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La Biblia nos enseña que Jesús les enseñaba con autoridad y no como los maestros de sus tiempos.
La palabra autoridad es edsousía (ἐξουσία) que denota un dominio completo y exhaustivo de un tema. Jesús
no enseñaba como si fuera un comentarista erudito; sino como el verdadero y único Autor. Obviamente sus
adversarios se sorprendían al escucharlo ya que nunca lo habían visto cursar por una escuela rabínica: “Y se
maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe éste letras, sin haber estudiado?”. (Juan 7:5). Jesús no había
estudiado en las escuelas rabínicas. La costumbre era que no se permitía explicar las Sagradas Escrituras y
hablar de la Ley nada más que a los discípulos de maestros reconocidos. Ningún rabino se atrevería jamás a
hacer ninguna afirmación sobre la base de su propia autoridad. Siempre empezaba: “Hay una enseñanza de
que...”, y proseguía citando las autoridades que sustentaban lo que él quería decir. Y aquí estaba ese
Carpintero galileo, que no tenía estudios de ninguna clase, y que se atrevía a citar y a explicar nada menos que
lo que había dicho Moisés. Jesús no había tenido ningún maestro porque Él era el Autor Divino de la palabra
que proclamaba, sin embargo, declaraba que lo que enseñaba no era doctrina de Él sino de su Padre:
“Jesús les respondió y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió”.
Juan 7:16
Durante sus enseñanzas Jesús se atrevió a contradecir las tradiciones que los rabinos enseñaban al
pueblo y esclarecer aquellas partes de las Sagradas Escrituras mal interpretadas. Por eso repitió muchas veces
las palabras “Oísteis que fue dicho… pero yo os digo…”
Su estilo de enseñanza
“Te has enlazado con las palabras de tu boca, y has quedado preso en los dichos de tus labios”.
Proverbios 6:2
“Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra
a otro día, y una noche a otra noche declara sabiduría”.
Salmo 19:1-2
“Porque él la fundó sobre los mares, y la afirmó sobre los ríos”.
Salmo 24:2
“¿Acaso gime el asno montés junto a la hierba? ¿Muge el buey junto a su pasto?”.
Job 6:5
“Mi carne y mi corazón desfallecen; más la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre”.
Salmo 73:26
“La justicia engrandece a la nación; mas el pecado es afrenta de las naciones”.
Proverbios 14:34
“La lengua de los sabios adornará la sabiduría; más la boca de los necios hablará sandeces”.
Proverbios 15:2
“El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene
conocimiento”.
Isaías 1:3
Paralelismo Climático. Una línea tras otra van complementándose hasta lograr un clímax o dar un
resumen.
“Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y lo labrados
no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo
me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación”.
Habacuc 3:17-18
Otra característica de la poesía hebrea es el escribir las declaraciones en forma de acrósticos. En el Antiguo
Testamento nueve salmos son acrósticos alfabéticos, así como los primeros cuatro poemas de los cinco que
componen las Lamentaciones de Jeremías y el poema de Proverbios 31:10-31, que enumera las virtudes de la
buena esposa. Como verdadero Maestro, el Señor Jesús expresaba sus ideas de una manera sencilla y bajo los
métodos más variados de acuerdo a la capacidad de aprendizaje de sus oyentes. R. C. Trench hizo un
comentario acerca de la grandeza de su estilo como Maestro: “Sus métodos según el tema, la ocasión y la
capacidad y preparación de sus oyentes, pasando por toda la gama de posibilidades de expresión verbal,
desde la máxima sencillez de las ilustraciones caseras, hasta la sutileza dialéctica de las discusiones del
Templo, o incluso las majestuosas resonancias del estilo apocalíptico”.
Nuestro Señor Jesús utilizó también paradojas que son expresiones que parecen contradicciones: “El que
halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará.” (Mateo 10:39). También
utilizó hipérboles o exageraciones: “¡Guías ciegos, que coláis el mosquito, y tragáis el camello!” , (Mateo
23:24). Ejemplifico sus enseñanzas a través de metáforas como la de La Vid Verdadera (Juan 15) y parábolas
como: el Hijo Pródigo, El Sembrador, La Perla de Gran Precio, Los Talentos, etc. Jesús despertaba el interés
de sus discípulos a través de formularles preguntas que confrontaban los problemas actuales: “Porque ¿qué
aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre
por su alma?” (Mateo 16:26). También usaba preguntas para asegurarse que sus enseñanzas habían sido
comprendidas adecuadamente: “¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en
manos de los ladrones?”. (Lucas 10:36).
Al menos en una ocasión, contesto una pregunta capciosa de sus adversarios haciéndoles otra pregunta que los
obligo a callar: “Cuando vino al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se acercaron a
él mientras enseñaba, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te dio esta autoridad?
Respondiendo Jesús, les dijo: Yo también os haré una pregunta, y si me la contestáis, también yo os diré con
qué autoridad hago estas cosas. El bautismo de Juan, ¿de dónde era? ¿Del cielo, o de los hombres? Ellos
entonces discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, nos dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? Y si
decimos, de los hombres, tememos al pueblo; porque todos tienen a Juan por profeta. Y respondiendo a
Jesús, dijeron: No sabemos. Y él también les dijo: Tampoco yo os digo con qué autoridad hago estas cosas” ,
(Mateo 21:23-27).
En otras ocasiones utilizo lecciones objetivas para enseñar ciertas verdades, por ejemplo puso un niño entre
sus discípulos para enseñarles acerca de la humildad, maldijo una higuera y esta se secó para enseñar la
importancia de dar buen fruto, entre otros. Finalmente, Jesús demostró ser el Gran Maestro, sus métodos eran
inigualables, su destreza en la enseñanza incomparables a tal punto que impacto con su mensaje a cientos de
personas y continua haciendo a través de su evangelio hasta la fecha.
El evangelio de Mateo está enfocado a demostrar que Jesús es el Mesías Rey, por ello presento al
inicio de éste la genealogía que demuestra no solo que es un judío puro, sino que es un descendiente del Rey
David, también presenta una serie de acontecimientos referentes a su nacimiento que relaciona con
cumplimientos proféticos precisos del Mesías. Además, se presenta el testimonio de Juan el Bautista, el
bautismo con agua y con el Espíritu Santo y finalmente las tentaciones en el desierto que confirman su
divinidad y el carácter moral del Mesías. Luego el apóstol Mateo muestra a Jesús en acción en los primeros
días de su ministerio después del encarcelamiento de Juan el Bautista. Ahora bien, este evangelio también se
caracteriza especialmente por los grandes discursos de Jesús y en él encontramos cinco de ellos, los cuales
son:
El primero de los cinco grandes discursos de Jesús en este Evangelio es el Sermón del Monte el cual
inicia en el capítulo 5 y termina en el capítulo 7. En él se establecen los principios fundamentales del reino de
Dios, la esencia de las enseñanzas de Jesús. Hay quienes que lo han llamado “el discurso inaugural del
reino”, “el manifiesto del Rey” y “la carta magna del reino”. El discurso va dirigido especialmente a los
discípulos (Mateo 5:2), aunque había otra gente presente (Mateo 7:28). Jesús decide llevarlos a un lugar
tranquilo en una de las colinas próximas a Capernaum. La palabra monte es una referencia a una región
montañosa del norte de Galilea. Una tradición sitúa la escena en una colina ubicada a unos cinco kilómetros al
sur de Capernaum. Otra tradición lo sitúa en los cuernos de Hattin, una pequeña colina terminada en dos
picos, que se halla en el camino de Nazaret, unos 16 kilómetros de Capernaum en dirección sureste. Las
opiniones difieren en cuanto a si este es un resumen de lo que Jesús enseñó en alguna ocasión, o si se trata de
una recopilación de varias enseñanzas expuestas en varias ocasiones. Sin embargo, de acuerdo a algunos
eruditos bíblicos conservadores, la unidad de tema y exposición del mismo son una evidencia de que se trata
de un solo discurso. Jesús inicio su ministerio diciendo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha
acercado”. (Mateo 4:17), este mensaje se esparció rápidamente y grandes multitudes venían a escucharle
desde Galilea, de los alrededores de Siria, Decápolis, y de lugares tan lejanos como Jerusalén, Judea y del
lado este del rio Jordán, tal y como lo mostro el mapa anterior. La gente venía a escuchar acerca de un reino.
En cambio, Jesús hablaba de un estilo de vida: el estilo de vida de quienes tenían la intención de vivir en el
reino. El Sermón del Monte contiene la esencia de la enseñanza ética y moral de Jesús.