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DESCRIPTOR DE RASGOS PSICOPÁTICOS

Hugo R. Marietán2

Por mi parte lo desarrollaré desde la clínica, haciendo mención al descriptor de rasgos psicopáticos
en el que he reagrupado los rasgos en función de tres categorías: satisfacción de necesidades
distintas, cosificación de las otras personas y acto psicopático grave. He agregado algunos
conceptos sobre el complementario del psicópata, que no han sido expuesto en el Simposio.

El concepto de normalidad

Vamos a tomar directamente el concepto de Schneider de normalidad basado en el criterio


estadístico. Según este autor, el parámetro más fidedigno para evaluar los patrones conductuales
de una población está, no en un patrón ideal, que sería un criterio normativo, sino en un criterio
estadístico, es decir, como es el patrón conductual que predomina en una comunidad. Existen
individuos que responden al patrón general, que constituyen la parte masiva, y luego existen
personalidades que tienen tipos de conductas distintas y son considerados, sólo en este sentido,
anormales.

Schneider rechaza, cuando conceptualiza las personalidades psicopáticas, el tema de la


enfermedad. Según él, estas personas no son enfermas, sino que son anormales en el sentido
estadístico del término. Son aquellas que se destacan, por su forma conductual, del resto de las
personas. Nosotros vamos a enfocarlo desde ese punto de vista.

En los extremos de la curva estadística de Gauss, decía Schneider, pueden ubicarse personas que
conductualmente son distintas del grueso de la población. Están los que son socialmente
aceptados y se destacan por algunas características (genios, artistas, etcétera) y no son desde el
punto de vista social "negativos". Y otros que sí lo son, aquellos marginados o los llamados
asociales.
Para dar mayor precisión al concepto de psicopatía y no considerar a todos los anormales como
psicópatas, él tiene aquella famosa frase que delimita: 'son aquellos anormales que sufren o hacen
sufrir por su anomalía'.

La psicopatía no es algo que se adquiere en el sentido de un trastorno que aparece en una etapa
del desarrollo de la persona, sino que es algo que está desde siempre, es una manera distinta de
ser en el mundo.

Por ejemplo, el psicópata depresivo es aquella persona melancoloide, que tiene un rango de
humor debajo del rango de humor normal y que comparte con los melancólicos algunos rasgos
pero más suavizados (la falta del sentido del placer, el sentido de proyección pesimista del futuro,
cierto rasgo de falta de alegría, etcétera).

Poder diferenciar lo que es una psicopatía de tipo depresiva de una fase depresiva, o sea, de la
enfermedad depresiva, es importante por el siguiente motivo: el psicópata es una manera de ser,
es siempre así, en cambio una persona que tiene una fase depresiva, pasada la fase (seis u ocho
meses después) vuelve al rango de humor normal.

El psicópata también puede tener una fase depresiva. En la fase tiene todas las características
semiológicas de un cuadro depresivo común. Es importante poder diferenciar un psicópata
depresivo de una persona no psicópata con un episodio depresivo por lo siguiente: el terapeuta
tiende a llevar al depresivo al rango de humor normal.
En la psicopatía, nos llega el paciente en la fase depresiva, no conocemos la historia previa ni
tenemos referencia de sus rasgos psicopáticos. Para nosotros es un depresivo más y nuestro
intento va a ser siempre, como parámetro de curación, llevarlo al rango de humor normal, cosa
que nunca va a ocurrir, porque para el psicópata depresivo su rango de normalidad sigue siendo
melancoloide, es decir, al salir de la fase vuelve a su sistema anterior de rango de humor, o sea,
sigue siendo melancoloide. Ese es uno de los elementos de utilidad en el concepto de psicopatía.

Figura 5

Descriptor de psicopatía

A los rasgos psicopáticos los reunimos en tres grupos, A) Los derivados de satisfacer necesidades
distintas al común, B) Los derivados de la cosificación de las personas y C) los actos psicopáticos
graves. Los rasgos del grupo A y B deben ser investigados a través de la biografía y evaluados. Hay
presunción de psicopatía si presentan rasgos correspondientes a los subgrupo A1, A2, A3, A4 y al
grupo B. Lógicamente, la presencia de un hecho del punto C señala al psicópata por sí solo.

Concepto: La personalidad psicopática se da en individuos que deben satisfacer necesidades


especiales y para ello hacen un uso particular de su libertad, valiéndose de códigos propios y
utilizando a las otras personas como cosas.

Necesidades distintas

Vamos a tipificar a los psicópatas como individuos que, por razones que desconocemos, tienen
necesidades especiales, distintas, que lo motivan a conductas distintas para satisfacer esas
necesidades. Tienen un uso particular de la libertad, tienen códigos propios y utilizan a las otras
personas como cosas.

Vemos que los psicópatas se manejan, en ciertas circunstancias, de una manera conductualmente
distinta al grueso de la población y da la impresión de que los impedimentos normativos, que son
comunes al resto y que son inhibitorios, para estas personas son simples obstáculos a sortear.
La psiquiatría clásica dice que el psicópata conoce las reglas sociales y a pesar de ello las
transgrede. Aquí lo que ocurre, desde mi punto de vista, es que el psicópata se maneja por sus
propios códigos, su ley interior. Esto de manejarse por sus propias creencias y cierto desprecio por
la normativa general va a hacer que el concepto de deber, en el sentido comunitario del término,
sea distinto al de una persona común. Estos códigos propios van a hacer que él tenga una
conducta hacia la comunidad y tenga un conducta hacia sí mismo. El psicópata se siente
responsable y culpable en tanto y en cuanto respete o no sus propios códigos y no tiene en mayor
cuenta los códigos de la comunidad.

Muchas veces observamos que los psicópatas parecen buscar los riesgos o someterse a situaciones
de riesgo muy importantes que la gente común no asumiría.

Todo este grupo de rasgos tienen como patrón común la satisfacción de necesidades distintas a las
ordinarias.

Cosificación

Hay otro rasgo que llama la atención y es muy clarificador para entender la conducta del
psicópata, que es la cosificación de las personas. ¿Qué es cosificar a una persona? Es quitarle el
rango de igual, es quitarle a la persona la valoración de persona en sí. Si se tiene frente a sí a otra
persona, se practica lo que se llama la empatía, es decir, colocarse en el lugar del otro y ejercer lo
que se llama comprensión, es decir, si se está en lugar de esa persona se puede obrar y sentir
cosas semejantes. Ahora, si se le quita esa cualidad de persona a la otra, se la convierte en una
cosa, una cosa es manejable, es manipulable, se puede hacer con ella lo que se quiera. No se
puede matar a una persona, para matar uno debe cosificar al otro, es decir, hacer el paso
psicológico de descalificarlo como persona y ubicarlo como cosa y ahí sí, se lo puede destruir. Y de
esa forma también, como cosa, se lo puede manipular a satisfacción, es una herramienta que se
puede utilizar para el propio beneficio.

Seducción

La seducción, que es inducir a través de la captación de las necesidades del otro, es muy particular
y llamativo en el concepto de estas personalidades. Tienen facilidad o habilidad para captar las
necesidades del otro, y ahí accionar. Este tipo de captación pertenece a patrones irracionales.
Muchas veces, en el consultorio, los complementarios, es decir, aquellas personas que conviven
con psicópatas, dicen "al final, no sé por qué, terminé haciendo una cosa que yo no quería hacer".

La mentira

La mentira es otro elemento. El psicópata es mentiroso, utiliza la mentira como una herramienta
más. Y la podemos tipificar como mentira psicopática, porque es una forma de mentir especial,
relajada, convincente, totalmente adaptada a la circunstancia y con la única finalidad de conseguir
un objetivo. Él puede mentir a través de lo verbal y a través de lo corporal, es decir, puede actuar.
Puede hacer toda una escenificación y mantenerla el tiempo que sea necesario hasta conseguir su
objetivo.

La manipulación se ejerce desde el punto de vista del psicópata sobre un objeto y desde el punto
de vista del complementario desde otra persona. En la manipulación hay siempre un cierto
acuerdo entre el manipulado y el manipulador. Hay en el manipulado algún tipo de ganancia en la
acción que se va a realizar, aporta un pequeño sí a la acción, como es en los casos de estafa. Es
completamente distinto de la coerción. En la coerción existe la presión y la falta de opción de la
otra persona.

Acto psicopático grave

Cuando estamos frente a un acto psicopático grave el hecho es tan brutal y tan tremendo que ya
no es necesario ningún tipo de sutileza para tipificar al psicópata. Los últimos hechos de violencia
asociales que hemos vivido nos eximen de hablar de estos hechos.

El complementario y su psicópata

Este tema no fue desarrollado en la mesa del Simposio, y continúa algunos conceptos esbozados
en el artículo anterior: "¿No será este uso particular de la libertad lo que hace seductor al
psicópata cuando apela a las libertades reprimidas del otro? Tal vez el psicópata busque detrás de
las máscaras, de la imagen, de la 'persona', al 'animalito' deseoso y encerrado que todos llevamos
dentro y lo anime a participar en un juego ambivalente de satisfacciones y angustias" (Alcmeon
27). Estas reflexiones son fruto de la experiencia de las consultas de personas que conviven,
generalmente parejas, con psicópatas no asociales, es decir, no el sociópata, sino lo que
podríamos denominar 'el psicópata cotidiano', aquel que tienen sus 'particularidades' en sus
relaciones laborales o sociales, pero sin demasiadas estridencias, y manifiesta sus rasgos más
negativos en la relación íntima. Las parejas complementarias son golpeadas, estafadas, frustradas,
violentadas física o psíquicamente, y sin embargo continúan con el vínculo. Ningún sistema
persiste si no cubre una necesidad. La pregunta es: ¿qué obtienen los complementarios del
psicópata?

El complementario nos trae algo engañoso: la factura, el efecto secundario del goce. El goce que
proporciona el psicópata es secreto, aún para la lógica del complementario. Así que mal nos puede
transmitir a nosotros, terapeutas, lo que no puede decodificar lógicamente, es decir, al hablar, al
armar el discurso.

Así es que nos anoticiamos de una parte de la cosa. La otra, la inefable, se da en el circuito íntimo
del psicópata-complementario (P-C) y pienso que se refiere a satisfacer necesidades. El psicópata
cumple la función de dar algo al complementario, algo que el complementario necesita y que 'vale
el precio que paga por obtenerlo', valen las humillaciones, las descalificaciones, los golpes, el
sufrir. El complementario paga el precio y vuelve por más, pero no más sufrimiento (que es
secundario), sino por más goce.
¿En qué consiste el goce que da el psicópata? Me es totalmente desconocido para transmitirlo
aquí. Y el complementario lo siente, pero tampoco lo puede transmitir. Pertenece a lo irracional, a
nuestra animalidad.

Así que el animalito nos muestra el chichón, pero no el goce, el goce que hace que el
complementario (C) vuelva a encontrarse con el psicópata (P) sabiendo que termina con un
chichón.

Los complementarios suelen decir: "Con él estoy mal, sin él, peor". Entre mal y peor está el goce,
la parte que da P a C.

Algunos sobredimensionan las palabras, lo que P les dice. Sin embargo, pienso que no es
importante. Lo importante es el contacto, es la relación P-C. Lo que despierta P en C. Esto se
puede lograr con cualquier medio, la palabra, la mirada, un gesto o un hecho que implique que P
está en relación con C.

Hay un click que se acciona de distintas maneras entre P y C. El psicópata impele a la acción. Y C
hace. P no es, tampoco, un estratega, un diseñador de conductas de C, tampoco él es consciente
de lo que da. Puede, con la experiencia, conocer algo de lo que debe hacer para que C haga.

Decía un colega que la mejor definición que había escuchado sobre un psicópata era que el
psicópata es el auténtico 'hijo de puta'. Esa conclusión sacan los que se quedaron con la parte
negativa del circuito P-C, con los efectos secundarios. El psicópata (no tratamos aquí el caso del
sociópata) no es un 'hijo de puta' en sí (pueden tener, como cualquiera, actos que lo hagan
merecedor de ese calificativo), es un dador, un suplidor de necesidades muy profundas de C. C lo
necesita a P, lo goza y después lo putea. Y C a los demás les comenta lo último. De ahí la errónea
conclusión.

En la pareja el psicópata da la seguridad de la inseguridad. Cuando uno busca algo y alcanza algo
se satisface. Y pasa a buscar otra cosa. Como a P nunca se lo tiene, se gasta energía tratando de
conseguirlo, de poseerlo. Por eso, aunque sufra, C va por más. Es casi imposible separarse de un
psicópata.

La esposa de un psicópata dice "preferiría que estuviera muerto, y así empezar con otra cosa;
mientras esté vivo es un desafío poder conquistarlo".

C espera tenerlo para después sacárselo de encima, pero como nunca lo tiene siempre queda
insatisfecho.

C quiere tener una relación con el psicópata en la que P considere a C una persona, pero éste la
considera una cosa. C no es feliz, porque nunca alcanza la satisfacción que está buscando. C se
quiere separar de P, pero no lo puede lograr. P la considera un objeto de su necesidad y a su
disposición.
Ser el objeto preferido de P tampoco alcanza, C quiere ser más que un objeto; la autoestima de C
se va debilitando. Llega un momento en que C se siente una porquería descartable y se ubica en la
categoría que tiene en la relación P-C objeto.

El placer de C está en ese reto, en modificar esa rotación, el placer está en la búsqueda de P, en el
camino, no en el fin. Es la lucha interminable por tener al otro, la imposibilidad como placer, la
ilusión de revertir la imposibilidad, el desafío de conseguir el deseo.

C busca del otro el poseer su ser, su esencia completa. C se siente completamente entregado al
psicópata y quiere que P se entregue totalmente, lo que es imposible.

Con el psicópata siempre está el imprevisto. Con una pareja normal, C sabe que sólo puede
esperar años de lo mismo y las vicisitudes están en las circunstancias exteriores, pero no en la
pareja. Una pareja normal es previsible. Con P están los goces intensos y las angustias intensas. Si
P se va, le saca el sentido a la vida de C, que es conseguir a P. La lucha de C es mantenerlo siempre
consigo, ya que está el peligro latente de que P se vaya.

Estas personas complementarias se acostumbran a estas angustias - goce y no pueden


relacionarse con "normales" que les resultan insulsos, aburridos, por eso cuando un C deja a P es
porque posiblemente esté en manos de otro P.

Me han preguntado en muchas oportunidades si los complementarios no son a su vez psicópatas.


Tiendo a dar una respuesta negativa a esta pregunta. En las oportunidades que tuve de observar la
formación de pareja entre psicópatas terminaron rápida y explosivamente. Dos narcisistas no son
buena junta, necesitan ser mirados, atendidos, y para ello, uno de los dos tiene que sacar sus ojos
de su precioso ombligo, y ninguno lo hace. Los psicópatas tienden a asociarse persiguiendo un fin
común. Por eso creo que el neurótico tiene más chance de ser complementario del psicópata que
otro psicópata.

Otra pregunta frecuente es si el complementario está "enamorado" del psicópata. Creo que C
tiene anclajes fuertes con P, incompresibles para nosotros, pero no creo que sea amor. En el amor
está la ternura y la dulce angustia, emociones que no he visto en C.

Después del Congreso le pregunté al profesor Mazzuca, quien sustenta desde el psicoanálisis que
el psicópata es el instrumento del goce del Otro, en qué consistía el goce del psicópata. Contestó
que "es justamente el goce de servir de instrumento, es decir, paradójicamente más bien un goce
masoquista. Eso afirma Lacan la de los perversos. La extensión a los psicópatas es una propuesta
mía. En el caso del perverso la cuestión se resuelve aplicando la distinción lacaniana entre el otro y
el Otro. Es muy interesante, por ejemplo, el caso del sádico: busca angustiar a su pareja (otro con
minúscula, semejante) para goce del Otro. Su propio goce es servir de instrumento del goce del
Otro. Así se ve que aun en el sádico el goce de fondo es masoquista. De este modo en esa etapa de
la enseñanza de Lacan el paradigma de la perversión pasa a ser el masoquismo".

La pregunta, como todo este tema, queda abierta.

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