Está en la página 1de 6

NOH KABUKI

EXPOSICIÓN DE ARTE JAPONÉS

23 DE OCTUBRE DE 2014
PARANINFO UNIVERSIDAD DE ZARAGOZA
ANDREA YAGÜE DOMINGO 2º BTO B
La exposición “Noh-Kabuki. Escenas del Japón” presenta en el Paraninfo de la
Universidad de Zaragoza una amplia introducción al arte y cultura japoneses por medio
de sus manifestaciones teatrales más características. Desde octubre de 2014 a enero
de 2015 se exhiben en la Sala Saura y la Sala Gaya una selección de más de un
centenar de obras de destacados artistas especializados en la representación de
dramas teatrales, un género con una larga tradición en la pintura y el grabado japonés.
Este amplio conjunto de obras procede esencialmente de la Colección “Pájaro Profeta”
de José Antonio Girnénez y de otras colecciones particulares y públicas de Zaragoza,
Madrid, caso de la del profesor Emilio Bujalance, Sevilla y otras ciudades. La exposición
“Noh-Kabuki. Escenas del Japón” plantea un recorrido por el teatro japonés, tanto en
su vertiente clásica, el Noh, como en la popular, el Kabuki, manifestación que sintetiza
toda la tradición artística, filosófica, literaria y musical de la milenaria cultura japonesa.
Esta colección es una mirada a dos tradiciones teatrales japonesas que pone de
manifiesto sus antagonismos, la aristocracia y la cultura del teatro noh, con el vínculo a
la cultura samurái, frente a la popularidad del teatro kabuki que refleja los gustos de la
ciudadanía de las grandes urbes japonesas y que auparon las clases medias a pesar de
no contar con el apoyo gubernamental. Un conjunto de 28 pinturas, 47 estampas y 16
objetos que ofrecen al visitante un viaje por la cultura del país nipón desde el siglo XIV
hasta el XX.

Teatro Kabuki
En contraposición al teatro Noh, que nació como arte para las clases feudales elevadas,
el kabuki nació entre las clases trabajadoras como una forma de expresión y
entretenimiento. Los símbolos de la palabra Kabuki significan cantar, bailar y habilidad,
pero se cree que la palabra deriva del verbo kabuku, que significa fuera de lo común o
extraño, por lo que también podría interpretarse como teatro raro o experimental.

Las bases del teatro kabuki tienen origen en el periodo Azuchi-Momoyama (1573-
1603), el periodo donde se sentaron las bases para la unificación del país después de
una época de enfrentamientos y divergencia de opiniones.El verdadero nacimiento del
kabuki fue a partir del siguiente periodo; el periodo Tokugawa (1603-1867), con Izumo
no Oku, una mujer que comenzó a bailar y cantar cerca del río Kamo en Kioto y cuya
popularidad fue extendiéndose hasta llegar a oídos de la Corte Imperial. Al contrario
que otros géneros teatrales, el kabuki fue representado en su inicio por mujeres,
algunas de las cuales se dedicaban, utilizaban este arte, a promover sus servicios como
prostitutas.
Pocos años más tarde (1629) el gobierno japonés catalogó estas actuaciones de
indecentes para la moral pública y prohibió que las mujeres ejecutaran este arte
teatral. A partir de este momento, el kabuki, que ya gozaba de buena popularidad, fue
representado por actores masculinos, algunos de los cuales se especializaban en
papeles femeninos.
Uno de los autores de obras de kabuki más importantes es el conocido Chikamatsu
Monzaemon (1653-1725), el cual también escribió muchas obras para bunraku o
teatro de marionetas. Las temáticas del teatro fueron evolucionando con el paso del
tiempo, haciéndose muy famosas las obras sobre suicidios y dramas humanos.
Además, el kabuki se caracteriza por el dinamismo de las representaciones, los
cambios frecuentes de escenario, la gesticulación exagerada de los actores y los
maquillajes y pelucas utilizados.
Teatro Kabuki
También es característico la utilización del hanamichi o camino de flores, una larga
pasarela situada a la izquierda del público que conecta con el escenario y por la que los
actores salen y entran de la escena. La pasarela sirve para conectar al público con la
escena, creando un ambiente de cercanía.
A partir de la Segunda Guerra Mundial el kabuki sufrió una etapa de declive, pero poco
a poco ha vuelto a revitalizarse y en el 2005 fue incluido, al igual que el nogaku y el
bunraku, en la lista de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Sus distintos géneros, personajes heroicos, dramas sangrientos e historias legendarias
han sido fuente de inspiración de los más importantes artistas a lo largo de la historia
del arte japonés. La exposición se centra, especialmente, en sus dos principales
manifestaciones: por un lado, la tradición del teatro Noh, ligada al budismo zen y
auspiciada por las élites samurais durante siglos. Por el otro, el teatro kabuki, que nace
en el periodo Edo como un teatro popular al calor del crecimiento urbano y de las
clases artesanales. Las estrellas más populares del momento, siempre masculinas
aunque encarnaran papeles femeninos, eran inmortalizadas por los artistas de la
escuela Ukiyo-e en estampas yakusha-e, o “estampas de actores”. Estas eran
adquiridas por los aficionados al kabuki y, cuando Japón abrió sus puertas a Occidente,
servirían como vehículo de difusión internacional de la cultura japonesa. En cualquier
caso, noh y kabuki materializan distintas expresiones del pueblo japonés y de su
riqueza religiosa, estética y cultural.
Una singularidad que sedujo a muchos coleccionistas occidentales. Es algo que la
muestra de Paraninfo ilustra perfectamente, pues incluye fondos de pintura y obra
gráfica de distintas colecciones, como la de la Real Academia de Bellas Artes de Santa
Isabel de Hungría de Sevilla, la colección Pájaro Profeta y la colección de Emilio
Bujalande, entre otros. A esta espléndida selección, se añaden seis objetos prestados
por el Museo de Zaragoza y reunidas por Federico Torralba a lo largo de su vida. El
propio Don Federico era un apasionado del teatro de todo género desde su juventud,
llegando a escribir dramas teatrales y cultivando la amistad de personas de la escena
teatral y la danza. Encontramos muestras de este interés en una curiosa caja con forma
de máscara teatral Noh, que representa un rostro femenino de rasgos acusados y
sonrientes (siglo XVIII). Asimismo, la Ceremonia del Té es una manifestación del
budismo zen ligada al Noh, un mundo que se ilustra con dos objetos cerámicos ligados
entre sí: un cuenco para beber en la ceremonia o chawan (s. XIX) y un recipiente para
guardar el matcha o té en polvo (siglo XVII). También se puede ver en la exposición un
precioso estuche lacado (ss. XVII-XVIII), decorado con dos máscaras de personajes
cómicos inspirados en los personajes legendarios de Hyottoko (masculino) y Otafuku
(femenino).
La máscara como motivo decorativa en objetos lacados se repite en el inro (un estuche
con compartimentos para guardar medicinas), que incluye una máscara Noh y tres
pequeños tambores llamados tsutsumi, instrumento tradicional que se toca
colocándolo encima de un hombro, y una flauta tradicional hichiriki. Por último, el
Museo de Zaragoza ha prestado un abanico tradicional (comienzos del siglo XX),
decorado con el sol nacional del Japón, similar a los que aparecen moviendo los
bailarines de las pinturas que se exhiben en esta deliciosa exposición que contribuye a
alimentar esa pasión por Japón que nuestra ciudad he demostrado en tantas
ocasiones.
El Noh se consolidó en torno a 1380, en el periodo de Muromachi (1333-1573),
momento de apogeo de los señores de la guerra que propiciaron, por influencia de la
doctrina zen, el patrocinio de las artes como la jardinería, la pintura a la tinta, la
poesía, la caligrafía, la ceremonia del té o el espectáculo Noh que Kan'ami y su hijo
Zeami contribuyeron a fijar en sus tratados teóricos y prácticos, en cuyo contenido,
observan los estudiosos del tema, es notoria la incorporación de elementos de la
tradición sintoísta y budista, autóctonos o procedentes de Asia continental. Fue con los
Tokugawa, en el periodo Edo (1602-1868), cuando el Noh se reglamentó de modo tan
estricto que impidió su natural evolución hasta la revolución Meiji de 1868. Tras un
periodo de crisis, agravado por el éxito popular del Bunraku y del Kabuki, el Noh
retomó en el siglo XX los tratados de Zeami para avanzar.

El auge mercantil durante el periodo Edo tuvo entre otras consecuencias el nacimiento
a comienzos del siglo XVII del Bunraku, teatro de grandes muñecos manejados por
artistas a la vista del público, y del Kabuki, representaciones de obras que sintonizaban
con el gusto popular; ajenos ambos al carácter ritual, solemne y ceremonioso del Noh,
el único que seguía teniendo protección oficial. Las últimas investigaciones señalan
que, frente a la idea de un público exclusivamente aristocrático, la recepción del Noh
durante los Tokugawa tuvo éxito popular, sobre todo en las sesiones destinadas a
conseguir fondos para financiar templos y obras públicas.

También podría gustarte