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Sucesión hereditaria

Unidad y pluralidad

Este tema tiene una particular complejidad cuando se trata de casos internacionales, complejidad que se
adiciona a la complejidad ya natural del tema sucesiones, incluso cuando se desarrolla en el ámbito interno
de un Estado.

Tal vez la mayor complejidad esté centrada en la tradicional divergencia que presentaban las concepciones
relativas al sistema de sucesión en la persona (derivada de la tradición románica) que responde al
concepto de la continuidad de la persona y al de sucesión en los bienes (tradición germánica) que implica
la distribución de los bienes del causante entre los herederos sin que exista una continuidad de la persona.

Estas dos concepciones son las que dieron origen a dos tesis contrapuestas en el derecho internacional
privado sucesorio: la tesis de la unidad y la de la pluralidad.

El primer sistema concibe al patrimonio del causante como una unidad indisociable y a los herederos como
los continuadores de su persona.

El segundo sistema concibe al patrimonio del causante como un mero conjunto de bienes separables entre
sí y que los herederos son meros causahabientes, como si se tratara de actos inter vivos, a quienes se les
transmiten los bienes sin continuar la persona del causante.

Como derivación de esto, la tesis de la unidad propugna la aplicación de una única ley, que es la ley
personal de la nacionalidad o del último domicilio del causante. Por el contrario, la tesis de la pluralidad
conlleva la aplicación de tantas leyes como bienes relictos con lugar de situación diferente existan.

Mientras que el sistema de la pluralidad (o fraccionamiento) está íntimamente vinculado con el derecho
germánico, el de la unidad lo está con el romano.

En el sistema de unidad el punto de conexión utilizado es el domicilio o la nacionalidad mientras que en el


de pluralidad se sigue una conexión territorial, real: el lugar de situación de los bienes.

En síntesis:

- Unidad: (tradición romana) se concibe al patrimonio del causante como una unidad indisociable y
los herederos reciben los bienes en razón de considerarse la continuidad de la persona del fallecido.
El punto de conexión es personal (domicilio o nacionalidad).
- Pluralidad: (tradición germánica) se concibe al patrimonio del causante como un conjunto divisible
de bienes que son transmitidos a los herederos como si se tratara de actos entre vivos sin
considerarse que continúa la persona del fallecido. El punto de conexión es real (situación del bien).

Dice Marcelo Iñiguez que a estos dos sistemas clásicos, el código suma el sistema de la professio juris,
donde el causante puede elegir el derecho conflictual de la sucesión. Está facultado para adoptar la ley
aplicable. Es decir que en el ejercicio de su autonomía, el causante dispone, entre las leyes vinculadas a su
patrimonio, cuál de ellas regulará su sucesión.

Más allá de estas posturas, dice Scotti que ningún ordenamiento se apega a alguno de estos sistemas como
pureza absoluta. Abundan los sistemas mixtos con mayor o menor presencia de uno u otro. Algunos
sistemas optan por un tratamiento diferenciado respecto de los bienes cuando son muebles, que quedan
sujetos a la ley personal del causante, que cuando se trata de inmuebles, los que son regidos por la ley del
lugar de situación.

Jurisdicción.

Fuente interna

Antecedentes. El sistema del código velezano establecía que la jurisdicción correspondía a los jueces del
último domicilio del difunto. Si el difunto no hubiere dejado más que un heredero, las acciones debe
dirigirse ante el juez del domicilio de este heredero, después de que hubiere aceptado la herencia.

A pesar de ello, la jurisprudencia había extendido el foro del patrimonio al régimen sucesorio, de modo
concurrente con el último domicilio del causante. De tal manera que se aceptaba que fuera juez
competente el del último domicilio del fallecido o el de lugar de situación del bien cuando se trataba de un
bien inmueble.

La doctrina dividió posiciones para el caso en que habiendo un bien inmueble o mueble de situación
permanente en nuestro país, el causante tuvo como último domicilio el extranjero.

Una primera posición entendía que los jueces argentinos no eran competentes, aceptando como única
excepción, el caso de los herederos de nacionalidad argentina o de nacionalidad extranjera domiciliados en
la Argentina que habían sido excluidos de los bienes ubicados en el extranjero, para lo cual debían abrir un
juicio sucesorio en la argentina.

Una segunda postura sostenía que habiendo bienes del causante en territorio argentino, el juez nacional
debía declararse competente pero luego aplicar una sola ley para todo el proceso sucesorio: el derecho del
último domicilio del causante.

Una tercera postura, acompañada mayoritariamente por la jurisprudencia, afirmaba que no sólo hay
jurisdicción concurrente en el lugar de situación de los bienes, sino que además se aplica a cada bien, la
ley local de su situación.

El artículo 2643 del Código Civil y Comercial se ocupa de determinar la jurisdicción en materia de
sucesiones internacionales: “Son competentes para entender en la sucesión por causa de muerte, los jueces
del último domicilio del causante o los del lugar de situación de los bienes inmuebles en el país respecto de
éstos”.

Establece expresamente la jurisdicción concurrente de los jueces del último domicilio del causante (foro
personal) y de los jueces del lugar de situación de los bienes inmuebles (foro del patrimonio), respecto sólo
de éstos.

Ahora bien, si el causante se domiciliaba en el extranjero (último domicilio) y su acervo hereditario en el


país estuviese conformado exclusivamente por bienes muebles, los jueces argentinos no tendrían
competencia ya que el código habla, expresa y exclusivamente, de bienes inmuebles y no, de modo
genérico, de bienes.

La posibilidad de optar por el juez de su propio domicilio para el caso del heredero único, no procede en
las sucesiones internacionales, quedando reservada a las domésticas, dice Scotti.
Contradicción con el régimen de bienes

La jurisdicción de los jueces argentinos sobre los bienes inmuebles es exclusiva porque, si bien este artículo
no lo dice, el supuesto está incluido en el primer inciso del artículo 2606 que enumera los casos en que los
jueces argentinos tienen jurisdicción exclusiva: “Sin perjuicio de lo dispuesto en leyes especiales, los jueces
argentinos son exclusivamente competentes para conocer en las siguientes causas:

a) En materia de derechos reales sobre inmuebles situados en la República…”

La jurisdicción exclusiva indica que los jueces argentinos en ningún caso procederán a reconocer sentencias
dictadas por jueces extranjeros sobre inmuebles situados en Argentina, pues deberían ser competentes
según nuestro derecho y, en virtud de esta norma, nunca podrían serlo.

Es decir que establece un foro exclusivo, en lo que constituye una abierta contradicción con la norma del
artículo 2643 que atribuye jurisdicción concurrente a los jueces del último domicilio del causante o los del
lugar de situación del inmueble.

Esta contradicción, según la opinión de Giménez Corte, se resolvería en favor de la jurisdicción exclusiva.
Recordemos que la creación de la jurisdicción exclusiva responde a la importancia económica que se le
atribuye a los bienes objeto de aquella. Esa misma importancia económica sería el argumento suficiente
para hacer prevalecer la norma del 2606 por sobre la del artículo 2643 relativo a sucesiones.

Derecho aplicable

Con respecto a qué ley se aplica a las sucesiones internacionales, el Código Civil y Comercial establece que
será la del lugar del domicilio del causante al tiempo de su fallecimiento (último domicilio). Sin embargo,
respecto de los bienes inmuebles situados en nuestro país regirá indefectiblemente la ley argentina.

Esta norma está contenida en el artículo 2644 del Código Civil y Comercial: “La sucesión por causa de
muerte se rige por el derecho del domicilio del causante al tiempo de su fallecimiento (norma de conflicto).
Respecto de los bienes inmuebles situados en el país, se aplica el derecho argentino” (norma de policía o
internacionalmente imperativa que manda a aplicar obligatoriamente nuestro propio derecho interno, con
exclusión de cualquier otro).

La cuestión en el código de Vélez

El código anterior contenía disposiciones encontradas lo que disparaba varias interpretaciones en doctrina
y jurisprudencia.

Esto era así porque en virtud de una serie de artículos, se podía concluir que Vélez había adoptado el
sistema de la unidad, en virtud del cual no se transmite una pluralidad divisible de bienes sino una
herencia, un patrimonio y, por lo tanto, se le debía aplicar a esa transmisión una sola ley, aunque las cosas
y derecho particulares que conformen ese patrimonio, se encuentren diseminados en varios países.

El artículo 3283 disponía: “el derecho de sucesión al patrimonio del difunto es regido por el derecho local
del domicilio que el difunto tenía a su muerte, sean los sucesores nacionales o extranjeros”.

Quienes sostenían esta interpretación señalaban que el artículo 10 del código, sólo se aplicaba a la
transmisión de los bienes inmuebles individualmente considerados.
Es decir, si formaban parte de una sucesión debían regirse por la ley del último domicilio del causante y
cuando la transmisión sea individual y se trate de bienes inmuebles, por la ley de su situación.

Otra postura, entendía que siempre la transmisión de bienes inmuebles, sea mortis causa o inter vivos, se
rige por la ley de situación (lex rei sitae), mientras que los bienes muebles si quedan alcanzados por la ley
del último domicilio del fallecido.

La segunda postura buscaba sustento en una nota de Vélez al artículo 3238, en la que sostiene que la
sucesión inmobiliaria constituye una excepción al principio general de la universalidad de la ley local del
domicilio, “dado que su título debe ser siempre transferido en conformidad a las leyes de la República”.

También en el artículo 3470 que disponía: “en el caso de división de una misma sucesión entre herederos
extranjeros y argentinos, o extranjeros domiciliados en el Estado, estos últimos tomarán de los bienes
situados en la República, una porción igual al valor de los bienes situados en país extranjero, de que ellos
fuesen excluidos por cualquier título que sea, en virtud de leyes o costumbres locales”.

Asimismo, la nota al artículo 3598 que brinda el siguiente caso ilustrativo: “Cuando en los cinco artículos
anteriores hablamos de las porciones legítimas nos referimos a los bienes que existen en la República.
Supóngase que una persona muere en Buenos Aires dejando cien mil pesos aquí y cien mil pesos en Francia.
Los bienes que estén en la República se regirán por nuestras leyes y los que estén en Francia por las de
aquél país. Habrá, pues, tantas sucesiones cuantos sean los países en que hubiesen quedado bienes del
difunto”.

La jurisprudencia optó por conciliar, en el marco de un sistema mixto, los textos de los artículos 10 y 3283
del código civil. Se concluyó que Vélez sometió todo el patrimonio del causante a una sola ley: la del último
domicilio, salvo el caso de los inmuebles situados en el país que quedaban sometidos a la ley nacional.

Esta postura fue la receptada por el Código Civil y Comercial tal como se puso de manifiesto en los
fundamentos del anteproyecto: “el tratamiento del derecho de sucesiones con elementos extranjeros ha
respetado las líneas de la jurisprudencia mayoritaria de nuestro país, tanto en cuanto al juez competente
como al derecho aplicable. Se aplica, pues, la ley del último domicilio del causante como regla general, con
excepción del supuesto de bienes inmuebles situados en la República, a los que se aplica la ley argentina”.

Conclusión: En cuanto al derecho aplicable, nuestro sistema es de unidad atenuada o sistema mixto, que
diferencia entre bienes muebles del difunto que quedan regulados por la ley del último domicilio del
causante y los bienes inmuebles situados en nuestro país, a los que se le aplica la ley argentina.

Forma del testamento otorgado en el extranjero

El artículo 2645 dispone: “El testamento otorgado en el extranjero es válido en la República según las
formas exigidas por la ley del lugar de su otorgamiento, por la ley del domicilio, de la residencia habitual, o
de la nacionalidad del testador al momento de testar o por las formas legales argentinas”.

En el código de Vélez

Vélez había elaborado una norma que reconocía la validez del testamento cuando éste hubiere sido
otorgado respetando las formas del lugar en que reside, las de la Nación a la que pertenece o las que el
propio código exigía. No hacía mención al lugar de otorgamiento, pero se desprendía de las reglas
generales.

Nota: Éste fue el único caso en que Vélez admitía a la nacionalidad como punto de conexión.

Como vemos, se ha mantenido la regla que favorece la validez formal de los testamentos otorgados en el
extranjero, incluyendo conexiones alternativas adicionales:

- la ley del lugar de su otorgamiento (regla general en materia de forma de actos jurídicos.
- la ley del domicilio
- la ley de su residencia habitual
- ley de la nacionalidad del testador al momento de testar
- la ley argentina (lex fori)

Nota: Es importante tener presente el artículo 2649 que establece la regla general sobre formas y solemnidades de los actos
jurídicos: “Las formas y solemnidades de los actos jurídicos, su validez o nulidad y la necesidad de publicidad, se juzgan por las
leyes y usos del lugar en que los actos se hubieren celebrado, realizado u otorgado.
Cuando la ley aplicable al fondo se la relación jurídica exija determinada calidad formal, conforme a ese derecho se debe
determinar la equivalencia entre la forma exigida y la forma realizada.
Si los contratantes se encuentran en distintos Estados al tiempo de la celebración, la validez formal del acto se rige por el derecho
del país donde parte la oferta aceptada o, en su defecto, por el derecho aplicable al fondo de la relación jurídica.

Testamento consular

El artículo 2646 regula el llamado testamento consular disponiendo: “es válido el testamento escrito hecho
en país extranjero por un argentino o por un extranjero domiciliado en el Estado, ante un ministro
plenipotenciario del Gobierno de la República, un encargado de negocios o un cónsul y dos testigos
domiciliados en el lugar donde se otorgue el testamento, teniendo el instrumento la autenticación de la
legación o consulado.

Sujetos que pueden otorgar este testamento: argentino en el exterior o extranjero en nuestro país.
Ante quién pueden otorgarlo: Ministro plenipotenciario del gobierno argentino; encargado de negocios o
cónsul.
Requisitos: Dos testigos domiciliados en el lugar donde se otorgue; autenticación de la legación o
consulado.

“El testamento otorgado en la forma prescripta en el párrafo precedente y que no lo haya sido ante un jefe
de legación, debe llevar el visto bueno de éste, si existiese un jefe de legación, en el testamento abierto al
pie de él y en el cerrado sobre la carátula. El testamento abierto debe ser siempre rubricado por el mismo
jefe al principio y al fin de cada página, o por el cónsul, si no hubiere legación. Si no existe un consulado ni
una legación de la república, estas diligencias deben ser llenadas por un ministro o cónsul de una nación
amiga.

Si el testamento no fue otorgado ante un jefe de legación, éste deberá colocar su visto bueno al pie del
testamento abierto y firmado al principio y final de cada página. Si fuera cerrado, debe colocarlo en la
carátula del sobre que lo contenga.

Cuando no exista legación, lo hará un cónsul y si no hay consulado tampoco, lo hará un ministro o cónsul
de una nación amiga.
El jefe de legación y, a falta de éste, el Cónsul, debe remitir una copia del testamento abierto o de la
carátula del cerrado, al ministerio de Relaciones Exteriores de la República y éste, abonando la firma del
jefe de legación o del Cónsul en su caso, lo debe remitir al juez del último domicilio del difunto en la
república, para que lo haga incorporar en los protocolos de un escribano del mismo domicilio”.

Una vez cumplidas las formalidades, una copia del testamento abierto o de la carátula si fuera cerrado,
debe remitirse por parte del jefe de legación o el cónsul (según sea el caso) al Ministerio de Relaciones
Exteriores para que éste lo remita al juez del último domicilio del causante (juez competente en virtud de
la respectiva norma de jurisdicción) a los efectos de que lo haga incorporar en el protocolo de algún
escribano que se corresponda con ese mismo domicilio.

El código de Vélez contenía una solución idéntica por lo que puede decirse que nada ha cambiado al
respecto.

Capacidad para testar

Según el artículo 2647 del Código Civil y Comercial, la capacidad del testador para testar y revocar el
testamento, se rige por la ley del domicilio del testador al momento de testar.

El código de Vélez también fijaba la ley del domicilio al momento de testar para regular la capacidad del
testador, tanto para el otorgamiento como para su revocación. Se complementaba con otra disposición
que aclaraba que para calificar a la capacidad de testar, se atendía exclusivamente al tiempo en que se
otorgaba el testamento, independientemente de que se tenga o falte la capacidad al momento de la
muerte.

En el Código Civil y Comercial, esta norma específica reafirma la regla general establecida en el artículo
2616 respecto de la capacidad de la persona humana, de que la misma se rige por la ley de su domicilio. El
único agregado es la determinación temporal que realiza el legislador a los efectos de evitar el conflicto
móvil, disponiendo que será el domicilio (conexión personal) al tiempo de otorgar o revocar el acto.

Nota: el proyecto de Código de Derecho Internacional Privado de 2003 contenía una norma más flexible. Proponía la regulación
por el derecho que sea más favorable a la capacidad entre los del domicilio y la nacionalidad del testador al tiempo de la
realización de tales actos” (otorgamiento o revocación).

Herencia vacante

Finalmente, el artículo 2648 del Código Civil y Comercial regula la herencia vacante: “Si el derecho aplicable
a la sucesión, en el caso de ausencia de herederos, no atribuye la sucesión al Estado del lugar de situación
de los bienes, los bienes relictos ubicados en la Argentina, pasan a ser propiedad del Estado Argentino, de la
ciudad Autónoma de Buenos Aires o de la provincia donde estén situados”.

El código de Vélez no contenía una norma similar. Sin embargo, el artículo 2342 inc. 3, declaraba que “ son
bienes privados del Estado general o de las provincias los bienes vacantes o mostrencos, y los de las
personas que mueren sin tener herederos, según las disposiciones del código civil”.

Tampoco tenía una norma respecto a las herencias vacantes de naturaleza internacional, la fuente
convencional vigente.

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