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ROMÁNICO EN ARAGÓN

FECHA ENTREGA: 14/11/14

TRABAJO DE ARTE – 1ª EVALUACIÓN


INTRODUCCIÓN
El arte románico en Aragón se caracteriza por la presencia de una arquitectura monumental,
exótica y suntuosa, erigida desde la segunda mitad del siglo XI hasta principios del siglo XII que
se superpone a los más modestos edificios de tradición y estilos mozárabe y lombardo-catalán
de la región.

La Catedral de Jaca, la iglesia del castillo de Loarre o la de Santa María del monasterio de Santa
Cruz de la Serós, constituyen un asombro para la época, y su magnificencia regia contrasta con
la conservadora tradición de la liturgia mozárabe, eclipsándola.

Aragón surge como región histórica con personalidad propia hacia el siglo VIII, tras la invasión
musulmana de la península. Inicialmente, posee dos grandes regiones condicionadas por la
topografía: la montaña, amalgama de valles pirenaicos poblados por cristianos, y la llanura –
dominada por jerarcas musulmanes–, que llega hasta las riberas del Ebro y sus afluentes. La
principal vía es una calzada romana que unía Zaragoza con Bearn, atravesando el puerto
pirenaico del Palo. Los pequeños asentamientos cristianos se articulan en torno a un nucleo
ibérico-romano, la futura Jaca.

A principios del siglo IX, surgen algunos caudillos montañeses, señores propietarios que tratan
de garantizar la independencia de los pequeños asentamientos cristianos de la zona regada
por los ríos Aragón, topónimo del futuro territorio. Este sometimiento y aislamiento generará
un fuerte sentimiento independentista, aunque capaz de asimilar sucesivas oleadas de gentes
hispanas y galas que aportan nuevas costumbres y estilos artísticos. Los que llegan de la
península traen modos y estilos mozárabes; los provenientes de las Galias aportan las
tradiciones monásticas de la regla de San Benito.

A inicios del siglo X, la región es ocupada por el rey de Pamplona Sancho I Garcés, iniciándose
una restauración diocesana, con obispado en Sasabe (922). Se consagra la primera iglesia de
San Juan de la Peña. La población aumenta, y se establecen las primeras tenencias militares
permanentes.

El pujante comercio entre África y Europa, surgido en el siglo XI, aporta novedades culturales y
trae inesperados ingresos, generados en las aduanas de Canfranc-Jaca, de la ruta Narbona-
Jaca-Pamplona. Ramiro I de Aragón, hacia 1054, se erige rey de Aragón, acaudillando un
levantamiento que libera a la región del dominio del rey de Pamplona. Surge un arte románico
primitivo, alejado de las anteriores influencias mozárabes y musulmanas. El rey aragonés
Sancho Ramírez (1063-1094) amplía sus dominios, arrebatándoselo a los vecinos gobernantes
cristianos y musulmanes. Loarre se convierte en capilla real. Jaca es la ciudad real, sede
episcopal, y centro administrativo que acuña mancusos, la primera moneda de oro aragonesa.

Consolidados los reyes de Aragón, durante el siglo XI la dinastía de los Ramírez se anexionó
amplios territorios e importantes ciudades, como Zaragoza (1118), Tudela (1119), Tarazona
(1119), Calatayud (1120) y Daroca (1120). Aragón se repuebla creándose nuevas ciudades
«francas» que poseen estatutos económicos privilegiados, respetando las costumbres de los
campesinos musulmanes, o mediante abirragados concejos situados en las zonas fronterizas
que, con la promesa de su defensa y no preguntar por su pasado, atraen a multitud de
aventureros. Con la restauración eclesiástica, se erigirán en Aragón decenas de nuevas iglesias
en los territorios y ciudades conquistados, y los prelados de las sedes, en gran parte
procedentes de las zonas francesas, aportarán una corriente cultural con estilos artísticos
renovadores.

El arte románico aragonés constituye una espléndida intrusión del arte italiano de la época,
aunque desde la segunda mitad del siglo XII, la influencia proviene del sudoeste de la región –
más desarrollada– vinculada a la tradición jacobea, de Castilla y Navarra.

Aragón alberga uno de los tramos del Camino de Santiago, haciéndose patente su influencia
artística en la iglesia de Santiago de Agüero, o en las de Cinco Villas, como la portada de la
iglesia de San Esteban, en Sos del Rey Católico, o en Santa María de Uncastillo. La iconografía
muesta afinidades con temas recurrentes del Camino, aunque también posee vestigios de la
tradición musulmana, reflejados en algunos temas más sensuales.

Algunos edificios aragoneses muestran la doble influencia de los estilos mozárabe y románico
primitivo, destacando San Juan de la Peña, el castillo de Loarre, la iglesia de Iguácel y las del
valle medio-alto del río Gállego, siendo el mejor ejemplo la iglesia de San Pedro, en Lárrede:
con ausencia de escultura figurativa y ornamental, gruesas molduras aboceladas, vanos en
arco de medio punto o ligeramente apuntados encuadrados en un alfiz y, en la cabecera,
arquería de medio punto con un friso de largos billetes verticales (rollos) a modo de cornisa.
También se edifica arquitectura de estilo lombardo-catalán, principalmente en los Pirineos.

Desde la segunda mitad del siglo XI, la construcción de la catedral de Jaca influirá
poderosamente en la arquitectura del entorno, reflejándose en las iglesias de Loarre, Sos,
Santa Cruz de la Serós y San Pedro de Siresa. San Juan de la Peña, como panteón real, es un
conjunto singular conformado por edificaciones de variado estilo.

La influencia jacobea se percibe desde mediados del siglo XII, en la ruta de las Cinco Villas,
Agüero-Murillo de Gállego, caracterizada por una arquitectura con bóveda de cañón
ligeramente apuntada con arcos fajones, portadas historiadas, impostas abilletadas y
crismones. Sólo entre los siglos XI y XII se han documentado unas mil edificaciones románicas
aragonesas.

El siglo XIII marca la transición del arte románico-gótico, manifestado en los monasterios de
Veruela, Piedra, Rueda, Sigena; o las iglesias de Chalamera y Casbas. Serán las grandes órdenes
colonizadoras las principales promotoras de las nuevas obras de carácter religioso.

La Catedral de Jaca (siglos XI-XII), con su rica y compleja iconografía, marca el despertar de la
escultura románica aragonesa. El crismón5 grabado sobre el tímpano será un elemento
característico del románico de la zona. Destaca, por su buen sentido de la composición y
esmerada talla, el Maestro del sárcofago de doña Sancha, de posible origen italiano, cuyo
estilo se aprecia en dos capiteles del antiguo claustro de Jaca, o en la anunciación de la Santa
Cruz de la Serós. Del Maestro Esteban, encontramos hermosos capiteles historiados en la
cripta de la iglesia de san Esteban en Sos del Rey Católico. Otra de las obras maestras del
románico aragonés es el claustro de San Pedro el Viejo en Huesca.
CATEDRAL DE SAN PEDRO DE JACA
La Catedral de San Pedro de Jaca (provincia de Huesca, Aragón, España), es una de las
construcciones más características y antiguas del románico en España. Comenzó a construirse
casi al tiempo que la de Santiago de Compostela en el último cuarto del siglo XI como sede
episcopal y cabeza del Reino de Aragón por iniciativa del rey Sancho Ramírez que había
obtenido el vasallaje vaticano tras su viaje a Roma en 1068, a resultas del cual le fue concedida
la sede episcopal.

La ciudad de Jaca recibe fueros de ciudad, por el rey Sancho Ramírez de Aragón, en 1077,
ostentando la capitalidad del reino entre este año y 1096 y convirtiéndose en sede diocesana,
lo que hace necesaria la construcción de una catedral. Si bien las fechas de la construcción no
están claras, se pueden distinguir en ella dos etapas. Una primera, podría estar situada entre
1077 y 1082 y una segunda entre 1104 y 1130.

En la segunda década del siglo XVI se incluyen algunos añadidos, como las bóvedas de las
naves laterales, del gótico tardío, y las portadas de las nuevas capillas de San Sebastián, San
Agustín, Anunciación y Santa Ana. Posteriormente, ya en el Renacimiento, se añaden las
capillas de San Miguel y de la Trinidad, ambas de 1572. En 1598 se construye la bóveda de la
nave central y se abren ventanales en ella.

En el siglo XVII se termina la construcción del retablo y se emprende la reconstrucción del


claustro, que es sustituido por el actual barroco, terminado a finales de dicho siglo. En este
mismo periodo se construye la capilla de Santa Orosia, principal elemento barroco del templo.
También a finales del XVII se sustituye el ábside románico y se erige uno nuevo, decorado con
pinturas de Manuel de Bayeu, cuñado de Francisco de Goya, entre 1792 y 1793.

El exterior

En la fachada oeste de la catedral encontramos el atrio y la portada, cuyo arco de mayor radio,
semicircular, enlaza con la nave central, de bóveda de cañón, del interior del templo. En el
tímpano de esta fachada, la principal de la catedral, se halla una pieza excepcional: el crismón,
símbolo de la monarquía aragonesa y con un claro carácter trinitario y penitente.

En la fachada sur encontramos otro pórtico, realizado en el siglo XVI con piezas de otras partes
del edificio, destacando los capiteles realizados por el maestro de Jaca. En cuanto a los ábsides,
solo se conserva del románico el que da al sur, ya que lo central y norte, como ya ha sido
comentado, fueron modificados en el siglo XVIII. En este ábside se puede apreciar la
organización tripartita del muro tanto horizontalmente como en vertical, característica propia
del románico jaqués extendida por otras construcciones del Camino de Santiago.

En la parte superior del edificio se halla una espadaña donde está el cuerpo de campanas de la
Catedral, pieza que fue añadida en el siglo XVI.
El interior

La planta del templo es basilical de tres naves, de las que la central es más ancha y alta que las
laterales, permitiendo de este modo abrir óculos en el muro de la nave central y por encima de
las laterales para iluminar su interior. Un elemento destacable de su interior es la alternancia
de soportes circulares y cruciformes.

Las naves se prolongan hasta los tres ábsides semicirculares. De mayor profundidad el central,
debido a la reforma llevada a cabo en el siglo XVIII, lo que permitió que se colocase allí el
órgano.

La zona del crucero se cubre con una singular bóveda semiesférica de planta octogonal sobre
trompas. El interior de esta original cubierta está reforzado con nervaduras formadas por
grandes arcos de medio punto que apean en el centro de cada uno de los lados de la base
octogonal en sendos modillones de rollos de carácter mozárabe.

En época barroca se abrió la capilla de Santa Orosia (patrona de la ciudad), decorada con
llamativas pinturas mostrando su vida, martirio y encuentro de su cuerpo.

Cabe destacar el claustro adosado al muro norte de la catedral, que forma parte del Museo
Diocesano de Jaca, uno de los más destacados de España de pintura románica; en él se
aprecian pinturas románicas del ámbito jaqués que se encontraban en iglesias como Navasa,
Ruesta o Bagües.

Decoración

La catedral de Jaca, además de ser referencia por su arquitectura, lo es en cuanto a su rica y


variada decoración escultórica en capiteles, ménsulas, metopas, muros y basas.

Los capiteles, ménsulas y metopas reciben decoración figurada con escenas de la Biblia o
incluso algunas fantásticas o de la vida cotidiana de gran calidad procedentes de al menos dos
manos diferentes, mientras que en los muros o basas es más bien geométrica, bolas situadas
en las basas o el conocido ajedrezado jaqués que decora gran parte del edificio. Estos dos
elementos originarios del arte románico jaqués se pueden apreciar a lo largo del Camino de
Santiago, lo que muestra la influencia que ejerció a lo largo de esta ruta de peregrinación.

En la puerta lateral de la catedral se encuentra tallado el patrón de una unidad de medida


denominada vara jaquesa (medida de la época medieval equivalente a 77 cm). Esta unidad se
utilizaba durante la Edad Media en el mercado ubicado en la plaza de la catedral para medir
longitudes, y dicha unidad métrica fue usada en todo Aragón.
CATEDRAL DE SAN PEDRO DE JACA

MONASTERIO DE SAN JUAN DE LA PEÑA


El monasterio de San Juan de la Peña, situado en Santa Cruz de la Serós, al suroeste de Jaca,
Huesca, Aragón (España), fue el monasterio más importante de Aragón en la alta Edad Media.
En su Panteón Real fueron enterrados un buen número de reyes de Aragón. Forma parte del
camino aragonés del Camino de Santiago. Su enclave es extremadamente singular.

Cuenta la leyenda, que un joven noble de nombre Voto (en algunas versiones, Oto), vino de
caza por estos parajes cuando avistó un ciervo. El cazador corrió tras la presa, pero ésta era
huidiza y al llegar al monte Pano, se despeñó por el precipicio. Milagrosamente su caballo se
posó en tierra suavemente. Sano y salvo en el fondo del barranco, vio una pequeña cueva en la
que descubrió una ermita dedicada a San Juan Bautista y, en el interior, halló el cadáver de un
ermitaño llamado Juan de Atarés. Impresionado por el descubrimiento, fue a Zaragoza, vendió
todos sus bienes y junto a su hermano Félix se retiró a la cueva, e iniciaron una vida eremítica.

Se habitan estas montañas poco después de la invasión musulmana, al construir el castillo de


Pano, destruido en el año 734. El origen legendario del Reino de Aragón también encuentra en
el monasterio cueva de San Juan de la Peña su propia historia, cuando reunidos los guerreros
cristianos junto a Voto y Félix deciden por aclamación nombrar a Garcí Ximénez su caudillo que
les conducirá a la batalla por reconquistar tierras de Jaca y Aínsa, lugar éste donde se produjo
el milagro de la cruz de fuego sobre la carrasca del Sobrarbe.
Reinando en Pamplona García Íñiguez y Galindo Aznarez I, conde de Aragón, comienzan a
favorecer al Monasterio. El rey García Sánchez I concedió a los monjes derecho de jurisdicción,
y sus sucesores hasta Sancho el Mayor, continuaron esta política de protección. Allí pasó sus
primeros años San Íñigo. En el reinado de Sancho Ramírez de Aragón adquiere su mayor
protagonismo llegando a ser panteón de los reyes de Aragón.

Fueron devastadores los incendios de 1494 y 1675. A raíz del último de ellos, se construyó el
Monasterio Nuevo. El Monasterio Antiguo fue declarado Monumento Nacional el 13 de julio
de 1889 y el Monasterio Moderno el 9 de agosto de 1923. La restauración fue dirigida por el
arquitecto modernista aragonés Ricardo Magdalena.

Construcción del monasterio

Probablemente existiera algún tipo de cenobio anterior al siglo XI, pero la construcción de
mayor importancia empieza el año 1026 por iniciativa de Sancho el Mayor. En el año 1071 el
rey Sancho Ramírez cede el conjunto existente a los monjes cluniacenses y favorece su
reforma. En este momento se levanta el conjunto que hoy queda, en mayor o menor medida.
La reforma benedictina de Cluny no podía obviar la construcción de un claustro que se
finalizará ya entrado el siglo XII.

Capiteles del claustro

De finales del siglo XI son un conjunto de capiteles del claustro con temas de animales
fantásticos y algunos motivos geométricos y vegetales donde destacan los roleos. Un segundo
grupo, formado por veinte capiteles, fue encargado en el último tercio del siglo XII al maestro
de San Juan de la Peña, autor anónimo, también conocido como Maestro de Agüero,
probablemente para sustituir otro anterior.1 El pequeño recinto ofrecía un cerramiento
diáfano en forma de arcadas separadas por columnas. Los arcos se veían rematados con
cenefas con el típico taqueado jaqués.

El Maestro desarrolla un programa sobre escenas bíblicas donde aparecen entre otras el
Anuncio a los pastores, la Natividad, la Anunciación, la Epifanía, el Bautismo y la Circuncisión
de Jesús, la Última Cena, episodios sobre Caín y Abel, la Creación de Adán y Eva, así como su
Reprobación y posterior condena al trabajo. Seguramente el maestro de Agüero sólo elaboró
los capiteles para dos alas del claustro ya que a finales del siglo XII el monasterio entró en
franca decadencia. El programa iconográfico que plantean los 26 capiteles que conservamos
parece enfocar la Salvación a través de la Fe escogiendo los episodios más significativos para
ello.

Se trabaja con bajorrelieves casi todos dominados por un horror vacui muy acentuado que
provoca contorsiones en algunas figuras que superan el propio marco sacando un brazo como
en la escena de Jesús y los Apóstoles. Los gestos son exagerados, casi teatrales, acentuando los
ojos y la boca, y confiriendo narratividad a las escenas. En cuanto a las formas, éstas se
someten a esquemas geométricos que dominan desde la configuración del rostro o los
pliegues de los paños, hasta los movimientos de caballos o de la misma agua que se vierte de
un jarro a otro.

Panteón real
En el piso superior se encuentra el Panteón real. En él, durante cinco siglos se enterraron
algunos de los monarcas de Aragón y de Navarra. Su aspecto actual data del siglo XVIII.

En San Juan de la Peña, los reyes de Aragón fueron sepultados en tumbas de piedra colocadas
en tres órdenes superpuestos, desde la roca hacia afuera, presentando a la vista sólo los pies
del féretro. El panteón real ocupa las dependencias de la antigua sacristía de la iglesia alta, que
data del siglo XI; fue reformado por Carlos III en 1770, siguiendo las indicaciones de don José
Nicolás de Azara y del conde de Aranda, quien quiso ser enterrado en el atrio. La reforma sólo
afectó a la decoración, quedando los sepulcros en el mismo lugar; se levantó delante de ellos
una pared en la que se colocaron láminas de bronce con las inscripciones correspondientes, se
distribuyó por la sala profusión de estucos y mármoles, colocando en la pared frontera unos
medallones con relieves que representan escenas de legendarias batallas.

Alberga los restos de algunos monarcas navarros que reinaron en Aragón, de los primeros
condes aragoneses y de los tres reyes iniciales de la dinastía ramirense, Ramiro I, Sancho
Ramírez, Pedro I, junto con sus esposas.

Según la leyenda española sobre el Santo Grial, éste permaneció en el monasterio, después de
pasar por diversas ubicaciones como la cueva de Yebra de Basa, monasterio de San Pedro de
Siresa, iglesia de San Adrián de Sásabe, San Pedro de la Sede Real de Bailo, la Catedral de Jaca,
desde 1071 hasta 1399.

La necesidad de atraer a los peregrinos a Santiago que pasaban por el cercano camino de Jaca
al monasterio aconsejó que en él se ubicara la reliquia. En 1399 el rey Martín I se llevó el vaso
sagrado al palacio de la Aljafería de Zaragoza, donde estuvo más de veinte años, después de
una breve estancia en Barcelona, acompañando al rey y posteriormente se trasladó a la
Catedral de Valencia.

MONASTERIO SAN JUAN DE LA PEÑA


CASTILLO DE LOARRE
El castillo abadía de Loarre (en aragonés castiello de Lobarre) es un castillo románico situado
en la localidad del mismo nombre, en la sierra de Loarre, en la provincia de Huesca, comunidad
autónoma de Aragón en España.

Desde su posición se tiene un control sobre toda la llanura de la Hoya de Huesca y en


particular sobre Bolea, principal plaza musulmana de la zona y que controlaba las ricas tierras
agrícolas de la llanura. Fue construido en el siglo XI y presenta un buen estado de
conservación, lo que hace que sea uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar y civil
del románico de España. Fue denominado Bien de Interés Cultural y Monumento Nacional en
el año 1906. Las instituciones regionales y comarcales están interesadas en promover su
declaración como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.1

El castillo se asienta sobre un promontorio de roca caliza que utiliza como cimientos. Esto
suponía una gran ventaja defensiva, ya que así los muros no podían ser minados (técnica
habitual en el asedio de fortalezas, que consistía en construir un túnel por debajo del muro
para después hundirlo y abrir así una brecha por la que asaltar). Además está rodeado por una
muralla con torreones.

El castillo está en bastante buen estado de conservación (salvo la parte del antiguo castillo de
Sancho III de Navarra, mucho más deteriorada) y está considerado como la fortaleza románica
mejor conservada de Europa. Destacan la pequeña capilla, la cripta de santa Quiteria, situada a
la entrada (con una increíble acústica) y la majestuosa iglesia del castillo (de la que se
desconoce el paradero de las pinturas románicas) en la que llama la atención la cúpula (por lo
poco habitual que es en el románico).

El hallazgo de monedas romanas en el solar del castillo da pie a pensar que este se construyó
sobre el asentamiento romano de "Calagurris Fibularia".

El castillo fue construido en el siglo XI por orden del rey Sancho III, para servir como avanzadilla
fronteriza, desde la que organizar los ataques contra la localidad de Bolea, situada en la llanura
que domina la construcción. De esta época datan el edificio real, la capilla, el torreón de la
Reína, el patio de armas, las estancias militares y de servicio y la torre del homenaje (antigua
torre albarrana).
Posteriormente, hacia 1071, durante el reinado de Sancho Ramírez se realiza un ampliación
que le da la forma que mantiene en la actualidad. De esta época son las demás construcciones
incluida la iglesia. El recinto amurallado se construye en 1287.

Tras la ampliación se funda un monasterio de canónicas de San Agustín. Pedro I de Aragón, hijo
de Sancho Ramírez, cambia la cabeza de la congregación a Montearagón, con lo que Loarre
pierde el carácter monasterial. El desalojo de los musulmanes de la comarca de La Hoya, hace
que el castillo pierda su carácter militar. Perdiendo relevancia e influencia.

En el siglo XV, la población que vivía a los pies del castillo se traslada a la actual villa de Loarre,
reutilizando materiales de la fortaleza.

La construcción se mimetiza con el terreno llegando a confundirse con él a pesar de su gran


tamaño. Todo el conjunto está rodeado de una gran muralla que se construyó en 1287. La
muralla abarca unos 10.000 metros cuadrados y tiene unos perímetros de 172 metros. Está
realizada con torreones semicirculares, hay uno rectangular en donde se ubica una de las
entradas.

La puerta de entrada de la construcción es de estilo románico con decoración en el tímpano.


Tras ella se abre una imponente escalera cubierta por una bóveda de cañón y adornada con
una cenefa de ajedrezado jaqués. A los lados de la escalera hay dos estancia, la de la izquierda
es el cuerpo de guardia y la de la derecha es la cripta de santa Quinteria, que fue lugar de
enterramientos. Desde ella por dos estrechas escaleras se accede a la iglesia.

Sobre la cripta se ubica la iglesia de San Pedro, una construcción románica de una única nave y
ábside semicircular decorado con columnas adosadas a los muros con capiteles tallados con
motivos fantásticos, vegetales y bíblicos. La nave está cubierta por bóveda de cañón y
decorada por una larga cenefa de ajedrezado jaqués. Entre el ábside y la nave se abre una
cúpula de 26 metros de altura.

A la derecha de la construcción se encuentran las dependencias de los canónicos y de los


nobles que habitaron el castillo. También esta el calabozo (que fue también utilizado de
almacén) y la sala de armas. Varias ventanas ajimezadas dan vista hacia donde se ubicó el
pueblo de Loarre hasta el siglo XVI.

Al sur, en lo que fue la parte del castillo original y más militar, está el patio de armas y junto a
él la iglesia de Santa María, la que había antes de la fundación del monasterio. Destaca el aljibe
con capacidad para guardar hasta 8.000 litros de agua, las estancias militares, la torre norte
(que está destruida) y las cocinas.
La torre de la reina se sitúa sobre la entrada a la parte militar y protege la misma. La torre del
homenaje, de 22 metros de altura, tiene 5 plantas y está comunicada con el castillo por un
puente levadizo.

El Castillo de Loarre fue protagonista del rodaje de la película El reino de los cielos (Kingdom of
Heaven) (2005) del director Ridley Scott, protagonizada entre otros por Orlando Bloom, Eva
Green, Liam Neeson y Jeremy Irons. El pueblo de Loarre participó en el rodaje de la película
haciendo de extra. El castillo puede verse en varias ocasiones durante la película.

También fue el escenario de la película Miguel y William (2006), con Elena Anaya, Juan Luis
Galiardo, Geraldine Chaplin, Malena Alterio y Josep María Pou.

Por otra parte el mismo castillo fue usado para la grabación y emisión del desaparecido
programa La noche de los castillos (TVE) (1994), en el que un binomio acompañado de una
azafata del programa vivía aventuras inolvidables dentro del mismo, con la misión de rescatar
a la princesa. Para dicho programa trabajaron infinidad de actores teatrales, pero fue
cancelado por falta de presupuesto y una baja cuota de pantalla.

CASTILLO DE LOARRE

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