el momento, lo menos que podemos esperar es que nuestra clase política vuelva a plantearse
su responsabilidad en velar por el bienestar y seguridad de la población, no sólo material, sino
que emocional. Esta debe ser una de las consideraciones de mayor peso a la hora de escoger
los modelos a seguir en el futuro.

Y para finalizar, es necesario recordar la Declaración de Caracas, en donde se planteó que los
hospitales psiquiátricos deben desaparecer porque hospitalizar a un paciente por trastornos
mentales significa estigmatizarlo, señalarlo y calificarlo como loco y la gente lo mira de menos
(Proceso digital, 2018).

En ese sentido, se están impulsando políticas mundiales para que sean los hospitales generales
los que atiendan a los pacientes psiquiátricos y Honduras es signatario de esa Declaración. Por
lo tanto, entre los modelos a seguir en nuestro país, debe encontrarse el reforzamiento de la
atención comunitaria, de manera que, al organizar a las comunidades, y preparar a la gente en
lo que se llama la salud mental comunitaria se evite que niños, adolescentes y adultos caigan
en las drogas, cuadros depresivos, ansiedad, psicosis, estrés y el suicidio, que representan
algunos de los principales padecimientos del deterioro en la salud mental de los hondureños.
Referencias

Organización Panamericana de la salud / Organización Mundial de la Salud. (2008). Informe


sobre el sistema de salud mental en Honduras. Honduras: Autor. Obtenido de
http://www.who.int/mental_health/honduras_who_aims_spanish.pdf?ua=1

Pavel, A. (24 de junio de 2017). El Estado y la salud mental. Obtenido de elpulso.hn Web site:
https://elpulso.hn/el-estado-y-la-salud-mental/

Primicia Honduras. (5 de marzo de 2017). Estudio revela que problemas mentales afectan más
a pobladores del norte y ociidente de Honduras. Obtenido de
http://www.primiciahonduras.hn/estudio-problemas-mentales-honduras/

Proceso digital. (17 de junio de 2018). Salud mental de hondureños alcanza niveles alarmantes.
Obtenido de Salud y sociedad: http://www.proceso.hn/salud/5-salud-y-sociedad/salud-
mental-de-hondurenos-alcanza-niveles-alarmantes.html

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