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Colonización

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Colonización es la acción de dominar un país o territorio (la colonia) por parte de
otro (la metrópoli). El proceso de colonización puede ser de carácter político,
militar, cultural o presentar otras manifestaciones así como desarrollarse de en
forma violenta o pacífica.

Índice

 1Migraciones
o 1.1Colonización económica
o 1.2Colonización interna
o 1.3Colonizaciones prehistóricas
o 1.4Colonizaciones históricas
 1.4.1Edad Antigua
 1.4.2Edad Media
 1.4.3Edad Moderna
 1.4.4Edad Contemporánea
 2Véase también
 3Referencias
 4Bibliografía
 5Enlaces externos

Migraciones[editar]
La colonización implica la emigración de contingentes de población de la
metrópolis a la colonia, especialmente en las denominadas colonias de
poblamiento, pero también en las denominadas colonias de explotación, donde se
establece el dominio de una casta colonial, compuesta por colonizadores, sobre la
población indígena. En una fase histórica posterior, los flujos migratorios se
invirtieron, pasando a ser las antiguas colonias, convertidas en países
subdesarrollados, las que emiten emigrantes, y las antiguas metrópolis,
convertidas en países desarrollados, las que reciben inmigrantes.
Colonización económica[editar]
La colonización económica se caracteriza por el intercambio desigual (de materias
primas por productos manufacturados, que deja en la metrópoli la mayor parte
del valor añadido del trabajo), lo que intensifica la relación de dependencia. A
veces se estipula legalmente (pacto colonial) etc...
Colonización interna[editar]
Es un proceso que involucra la migración de sectores poblacionales dentro de un
estado hacia zonas de "frontera interna", en especial zonas con potencial agrícola
o minero energético. Para el marxismo clásico la colonización (como estrategia de
los estados imperiales europeos) supone un paso para la ampliación geográfica de
la capacidad económica del capitalismo. De manera similar al proceso imperial, en
un estado el proceso colonizador supone que tras la apertura de nuevas tierras a
manos de gente colona, la propiedad adquiere un valor de cambio que permite su
concentración en manos de latifundistas. Al respecto, en el caso de la ampliación
del mundo capitalista, la colonización, según Marx "...era el secreto descubierto en
el nuevo mundo por la economía política del viejo y proclamando sin recato: el
régimen capitalista de producción y acumulación, y, por tanto, la propiedad privada
capitalista, exigen la destrucción de la propiedad privada nacida del propio trabajo,
es decir, la expropiación del trabajador":1 La colonización interna es un proceso
que involucra o bien la ampliación regional de los estados, o que bien facilita la
acumulación de tierras a partir de la compra de las "mejoras" de tierras baldías.
Esta modalidad de ampliación de la geografía interna de los países ha sido un
proceso característico en Latinoamérica. En Colombia distintos procesos de
colonización interna han expresado condiciones históricas particulares:
la Colonización Antioqueña del SXVIII y SXIX respondió a una de las primeras
experiencias de construcción de nación, mientras que la colonización armada2 da
cuenta de una experiencia de migración, apertura de frontera agrícola y resistencia
campesina en los albores de la Guerra Civil contemporánea que vive el país desde
la década de 1950.
Colonizaciones prehistóricas[editar]
Desde el inicio de la evolución humana se produjo la colonización de nuevos
territorios desde los lugares iniciales de aparición de las distintas especies
de homínidos en el África oriental. Son diferentes las interpretaciones que
la paleoantropología propone acerca de la salida del continente africano, y a partir
de ese hecho, la relación que la colonización del resto de los continentes tuvo en
la propia conformación del hombre moderno y la exacta naturaleza y
consecuencias de sus variaciones biológicas y culturales (incluso su misma
denominación como razas humanas); incluyendo la exacta naturaleza y
consecuencias de los contactos entre distintas especies y grupos humanos que se
fueron produciendo.
Véanse también: Evoluciónhumana#Migraciones prehistóricas de Homo
sapiens, Migración, Migración humana, Llegada del hombre a América e Historia
antigua (demasiados parámetros en {{VT}}) Wikipedia.
Colonizaciones históricas[editar]
Edad Antigua[editar]
En el Mediterráneo antiguo se distinguen tres civilizaciones por la fundación de
colonias: Fenicia, Grecia y Roma. Los fenicios comenzaron a fundar colonias en
las costas del Mediterráneo, en el norte de África con fines comerciales. Una de
estas fundaciones terminó siendo más importante que la metrópoli, Cartago.
La colonización griega se dio en varias etapas, ocupando gran cantidad de las
costas de Asia menor y enclaves estratégicos en zonas civilizadas. En la época
clásica, tierra cultivable era reclamada a menudo por "tribus bárbaras", quienes
vivían de la caza y la recolección o incluso de la cosecha. A la gente civilizada la
tierra parecía despoblada.
Otra gran colonización de la época antigua fue la colonización romana del imperio
que se extendió por tres continentes (Europa, Asia y África). Muchas de las
grandes ciudades actuales de Europa empezaron como colonias romanas. De
hecho, la ciudad alemana de Colonia originalmente fue fundada con el
nombre Colonia Claudia por los romanos.
Edad Media[editar]
La formación de imperios durante la Edad Media no suele utilizar el
término colonización para designarlo. No obstante, existieron procesos parecidos:
en la península ibérica sucesivos periodos de dominación musulmana y cristiana
en Al-Ándalus (para la "Reconquista" cristiana, el proceso
denominado repoblación), en el Este de Europa la Drang nach Osten y en el
Levante mediterráneo las Cruzadas.
Edad Moderna[editar]
Después del descubrimiento del Nuevo Mundo en 1492 por Cristóbal Colón (su
apellido, a pesar de la homonimia, no tiene nada que ver con la etimología
de colonia o colonización), la era de los Descubrimientos inició la expansión
europea inicialmente protagonizada por el imperio portugués y el imperio español;
y desde finales del siglo XVI (16) el imperio holandés, junto con otras potencias
europeas (Francia, Inglaterra, Dinamarca) que compitieron por la colonización
europea de América y por el mantenimiento de escalas comerciales en la costa
africana y el Índico (especialmente la actual Indonesia y Filipinas).
A partir del siglo XVIII (18), las guerras coloniales aumentaron su importancia,
pasando a ser el imperio colonial francés y el imperio británico los que competían
por los más atractivos espacios en disputa (en el Caribe, Canadá, la India);
mientras que el imperio ruso llegaba hasta el Pacífico y el imperio español
alcanzaba su máxima extensión territorial.
Edad Contemporánea[editar]
Artículo principal: Colonialismo

A comienzos del siglo XIX (19) el imperio británico se había convertido en


hegemónico. En la segunda mitad del XIX (19) , (la denominada Era del
imperialismo) las principales potencias de Europa se entregaron a una carrera
colonial (especialmente el reparto de África) con gran influencia en la
conformación del mundo actual.
El tercer cuarto del siglo XX (20) presenció el proceso de descolonización y el
surgimiento de un nuevo concepto: la neocolonización, traducida en una mayor o
menor dependencia de personas, grupos o países, a otras naciones o potencias
extranacionales, especialmente en el caso de excolonias a sus antiguas
metrópolis, o el fenómeno de los estados satélites durante la Guerra Fría.
El neocolonialismo es la práctica geopolítica que se encarga de utilizar el mercantilismo,
la globalización empresarial y el imperialismo cultural para influir en un país en el que grupos
de pocas personas que hablan el mismo idioma y tienen la misma ciudadanía que los neo-
colonizados, establezcan una élite para dirigir las poblaciones, apropiarse de las tierras.
Durante las primeras décadas del siglo XVIII, el imperialismo de tipo militar, político y cultural
dio paso al imperialismo económico. De esta forma las potencias prefirieron que sus colonias
fueran mercados para sus productos de las industrias antes que otros militares y políticos.
Esta situación se produjo porque los territorios colonizados independentistas acabaron con el
dominio militar y político en sus territorios.
El neocolonialismo es diferente al colonialismo, que se caracteriza por un control directo. Así,
se emplea el ejército para la ocupación del país y se establecen colonos procedentes de
la metrópolis en el territorio sujeto a la dominación. Los terratenientes, pertenecientes a lo que
se denominó la "hacienda tradicional", continuaron produciendo para su propia subsistencia y
la de la población campesina, vinculada a la hacienda por relaciones de tipo servil y, en
algunos casos, abasteciendo a un mercado de amplitud regional.

Índice

 1Causas
 2Regiones sujetas a neocolonialismo
o 2.1África
o 2.2Asia
 2.2.1Neocolonialismo de origen japonés
o 2.3América
 3Véase también
 4Referencias
o 4.1Bibliografía

Causas[editar]
Tras la liberación política de las colonias, se mantuvieron generalmente las antiguas
estructuras económicas. La dependencia de las importaciones de la metrópolis, la
concentración de la producción en ciertas materias primas para exportar a Europa y la
carencia de los medios técnicos y del capital, y la conservación en ciertos casos de la
propiedad de la industria en manos de colonizadores suponen la continuación del control
económico sobre estos países. La devaluación de las materias primas que exportan y la venta
de bienes manufacturados de mayor valor añadido generan un déficit comercial nocivo para
estos países. La ilegítima deuda externa asumida por muchos países es también un factor
relevante en el proceso.

El neocolonialismo es el control y la tutela que siguen ejerciendo las potencias coloniales,


sobre sus antiguas colonias. La descolonización no supuso independencia económica para los
países denominados "subdesarrollados", sino que los estados imperialistas se encargaron de
organizar la economía y la política mundial, de manera que se conservase la explotación
colonial. El neocolonialismo sería la herencia del colonialismo histórico y a la vez, la
continuidad del sistema capitalista globalizador. Esta nueva fase, permite seguir con el
sometimiento (hoy en día sin una ocupación y control directo), sino más bien a través de
complejas estrategias económicas y políticas. “La tendencia profunda del capitalismo se ha
abierto camino y hoy la expansión ya no requiere la anexión de territorios y su cobijo dentro de
fronteras nacionales. Hoy la expansión capitalista “salta” las fronteras e invade los territorios
sin necesidad de conquistarlos y anexionarlos”. (Vidal Villa, 1998)
La descolonización que supuestamente inauguraba la aparición de países “libres y
soberanos”, supuso que los territorios colonizados se sumiesen en una situación de
dependencia económica y política más dependiente que nunca. En un contexto en el que el
flujo de mercancías y personas traspasa todos los límites territoriales; la división entre países
centrales y periféricos ha llegado a su máxima expresión.
Para alcanzar el objetivo de la globalización del sistema capitalista, las potencias han
entramado organismos que posibiliten la hegemonía política, económica y militar; de una
manera más sutil que en la época del colonialismo. Se sigue implantando la ideología
colonizadora a través del pretexto de “misión civilizadora” o simplemente reafirmando su
posición en las relaciones de poder actuales. La inserción de los países “subdesarrollados” en
el mercado mundial tiene un formato periférico, por lo que a pesar de la riqueza de recursos
naturales que puedan tener, se encuentran sumidos en una situación de pobreza absoluta.
La usurpación de territorios ajenos impulsado por fines económicos y de poder, tiene
consecuencias de todo tipo en los países explotados. La llegada de las multinacionales ha
supuesto el deterioro del ecosistema por y para las exportaciones masivas, de manera que ha
sido la naturaleza la que ha tenido que adaptarse al hombre. Entre las consecuencias
sociales, la globalización capitalista ha supuesto también la globalización cultural, mutilando
las tradiciones y modos de vivir autóctonos.
“Los países desarrollados están en una posición en la que pueden utilizar, en su beneficio y
por multitud de canales, los recursos del resto de países "subdesarrollados". Ese es el
fundamento del orden económico mundial. A los ojos de la mayoría de la humanidad se
presenta como un orden tan caduco e injusto como el colonialismo del que arranca su origen y
esencia

Regiones sujetas a neocolonialismo[editar]


Este artículo o sección necesita referencias que aparezcan en
una publicación acreditada.
Este aviso fue puesto el 8 de abril de 2015.

África[editar]
La independencia de las colonias europeas en África fue consecuencia de muchos factores,
entre ellos el deseo de los pueblos africanos de independizarse, inspirados por la
independencia de la India, y el resentimiento popular contra el racismo y la desigualdad. Pero,
además, las dos nuevas potencias surgidas tras la Segunda Guerra Mundial,
la URSS y Estados Unidos, no habían participado en el reparto de África y querían asegurar
su influencia en la zona. Las dos superpotencias financiaron los intereses independentistas y
a los nuevos Estados. Trataban así de relanzar su industria de armamento, extender
su ideología y obtener el control económico de la región.
Para poder alimentar, educar y modernizar a sus masas, África tomó prestadas grandes
cantidades de dinero de varios países, banqueros y compañías. Gran parte de este dinero fue
despilfarrado por dictadores corruptos y no revirtió en el bienestar de los pueblos; además, la
deuda mermó la independencia de los Estados africanos.

Asia[editar]
Por la conquista de Siberia y del Turquestán, Rusia llegó a ser una gran potencia asiática. El
Imperio Ruso de Asia, prolongación de Rusia europea, extendíase en 1914 sobre 16 millones
de kilómetros cuadrados, o sea, una y media veces la superficie de toda Europa. Era el más
vasto Imperio del mundo.
La conquista de Siberia por los rusos empezó a fines del siglo XVI, pero se hizo lentamente
porque los rusos debían atender el frente europeo de su Imperio y Siberia solo fue tierra de
castigo o presidio inmenso, a dónde fueron deportados, durante varios siglos, los desterrados
políticos y los condenados de derecho común. Pero a mediados del siglo XIX y después de la
Guerra de Crimea y el Tratado de París (30), los rusos volvieron de nuevo la vista al Asia.
Las partes del litoral del Pacífico ya ocupadas tenían el inconveniente de estar invadidas
durante 7 u 8 meses por los hielos. De aquí que los rusos buscasen adquirir, a expensas de
China, costas más meridionales. Los chinos fueron primero expulsados de la desembocadura
del Amur, después, en 1858- 1860, mientras China estaba en guerra con Francia e Inglaterra,
obtuvo los territorios que formaron la provincia marítima. En su extremidad meridional, en
frente de Japón, crearon un puerto militar con el ambicioso nombre de Vladivostok, “El
Dominador de Oriente”. china Hemos visto ya Que China es el más antiguo de los Estados
actualmente existentes. Es más extenso que Europa entera y la fertilidad de sus llanuras
atravesadas por dos ríos enormes y las innumerables minas de sus montañas hace de ella
una de las tierras más ricas del globo. Hacia 1838, según estadísticas chinas, el Imperio tenía
alrededor de 350 millones de habitantes. Inmovilizados en el respeto del pasado, los chinos no
tuvieron por mucho tiempo más que desprecio por las ideas nuevas y desconfianza y odio por
todo lo que venía fuera de los “diablos rojos”, es decir, los europeos de tez sanguínea.
Neocolonialismo de origen japonés[editar]
La transformación de Japón es, por su instantaneidad, uno de los hechos más sorprendentes
de la historia. Se puede decir que, en algunos años, Japón adquirió la experiencia que
Occidente se demoró varios siglos en lograr.

América[editar]
Muchos países latinoamericanos recurrieron durante la década de los años setenta a créditos
de bancos multinacionales o empresas privadas de esos países se endeudaron y
posteriormente su deuda privada se convirtió en deuda pública. Esto fue posible por la
clase dirigente con intereses extra nacionales, con una visión neoliberalista, o por gobiernos
militares impuestos desde afuera, en el caso de Latinoamérica muchos de estos gobiernos
fueron impuestos por los Estados Unidos, como en la denominado Operación Cóndor. A estos
países les resultó extremadamente difícil pagar la deuda externa y las potencias aprovecharon
estas deudas, junto con acciones militares, como por ejemplo el golpe a Salvador Allende, o
intimidación sindical, para convertir tales países en sus neocolonias, instalando bases
militares, obteniendo acceso a sus recursos naturales a precios marginalmente bajos o
implantando políticas que resultaran de beneficio para el país.

Imperio español
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Imperio español
Monarquía universal española
Monarquía Hispánica
Imperio

1492-1898 (1402-1976) n. 1

Bandera

Lema: Plus Ultra

Mapa diacrónico del Imperio

Leyenda[mostrar]

Capital Madrid (1561-1601)
Valladolid (1601-1606)
Madrid (desde 1606)

Entidad Imperio

Idioma oficial Español

 • Otros idiomas Ver lista[mostrar]

Superficie  
 • Total 20 000 000 km² 

Población (1790)  

 • Total 60 000 000 hab.

 • Densidad 3 hab/km²

Superficie hist.    

 • 1580-1640 14 000 000 km²

 • 1740 19 400 000 km²

 • 1821-1898 934 000 km²

Población hist.   

 • 1580-1640 est. 31 000 000 hab.

 • 1740 est. 27 400 000 hab.

Religión Cristiana/Iglesia católica

Moneda Real, peseta

Período histórico Era de los


Descubrimientos, mercantilismo, expansión
europea.

 • 1402-1496 Conquista de las islas Canarias

 • 1492 Descubrimiento de América

 • 1512 Conquista de Navarra

 • 1519-1521 Conquista de México


 • 1532-1537 Conquista del Perú

 • 1580 Unión con Portugal

 • 1715 Nueva Planta

 • 1810-1833 Guerras de independencia hispanoamericanas

 • 1898 Tratado de París

 • 1975 Acuerdos de Madrid


 • 1976 Fin de la presencia en el Sahara

Forma de Monarquían. 2
gobierno

Rey
Reyes Católicos
• 1474-1516
Alfonso XIII
• 1886-1931

Patrono(a) Inmaculada Concepción

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El Imperio español, Monarquía universal española,n. 3 Monarquía


Hispánica o Monarquía española fue el conjunto de
territorios españoles gobernados por las dinastías hispánicas entre los
siglos XVI y XIX.
Tras el descubrimiento de América en 1492, España exploró y conquistó grandes
extensiones de territorio en América, desde el actual suroeste de Estados
Unidos, México y el Caribe, hasta Centroamérica, la mayor parte de Sudamérica y
la costa noroeste de Norteamérica (actual Alaska y Columbia Británica). Todos
estos territorios se integraron en la Corona de Castilla y, más tarde, como reinos
de la Corona española. Inicialmente se organizaron en dos virreinatos, el de
la Nueva España y el del Perú. Con el descubrimiento y asentamiento en varios
archipiélagos del Pacífico a finales del siglo XVI, se incorporaron al imperio
las Indias orientales españolas, formadas por las Filipinas, las Marianas (que
incluían Guam) y las Carolinas (que incluían las Palaos), bajo la jurisdicción de la
Nueva España. Más tarde, el Virreinato del Perú se dividió en dos: el de Nueva
Granada y el del Perú, y finalmente se creó el del Río de la Plata.
El Imperio español alcanzó los 20 millones de kilómetros cuadrados a finales del
siglo XVIII12 aunque algunos autores como el historiador Raymond Carr, señalan
uno de sus momentos de máxima expansión es el comprendido entre los años
1580 y 1640, durante los reinados de Felipe II, Felipe III y Felipe IV, período en el
que tuvo lugar la unión dinástica con Portugal (considerada una conquista
española por un amplio número de historiadores345678).
Actualmente todos los territorios extra-peninsulares que pertenecen al Reino de
España, se integran en condiciones jurídicas similares dentro del mismo, con base
en su régimen constitucional.

Índice

 1Orígenes
 2El Imperio de los Reyes Católicos (1492-1516)
o 2.1La unificación de España y el fin de la Reconquista
o 2.2La política europea
o 2.3La conquista del Nuevo Mundo
 3El imperio de los Austrias (1516-1700)
o 3.1De la batalla de Pavía a la Paz de Augsburgo (1521-1555)
o 3.2De San Quintín a Lepanto (1556-1571)
o 3.3El Reino en dificultades (1571-1598)
o 3.4«Dios es español» (1598-1626)
o 3.5El camino a Rocroi (1626-1643)
o 3.6Sublevaciones internas (1640-1665)
o 3.7El Imperio con el último Habsburgo (1665-1700)
 4El Imperio de los Borbones (1700-1806)
o 4.1El cambio de dinastía
o 4.2La reforma del Imperio
o 4.3Las guerras coloniales durante el siglo XVIII
o 4.4España hacia 1800
 5El fin del imperio global (1808-1898)
o 5.1La Revolución francesa y las guerras napoleónicas
o 5.2La independencia de las posesiones americanas continentales
o 5.3El Desastre del 98 y la pérdida de las islas del Caribe y Filipinas
 6Los últimos territorios, África (1885-1975)
 7Territorios del Imperio español
o 7.1América
 7.1.1Territorios portugueses
o 7.2Asia y Oceanía
 7.2.1Territorios portugueses
o 7.3África
 7.3.1Territorios portugueses
o 7.4Europa
 8Administración del Imperio
o 8.1América y Filipinas
 8.1.1Consejo de Indias
 8.1.2Casa de Contratación de Indias
o 8.2Corona de Aragón
 9Población y ordenamiento jurídico en América y Filipinas
o 9.1Españoles
o 9.2Indígenas
o 9.3Mestizos
o 9.4Africanos y otros
 10Legado cultural del Imperio
 11Véase también
 12Notas
 13Referencias
 14Bibliografía
o 14.1Libros citados
o 14.2Publicaciones citadas
o 14.3Otras lecturas recomendadas
 15Enlaces externos

Orígenes[editar]
A principios del siglo XV d. C. los distintos reinos de la península
ibérica perseguían objetivos diferentes con su política exterior. Navarra quedó
pronto confinada por la expansión de los otros dos reinos y sus sucesivos
monarcas orientaron más sus miradas hacia Francia,9 pero el Tratado de
Almizra fijó los límites para la reconquista de las otras dos coronas,10 forzandolas a
emprender políticas exteriores similares, pero al mismo tiempo diferentes:
Castilla trataba de culminar la Reconquista y evitar nuevas incursiones
musulmanas tomando plazas e islas en el norte de África, incluso antes de
reconquistar el Reino nazarí de Granada.11 Al mismo tiempo, atravesaban
momentos difíciles por la guerra civil librada entre partidarios de la futura Isabel la
Católica y los de Juana la Beltraneja, en la lucha por suceder a Enrique IV.
Aragón, por su parte, orientó su política expansionista al Mediterráneo central y
oriental.11 Su corona tampoco contaba con un claro pretendiente para suceder
a Martín el Humano (fallecido en 1410), pero se resolvió pacíficamente con
el Compromiso de Caspe. Al mismo tiempo, este acto plantó las bases para la
futura unión con la Corona castellana tras ser elegido Fernando de Antequera,
miembro de la dinastía Trastámara reinante en Castilla, abriendo así la puerta
para la posterior llegada de Fernando el Católico y la consiguiente unificación de
los dos reinos.12
Por último, Portugal había terminado su reconquista imponiéndose al rey
castellano Alfonso X el Sabio en la toma del Algarbe, por lo cual Enrique el
Navegante enfocó su expansión hacia el Atlántico, conquistando Ceuta, tomando
el control de Madeira en 1425, las islas Azores en 1427 y prosiguiendo la
expansión con la implantación de asentamientos en los continentes africano y
asiático para ir abriendo una ruta comercial con la India y China que
circunnavegara el Continente Negro. 13

El Imperio de los Reyes Católicos (1492-1516)[editar]


Artículo principal: Reyes Católicos
La unificación de España y el fin de la Reconquista[editar]

Estandarte de la Corona de Castilla.

Señal de la Corona de Aragón.

El matrimonio de los Reyes Católicos (Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón)


produjo la unión dinástica de las dos Coronas cuando, tras derrotar a los
partidarios de Juana «la Beltraneja» en la guerra de Sucesión castellana, Isabel
ascendió al trono. Sin embargo, cada reino mantuvo su propia administración bajo
la misma monarquía. La formación de un estado unificado solo se materializó tras
siglos de unión bajo los mismos gobernantes.n. 4 Los nuevos reyes introdujeron el
estado moderno absolutista en sus dominios, que pronto buscaron ampliar.
Castilla había intervenido en el Atlántico, en lo que fue el comienzo de su imperio
extrapeninsular, compitiendo con Portugal por el control del mismo desde finales
del siglo XIV d. C., momento en el cual fueron enviadas varias expediciones
andaluzas y vizcaínas a las islas Canarias. La conquista efectiva de dicho
archipiélago había comenzado durante el reinado de Enrique III de Castilla,
cuando en 1402 Jean de Béthencourt solicitó permiso para tal empresa al rey
castellano a cambio de vasallaje; mientras, a lo largo del siglo XV d. C.,
exploradores portugueses como Gonçalo Velho Cabral colonizarían
las Azores, Cabo Verde y Madeira. El Tratado de Alcáçovas de 1479, que supuso
la paz en la guerra de Sucesión castellana, separó las zonas de influencia de cada
país en África y el Atlántico, concediendo a Castilla la soberanía sobre las islas
Canarias y a Portugal las islas que ya poseía, la Guinea y, en general, «todo lo
que es hallado e se hallare, conquistase o descubriere en los dichos términos». La
conquista del Reino de Fez quedaba también exclusivamente para el reino de
Portugal. El tratado fue confirmado por el papa en 1481, mediante la bula Aeterni
regis. Mientras tanto los Reyes Católicos iniciaban la última fase de la conquista
de Canarias, asumiendo por su cuenta dicha empresa ante la imposibilidad por
parte de los señores feudales de someter a todos los indígenas insulares en una
serie de largas y duras campañas. Los ejércitos castellanos se apoderaron de
Gran Canaria (1478-1483), La Palma (1492-1493) y finalmente de Tenerife (1494-
1496).
Como continuación a la Reconquista castellana, los Reyes Católicos conquistaron
en 1492 el reino taifa de Granada, último reino musulmán de al-Ándalus, que
había sobrevivido por el pago de tributos en oro a Castilla, y su política de alianzas
con Aragón y el norte de África.
La política expansionista de los Reyes Católicos también se manifestó en el África
continental. Con el objetivo de acabar con la piratería que amenazaba las costas
andaluzas y las comunicaciones mercantes catalanas y valencianas, se realizaron
campañas en el norte de África: Melilla fue tomada en 1497, Villa Cisneros en
1502, Mazalquivir en 1505, el Peñón de Vélez de la Gomera en 1508, Orán en
1509, Argel, Bugía y Trípoli en 1510. La idea de Isabel I, manifiesta en su
testamento, era que la reconquista habría de seguir por el norte de África, en lo
que los romanos llamaron Nova Hispania.

La rendición de Granada, óleo de Francisco Pradilla, 1882. Representa la entrega de las llaves de la
ciudad a los Reyes Católicos en 1492.

La política europea[editar]
Véanse también: Imperio español en Europa, Italia española y Países Bajos Españoles.
Fernando II de Aragón, responsable de la política expansionista en Italia y Europa de la naciente unión.

Los Reyes Católicos también heredaron la política mediterránea de la Corona de


Aragón, y apoyaron a la Casa de Nápoles aragonesa contra Carlos VIII de
Francia y, tras su extinción, reclamaron la reintegración de Nápoles a la Corona.
Como gobernante de Aragón, Fernando II se había involucrado en la disputa con
Francia y Venecia por el control de la península itálica. Estos conflictos se
convirtieron en el eje central de su política exterior. En estas batallas, Gonzalo
Fernández de Córdoba (conocido como «El Gran Capitán») crearía
las coronelías (base de los futuros tercios), como organización básica del ejército,
lo que significó una revolución militar que llevaría a los españoles a sus mejores
momentos.
Después de la muerte de la reina Isabel, Fernando, como único monarca, adoptó
una política más agresiva que la que tuvo como marido de Isabel, utilizando las
riquezas castellanas para expandir la zona de influencia aragonesa en Italia,
contra Francia, y fundamentalmente contra el reino de Navarra, al que conquistó
en 1512.
El trono castellano lo asumió su hija Juana I «la Loca», quien fue declarada
incapaz de reinar, manteniendo su padre la regencia (aunque en todos los
documentos oficiales aparecían Juana y Fernando como reyes, era Fernando
quien ejercía el poder).
Pendón heráldico de los Reyes Católicos entre 1492 y 1505.

El primer gran reto del rey Fernando fue en la guerra de la Liga de Cambrai contra
Venecia, donde los soldados españoles se distinguieron junto a sus aliados
franceses en la batalla de Agnadello (1509). Solo un año más tarde, Fernando se
convertía en parte de la Liga Católica contra Francia, viendo una oportunidad de
tomar Milán —plaza por la cual mantenía una disputa dinástica— y Navarra. Esta
guerra no fue un éxito como la anterior contra Venecia y, en 1516, Francia aceptó
una tregua que dejaba Milán bajo su control y de hecho, cedía al monarca
hispánico el Reino de Navarra (que Fernando unió a la corona de Castilla), ya que
al retirar su apoyo dejaba aislados a los reyes navarros Juan III de
Albret y Catalina de Foix. Este hecho fue temporal pues posteriormente volvería a
apoyar la lucha de los navarros en 1521.
Con el objetivo de aislar a Francia, se adoptó una política matrimonial que llevó al
casamiento de las hijas de los Reyes Católicos con las dinastías reinantes
en Inglaterra, Borgoña y Austria. Tras la muerte de Fernando, la inhabilitación de
Juana I, hizo que Carlos de Austria, heredero de Austria y Borgoña, fuera también
heredero de los tronos españoles.
Carlos tenía un concepto político todavía medieval, y lo desarrolló empleando las
riquezas de sus reinos peninsulares en la política europea del Imperio, en vez de
seguir la que, con mayor amplitud de miras, había marcado su abuela Isabel en su
testamento: continuar la Reconquista en el norte de África. Aunque algunos
consejeros españoles lograron que hiciera algunas campañas hacia ese objetivo
(Orán, Túnez, Argelia), sin embargo, no consideró ese fin tan importante como las
inacabables disputas religioso-políticas de su herencia centroeuropea y, como
además, gran parte del ímpetu conquistador de los castellanos se dirigió hacia las
tierras nuevamente descubiertas de las Indias Occidentales, no colaboró
decididamente en el engrandecimiento de sus reinos peninsulares, salvo en lo que
se refiere a las campañas italianas. Ese abandono de la política de conquista del
norte de África daría quebraderos de cabeza a la Europa mediterránea hasta el
siglo XIX d. C..
La conquista del Nuevo Mundo[editar]
Artículo principal: Colonización española de América

Conquistador español en el mural del Pabellón de la navegación de Sevilla, España.

La conquista del Colorado, óleo de Augusto Ferrer-Dalmau que retrata la expedición de Francisco


Vázquez de Coronado.

Sin embargo, la expansión atlántica sería la que daría los mayores éxitos. Para
alcanzar las riquezas de Oriente, cuyas rutas comerciales (especialmente de las
especias de las islas del Pacífico) bloqueaban los otomanos o monopolizaban
genoveses y venecianos, los portugueses y los españoles compitieron por hallar
una nueva ruta que no fuera la tradicional, por tierra, a través de Oriente Próximo.
Los portugueses, que habían terminado mucho antes que los españoles
su Reconquista, habían empezado entonces sus expediciones, tratando primero
de acceder a las riquezas africanas y luego de circunnavegar África, lo que les
daría el control de islas y costas del continente, para abrir una nueva ruta a las
Indias Orientales, sin depender del comercio a través del Imperio otomano,
monopolizado por Génova y Venecia, poniendo el germen del Imperio portugués.
Más tarde, cuando Castilla terminó su reconquista, los Reyes Católicos, apoyaron
a Cristóbal Colón quien, al parecer convencido de que la circunferencia de la
Tierra era menor que la real, quiso alcanzar Cipango (Japón), Catay (China), las
Indias, el Oriente navegando hacia el Oeste, con el mismo fin que los portugueses:
independizarse de las ciudades italianas para conseguir las mercancías de
Oriente, principalmente, especias y seda (más fina que la producida en el reino de
Murcia desde la dominación árabe). A medio camino estaba el continente
americano y, según se acepta mayoritariamente, sin saberlo, descubrió América
para el resto del mundo, que vivía ignorante de la existencia de este continente,
iniciando la colonización española del continente.
Las nuevas tierras fueron reclamadas por los Reyes Católicos, con la oposición de
Portugal. Finalmente el papa Alejandro VI medió, llegándose al Tratado de
Tordesillas, que dividía las zonas de influencia española y portuguesa a
370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde (el meridiano situado a 46º 37’)
longitud oeste, siendo la zona occidental la correspondiente a España y la oriental
a Portugal. Así, España se convertía teóricamente en dueña de la mayor parte del
continente con la excepción de una pequeña parte, la oriental —lo que hoy día es
el extremo de Brasil—, que correspondía a Portugal. En adelante, esta cesión
papal, junto a la responsabilidad evangelizadora sobre los territorios descubiertos,
fue usada por los Reyes Católicos como legitimación en su expansión colonial.
Poco después, esta «legitimación» fue discutida por la Escuela de Salamanca.

Vasco Núñez de Balboa tomando posesión del mar del Sur.


«Descubrimiento» del río Misisipí.

Mare clausum ibéricos en la Era de los Descubrimientos.

La colonización de América continuó mientras tanto. Además de la toma de La


Española, que se culminó a principios del siglo XVI d. C., los colonos empezaron a
buscar nuevos asentamientos. La convicción de que había grandes territorios por
colonizar en las nuevas tierras descubiertas produjo el afán por buscar nuevas
conquistas. Desde allí, Juan Ponce de León conquistó Puerto Rico y Diego
Velázquez, Cuba. Alonso de Ojeda recorrió la costa venezolana y
centroamericana, Hernán Cortés llegó a México, Diego de Nicuesa ocupó lo que
hoy día es Nicaragua y Costa Rica, mientras Vasco Núñez de
Balboa colonizaba Panamá y llegaba al mar del Sur (océano Pacífico).
Años después, bajo Felipe II, este «Imperio Castellano» se convirtió en una nueva
fuente de riqueza para los reinos españoles y de su poder en Europa, pero
también contribuyó a elevar la inflación, lo que perjudicó a la industria peninsular.
Como siempre ocurre la economía más poderosa, la española, comenzó a
depender de las materias primas y manufacturas de países más pobres, con mano
de obra más barata, lo cual facilitó la revolución económica y social en Francia,
Inglaterra y otras partes de Europa. Los problemas causados por el exceso de
metales preciosos fueron discutidos por la Escuela de Salamanca, lo que creó un
nuevo modo de entender la economía que los demás países europeos tardaron
mucho en comprender.[cita requerida]
Por otro lado, los enormes e infructuosos gastos de las guerras a las que arrastró
la política europea de Carlos I heredados por su sucesor Felipe II, llevaron a que
se financiasen con préstamos de banqueros, tanto españoles como de Génova,
Amberes y sur de Alemania, lo que hizo que los beneficios que pudo tener la
Corona (el Estado, al cabo) fueran mucho menores que los que obtuvieron más
tarde otros países con intereses coloniales, como los Países Bajos y
posteriormente Inglaterra.

El imperio de los Austrias (1516-1700)[editar]


Artículo principal: Siglo de Oro

Territorios controlados por Carlos I en 1519

Retrato de Carlos I por Tiziano


Cruz de Borgoña, una de las varias enseñas navales utilizadas por la Monarquía Hispánica en el
periodo.14

El periodo comprendido entre la segunda mitad del siglo XVI d. C. y la primera del


XVII es conocido como el Siglo de Oro por el florecimiento de las artes y las
ciencias que se produjo.
Durante el siglo XVI d. C. España llegó a tener una auténtica fortuna de oro y plata
extraídos de «Las Indias». En el estudio económico realizado por Earl
J. Hamilton (1975), «El tesoro americano y la Revolución de los precios en
España, 1501-1659», esa fortuna tiene unas cifras concretas. Hamilton describe
que en los siglos XVI y XVII, desde 1503 y durante los 160 años siguientes,
durante la mayor actividad minera, arribaron desde la América española 16 900
toneladas de plata y 181 toneladas de oro. Sus cuentas son minuciosas:
16 886 815 303 gramos de plata y 181 333 180 gramos de oro.n. 5
Se decía durante el reinado de Felipe II que «el Sol no se ponía en el Imperio», ya
que estaba lo suficientemente disperso como para tener siempre alguna zona con
luz solar. Este imperio tenía su centro neurálgico en Madrid sede de la Corte con
Felipe II, siendo Sevilla el punto fundamental desde el que se organizaban las
posesiones ultramarinas.
Como consecuencia del matrimonio político de los Reyes Católicos y de los
casamientos estratégicos de sus hijos, su nieto, Carlos I heredó la Corona de
Castilla en la península ibérica y una incipiente expansión en América (herencia de
su abuela Isabel); las posesiones de la Corona de Aragón en el Mediterráneo
italiano e ibérico (de su abuelo Fernando); las tierras de
los Habsburgo en Austria a las que él incorporó Bohemia y Silesia logrando
convertirse tras una disputada elección con Francisco I de Francia
en emperador del Sacro Imperio Romano Germánico con el nombre de Carlos V
de Alemania; además de los Países Bajos a los que añadió nuevas provincias y
el Franco Condado, herencia de su abuela María de Borgoña; conquistó
personalmente Túnez y en pugna con Francia la región de Lombardía. Era un
imperio compuesto de un conglomerado de territorios heredados, anexionados o
conquistados.
La dinastía Habsburgo gastaba las riquezas castellanas y ya desde los tiempos de
Carlos V pero en mayor medida a partir de Felipe II, las americanas, en guerras en
toda Europa con el objetivo fundamental de proteger los territorios adquiridos, los
intereses de los mismos, la causa católica y a veces por intereses meramente
dinásticos. Todo ello produjo el impago frecuente de deudas contraídas con los
banqueros, primero alemanes y genoveses después, y dejó a España
en bancarrota. Los objetivos políticos de la Corona eran varios:

 El acceso a los productos americanos (oro, plata) y asiáticos


(porcelana, especias, seda).
 Minar el poder de Francia y detenerla en sus fronteras orientales.
 Mantener la hegemonía católica de los Habsburgo en Alemania, defendiendo
el catolicismo contra la Reforma protestante.
 Defender a Europa contra el islam, sobre todo oponiéndose al Imperio
otomano. Además, se buscaba neutralizar la piratería berberisca que asolaba
las posesiones mediterráneas españolas e italianas.

Escudo de Carlos I.

Ante la posibilidad de que Carlos I decidiera apoyar la mayor parte de las cargas
de su imperio en el más rico de sus reinos, el de Castilla, lo cual no gustaba a los
castellanos que no deseaban contribuir con oro, plata o caballos a guerras
europeas que sentían ajenas, y enfrentados a un creciente absolutismo por parte
del rey comenzó una sublevación que aún se celebra cada año llamada de
los Comuneros, en la cual los rebeldes fueron derrotados. Carlos I de España y
luego V de Alemania se convertía en el hombre más poderoso de Europa, con un
imperio europeo que solo sería comparable en tamaño al de Napoleón. El
emperador intentó sofocar la Reforma protestante en la Dieta de Worms,
pero Lutero renunció a retractarse de su herejía. Firme defensor de la Catolicidad,
durante su reinado se produjo sin embargo lo que se llamó el Saco de Roma,
cuando sus tropas fuera de control atacaron la Santa Sede después de que el
papa Clemente VII se uniera a la Liga de Cognac contra él.
Pese a que Carlos I era flamenco y su lengua materna era el francés vivió un
proceso de españolización o, más concretamente, de castellanización. Así,
cuando se entrevistó con el papa, le habló en español y más tarde, cuando recibió
al embajador de Francia, un obispo francés se quejó por no haber entendido el
discurso, a lo que el emperador contestó: «Señor obispo, entiéndame si quiere y
no espere de mí otras palabras que de mi lengua española, la cual es tan noble
que merece ser sabida y entendida de toda la gente cristiana». 15 Esta frase ha
calado bastante en los españoles y, siglos después, aún se utiliza el dicho «Que
hable en cristiano» cuando un español (o casi todo otro hispanoparlante) quiere
que se le traduzca lo dicho.
De la batalla de Pavía a la Paz de Augsburgo (1521-1555)[editar]

Virreinato de Nueva España, fruto de las conquistas de Hernán Cortés entre otros muchos, tales
como Miguel López de Legazpi, Juan Ponce de León y Pedro de Alvarado.

Desde 1492, la colonización del Nuevo Mundo fue encabezada por una serie de


guerreros-exploradores conocidos como conquistadores. Aprovecharon para esta
empresa el hecho de que algunos pueblos nativos estaban en guerra con otros y
muchos se mostraron dispuestos a sellar alianzas con los españoles para derrotar
a enemigos más poderosos como los aztecas o los incas. La conquista, además,
fue facilitada por la superioridad tecnológica, 16 incluida la logística, y la
propagación en América de enfermedades comunes en Europa (p. ej.: viruela),
pero desconocidas en el Nuevo Mundo, que diezmaron a los pueblos originarios
de América.
Conquista del Imperio azteca.

Los principales conquistadores fueron Hernán Cortés, quien entre 1519 y 1521,


con alrededor de 200 000 aliados amerindios, derrotó al Imperio azteca, en
momentos que este era arrasado por la viruela,n. 6 y entró en México, que sería la
base del virreinato de Nueva España, que se extendería hacía el sur rápidamente
gracias a las conquistas de Pedro de Alvarado, lugarteniente de Cortés, que, entre
1521 y 1525, incorporó las actuales repúblicas de Guatemala, Honduras y El
Salvador a los dominios españoles y Francisco Pizarro quien conquistó al Imperio
incaico en 1531 cuando estaba gravemente desorganizado por efecto de la guerra
civil y de la epidemia de viruela de 1529.n. 7 Esta conquista se convertiría en
el Virreinato del Perú.
Tras la conquista de México, las leyendas sobre ciudades «doradas»
(Cíbola en Norteamérica, El Dorado en Sudamérica) originaron numerosas
expediciones, pero muchas de ellas regresaron sin encontrar nada, y las que
encontraron algo dieron con mucho menos valor de lo esperado. De todos modos,
la extracción de oro y plata fue una importante actividad económica del Imperio
español en América, estimándose en 850 000 kilogramos de oro y más de cien
veces esa cantidad en plata durante el período colonial. n. 8 No fue menos
importante el comercio de otras mercaderías como la cochinilla, la vainilla,
el cacao, el azúcar (la caña de azúcar fue llevada a América donde se producía
mejor que en el sur de la península, donde había sido introducida por los árabes).
La exploración de este nuevo mundo, conocido como las Indias occidentales, fue
intensa, realizándose hazañas tales como la primera circunnavegación del globo
en 1522 por Juan Sebastián Elcano (que sustituyó a Fernando de Magallanes,
promotor de la expedición y que murió en el camino).
En Europa, sintiéndose rodeado por las posesiones de los Habsburgo Francisco I
de Francia invadió en 1521 las posesiones españolas en Italia e inició una nueva
era de hostilidades entre Francia y España, apoyando a Enrique II de
Navarra para recuperar el reino arrebatado por los españoles. Un levantamiento
de la población navarra junto a la entrada de 12 000 hombres al mando del
general Asparrots, André de Foix, en pocos días recuperó todo el reino con
escasas víctimas. Sin embargo el ejército imperial se reconstituyó con rapidez,
formando unas tropas de 30 000 hombres bien pertrechadas, entre ellas muchos
de los comuneros rendidos para redimir su pena. El general Asparrots, en vez de
consolidar el reino, se dirigió a sitiar Logroño, con lo que los navarro-gascones
sufrieron una severa derrota en la sangrienta batalla de Noáin, dejando el control
de Navarra en manos de España.

Batalla de Pavía en 1525. Tapiz de Bernard van Orley.

El Saco de Roma, por Martin van Heemskerck (1527).

Por otra parte, en el frente de guerra de Italia, fue un desastre para Francia, que
sufrió importantes derrotas en Bicoca (1522), Pavía (1525) —en la que Francisco I
y Enrique II fueron capturados— y Landriano (1529) antes de que Francisco I
claudicase y dejase Milán en manos españolas una vez más. La victoria de Carlos
I en la batalla de Pavía, 1525, sorprendió a muchos italianos y alemanes, al
demostrar su empeño en conseguir el máximo poder posible. El papa Clemente
VII cambió de bando y unió sus fuerzas con Francia y los emergentes estados
italianos contra el emperador, en la Guerra de la Liga de Cognac. La Paz de
Barcelona, firmada entre Carlos I y el papa en 1529, estableció una relación más
cordial entre los dos gobernantes y de hecho nombraba a España como defensora
de la causa católica y reconocía a Carlos como rey de Lombardía en recompensa
por la intervención española contra la rebelde República de Florencia.
En 1528, el gran almirante Andrea Doria se alió con el emperador para desalojar a
Francia y restaurar la independencia genovesa. Esto abrió una nueva perspectiva:
en este año se produce el primer préstamo de los bancos genoveses a Carlos I.

Los Trece de la Fama.

La colonización americana seguía mientras imparable. Después de la conquista


del Perú, la primera ciudad fundada originalmente española fue Santiago de Quito
(posteriormente y en otra localización Santiago de Guayaquil) por Sebastián de
Benalcázar y Diego de Almagro por órdenes de Francisco Pizarro en las llanuras
del Tapi, Ecuador, mientras, más al norte, Santa Fe de Bogotá fue fundada
durante la década de 1530 sobre las ruinas de Bacata y Pedro de
Mendoza fundó Buenos Aires en 1536. En la década de 1540, Francisco de
Orellana exploraba la selva y llegó al Amazonas. En 1541, Pedro de Valdivia,
continuó las exploraciones de Diego de Almagro desde Perú, e instauró
la Capitanía General de Chile. Ese mismo año, se terminó de conquistar
la Confederación muisca, que ocupaba el centro de Colombia.
Como consecuencia de la defensa que la Escuela de Salamanca y Bartolomé de
las Casas hicieron de los nativos, la Corona española se dio relativa prisa en dictar
leyes para protegerlos en sus posesiones americanas. Las Leyes de
Burgos de 1512 fueron sustituidas por las Leyes Nuevas de Indias de 1542.
En 1543, Francisco I de Francia anunció una alianza sin precedentes con el sultán
otomano Solimán el Magnífico, para ocupar la ciudad de Niza, bajo control
español. Enrique VIII de Inglaterra, que guardaba más rencor contra Francia que
contra el emperador, a pesar de la oposición de este al divorcio de Enrique con su
tía, se unió a este último en su invasión de Francia. Aunque las tropas imperiales
sufrieron alguna derrota como la de Cerisoles, el emperador consiguió que Francia
aceptara sus condiciones. Los austriacos, liderados por el hermano pequeño del
emperador Carlos, continuaron luchando contra el Imperio otomano por el este.
Mientras, Carlos I se preocupó de solucionar un viejo problema: la Liga de
Esmalcalda.
Mapa de los dominios de los Habsburgo en Europa tras la batalla de Mühlberg en 1547.

La Liga tenía como aliados a los franceses, y los esfuerzos por socavar su
influencia en Alemania fueron rechazados. La derrota francesa en 1544 rompió su
alianza con los protestantes y Carlos I se aprovechó de esta oportunidad. Primero
intentó el camino de la negociación en el Concilio de Trento en 1545, pero los
líderes protestantes, sintiéndose traicionados por la postura de los católicos en el
Concilio, fueron a la guerra encabezados por Mauricio de Sajonia. En respuesta,
Carlos I invadió Alemania a la cabeza de un ejército hispano-neerlandés. Confiaba
en restaurar la autoridad imperial. Las tropas, al mando del emperador en
persona, infligieron una decisiva derrota a los protestantes en la histórica batalla
de Mühlberg en 1547. En 1555 firmó la Paz de Augsburgo con los estados
protestantes, lo que restauró la estabilidad en Alemania bajo el principio de Cuius
regio, eius religio («Quien tiene la región impone la religión»), una posición
impopular entre el clero italiano y español. El compromiso de Carlos en Alemania
otorgó a España el papel de protector de la causa católica de los Habsburgo en el
Sacro Imperio Romano.
Mientras, el Mediterráneo se convirtió en campo de batalla contra los turcos, que
alentaban a piratas como el argelino Barbarroja. Carlos I prefirió eliminar a los
otomanos a través de la estrategia marítima, mediante ataques a sus
asentamientos en los territorios venecianos del este del Mediterráneo. Solo como
respuesta a los ataques en la costa de Levante española se involucró
personalmente el emperador en ofensivas en el continente africano con
expediciones sobre Túnez, Bona (1535) y Argel (1541), por el Sudeste Asiático se
consolidaba el dominio español en el archipiélago de las Filipinas (nombradas así
en honor a Felipe II) e islas adyacentes (Borneo, Molucas —fortaleza de Tidore—,
fuertes en la isla de Formosa y anexos en las
ya oceánicas Palaos, Marianas, Carolinas y Ralicratac, etc.).
De San Quintín a Lepanto (1556-1571)[editar]
Felipe II de España

El emperador Carlos repartió sus posesiones entre su único hijo legítimo, Felipe II,
y su hermano Fernando (al que dejó el Imperio de los Habsburgo). Para Felipe II,
Castilla fue la base de su imperio, pero la población de Castilla nunca fue lo
suficientemente grande para proporcionar los soldados necesarios para sostener
el Imperio. Tras el matrimonio del rey con María Tudor, Inglaterra y España fueron
aliados.
España no consiguió tener paz al llegar al trono el agresivo Enrique II de
Francia en 1547, que inmediatamente reanudó los conflictos con España. Felipe II
prosiguió la guerra contra Francia, aplastando al ejército francés en la batalla de
San Quintín, en Picardía, en 1558 y derrotando a Enrique de nuevo en la batalla
de Gravelinas. La Paz de Cateau-Cambrésis, firmada en 1559, reconoció
definitivamente las reclamaciones españolas en Italia. En las celebraciones que
siguieron al Tratado, Enrique II murió a causa de una herida producida por un
trozo de madera de una lanza. Francia fue golpeada durante los siguientes años
por una guerra civil que ahondó en las diferencias entre católicos y protestantes
dando a España ocasión de intervenir en favor de los católicos y que le impidió
competir con España y la Casa de Habsburgo en los juegos de poder europeos.
Liberados de la oposición francesa, España vio el apogeo de su poder y de su
extensión territorial en el periodo entre 1559 y 1643.
La bancarrota de 1557 supuso la inauguración del consorcio de los bancos
genoveses, lo que llevó al caos a los banqueros alemanes y acabó con la
preponderancia de los Fúcares como financieros del Estado español. Los
banqueros genoveses suministraron a los Habsburgo crédito fluido e ingresos
regulares.
Exploraciones y rutas españolas en el océano Pacífico.

Mientras tanto la expansión ultramarina continuaba: Florida fue colonizada


en 1565 por Pedro Menéndez de Avilés al fundar San Agustín, y al derrotar
rápidamente un intento ilegal del capitán francés Jean Ribault y 150 hombres de
establecer un puesto de aprovisionamiento en el territorio español. San Agustín se
convirtió rápidamente en una base estratégica de defensa para los barcos
españoles llenos de oro y plata que regresaban desde los dominios de las Indias.
En Asia, el 27 de abril de 1565, se estableció el primer asentamiento en Filipinas
por parte de Miguel López de Legazpi y se puso en marcha la ruta de
los Galeones de Manila (Nao de la China). Manila se fundó en 1572.
Después del triunfo de España sobre Francia y el comienzo de las guerras de
religión francesas, la ambición de Felipe II aumentó. En el Mediterráneo el Imperio
otomano había puesto en entredicho la hegemonía española,
perdiéndose Trípoli (1531) y Bugía (1554) mientras la piratería berberisca y
otomana se recrudecía. En 1565, sin embargo, el auxilio español a los
sitiados Caballeros de San Juan salvó Malta, infligiendo una severa derrota a los
turcos.
La muerte de Solimán el Magnífico y su sucesión por parte del menos
capacitado Selim II, envalentonó a Felipe II y este declaró la guerra al mismo
sultán. En 1571, la Santa Liga, formada por Felipe II, Venecia y el papa Pío V, se
enfrentó al Imperio otomano, con una flota conjunta mandada por don Juan de
Austria, hijo ilegítimo de Carlos I, que aniquiló la flota turca en la decisiva batalla
de Lepanto.
La derrota acabó con la amenaza turca en el Mediterráneo e inició un periodo de
decadencia para el Imperio otomano. Esta batalla aumentó el respeto hacia
España y su soberanía fuera de sus fronteras y el rey asumió la carga de dirigir
la Contrarreforma.
El Reino en dificultades (1571-1598)[editar]
Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, III duque de Alba

La «furia española» del 4 de noviembre de 1576 en Amberes.

El tiempo de alegría en Madrid duró poco. En 1566, los calvinistas habían iniciado


una serie de revueltas en los Países Bajos que provocaron que el rey enviase
al duque de Alba a la zona. En 1568, Guillermo I de Orange-Nassau encabezó un
intento fallido de echar al duque de Alba del país. Estas batallas se consideran
como el inicio de la guerra de los Ochenta Años, que concluyó con la
independencia de las Provincias Unidas de los Países Bajos. Felipe II, que había
recibido de su padre la herencia de los territorios de la Casa de Borgoña (Países
Bajos y Franco Condado), para que la poderosa Castilla defendiese de Francia el
Imperio, se vio obligado a restaurar el orden y mantener su dominio sobre estos
territorios. En 1572, un grupo de navíos neerlandeses rebeldes conocidos como
los watergeuzen, tomaron varias ciudades costeras, proclamaron su apoyo a
Guillermo I y rechazaron el gobierno español.
Para España la guerra se convirtió en un asunto sin fin. En 1574, los Tercios de
Flandes, bajo el mando de Francisco de Valdés, fueron vencidos en el asedio de
Leiden después de que los neerlandeses rompieran los diques, causando
inundaciones masivas.
En 1576, abrumado por los costes del mantenimiento de un ejército de 80 000
hombres en los Países Bajos y de la inmensa flota que venció en Lepanto, unidos
a la creciente amenaza de la piratería en el Atlántico y especialmente a los
naufragios que reducían las llegadas de dinero de las posesiones americanas,
Felipe II se vio obligado a declarar una suspensión de pagos (que fue interpretada
como bancarrota).
El ejército se amotinó no mucho después, saqueando Amberes y el sur de los
Países Bajos, haciendo que varias ciudades, que hasta entonces se habían
mantenido leales, se unieran a la rebelión. Los españoles eligieron la vía de la
negociación y consiguieron pacificar la mayor parte de las provincias del sur con
la Unión de Arras en 1579.

Desembarco de los tercios españoles durante la batalla de la isla Terceira.

Este acuerdo requería que todas las tropas españolas abandonasen aquellas
tierras, lo que fortaleció la posición de Felipe II cuando en 1580 murió sin
descendientes directos el último miembro de la familia real de Portugal,
el cardenal rey Enrique I de Portugal. El rey de España, hijo de Isabel de
Portugal y por tanto nieto del rey Manuel I, hizo valer su reclamación al trono
portugués, y en junio envió al duque de Alba y su ejército a Lisboa para
asegurarse la sucesión. El otro pretendiente, don Antonio, se replegó a las Azores,
donde la armada de Felipe terminó de derrotarle.

Ilustración de la batalla de San Juan de Ulúa durante la guerra comercial anglo-española (1568-1573).

La unificación temporal de la península ibérica puso en manos de Felipe II el


Imperio portugués, es decir, la mayor parte de los territorios explorados del Nuevo
Mundo además de las colonias comerciales en Asia y África. En 1582, cuando el
rey devolvió la corte a Madrid desde Lisboa, donde estaba asentada
temporalmente para pacificar su nuevo reino, se produjo la decisión de fortalecer
el poderío naval español.
España estaba todavía renqueante de la bancarrota de 1576. En 1584, Guillermo I
de Orange-Nassau fue asesinado por un católico francés. Se esperaba que la
muerte del líder popular de la resistencia significara el fin de la guerra, pero no fue
así.
En 1585, la reina Isabel I de Inglaterra envió apoyo a las causas protestantes en
los Países Bajos y Francia, y sir Francis Drake lanzó ataques contra los puertos y
barcos mercantes españoles en el Caribe y el Pacífico, además de un ataque
especialmente agresivo contra el puerto de Cádiz. En 1588, confiando en acabar
con los entrometimientos de Isabel I, Felipe II envió la «Armada Invencible» a
atacar a Inglaterra. Al contrario de lo que comúnmente se cree, la Armada
española no fue derrotada por los buques ingleses 17 sino por una serie de
fuertes tormentas, problemas de coordinación entre los ejércitos implicados e
importantes fallos logísticos en los aprovisionamientos que la flota había de hacer
en los Países Bajos provocaron la derrota de la Armada española.
No obstante, la derrota del contraataque inglés contra España, dirigido por Drake y
Norris en 1589, marcó un punto de inflexión en la guerra anglo-española a favor
de España. A pesar del fracaso de la armada española, la flota española siguió
siendo la más fuerte en los mares de Europa hasta el siglo XVIII, a pesar de que
en 1639, fue derrotada por los neerlandeses en la batalla naval de las Dunas,
cuando una visiblemente exhausta España empezaba a debilitarse. El tratado de
Londres fue favorable a España y el desastre de la contra armada inglesa dejó en
bancarrota al Reino de Inglaterra, que había reunido una flota de 200 naves y
20 000 hombres (aún mayor que la Gran Armada española de 1588) con la
intención de sublevar Portugal y afianzar un estado hostil a España, cosa que no
consiguió, y también con el deseo de amenazar a los territorios de ultramar de la
monarquía hispánica.18
España se involucró en las guerras de religión francesas tras la muerte de Enrique
II de Francia. En 1589, Enrique III de Francia, el último del linaje de los Valois,
murió a las puertas de París. Su sucesor, Enrique IV de Francia y III de Navarra, el
primer Borbón rey de Francia, fue un hombre muy habilidoso, consiguiendo
victorias clave contra la Liga Católica en Arques (1589) y en Ivry (1590).
Comprometidos con impedir que Enrique IV tomara posesión del trono francés, los
españoles dividieron su ejército en los Países Bajos e invadieron Francia en 1590.
Implicada en múltiples frentes, la potencia hispana no pudo imponer su política en
el país galo y finalmente se llegó a un acuerdo en la Paz de Vervins.
«Dios es español» (1598-1626)[editar]
Imperio español de Felipe II, III y IV (de 1556 a 1665) incluyendo los territorios cartografiados y
reclamados, reclamaciones marítimas (mare clausum) y otros aspectos.

Pese a que actualmente sabemos que la economía española estaba minada y que
su poderío se debilitaba, el Imperio seguía siendo con mucho el poder más fuerte.
Tanto es así que podía librar enfrentamientos con Inglaterra, Francia y los Países
Bajos al mismo tiempo. Este poderío lo confirmaban el resto de pueblos europeos;
así el hugonote francés Duplessis-Mornay, por ejemplo, escribió tras el asesinato
de Guillermo de Orange a manos de Balthasar Gérard:
La ambición de los españoles, que les ha hecho acumular tantas tierras y mares, les hace pensar que
nada les es inaccesible.
Carnicer y Marcos (2006, p. 69)

Se ha mostrado en varias obras literarias y especialmente en películas el agobio


causado por la continua piratería contra sus barcos en el Atlántico y la
consecuente disminución de los ingresos del oro de las Indias. Sin embargo,
investigaciones más profundas19 indican que esta piratería realmente consistía en
varias decenas de barcos y varios cientos de piratas, siendo los primeros de
escaso tonelaje, por lo que no podían enfrentarse con los galeones españoles,
teniéndose que conformar con pequeños barcos o los que pudieran apartarse de
la flota. En segundo lugar está el dato según el cual, durante el siglo XVI d. C.,
ningún pirata ni corsario logró hundir galeón alguno; asimismo, de unas 600 flotas
fletadas por España (dos por año durante unos 300 años) solo dos cayeron en
manos enemigas y ambas por marinas de guerra no por piratas ni corsarios. 19 Los
ataques corsarios en todo caso, entre los cuales destacó Francis Drake causaron
serios problemas de seguridad tanto para las flotas como para los puertos, lo que
obligó al establecimiento de un sistema de convoyes así como al incremento
exponencial en gastos defensivos destinados al entrenamiento de milicias y a la
construcción de fortificaciones. Sin embargo, fueron las inclemencias
meteorológicas las que bloquearon con mayor gravedad todo el comercio entre
América y Europa. Más grave era la piratería mediterránea, perpetrada
por berberiscos, que tenía un volumen diez o más veces superior a la atlántica y
que arrasó toda la costa mediterránea así como a las Canarias, bloqueando a
menudo las comunicaciones con este Archipiélago y con las posesiones en Italia.
Pese a todos los ingresos provenientes de América, España se vio forzada a
declararse en bancarrota en 1596.
Felipe III de España, por Frans Pourbus el Joven.

Victoria holandesa en la batalla de Nieuwpoort en 1600.

Naves holandesas embistiendo a galeras españolas frente a la costa inglesa, en octubre de 1602.

El sucesor de Felipe II, Felipe III, subió al trono en 1598. Era un hombre


desinteresado por la política, prefiriendo dejar a otros tomar decisiones en vez de
tomar el mando. Su valido fue el duque de Lerma, quien nunca tuvo interés por los
asuntos de su país aliado, Austria.
Los españoles intentaron librarse de los numerosos conflictos en los que estaban
involucrados, primero firmando la Paz de Vervins con Francia en 1598,
reconociendo a Enrique IV (católico desde 1593) como rey de Francia, y
restableciendo muchas de las condiciones de la Paz de Cateau-Cambrésis. Con
varias derrotas consecutivas y una guerra de guerrillas inacabable contra los
católicos apoyados por España en Irlanda, Inglaterra aceptó negociar en 1604,
tras la ascensión al trono del Estuardo Jacobo I.
La paz con Francia e Inglaterra implicó que España pudiera centrar su atención y
energías para restituir su dominio en las provincias neerlandesas. Los
neerlandeses, encabezados por Mauricio de Nassau, el hijo de Guillermo I,
tuvieron éxito en la toma de algunas ciudades fronterizas en 1590, incluyendo la
fortaleza de Breda. A esto se sumaron las victorias ultramarinas neerlandesas que
ocuparan las colonias portuguesas (y por tanto españolas) en Oriente,
tomando Ceilán (1605), así como otras islas de las Especias (entre 1605 y 1619),
estableciendo Batavia como centro de su imperio en Oriente.
Después de la paz con Inglaterra, Ambrosio Spínola, como nuevo general al
mando de las fuerzas españolas, luchó tenazmente contra los neerlandeses.
Spínola era un estratega de una capacidad similar a la de Mauricio, y únicamente
la nueva bancarrota de 1607 evitó que conquistara los Países Bajos.
Atormentados por unas finanzas ruinosas, en 1609 se firmó la Tregua de los Doce
Años entre España y las Provincias Unidas. La Pax Hispanica era un hecho.
España tuvo una notable recuperación durante la tregua, ordenando su economía
y esforzándose por recuperar su prestigio y estabilidad antes de participar en la
última guerra en que actuaría como potencia principal. Estos avances se vieron
ensombrecidos por la expulsión de los moriscos entre 1611 y 1614 que dañaron
gravemente a la Corona de Aragón, privando al imperio de una importante fuente
de riqueza. Aunque como contrapartida a la expulsión, se desterraba a un grupo
que apoyaba el principal problema de piratería de España, la piratería berberisca,
que asolaba las costas de levante, produciéndose rebeliones moriscas, y con el
peligro de que el apoyo a la piratería otomana, pasara a ser apoyo de una invasión
del Imperio Otomano de la península, razón esta última de la expulsión de los
moriscos.
Actualmente, la opinión de los historiadores es casi unánime respecto al error de
involucrarse en guerras europeas por la única razón de que los reinos heredados
debían transmitirse íntegros. Sin embargo, esta postura también existía en
aquellos años. Así un procurador en cortes escribió:
¿Por ventura serán Francia, Flandes e Inglaterra más buenos cuanto España más pobre? Que el
remedio de los pecados de Nínive no fue aumentar el tributo en Palestina para irlos a conquistar, sino
enviar la persona que los fuera a convertir.
Citado por Gómez-Centurión (1987, p. 89)

Felipe IV de España.
En 1618 el rey reemplazó a Spínola por Baltasar de Zúñiga, veterano embajador
en Viena. Este pensaba que la clave para frenar a una Francia que resurgía y
eliminar a los neerlandeses era una estrecha alianza con los Habsburgo
austriacos. Ese mismo año, comenzando con la Defenestración de Praga, Austria
y el emperador Fernando II se embarcaron en una campaña contra Bohemia y
la Unión Protestante. Zúñiga animó a Felipe III a que se uniera a los Habsburgo
austriacos en la guerra, y Ambrosio Spínola fue enviado en cabeza de los Tercios
de Flandes a intervenir. De esta manera, España entró en la guerra de los Treinta
Años.
En 1621 el inofensivo y poco eficaz Felipe III murió y subió al trono su hijo Felipe
IV. Al año siguiente, Zúñiga fue sustituido por Gaspar de Guzmán, más conocido
por su título de conde-duque de Olivares, un hombre honesto y capaz,
[cita requerida]
 que creía que el centro de todas las desgracias de España eran las
Provincias Unidas. Ese mismo año se reanudó la guerra con los Países Bajos. Los
bohemios fueron derrotados en la batalla de la Montaña Blanca en 1621, y más
tarde en Stadtlohn en 1623.

La rendición de Breda (1625) o Las Lanzas, de Velázquez.

Mientras, en los Países Bajos, Spinola tomó la fortaleza de Breda en 1625. La


intervención de Cristián IV de Dinamarca en la guerra inquietó a muchos —
Cristian IV era uno de los pocos monarcas europeos que no tenía problemas
económicos—, pero las victorias del general imperial Albrecht von
Wallenstein sobre los daneses en la batalla del puente de Dessau y de nuevo
en Lutter, ambas en 1626, eliminaron tal amenaza.
Había esperanza en Madrid acerca de que los Países Bajos pudiesen ser
reincorporados al Imperio, y tras la derrota de los daneses, los protestantes en
Alemania parecían estar acabados. Francia estaba otra vez envuelta en sus
propias inestabilidades (el asedio de La Rochelle comenzó en 1627) y la
superioridad de España parecía irrefutable. El conde-duque de Olivares afirmó
«Dios es español y está de parte de la nación estos días», y muchos de los rivales
de España parecían estar infelizmente de acuerdo.
El camino a Rocroi (1626-1643)[editar]
Olivares era un hombre avanzado para su tiempo y se dio cuenta de que España
necesitaba una reforma que a su vez necesitaba de la paz. La destrucción de las
Provincias Unidas se añadió a sus necesidades, ya que detrás de cualquier
ataque a los Habsburgo había dinero neerlandés. Spinola y el ejército español se
concentraron en los Países Bajos y la guerra pareció marchar a favor de España,
retomándose Breda. En ultramar se combatió también a la flota neerlandesa, que
amenazaba las posesiones españolas. Así, la presencia neerlandesa en Taiwán y
su amenaza sobre las Filipinas llevó a la ocupación del norte de la isla,
fundándose la ciudad de Santísima Trinidad (actual Keelung) en el año 1626 y
Castillo (actual Tamsui) en 1629.
El año 1627 acarreó el derrumbamiento de la economía hispana. Los españoles
habían devaluado su moneda para pagar la guerra y la inflación explotó en
España como antes lo había hecho en Austria. Hasta 1631, en algunas partes de
Castilla se comerció con el trueque, debido a la crisis monetaria, y el gobierno fue
incapaz de recaudar impuestos del campesinado de las colonias. Los ejércitos
españoles en Alemania optaron por pagarse a sí mismos. Olivares fue culpado por
una vergonzosa e infructuosa guerra en Italia. Los neerlandeses habían convertido
su flota en una prioridad durante la Tregua de los Doce Años y amenazaron el
comercio marítimo español, del cual España era totalmente dependiente tras la
crisis económica; en 1628 los neerlandeses acorralaron a la Flota de Indias
provocando el Desastre de Matanzas, el cargamento de metales preciosos que
era fundamental para el sostenimiento del esfuerzo bélico del Imperio fue
capturado y la flota que lo transportaba totalmente destruida, con parte de las
riquezas obtenidas los neerlandeses iniciaron una exitosa invasión de Brasil.
La guerra de los Treinta Años también se agravó cuando, en 1630, Gustavo II
Adolfo de Suecia desembarcó en Alemania para socorrer el puerto de Stralsund,
último baluarte continental de los alemanes beligerantes contra el emperador.
Gustavo II Adolfo marchó hacia el sur y obtuvo notables victorias
en Breitenfeld y Lützen, atrayendo numerosos apoyos para los protestantes allá
donde iba.
La situación para los católicos mejoró con la muerte de Gustavo II Adolfo
precisamente en Lützen en 1632 y la victoria en la batalla de Nördlingen en 1634.
Desde una posición de fuerza, el emperador intentó pactar la paz con los estados
hastiados de la guerra en 1635. Muchos aceptaron, incluidos los dos más
poderosos: Brandeburgo y Sajonia. Francia se perfiló entonces como el mayor
problema. Paralelamente, la guerra de Sucesión de Mantua, en Italia, dio una
nueva victoria a España, consolidando su presencia en Italia.
El cardenal Richelieu había sido un gran aliado de los neerlandeses y los
protestantes desde el comienzo de la guerra, enviando fondos y equipamiento
para intentar fragmentar la fuerza de los Habsburgo en Europa. Richelieu decidió
que la Paz de Praga, recientemente firmada, era contraria a los intereses de
Francia y declaró la guerra al Sacro Imperio Romano Germánico y a España
dentro del periodo establecido de paz. Las fuerzas españolas, más
experimentadas, obtuvieron éxitos iniciales: Olivares ordenó una campaña
relámpago en el norte de Francia desde los Países Bajos españoles, confiando en
acabar con el propósito del rey Luis XIII y derrocar a Richelieu.
En 1636, las fuerzas españolas avanzaron hacia el sur hasta llegar a Corbie,
amenazando París y quedando muy cerca de terminar la guerra a su favor.
Después de 1636, Olivares tuvo miedo de provocar otra bancarrota y el ejército
español no avanzó más. En la derrota naval de las Dunas en 1639, la flota
española fue aniquilada por la armada neerlandesa, y los españoles se
encontraron incapaces de abastecer a sus tropas en los Países Bajos.

Rocroi, el último tercio, por Augusto Ferrer-Dalmau (2011).

En 1643 el ejército de Flandes, que constituía lo mejor de la infantería española,


se enfrentó a un contraataque francés en Rocroi liderado por Luis II de
Borbón, príncipe de Condé. Aunque fuentes francesas decimonónicas y sobre
todo las fuentes originales, siempre informaron de que los españoles, liderados
por Francisco de Melo, no fueron ni mucho menos arrasados, la propaganda gala
logró un notable éxito exagerando aquella victoria. 20 La infantería española fue
seriamente dañada pero no destruida, mil muertos y dos mil heridos de un total de
seis mil soldados de los tercios, los tercios resistieron hasta seis ataques
conjuntos de la infantería, artillería y caballería francesas sin perder la integridad.
Agotados ambos bandos, se acabó negociando la rendición y el asedio fue
levantado. La batalla tuvo pocas repercusiones a corto plazo, pero un impacto
tremendo a nivel propagandístico.
La gran habilidad del cardenal Mazarino para manejar esa victoria logró dañar la
reputación de los Tercios de Flandes, creando una falsa propaganda que aún
permanece; el de una victoria en la que, para saber el número de enemigos al que
se enfrentaron, los franceses solo tenían que «contar los muertos».
Tradicionalmente, los historiadores señalan la batalla de Rocroi como el fin del
dominio español en Europa y el cambio del transcurso de la guerra de los Treinta
Años favorable a Francia.
Sublevaciones internas (1640-1665)[editar]
Artículo principal: Decadencia española
Juan de Braganza fue proclamado rey de Portugal en 1640.

Durante el reinado de Felipe IV y concretamente a partir de 1640 hubo múltiples


secesiones y sublevaciones de los distintos territorios que se encontraban bajo su
cetro. Entre ellas, la guerra de Separación de Portugal, la rebelión de
Cataluña (ambos conflictos iniciados en 1640), la conspiración de Andalucía
(1641) y los distintos incidentes acaecidos en Navarra, Nápoles y Sicilia a finales
de la década de 1640. A estos hechos se sumaban los distintos frentes
extrapeninsulares: la guerra de los Países Bajos (reanudada en 1621 tras expirar
la Tregua de los Doce Años) y la guerra de los Treinta Años. A su vez, el
enfrentamiento con Francia en esta última (desde 1635) quedó conectado con el
problema catalán.
Portugal se había rebelado en 1640 bajo el liderazgo de Juan de Braganza,
pretendiente al trono. Este había recibido un apoyo general del pueblo portugués,
y los españoles que tenían múltiples frentes abiertos fueron incapaces de
responder. Españoles y portugueses mantuvieron un estado de paz de
facto entre 1641 y 1657. Cuando Juan IV murió, los españoles intentaron luchar
por Portugal contra su hijo Alfonso VI de Portugal, pero fueron derrotados en
la batalla de Ameixial (1663), en la batalla de Castelo Rodrigo (1664) y en
la batalla de Montes Claros (1665), lo que llevó a España a reconocer la
independencia portuguesa en 1668.

Paz de Westfalia.

En 1648 los españoles firmaron la paz con los neerlandeses y reconocieron la


independencia de las Provincias Unidas en la Paz de Westfalia, que acabó al
mismo tiempo con la guerra de los Ochenta Años y la guerra de los Treinta Años.
A esto le siguió la expulsión de Taiwán y la pérdida de Tobago, Curazao y otras
islas en el mar Caribe.
La guerra con Francia continuó once años más, ya que Francia quería acabar
totalmente con España y no darle la oportunidad de que se recuperara. La
economía española estaba tan debilitada que el Imperio era incapaz de hacerle
frente. La sublevación de Nápoles fue sofocada en 1648 y la de Cataluña en 1652
y además se obtuvo una victoria contra los franceses en la batalla de
Valenciennes (1656, última de las victorias españolas), pero el fin efectivo de la
guerra vino en la batalla de las Dunas (o de Dunquerque) en 1658, en la que el
ejército francés bajo el mando del vizconde de Turenne y con la ayuda de un
importante ejército inglés, derrotó a los restos de los Tercios de Flandes. España
aceptó firmar la Paz de los Pirineos en 1659, en la que cedía a Francia
el Rosellón, la Cerdaña y algunas plazas de los Países Bajos como Artois.
Además se pactó el matrimonio de una infanta española con Luis XIV.
En los últimos años del reinado de Felipe IV, concluidos los grandes conflictos,
Felipe IV pudo concentrarse en el frente portugués. Sin embargo, ya era
demasiado tarde. Meses antes de su muerte (ocurrida en Madrid, el 17 de
septiembre de 1665), la derrota en la batalla de Villaviciosa (17 de junio) permitía
vaticinar la pérdida de Portugal. La situación en España no era más halagüeña, y
la crisis humana, material y social afectaba profundamente a las regiones del
interior.
España tenía un inmenso imperio en ultramar (ahora reducido por la separación
de Portugal y su imperio así como por ataques franceses e ingleses), pero Francia
era ahora la primera potencia en Europa.
El Imperio con el último Habsburgo (1665-1700)[editar]

Carlos II de España, último rey español de la dinastía Habsburgo. Cuadro de Juan Carreño de Miranda.

A la muerte de Felipe IV, su hijo Carlos II tenía solo cuatro años, por lo que su
madre Mariana de Austria gobernó como regente. Esta acabó por entregarle las
tareas de gobierno a un valido, el padre Nithard, un jesuita austriaco. El reinado de
Carlos II puede dividirse en dos partes. La primera abarcaría de 1665 a 1679 y
estaría caracterizada por el letargo económico y las luchas de poder entre los
validos del rey, el padre Nithard y Fernando de Valenzuela, con el hijo ilegítimo de
Felipe IV, don Juan José de Austria. Este último dio un golpe de Estado
en 1677 que obligó al monarca a expulsar a Nithard y a Valenzuela del gobierno.
La imagen que se ha tenido siempre de Carlos II y su reinado es la de una
decadencia y estancamiento totales en España; mientras el resto de Europa se
embarcaba en tremendos cambios en los gobiernos y las sociedades —
la Revolución de 1688 en Inglaterra y el reinado del Rey Sol en Francia—, España
continuaba a la deriva. La burocracia que se había constituido alrededor de Carlos
I y Felipe II demandaba un monarca fuerte y trabajador; la debilidad y dejadez de
Felipe III y Felipe IV contribuyeron a la decadencia española. Carlos II tenía pocas
capacidades, era impotente y murió sin un heredero en 1700. Sin embargo,
la historiografía moderna tiende a ser más condescendiente con Carlos II y sus
limitaciones, haciendo ver que el rey, pese a estar en el límite de la normalidad
mental, era consciente de la responsabilidad que tenía, la situación de codicia que
vivía su imperio y la idea de majestad que siempre trató de mantener. Esto lo
demostró en su testamento que, según la canción popular, fue su mejor obra; en él
declaraba:
Declaro mi sucesor (en el caso de que Dios se me lleve sin dejar hijos) el de Anjou, hijo segundo del
Delfín de Francia; y, como a tal, lo llamó a la sucesión de todos mi reinos y dominios sin excepción de
ninguna parte de ellos.
Citado por Alonso Mola y Martínez Shaw (2000, p. 45)

La segunda parte de su reinado comenzaría en 1680 con la toma de poder


del duque de Medinaceli como valido, quien retoma las medidas tomadas por don
Juan José de Austria para llevar a cabo el proyecto económico del rey para
estabilizar la economía. El valido consiguió una de las mayores deflaciones de la
historia, si no la mayor, lo que perjudicó las arcas de la monarquía, pero supuso
un incremento considerable del poder adquisitivo de los ciudadanos. 21
En 1685, ocupa el cargo Manuel Joaquín Álvarez de Toledo, conde de Oropesa, al
dimitir el de Medinaceli. Álvarez de Toledo propuso un presupuesto fijo para los
gastos de la Corte como medio para evitar nuevas bancarrotas, reducir impuestos,
condonar deudas a varios municipios, reformar el catastro y colocar en los puestos
clave a expertos en lugar de a nobles.21
A lo largo de todo su reinado terminaron las guerras contra Francia, especialmente
tras el Tratado de Ryswick por el que se produce la partición de la isla de La
Española entre Francia y España. Tras él el proyecto de Carlos II para sus reinos
se consiguió: mantuvo bajo su poder los dominios de América y Europa, además
de posibilitar una recuperación económica de la que disfrutaría después su
sucesor.21

El Imperio de los Borbones (1700-1806)[editar]


El cambio de dinastía[editar]
Retrato de Felipe V de España, por Jean Ranc (c. 1723). Óleo sobre lienzo, 144 x 115 cm, Museo del
Prado (Madrid).

El nuevo rey no fue excesivamente bien recibido en España, aparte de los retrasos
en su entrada en Madrid por el mal tiempo y las continuas recepciones, los
cortesanos comenzaron a ver que era abúlico, casto, piadoso, muy seguidor de los
deseos de su confesor y melancólico, redactándole una coplilla:
Anda, niño, anda,
Porque el cardenal lo manda.
Citado por Alonso Mola (2000, p. 49)

Pero Felipe V no tenía intención de acaparar España para él y sus allegados como
pretendió hacer Felipe el Hermoso. Él quería ser un buen monarca pese a las
muchas diferencias que tenía con su nuevo pueblo. Tanto es así que tras el
famoso discurso que pronunció el marqués de Castelldosrius, embajador de
España en Francia, Felipe no comprendió nada, ni siquiera la famosa frase «Ya no
hay Pirineos»; porque no sabía español y fue su abuelo Luis XIV quien debió
interceder por él; pero al finalizar su réplica al embajador, el Rey Sol le dijo al
futuro rey «Sed un buen español». Aquel joven de diecisiete años cumplió toda su
vida con aquel mandato.22
El deseo de las otras potencias por España y sus posesiones no podía quedar
zanjado con el testamento real. Por lo que los enfrentamientos eran casi
inevitables; el archiduque Carlos de Austria no se resignó, lo que dio lugar a
la guerra de Sucesión (1702-1713).
Batalla de Almansa, enfrentamiento decisivo en la guerra de sucesión española.

Esta guerra y las negligencias cometidas en ella llevaron a nuevas derrotas para
las armas españolas, llegando incluso al propio territorio peninsular. Así se perdió
Orán, Menorca y la más dolorosa y prolongada: Gibraltar, donde había únicamente
cincuenta soldados españoles defendiéndolo contra la flota anglo-neerlandesa.
Felipe V no estaba preparado para dirigir el imperio más grande de aquel
momento y él lo sabía; pero también sabía rodearse de las personas más
preparadas de su época.23 Así los monarcas Borbones y los hombres que vinieron
con ellos trajeron un proyecto para el Imperio español y un deseo de fundirse con
él; por ejemplo Alejandro Malaspina decía que se sentía «Un italiano en España y
un español en Italia», Carlos III de España mandó esculpir estatuas de todos los
reyes y dignatarios españoles desde los visigodos como heredero que se sentía
de ellos, el marqués de Esquilache se molestaba cuando los nobles españoles no
le tuteaban como era la costumbre o, por las tardes, tomaba chocolate, tradición
que diferenciaba a la corte española de otras europeas; pero el más claro quizá
fuese Felipe V delante de su abuelo Luis XIV, cuando tenía ante sí una posibilidad
en el futuro de volver a Francia como rey de un país en auge en lugar de otro en
decadencia como era España, dicen que respondió:
Está hecha mi elección y nada hay en la tierra capaz de moverme a renunciar a la corona que Dios me
ha dado, nada en el mundo me hará separarme de España y de los españoles.
Citado por Martínez Shaw (2000, p. 54)

Cesiones por el tratado de Utrecht.

En el Tratado de Utrecht (11 de abril de 1713), las potencias europeas decidían


cuál iba a ser el futuro de España en cuanto al equilibrio de poder. El nuevo rey de
la casa de Borbón, Felipe V, mantuvo el imperio de ultramar, pero cedió Sicilia y
parte del Milanesado a Saboya, Gibraltar y Menorca a Gran Bretaña y los otros
territorios continentales a Austria (los Países Bajos
españoles, Nápoles, Milán y Cerdeña). Además significó la separación definitiva
de las coronas de Francia y España, y la renuncia de Felipe V a sus derechos
sobre el trono francés. Con esto, el Imperio le daba la espalda a los territorios
europeos. Asimismo, se garantizaba a Gran Bretaña el tráfico de esclavos durante
treinta años («asiento de negros»).
La reforma del Imperio[editar]
Detalle de una galería de retratos de los emperadores del Perú donde los reyes españoles (lado
derecho) figuran como sucesores de los soberanos incas (lado izquierdo). Lámina publicada en 1744 en
la obra Relación del Viaje a la América Meridional en la que Jorge Juan y Antonio de Ulloa fueron sus
autores.

Con el monarca Borbón se modificó toda la organización territorial del Estado con
una serie de decretos llamados Decretos de Nueva Planta eliminándose fueros y
privilegios de los antiguos reinos peninsulares y unificándose todo el Estado
español al dividirlo en provincias llamadas Capitanías Generales a cargo de algún
oficial y casi todas ellas gobernadas con las mismas leyes; con esto se consiguió
homogeneizar y centralizar el Estado español utilizando el modelo territorial de
Francia.
Por otra parte con Felipe V llegaron ideas mercantilistas francesas basadas en
una monarquía centralizada, puesta en funcionamiento en América lentamente.
Sus mayores preocupaciones fueron romper el poder de la aristocracia criolla y
también debilitar el control territorial de la Compañía de Jesús: los jesuitas fueron
expulsados de la América española en 1767. Además de los ya establecidos
consulados de Ciudad de México y Lima, se estableció el de Vera Cruz.
Entre 1717 y 1718 las instituciones para el gobierno de las Indias, el Consejo de
Indias y la Casa de la Contratación, se trasladaron de Sevilla a Cádiz, que se
convirtió en el único puerto de comercio con las Américas.
Principales rutas comerciales del Imperio español con las Indias.

Los órganos ejecutivos fueron reformados creando las secretarías de estado que
serían el embrión de los ministerios. Se reformó el sistema de aduanas y
aranceles y el contributivo, se creó el catastro (pese a no llegar a reformarse
totalmente la política contributiva) se reestructuró el Ejército de Tierra en
regimientos en lugar de en tercios ...; pero quizá el gran logro fue la unificación de
las distintas flotas y arsenales en la Armada. A estas reformas se dedicaron
hombres como José Patiño, José Campillo o Zenón de Somodevilla, que fueron
ejemplos de meritocracia y algunos de los mejores expertos en material naval de
su época.24
A estas reformas le siguió una nueva política expansionista que buscaba
recuperar las posiciones perdidas. Así, en 1717 la armada española
recobró Cerdeña y Sicilia, que tuvo que abandonar pronto ante la coalición de
Austria, Francia, Gran Bretaña y los Países Bajos, que vencieron en Cabo
Pessaro. Sin embargo la diplomacia española, apoyada por los Pactos de
Familia con sus parientes franceses, lograría que la corona del Reino de las Dos
Sicilias recayera en el segundo hijo del rey español. La nueva rama dinástica sería
conocida posteriormente como Borbón-Dos Sicilias.
Las guerras coloniales durante el siglo XVIII[editar]
Artículos principales: Guerra
del Asiento, Guerra de los Siete Años y España en la
guerra de Independencia de los Estados Unidos.

Castillo San Felipe de Barajas en Cartagena de Indias. En 1741 una enorme flota británica liderada por
el almirante Vernon fue derrotada por las fuerzas españolas de Blas de Lezo que defendían este fuerte.

Una de las victorias españolas más importantes de todo el periodo colonial en


América, y sin duda la más trascendente del Siglo XVIII d. C., fue la de la batalla de
Cartagena de Indias en 1741 (ver Guerra del Asiento) en la que una colosal flota
de 186 buques ingleses con 23 600 hombres a bordo atacaron el puerto español
de Cartagena de Indias (hoy Colombia). Esta acción naval fue la más grande de la
historia de la Marina inglesa, y la segunda más grande de todos los tiempos
después de la batalla de Normandía. Tras dos meses de intenso fuego de cañón
entre los buques ingleses y las baterías de defensa de la bahía de Cartagena y del
Fuerte de San Felipe de Barajas, los asaltantes se batieron en retirada tras perder
50 navíos y 18 000 hombres. La acertada estrategia del gran almirante
español Blas de Lezo fue determinante para contener el ataque inglés y lograr una
victoria que supuso la prolongación de la supremacía naval española hasta
principios del siglo XIX d. C.. Tras la derrota, los ingleses prohibieron la difusión de
la noticia y la censura fue tan tajante que pocos libros de historia ingleses
contienen referencias a esta trascendental contienda naval. Incluso en nuestros
días poco se sabe de esta gran batalla, frente al muy conocido episodio de
Trafalgar o incluso al de la Armada invencible.
España también se enfrentó con Portugal por la Colonia del Sacramento en el
actual Uruguay, que era la base del contrabando británico por el Río de la Plata.
En 1750 Portugal cedió la colonia a España a cambio de siete de las
treinta reducciones guaraníes de los jesuitas en la frontera con Brasil. Los
españoles tuvieron que expulsar a los jesuitas, generando un conflicto con los
guaraníes que duró once años.

Pabellón naval del Reino de España desde 1785, posteriormente elevado a la categoría de bandera


nacional.

El desarrollo del comercio naval promovido por los Borbones en América fue
interrumpido por la flota británica durante la guerra de los Siete Años (1756-1763)
en la que España y Francia se enfrentaron a Gran Bretaña y Portugal por
conflictos coloniales. Los éxitos españoles en el norte de Portugal se vieron
eclipsados por la toma inglesa de La Habana y Manila. Finalmente, el Tratado de
París (1763) puso fin a la guerra. Con esta paz, España recuperó Manila y La
Habana, aunque tuvo que devolver Sacramento. Además Francia entregó a
España la Luisiana al oeste del Misisipi, incluida su capital, Nueva Orleans, y
España cedió la Florida a Gran Bretaña.
En cualquier caso, el siglo XVIII d. C. fue un periodo de prosperidad en el imperio
de ultramar gracias al crecimiento constante del comercio, sobre todo en la
segunda mitad del siglo debido a las reformas borbónicas. Las rutas de un solo
barco en intervalos regulares fueron lentamente reemplazando la antigua
costumbre de enviar a las flotas de Indias, y en la década de 1760, había rutas
regulares entre Cádiz, La Habana y Puerto Rico, y en intervalos más largos con
el Río de la Plata, donde se había creado un nuevo virreinato, el
llamado Virreinato del Río de la Plata en 1776. El contrabando, que fue el cáncer
del imperio de los Habsburgo, declinó cuando se pusieron en marcha los navíos
de registro.

Fronteras norteamericanas propuestas por el conde de Aranda hacia el final de la guerra de


Independencia de los EE. UU., 3 de agosto de 1782.

En 1777 una nueva guerra con Portugal acabó con el tratado de San Ildefonso,
por el que España recobraba Sacramento y ganaba las islas
de Annobon y Fernando Poo, en aguas de Guinea, a cambio de retirarse de sus
nuevas conquistas en Brasil.
Posteriormente, dos hechos de importancia menor ocurrieron en la América
española y al mismo tiempo demostraron la elasticidad y resistencia del nuevo
sistema reformado: el alzamiento de Túpac Amaru en Perú en 1780 y la rebelión
en Venezuela. Las dos, en parte, eran reacciones al mayor centralismo de la
administración borbónica. Por lo general, los tres siglos del imperio español en
América fueron muy pacíficos.25
En la década de 1780 el comercio interior en el Imperio volvió a crecer y su flota
se hizo mucho mayor y más rentable. El fin del monopolio de Cádiz para el
comercio americano supuso el renacimiento de las manufacturas españolas. Lo
más notable fue el rápido crecimiento de la industria textil en Cataluña, que a
finales de siglo mostraba signos de industrialización con una sorprendente y
rápida adopción de máquinas mecánicas para hilar, convirtiéndose en la más
importante industria textil del Mediterráneo. Esto supuso la aparición de una
pequeña pero políticamente activa burguesía en Barcelona. La productividad
agraria se mantuvo baja a pesar de los esfuerzos por introducir nueva maquinaria
para una clase campesina muy explotada y sin tierras.

Por España y por el Rey, Gálvez en América (2015), pintura al óleo de Augusto Ferrer-Dalmau que
recrea la batalla de Pensacola en 1781.
La recuperación gradual de las guerras se vio de nuevo interrumpida por la
participación española en la guerra de Independencia de los Estados
Unidos (1779-1783), en apoyo de los Estados sublevados y los consiguientes
enfrentamientos con Gran Bretaña. El Tratado de Versalles de 1783 supuso de
nuevo la paz y la recuperación de Florida y Menorca (consolidando la situación,
puesto que habían sido recuperadas previamente por España) así como el
abandono británico de Campeche y la Costa de los Mosquitos en el Caribe. Sin
embargo, España fracasó al intentar recuperar Gibraltar después de un duradero y
persistente sitio, y tuvo que reconocer la soberanía británica sobre las Bahamas,
donde se habían instalado numerosos partidarios del rey inglés
o lealistas procedentes de las colonias perdidas, y el archipiélago de San Andrés y
Providencia, reclamado por España pero que no había podido controlar.
Mientras, con la Convención de Nutka (1791), se resolvió la disputa entre España
y Gran Bretaña acerca de los asentamientos británicos y españoles en la costa del
Pacífico, delimitándose así la frontera entre ambos países. También en ese año
el rey de España ordenó a Alejandro Malaspina buscar el Paso del
Noroeste (Expedición Malaspina).
España hacia 1800[editar]

Territorios españoles en 1800, durante el reformismo borbónico.

Las reformas económicas e institucionales produjeron sus frutos, militarmente


hablando, cuando se derrotó a los ingleses durante la guerra del Asiento en su
intento de conquistar la estratégica plaza de Cartagena de Indias, con gran
actuación del almirante Blas de Lezo.
Como resultado, la España del XVIII d. C. fue una potencia de nivel medio en los
juegos de poder, sin su antiguo nivel de superpotencia. Su extenso imperio en las
Indias le daba una notable relevancia y, aunque era mayor en Europa la
importancia de Francia, de Inglaterra o de Austria, aún mantenía la más
importante flota del mundo y su moneda era la más fuerte.
A pesar de que el Imperio español no había recuperado su antiguo esplendor, se
había rehecho considerablemente de los días oscuros de principios de siglo, en
los que estaba a merced de otras potencias. El ser un siglo principalmente pacífico
bajo la nueva monarquía, permitió reconstruir y comenzar un largo proceso de
modernización de las instituciones y la economía. El declive demográfico del XVII
se había invertido, aunque fue necesario incentivar las inmigraciones de otros
países europeos, fundamentalmente de alemanes y suizos. Pero todo iba a
quedar ensombrecido por el tumulto que iba a ocupar a Europa con el cambio de
siglo: las guerras Revolucionarias francesas y las guerras napoleónicas.
El fin del imperio global (1808-1898)[editar]
Véase también: Proyectos españoles para la independencia de América
La Revolución francesa y las guerras napoleónicas[editar]
Véase también: Guerras Napoleónicas

La muerte del brigadier Churruca a bordo del navío San Juan Nepomuceno, en la batalla de Trafalgar.

El motín de Aranjuez.

Tras la Revolución francesa de 1789, España se unió a los países que se aliaron


para combatir la revolución. Un ejército dirigido por el general
Ricardos reconquistó el Rosellón, pero apenas unos años después, en 1794 las
tropas francesas les expulsaron e invadieron territorio español. El ascenso
de Godoy a primer ministro supuso una política de apaciguamiento con Francia:
con la Paz de Basilea de 1795 se logró la retirada francesa a cambio de la mitad
de La Española (lo que hoy en día es República Dominicana).
En 1796 el Tratado de San Ildefonso supuso la alianza con la
Francia napoleónica contra Gran Bretaña, lo que supuso la unión de sus
respectivas fuerzas armadas. El combate naval del cabo de San Vicente fue una
victoria relativa para los británicos, que no supieron aprovechar, aunque en Cádiz
y Santa Cruz de Tenerife la flota británica sufrió sendos fracasos. Lo más
reseñable fue la pérdida de isla Trinidad (1797) y Menorca. En 1802, se firmó
la Paz de Amiens, tregua que permitió a España recobrar Menorca.
Pronto se reanudaron las hostilidades, desarrollándose el proyecto napoleónico de
una invasión a través del canal de la Mancha. Sin embargo, la destrucción de la
flota aliada franco-española en la batalla de Trafalgar (1805) arruinó el plan y minó
la capacidad de España para defender y mantener su imperio. Tras la derrota de
Trafalgar, España se encontró sin una armada capaz de enfrentarse a la inglesa, y
se cortó la comunicación efectiva con ultramar.
Mientras las sucesivas coaliciones eran derrotadas una y otra vez por Napoleón
Bonaparte en el continente, España libró una guerra menor contra Portugal
(guerra de las Naranjas) que le permitió anexionarse Olivenza. En 1800 Francia
recobró Luisiana. Cuando Napoleón decretó el Bloqueo Continental, España
colaboró con Francia en la ocupación de Portugal, país que desobedeció el
bloqueo. Así, las tropas francesas entraron en el país, acuartelándose unidades en
guarniciones de la frontera.

Juramento de las Cortes de Cádiz.

La rendición de Bailén.

En 1808 Napoleón se aprovechó de las disputas entre el rey español Carlos IV y


su hijo, el futuro Fernando VII, y consiguió que estos le cediesen el trono, de modo
que España fue tomada por Napoleón sin disparar ni una bala.
Entonces se produjo el levantamiento popular del 2 de mayo de 1808. Los
españoles rebeldes a Napoleón se desplazaron al sur de España y comenzaron la
conocida como guerra de la Independencia española que tendría un momento de
optimismo y ferocidad nunca vista en Europa con la derrota de los ejércitos
franceses en la batalla de Bailén al mando del general Castaños (siendo la
primera derrota del Ejército napoleónico en un campo de batalla europeo). Las
campañas de los mariscales napoleónicos no pudo con la ferocidad del pueblo
Español hasta el posterior contraataque francés capitaneado por Napoleón y
su Grande Armée que restableció la autoridad de su hermano José I de España, al
que nombró rey. Los enfrentamientos continuaron, ahora con la aparición de la
«guerra de guerrillas» sufriendo los ejércitos franceses una cantidad considerable
y constante de bajas. La ayuda inglesa a España facilitó a expulsar a los franceses
junto con los ejércitos Portugueses y Españoles y tras la batalla de Waterloo,
Fernando VII recuperó el trono, tuvo que enfrentarse con la independencia de los
virreinatos.
La independencia de las posesiones americanas
continentales[editar]

Desarrollo de las guerras de independencia hispanoamericanas


     Territorios gobernados por autoridades leales a Fernando VII.     Territorios bajo la autoridad de la Junta Central
Suprema o por las autoridades del Trienio Liberal.     Territorios bajo la autoridad de Juntas de
Gobierno autónomas, nominalmente fieles al rey.     Territorios con Estados que han proclamado su independencia
de España.     España bajo las Cortes de Cádiz.

Artículo principal: Guerra de Independencia Hispanoamericana


Véase también: Ejército Realista en América

Situación del Imperio español en 1824. En azul los territorios independizados en las guerras de
independencia hispanoamericanas (1809-1824).

Después de sucesivas insurrecciones a lo largo de toda la era colonial, pero


inconexas, desde el seno de la propia monarquía se formulan proyectos españoles
para la independencia de América. Sin embargo
la independencia hispanoamericana comenzó a desencadenarse cuando emergen
las disputas por el trono entre el rey español Carlos IV y su hijo, el futuro Fernando
VII, que fueron aprovechadas por Napoleón para intervenir e imponer las llamadas
«abdicaciones de Bayona» de 1808, por las cuales ambos renunciaron
sucesivamente al trono de España en favor finalmente de José Bonaparte, luego
de lo cual Fernando quedó cautivo. De manera que la intervención francesa
desencadenó un levantamiento popular, conocido como Guerra de la
Independencia Española (1808-1814), que sobrevino en la creación de un Estado
liberal, que trajo incertidumbre sobre cuál era la autoridad efectiva que gobernaba
España.
Ante la ausencia de una autoridad cierta en España, y el cautiverio de Fernando
VII, los pueblos hispanoamericanos, muchas veces bajo la dirección de
los criollos, comenzaron una serie de insurrecciones, desconociendo a las
autoridades coloniales, que en las reformas previas habían quedado reducidas a
meros agentes de un gobierno ahora en entredicho. Siguieron la formación
de Juntas de Gobierno de América que aún reconocieron la Junta Suprema
Central española. Pero la disolución de la Junta Central en 1810, refugiada
en Cádiz, sitiada por Napoleón, marcó un punto de ruptura entre España y
América. Fue seguida de la instalación de la Regencia y las Cortes de Cádiz, y
luego, de la vuelta del rey Fernando VII, que recupera la corona española en 1814,
quienes negaron legitimidad a las juntas americanas declarándolas en rebeldía. El
virrey Fernando de Abascal, y Pablo Morillo jefe de la expedición pacificadora,
fueron los principales organizadores de la defensa de la monarquía española en
América.
Los movimientos populares de las colonias españolas profundizaron las
insurrecciones para enfrentarse abiertamente al rey español, en una guerra de
alcance continental, con el objetivo de establecer estados independientes, que
generalmente devinieron en regímenes republicanos. En 1820 el efímero gobierno
del Trienio Liberal ordena el cese al fuego español. Y esto acaba con el envío de
tropas peninsulares y debilita gravemente la posición militar española, pero no
acuerda un tratado de paz, ni reconoce las independencias. En las guerras de
Independencia Hispanoamericana destacaron Simón Bolívar y José de San
Martín, llamados Libertadores, que condujeron los ejércitos patriotas que
derrotaron finalmente a las tropas leales a la monarquía española,
llamadas Realistas. Los últimos reductos en fortificaciones costeras, las guerrillas
supervivientes del interior, y la guerra naval en el Caribe, alentaron proyectos
españoles de reconquista que tuvieron su punto final con la muerte del rey
Fernando VII en 1833.n. 9n. 10
Por último, en 1836 las Cortes de España autorizan al Gobierno para renunciar a
todo derecho territorial o de soberanía y reconocer la independencia en sucesivos
tratados de paz y amistad. Posteriormente, a lo largo del siglo XIX d. C., y luego de
complejos procesos políticos, las posesiones españolas en América formaron
los actuales estados hispanoamericanos. El expansionismo estadounidense se
hizo presente tanto sobre los últimos restos del Imperio español, forzándose la
compra de Florida por cinco millones de dólares en el año 1821,26 así como
adquiriendo posteriormente los derechos sobre las pretensiones españolas
en Oregón, como también sobre los nuevos países americanos (a través de
influencia económica y política y con la anexión de Texas y el norte del nuevo
estado mexicano: Nuevo México, Utah, California y Nevada).

En Norteamérica, México liderado por Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, declaró su independencia


en 1821.

La batalla de Ayacucho, marco el fin del Imperio español en la América continental.

El Desastre del 98 y la pérdida de las islas del Caribe y


Filipinas[editar]
Artículo principal: Guerra hispano-estadounidense

Territorios españoles durante la segunda Restauración Borbónica. En azul aquellos que se separaron de
España en este periodo.

En lo que quedó del Imperio, la guerra de la Independencia fue seguida por


una monarquía absoluta (década ominosa), conflictos dinásticos, levantamientos
absolutistas, pronunciamientos liberales y luchas por el poder entre
facciones liberales que solo permitieron ciertos periodos lo bastante estables para
el desarrollo de una política exterior activa. Destaca entre estos el gobierno
de Leopoldo O'Donnell (1856-1863), que, tras una dura represión de la disidencia,
pudo volver a intervenir activamente en la escena internacional: se ganó una
guerra a Marruecos con las victorias de Tetuán y Wad-Ras que permitió
ampliar Ceuta y recuperar la plaza de Santa Cruz de la Mar Pequeña, en la costa
atlántica; se trató de pacificar Filipinas, se apoyó al emperador de México,
sostenido por las potencias coloniales, y junto a los franceses se envió una
expedición de castigo a Cochinchina, donde habían sido asesinados varios
misioneros. Paralelamente, Pedro Santana, a la cabeza de cierta facción
dominicana, devolvió la hoy República Dominicana a un estatus colonial solo para
que los avatares de la política interna de la isla y el apoyo haitiano la hicieran
perderse definitivamente en 1865.
La crisis económica derivada de la subida del precio del algodón por la guerra de
Secesión estadounidense, las malas cosechas y los pobres resultados de los
intentos de modernización de la agricultura (desamortización), infraestructuras
(ferrocarril) acabaron con el régimen de O'Donnell y su experiencia imperialista.
Las guerras y disputas entre progresistas, liberales y conservadores, que se
negaban a aceptar que el país tuviera un estatus bajo a escala internacional, se
hicieron frecuentes. El descontento creciente por la inestabilidad y la perenne
crisis económica llevó al estallido de una revolución que dio paso a experimentos
políticos y a la Primera República española. La posterior restauración monárquica
de 1875 marcó un nuevo periodo, más favorable, cuando Alfonso XII y sus
ministros tuvieron cierto éxito en recobrar el vigor de la política y el prestigio
españoles, en parte por haber aceptado la realidad de las circunstancias
españolas y trabajar inteligentemente.

Restos del hundimiento del acorazado estadounidense Maine en el puerto de La Habana.

A pesar de estos vaivenes, España había mantenido el control de los últimos


fragmentos de su imperio hasta el incremento del nivel de nacionalismo y de
levantamientos anticolonialistas en varias zonas, que se desencadenaron durante
la década de 1870. Este conflicto se tornaría internacional a raíz de la implicación
de los Estados Unidos, teniendo lugar a la guerra hispano-
estadounidense de 1898, cuando una débil España se enfrentó a un Estados
Unidos mucho más fuerte que necesitaba nuevos mercados para seguir ampliando
su ya fuerte economía.
El desencadenante de esta guerra fue el hundimiento del acorazado Maine, del
que se culpó a España (tras una agresiva campaña de prensa de William
Randolph Hearst). Las últimas investigaciones no han llegado a demostrar nada
de forma concluyente: ni si fue un accidente o un sabotaje externo, ni quién sería
el responsable, aun así existe la teoría de que fueron los propios estadounidenses
quienes provocaron el incendio en el Maine con el propósito de hundirlo, culpar a
España y provocar una guerra para apoderarse de las colonias españolas,
autodefiniéndose como defensores de los cubanos contra la tiranía española. Esta
guerra acabó con una humillante derrota española y la independencia de Cuba.
En Filipinas, los independentistas también contaron con el apoyo estadounidense.
España se vio forzada a pedir un armisticio, y se firmó el Tratado de París, por el
cual se renunciaba definitivamente a Cuba y se cedían a EE. UU.: Filipinas, Puerto
Rico y Guam. Esta serie de sucesos son conocidos como el «desastre del 98».
Los últimos territorios españoles en Oceanía fueron finalmente vendidos
a Alemania en el Tratado germano-español de 1899.

Los últimos territorios, África (1885-1975)[editar]


Artículo principal: Protectorado español en Marruecos
Desde 1778 con el Tratado de El Pardo, por el que los portugueses cedieron a
España a cambio de territorios en Sudamérica la isla de Bioko y sus islotes
cercanos así como los derechos comerciales del territorio entre los
ríos Níger y Ogoué, España mantenía una presencia en el golfo de Guinea. En el
siglo XIX d. C., algunos exploradores, como Manuel Iradier, cruzaron este límite.
Mientras, los enfrentamientos en el Mediterráneo habían continuado, perdiéndose
las posiciones españolas en el norte de África. En 1848, sin embargo, las tropas
españolas conquistaron las islas Chafarinas.
La pérdida de la mayor parte del Imperio americano llevó a España a volcarse
cada vez más en su dominios en África, especialmente tras la derrota contra los
Estados Unidos en 1898.
En 1860, tras la guerra contra Marruecos, este país cedió el territorio del Sidi
Ifni por el Tratado de Wad-Ras. Las siguientes décadas de colaboración franco-
española implicaron el establecimiento y la extensión de protectorados españoles
al sur de la ciudad. España reclamó también un protectorado en la costa
occidental desde la desembocadura del río Draa hacia el sur incluyendo el
territorio del Sáhara desde Cabo Bojador hasta Cabo Blanco, la soberanía
española fue reconocida en la Conferencia de Berlín de 1884: España
administraba Sidi Ifni y el Sáhara Occidental conjuntamente, en esa época España
llegó a reclamar el Adrar (actualmente parte de Mauritania) aunque luego Francia
ocupó tal territorio.
En cuanto al territorio de las costas de Guinea en el África ecuatorial occidental,
España tenía posesiones costeras, llamadas Guinea Española y reclamaba un
territorio litoral que difusamente se extendía entre la desembocadura del río
Níger por el norte hasta el río Ogoué al sur,27 sin embargo tales reclamaciones se
fueron restringiendo hasta las costas e islas de la actual Guinea Ecuatorial, si bien
aún a fines de siglo XIX d. C. España mantenía reclamaciones del Transpaís hasta
casi llegar a las orillas izquierdas del río Congo. 28Las reclamaciones conflictivas
sobre Guinea fueron resueltas en el Tratado de París de 1900, Río Muni se
convirtió en un protectorado en 1885 y en colonia en 1900.

Tropas coloniales españolas y portuguesas en 1900.

En 1911, Marruecos se dividió entre franceses y españoles. Diez años más


tarde España perdió el control de gran parte de su protectorado en Marruecos tras
el Desastre de Annual, una grave derrota frente a los rifeños que se oponían a la
administración española. España no consiguió volver a controlar su protectorado
hasta 1926, durante la campaña que se inició con el desembarco de
Alhucemas (1925).
Entre 1926 y 1959, Bioko y Río Muni estuvieron unidas bajo el nombre de Guinea
Española.
España perdió el interés de desarrollar una extensa estructura económica en las
colonias africanas durante la primera parte del siglo XX d. C.. Sin embargo,
desarrolló extensas plantaciones de cacao, para lo que se introdujo a miles
de nigerianos como trabajadores. Los españoles también ayudaron a Guinea
Ecuatorial a alcanzar uno de los mejores niveles de alfabetización del continente y
a desarrollar una red de instalaciones sanitarias.
En 1956, cuando el Protectorado francés de Marruecos se convirtió en
independiente, España entregó el suyo al nuevo Marruecos independiente, pero
mantuvo el control sobre Sidi Ifni, la región de Tarfaya y el Sahara Occidental. El
rey de Marruecos, Mohamed V, estaba interesado en los territorios españoles y
desató la invasión del Sahara Español en 1958 por parte del Ejército marroquí.
Esta guerra fue conocida como guerra de Ifni o Guerra Olvidada. Ese mismo año,
España cedió a Mohamed V Tarfaya y se anexionó Saguia el Hamra (al norte)
y Río de Oro (al sur) al territorio del Sahara Español.
En 1959, se le otorgó al territorio español del golfo de Guinea el estatus de
provincia española ultramarina. Como Región Ecuatorial Española, era regida por
un gobernador general que ejercía los poderes militares y civiles. Las primeras
elecciones locales se celebraron en 1960, y se eligieron los primeros procuradores
en cortes ecuatoguineanos. Mediante la Ley Básica de diciembre de 1963, las dos
provincias fueron reunificadas como Guinea Ecuatorial y dotadas de una
autonomía limitada, con órganos comunes a todo el territorio (entre ellos un
cuerpo legislativo) y organismos propios de cada provincia. Aunque el
comisionado general nombrado por el gobierno español tenía amplios poderes,
la Asamblea General de Guinea Ecuatorial tenía considerable iniciativa para
formular leyes y regulaciones.
En marzo de 1968, bajo la presión de los nacionalistas ecuatoguineanos y de
las Naciones Unidas, España anunció que concedería la independencia. Ya
independiente en 1968, Guinea Ecuatorial tenía una de las mayores rentas per
cápita de toda África. En 1969, debido a la presión internacional, España entregó
Sidi Ifni a Marruecos. El dominio español en el Sahara Occidental duró hasta que
en 1975 la marcha verde forzó la retirada española. El futuro de la antigua
provincia española continúa siendo incierto.

Territorios del Imperio español[editar]


No existe una postura unánime entre los historiadores sobre los territorios
concretos de España porque, en ocasiones, resulta difícil delimitar si determinado
lugar era parte de España o formaba parte de las posesiones del rey de España, o
si el territorio era una posesión efectiva o jurídica, en épocas que abarcan siglos,
incorporados por heredados o conquistados, y en las que no estaban igualmente
definidas la diferencia entre las posesiones del rey y las de la nación, como
tampoco lo estaba la hacienda o la herencia ni el derecho internacional. A pesar
de todo, el que la Monarquía Hispánica fuera una monarquía autoritaria,
casi absolutista, hace que la tesis más lógica sea la de que todas las posesiones
del rey, eran posesiones de la nación. De hecho no se puede hablar de una
separación de escudo nacional y escudo real hasta bien entrado el siglo XIX d. C.,
lo cual pone de manifiesto que el rey de España era prácticamente lo mismo que
el Estado, atendiendo a las delimitaciones del régimen polisinodial por el que se
regía el Imperio español.

Mapa diacrónico del Imperio español, incluyendo territorios descubiertos y reclamados.

América[editar]
Véanse también: Organización territorial del Virreinato de Nueva España , Organización
territorial del Virreinato del Perú, Organización territorial del Virreinato de Nueva
Granada y Organización territorial del Virreinato del Río de la Plata.
Imperios español y portugués en 1790.

América española hacia el año 1800, los territorios coloreados eran considerados provincias en algunos
mapas del Imperio español.

Territorio de Nutca (reclamaciones territoriales de España en la Costa Oeste de Norteamérica,


siglo XVIII d. C.) y toponimia española.
 Virreinato de las Indias (1492-1535): primera entidad territorial formada tras
el descubrimiento de América por Cristóbal Colón, estaba compuesta por todos
los territorios descubiertos, explorados, reclamados y controlados por los
españoles en el Nuevo Mundo, principalmente las Antillas y Castilla de
Oro (Panamá). Sucedido por el virreinato de Nueva España tras
la conquista del imperio azteca.
 Virreinato de Nueva España (1535-1821): compuesto por los actuales países
de México, Guatemala, Nicaragua, Honduras, Salvador, Costa Rica, Florida y
los estados del suroeste de los Estados Unidos (California, Nuevo
México, Arizona, Texas, Nevada, Florida, Utah, Luisiana y parte
de Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma) y las Antillas (Cuba, La
Española, Puerto Rico, Bahamas, Antigua y Barbuda, Montserrat, isla de San
Martín, Anguila, Bonaire , Trinidad y
Tobago, Granada , Curazao, Aruba, Jamaica, islas Vírgenes, San Cristóbal y
Nieves, Dominica, Guadalupe, Martinica, San Bartolomé, Barbados, islas
Turcas y Caicos, Santa Lucía e islas Caimán), perdiéndose la mayoría de
estas en el siglo XVII a excepción de Trinidad (cedida a Reino Unido en 1797),
La Española, Cuba y Puerto Rico, además de las islas Filipinas en Asia y
las islas Marianas y las Carolinas en Oceanía. También incluía pretensiones
sobre la costa este de los modernos Estados Unidos. España mantuvo bajo su
control estos territorios hasta 1821, año en que se independizó, aunque en
varios de los estados de las Grandes Llanuras y las Antillas menores no hubo
una presencia española estable
o Capitanía General de Santo Domingo  (1535-1795; 1809-1821; 1861-
1865): fue la primera provincia española en el Nuevo Mundo, y comprendía
la totalidad de la isla de La Española, cuya parte oriental se convirtió más
tarde en la República Dominicana, mientras que la parte occidental se
convirtió en 1697 en la colonia francesa de Saint-Domingue, la cual se
acabaría independizando como Haití.
o Capitanía General de Cuba (1777-1898): durante los dos siglos anteriores
una gobernación novohispana, estaba formada por la isla de Cuba y
adyacentes, además de la Florida y la Luisiana.
 Gobernación de la Luisiana  (1764-1803): cedida por Francia,
incorporaba territorios de los actuales estados del medio
oeste estadounidense
(Luisiana, Arkansas, Oklahoma, Kansas, Nebraska, Dakota del
Sur, Dakota del Norte, Wyoming, Montana, Idaho, Minnesota e Iowa).
o Capitanía General de Guatemala (1542-1809; 1814-1821): también
conocida como Reino de Guatemala, estaba formada por los territorios
de Guatemala, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica, y el
estado mexicano de Chiapas. Declaró su independencia en 1821, para
sumarse al Primer Imperio Mexicano, del que se separó (salvo Chiapas) el
1 de julio de 1823.
o Capitanía General de Puerto Rico (1582-1898), posteriormente provincia:
abarcó la isla de Puerto Rico y otras menores adyacentes a ella.
o Capitanía General de Yucatán (1565-1821): comprendía los actuales
estados mexicanos de Yucatán, Campeche, Quintana Roo y el este
de Tabasco. La inclusión de Belice y El Petén son motivo de controversia
por algunos historiadores.29
o Comandancia General de las Provincias Internas  (1776-1821): fue
creada por el rey Carlos III mediante una real cédula del 22 de agosto de
1776, dando al comandante general, sobre estas previamente establecidas
provincias, las facultades equiparables a las del virrey de Nueva España;
comprendía los actuales territorios de Sonora y Sinaloa, las
Californias, Coahuila, Nuevo Reino de León, Nuevo
Santander, Texas, Nueva Vizcaya, y Nuevo México. Entre 1787 y 1790 y
entre 1813 y 1821 estuvo divida en dos Comandancias Generales: Oriente
y Occidente.
o Territorio de Nutca (1789-1794): fue cedido a Gran Bretaña en 1795.
Incluía los territorios de los actuales estados del noroeste estadounidense
(Oregón, Idaho, Montana y Washington), además el suroeste de la
provincia canadiense de la Columbia Británica, el territorio de Yukón y el
actual estado estadounidense de Alaska hasta el paralelo 61º N. Gran
parte de la región formaba el denominado territorio del Orejón. La
presencia española se reducía a los fuertes de San Miguel de
Nutca y Nuñez Gaona.
 Virreinato del Perú (1542-1824): en su máxima extensión abarcó a los
actuales países
de Perú, Colombia, Argentina, Ecuador, Panamá, Chile, Bolivia, Paraguay, Uru
guay, territorios en Brasil, Las Guayanas, parte sur del actual Venezuela y
las islas Galápagos. Incluía algunas pretensiones en Oceanía y la Amazonia.
o Capitanía General de Chile (1541-1818): también llamada Reino de Chile,
comprendía el actual Chile y la región de Patagonia hasta que la parte
oriental de esta última pasó a la Gobernación de Buenos Aires en 1570.
 Virreinato de Nueva Granada (1717-1723;1739-1822): comprendía los
actuales países de Panamá, Colombia, Ecuador, Venezuela, norte de Brasil,
oeste de Guyana y las islas Galápagos.
o Capitanía General de Venezuela (1777-1823): creada por Carlos III de
España, civil y militarmente autónoma del Virreinato de Nueva Granada.
Correspondía al territorio actual de Venezuela, el oeste de Guyana y la isla
de Trinidad.
 Virreinato del Río de la Plata (1776-1818): comprendía los actuales países
de Argentina, Bolivia, Paraguay, Uruguay y parte de Brasil. Incluía las islas
Malvinas (hasta 1810) y territorios en el Golfo de Guinea, África. Es de
mencionar que el control del extremo sur (Patagonia) no fue efectivo por el
Estado argentino hasta después de la independencia de Argentina. Sin
embargo, el dominio español de Patagonia a raíz de sus descubrimientos no
fue disputado a España.
Territorios portugueses[editar]
Durante la Unión Ibérica (1580-1640), los territorios del imperio
portugués en América también pasaron a estar bajo el gobierno de la casa de
Austria:

 Estado do Brasil (1580-1608; 1612-1640): formado en torno a la costa


de Brasil. Entre 1608 y 1612 estuvo dividido en dos Gobiernos Generales, uno
con capital en Bahía y el otro en Río de Janeiro.
 Estado do Maranhão (1621-1640): formada por las Capitanías
de Maranhão, Grão-Pará y Ceará al dividir el Estado del Brasil.
Asia y Oceanía[editar]
Véase también: Imperio español en Asia y Oceanía

Territorios que alguna vez fueron españoles en Asia y Oceanía.

 Capitanía General de las Filipinas (1565-1898): también conocida como las


Indias Orientales Españolas, formó parte el Virreinato de Nueva España hasta
la independencia de México en 1821. Estaba compuesta por el archipiélago de
las Filipinas, incluidas las islas de Mindanao y Joló, a pesar de que estas no
fueron subyugadas hasta el siglo XIX, y en Oceanía por las islas Carolinas y
las Marianas (principalmente Guam). También incluyó pretensiones
sobre Sabah, en el norte de Borneo hasta 1885. Múltiples territorios ocupados
temporalmente por España (como Brunéi durante setenta y dos días en 1578)
también formaron parte de la Capitanía General de las Filipinas.
o Protectorado sobre Camboya (1597-1599): brevemente controlado
cuando un grupo de aventureros españoles y portugueses colocaron en el
trono al rey Barom Reachea II y le hicieron aceptar un protectorado
español, pero tanto el monarca como sus partidarios extranjeros fueron
asesinados por musulmanes malayos dos años después.
o Gobernación de las Molucas (1606-1663): consistente en un protectorado
sobre el sultanato de Tidore (1526-1545; 1580-1663) y en la mitad de la
isla de Ternate (1606-1663), además de algunos asentamientos menores
en el resto de las islas Molucas, la costa de Papúa y el norte de Célebes,
en Indonesia.
o Gobernación de la Formosa (1626-1642): ubicada en el norte de la isla
de Taiwán con el propósito de comerciar con China, formó parte
del Virreinato de Nueva España durante 16 años.
 Santa Cruz: (1595): único asentamiento de corta duración en las islas
Salomón.3031323334
 Nueva Jerusalén (1606): breve establecimiento de un colonia en Vanuatu.
 Isla de Amat (1772-1775): breve ocupación de Tahití por parte del virreinato
del Perú.353637
Territorios portugueses[editar]
Durante la Unión Ibérica (1580-1640), España también pasó a abarcar los
asentamientos del imperio portugués en Asia:

 Estado da Índia (1580-1640): a pesar de su nombre y de que su capital era la


ciudad india de Goa estaba formado por todas las posesiones portuguesas en
el Índico y en el Pacífico desde Mozambique hasta Japón e Indonesia.
o Golfo Pérsico y Mar Rojo: varias fortalezas, puertos y ciudades ocupados
por los portugueses desde los que controlaban el comercio en Oriente
Medio. Además, los reinos insulares de Ormuz y Queshm eran vasallos de
Portugal.
 Mascate (1580-1640), Ormus (1580-1622), Queixome (1580-1622)
y Comorão (1580-1615).
o India: Portugal estableció y conquistó múltiples ciudades y puestos
comerciales en los modernos Estados de India y Bangladesh.
 Diu (1580-1640), Surate (1580-1612), Damão (1580-1640), Baçaím (1
580-1640), Salsete (1580-1640), Bom Bahia (1580-
1640), Chaul (1580-1640), Goa (1580-1640), Honavar (1580-1640), Ba
rcelore (1580-1640), Mangalore (1580-1640), Cannanore (1580-
1636), Cranganore (1580-1640), Cochin (1580-1640), Coulão (1580-
1640), Tuticorin (1580-1640), Negapatam (1580-1640), São Tomé de
Meliapore (1580-1640), Paliacate (1580-1610), Masulipatão (1598-
1610), Calicut (1580-1640), Hugli e Bandel (1580-1632)
y Chittagong (1580-1640).
o Ceilão (1580-1640): la mayor parte de la isla de Sri Lanka llegó a estar
bajo control portugués.
o Sirião (1603-1613): ciudad costera en Birmania conquistada por el
mercenario portugués Filipe de Brito e Nicote, quién se la ofreció a las
autoridades coloniales de la India a cambio de ser nombrado gobernante la
ciudad, siendo esta reconquistada por los birmanos diez años después.
o Macau (1581-1640): puesto comercial en China abierto al comercio
exterior. Tardó un año en aceptar el dominio español, hasta que se le
confirmó la continuación de su monopolio comercial. Su capitán-mayor
estaba al cargo de las flotas y emporios portugueses desde Malaca hasta
Japón.
 Malaca (1580-1640): estratégica ciudad comercial en el estrecho
homónimo.
 Nagasaki (1580-1587) y Dejima (1634-1639): puestos comerciales
en Japón abiertos al comercio europeo.
o Islas de las Especias: Portugal mantuvo bajo su control varias islas
pequeñas desde las que controlar el comercio de especias, en la
actual Indonesia.
 Adonara (1580-1613), Amboina (1580-1605), Macasar (1580-1620), S
olor (1580-1613), Flores (1600-1640), Timor (1580-1640).
África[editar]
Véase también: África española

Territorios españoles en África hacia el año 1955.

La Guinea española en 1960.


Territorios y posesiones coloniales españolas en el norte de África del siglo XX.

 Islas Canarias (desde 1479/1496): primer territorio conquistado por la corona


de Castilla en ultramar, actualmente una comunidad autónoma española.
 Presidios norteafricanos (1479-finales del siglo XIX): asentamientos tomados
por Castilla en la costa del norte de África para expandirse e intentar controlar
la piratería berberisca. Tras la Capitulación de Cintra en 1509 se delimitó que
el área de influencia española abarcaba las actuales Argelia, Túnez y Libia,
mientras que Portugal recibía el litoral atlántico de África.

o Santa Cruz de la Mar Pequeña (1479-1524):, Melilla (desde 1497,
actualmente una ciudad autónoma española), Cazaza (1505-
1532), Mazalquivir (1505-1708; 1732-1792), el Peñón de Vélez de la
Gomera (1508-1522; desde 1564, actualmente una plaza de
soberanía española), Orán (1509-1708; 1732-1792), Bugía (1510-1555),
el Peñón de Argel (1510-1529), Trípoli (1510-1523), Yerba (1521-1524;
1551-1560), Honaine (1531-1535), Bizerta (1535-1573), La Goleta (1535-
1574), Túnez (1535-1574), Bona (1535-1540), Monastir (1541-1550), Sus
a (1541-1550), Mahdia (1550-1553), las Islas Alhucemas (desde 1559,
actualmente una plaza de soberanía española), La Mamora (1614-1681)38
, Larache (1610-1689)n. 11, Ceuta (desde 1640, previamente portuguesa,
actualmente una ciudad autónoma española) y las Islas
Chafarinas (desde 1848, actualmente una plaza de soberanía española).
 Guinea española (1777 de jure/1843 de facto-1968): oficialmente cedida
por Portugal por los tratados de San Ildefonso y El Pardo, inicialmente
consistía en las islas de Fernando Poo (actual Bioko) y Annobón y formaba
parte del virreinato del Río de la Plata, pero no sería ocupada efectivamente
hasta mediados del siglo XIX, sumándosele en 1885 la zona continental
del Río Muni.
 Sahara español (1884-1975 de facto/actualmente de jure): presencia
española en varias factorías costeras a partir de 1885. El Frente
Polisario proclamó la independencia en 1975, siendo invadido por Marruecos.
La ONU considera que España sigue administrando de jure el territorio. Estaba
compuesto por las provincias de Río de Oro y Saguía el Hamra, en el
actual Sahara Occidental.
 Protectorado español de Marruecos (1912-1956/1958): establecido en la
zona costera mediterránea del norte de Marruecos, principalmente en la región
del Rif, pero también la zona desértica de Cabo Juby en el sur del país
después de negociaciones con Francia. La zona norte no sería ocupada
efectivamente hasta 1927 debido a la resistencia nativa y lograría la
independencia en 1956, tres meses después que el Marruecos francés, en
tanto que Cabo Juby fue ocupado en 1916 y devuelto a Marruecos en 1958.
 Ifni (1860 de jure/1934 de facto-1969): territorio formado por la ciudad de Sidi
Ifni y su hinterland. Cedido por Marruecos en 1860 por el tratado de Wad-Ras,
ocupado efectivamente en 1934 y devuelto a Marruecos en 1969.
 Zona Internacional de Tánger (1923-1940; 1945-1956): condominio de la
ciudad de Tánger; (1940-1945): anexionado al Marruecos español durante
la Segunda Guerra Mundial.
Territorios portugueses[editar]
Portugal controlaba múltiples colonias en las costas africanas, por lo general poco
más que puestos comerciales fortificados o feitorías dedicas al comercio de
esclavos u otros bienes lujosos, que pasaron a estar bajo el control de la casa de
Austria:

 Madeira (1580-1640): archipiélago en el océano Atlántico poblado por colonos


portugueses de la misma forma que Azores. Fue la primera colonia de
Portugal.
 Algarve do Além (1580-1640): tras el fin de su reconquista Portugal comenzó
a expandirse por el litoral atlántico africano, tomando múltiples ciudades en el
actual Marruecos. Tras la Capitulación de Cintra en 1509 se delimitó que el
área de influencia española abarcaba las actuales Argelia, Túnez y Libia,
mientras que a Portugal se le confirmó su dominio sobre el litoral atlántico de
África.
o Ceuta (1580-1640, se mantendría fiel a Felipe IV durante la Guerra de
Restauración portuguesa, actualmente una ciudad
autónoma española), Casablanca (1580-1640), Mazagán (1580-1640), Tá
nger (1580-1640), Anguim (1580-1633) y Arcila (1580-1589).
 Cacheu (1588-1640): puesto comercial portugués para el comercio de
esclavos a orillas del río homónimo, en Guinea-Bisáu.
 Cabo Verde (1580-1640): archipiélago atlántico frente a la costa del
moderno Senegal colonizado por Portugal y que servía como una de las
principales bases del comercio de esclavos africanos.
 Costa do Ouro (1580-1640): varios fuertes en la Costa de Oro, en el moderno
país de Ghana, desde los que se comerciaba para obtener marfil, oro y
esclavos.
 Saõ Tomé, Príncipe, Ano Bón y Fernando Poo (1580-1640): islas en el golfo
de Guinea que constituían varias de las principales bases del comercio de
esclavos africanos portugués.
 Capitanía da Angola (1580-1640): compuesta por pequeños asentamientos y
territorios bajo control de los portugueses en la costa y a lo largo del río
Cuanza (principalmente Luanda y más tarde también Benguela) en la
moderna Angola.
 Mozambique (1580-1640): formaba parte del Estado de la India y estaba
compuesta por puestos portugueses en la costa del moderno Mozambique,
además de territorios en el interior del país, en la región de Zambezia, y por
varios fuertes en el este de Zimbabue. En 1609 pasó a ser una Capitanía
independiente del virrey de Goa.
 Somalia (1580-1640).
Europa[editar]
Véase también: Imperio español en Europa

Dominios de Felipe II en Europa y norte de África alrededor del año 1580.

 España peninsular e islas Baleares.


o Baja Navarra: territorio ultrapirenaico abandonado definitivamente en 1521
por su difícil defensa frente a los franceses.
o Rosellón: territorio ultrapirenaico cedido a Francia tras la Paz de los
Pirineos (1659) y el Tratado de Llivia (1660). La villa de Llivia permaneció
bajo soberanía española.
o Gibraltar: plaza fuerte situada en el estrecho homónimo, cedida a Gran
Bretaña tras la Paz de Utrecht (1713).
o Menorca: una de las islas Baleares, parte del Reino Unido tras el Tratado
de Utrecht (1713) hasta ser reconquistada por una expedición franco-
española en 1782 para volver a ser perdida a manos de los británicos en
1798 y ser retomada definitivamente en 1802.
 Reino de Portugal: (1580-1640): formado por el actual Portugal (a excepción
de los municipios de Olivienza y Hermisende) y por todos los territorios
del Imperio portugués, (aunque las islas Azores no fueron subyugadas hasta
1583). Pasó a formar parte de la Monarquía española durante la época de
la Unión Ibérica.
 Países Bajos españoles (hasta 1714): los actuales países
de Bélgica, Luxemburgo y Países Bajos, y parte de los territorios del actual
norte de Francia, como Artois, Ardenas, Mosela, Norte-Paso de Calais, y parte
occidental de Alemania como Bitburg-Prüm. Tradicionalmente se considera a
los Países Bajos como parte del Imperio español3940 (tesis mayoritaria
en España y los Países Bajos entre otros); pero existen autores como Henry
Kamen41 para quienes esos territorios nunca se integraron en el Imperio
español, sino en las posesiones personales de los Austrias. En 1581 la mitad
norte protestante de los Países Bajos anularon su relación de vasallaje con
Felipe II y proclamaron la independencia como las Provincias Unidas, mientras
que el sur católico permaneció en manos españolas hasta 1714.
o Franco Condado (hasta 1678): territorio situado en la zona centro-oriental
de Francia, cedido a esta tras la Paz de Nimega.
o Charolais (hasta 1684): territorio situado en la zona centro-oriental
de Francia, embargado en favor del príncipe de Condé.
 Italia española.
o Reino de Nápoles (hasta 1714): situado en la Italia meridional.
o Reino de Sicilia (hasta 1714): constituido por la islas
de Sicilia y Malta (esta última donada a los Caballeros Hospitalarios en
1530).
o Reino de Cerdeña (hasta 1714; 1717-1718 de facto): formado por la isla
de Cerdeña.
o Ducado de Milán (1535 de facto/1559 de jure-1715): también conocido
como el Milanesado, se encontraba en el norte de Italia, en Lombardía.
 Marquesado de Montferrato (1533-1536): en el noroeste de Italia, bajo
ocupación militar española.
 Marquesado de Finale (1602-1707): ubicado en Liguria, norte de Italia.
Felipe II adquirió los derechos feudales del territorio.
o República de Siena (1555-1557): en la costa noroeste de Italia. Ocupada
militarmente antes de ser cedida a los Médici de Florencia como pago de
las deudas contraídas por la corona española.
o Estado de los Presidios (1557-1707): en la costa noroeste de Italia,
dependía directamente del virrey de Nápoles.

Administración del Imperio[editar]


Artículo principal: De Hispania a España
Dimensiones del Imperio español en comparación con otros, según las aclaraciones de F. A. Durántez

El matrimonio de los Reyes Católicos (Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón)


supuso una única dirección de ambos reinos bajo una administración superior
única, el Consejo Real. Se unificó la hacienda (pero no los impuestos), la política
interior y exterior, el ejército, las órdenes militares y la Inquisición y, en lo que no
afectase a estos temas, cada reino mantuvo su propia administración, moneda,
normas jurídicas, etc.
De esa forma, la formación de un estado unificado al estilo de las Naciones-
Estado nunca llegó a ser una realidad en España. Los Reyes Católicos
introdujeron un estado moderno absolutista en sus dominios, restringiendo el
poder de la nobleza, organizando su gobierno en torno a los Consejos y dividiendo
el país en Reales Audiencias como órganos superiores de justicia, y manteniendo
los fueros y tradiciones de sus pueblos.
La organización administrativa de las nuevas conquistas en América parte con
la incorporación de las Indias a la corona castellana a título de «descubrimiento»
(res nullius), apoyados por la donación papal. Isabel la Católica, en su testamento,
refuerza la pertenencia a esta corona. Sin embargo, será el Consejo de Indias y no
el Consejo de Castilla el que asesore al rey sobre las nuevas tierras. Este Consejo
se convirtió en el máximo órgano administrativo sobre las posesiones americanas.
El comercio con América se centralizó a través de la Casa de Contratación, con
sede en Sevilla, restringiéndose a esta los derechos comerciales sobre el Nuevo
Mundo, lo que supuso un impulso demográfico para Sevilla, al obligar a los
comerciantes españoles y extranjeros a establecerse en dicha ciudad. A la muerte
de los Reyes Católicos, Carlos I de España, manteniendo formalmente a su madre
como reina, pasó a gobernar las nuevas tierras. Las Indias fueron incorporadas
definitivamente a la Corona de Castilla en 1519.
La situación se mantuvo similar durante el reinado de Felipe II, que hereda de su
padre la Corona de España, pero no la del Sacro Imperio Romano Germánico y
las posesiones de los Habsburgo. Bajo su reinado, Portugal y su imperio fueron
anexionados a la Monarquía Hispánica, aunque no así a la Corona de Castilla,
manteniendo Portugal una posición semejante a la Corona de Aragón. Bajo los
llamados Austrias Menores (Felipe III, Felipe IV y Carlos II) las Provincias
Unidas alcanzaron una independencia de facto que les sería reconocida en 1648.
A la muerte de Carlos II, le sucede Felipe V. Dos años después de su toma de
posesión, se presenta un nuevo pretendiente, Carlos de Austria, apoyado por
Inglaterra y Austria, y esto provoca la Guerra de Sucesión Española que supuso la
pérdida de los reinos italianos y de lo que quedaba de los Países Bajos
Españoles.
Tras la derrota del pretendiente austriaco a la sucesión del trono, el nuevo
rey, Felipe V de España va publicando los decretos de Nueva Planta, diferentes
para Aragón y Valencia (1707), Aragón (1711), Baleares (1715), y Cataluña
(1716). En ellos, como castigo por su rebelión, deroga parte de los fueros y
derechos de los territorios de la Corona de Aragón sobre los que considera tener
derecho de conquista. Los decretos tenían matices y efectos diferentes según el
territorio histórico y no afectaron ni al Valle de Arán, ni a Navarra ni a las
Provincias Vascongadas, los cuales mantienen todos sus fueros por haber sido
leales a Felipe de Anjou. Por ejemplo, Cataluña mantiene su derecho civil y parte
de sus fueros e instituciones, mientras que Valencia no.
América y Filipinas[editar]
Artículo principal: Organización administrativa indiana
En las Indias, dada su lejanía con la metrópolis, se fue desarrollando
paulatinamente una organización administrativa, que descansaba en una serie de
órganos o autoridades territoriales (virreyes, gobernadores, reales
audiencias, corregidores, etc.), sujetos a los órganos centrales (rey y el Consejo
de Indias).
Consejo de Indias[editar]
Artículo principal: Consejo de Indias
El Consejo de Indias, desde su fundación en 1524, fue el máximo órgano
administrativo en relación a las Indias. Entre sus funciones estaban:

 En el Gobierno Temporal: toda la administración gubernativa compete al


Consejo de Indias:
o Planificación y proposición al Rey de las políticas relativas al Nuevo Mundo
(poblamiento, relación con los aborígenes, comercio, etc.).
o Organización administrativa de las Indias, ya sea con la creación de
nuevos Virreinatos, nuevas Gobernaciones, etc., y su autonomía respecto
de la metrópoli.
o Proposición al Rey de los cargos de grandes autoridades americanas
(Virreyes, Gobernadores, Oidores, etc.).
o Tutela del buen funcionamiento de las autoridades, dictando medidas de
probidad administrativa y nombrando un Juez de Residencia para que
realice el respectivo Juicio de residencia.
o Revisión a diario de la correspondencia que viene de América y demás
posesiones. Así mismo, autorización de la exportación o importación de
libros a América.
o Desde 1614, autorización de la aplicación de la legislación castellana en
las Indias.
o Aprobación o rechazo de la legislación originada en América.
o Elaboración de las normas que regirían en Indias y que eran dictadas por el
rey como Reales Cédulas o Reales Provisiones (similares a las Reales
Cédulas pero más solemnes).
 En Gobierno Espiritual: preocupación por materias de orden espiritual,
analizando los derechos otorgados por la Santa Sede, así por ejemplo:
o Ejercicio del Derecho de presentación.
o División de los Obispados.
o Revisión de las bulas papales; en conformidad, se les da Exequatur o Pase
Regio; sin este no se cumplen las bulas.
o Examen de las disposiciones de la Iglesia en América y de los Sínodos;
estos no se cumplen sin la aprobación del Consejo de Indias.
 En materia militar:
o En 1600 se crea, dentro del Consejo, la Junta de Guerra de Indias, un
comité de «ministros de capa y espada» (militares) encargado de coordinar
con el Consejo Supremo de Guerra las estrategias militares.
 En Hacienda:
o Examen de las cuentas de los oficiales reales.
 En Justicia:
o Era el más alto tribunal en América y para los efectos de administrar
justicia, se reunía el consejo en una sala de justicia, integrado por ministros
letrados. En esta materia, el Consejo era absolutamente independiente,
incluso del rey.
o Conocimiento de ciertos asuntos criminales (delitos cometidos en la
«carrera de Indias», evasión tributaria, delitos de comiso por contrabando).
o Conocimiento de las apelaciones en lo civil, de que habría conocido
la Casa de Contratación cuando la suma disputada fuera superior a
40 000 maravedíes.
o Conocimiento de las apelaciones de los Juicios de residencia.
o Conocimiento del Recurso de segunda suplicación.
o Excepcionalmente en sala de gobierno: conocimiento del Recurso de
injusticia notoria.
Casa de Contratación de Indias[editar]
Artículo principal: Casa de Contratación de Indias
Se convirtió en la responsable del aprovechamiento económico de las colonias
americanas. Entre sus responsabilidades figuraba el cobro de los impuestos al
comercio con América (entre ellos, el famoso Quinto Real), y tenía competencias
en asuntos de política poblacional.
Establecida primero en Sevilla y luego en Cádiz, estos fueron los puertos
obligados de salida y entrada para el comercio de Indias. La prohibición de
comerciar con América impuesta a los demás puertos españoles fue la base del
crecimiento y prosperidad primero de Sevilla y luego de Cádiz, al obligar a los
comerciantes españoles y extranjeros a establecerse en el puerto base de la Casa
de Contratación si deseaban comerciar con América. Esto hizo que las colonias
forasteras (castellanos, vascos, catalanes, gallegos, valencianos, etc.) y
extranjeras (genoveses, franceses, etc.) fuesen importantes en Sevilla y Cádiz. 42
Corona de Aragón[editar]
Artículos principales: Corona de Aragón y Corona de Aragón y colonización de las
Indias.
La integración de los territorios de la Corona en la nueva monarquía estuvo
marcada por el poder hegemónico de Castilla. Como en todos los territorios no
incorporados en la estructura castellana (Flandes, Indias, Nápoles, Sicilia,
Navarra, Vizcaya, etc.), el Consejo de Aragón y el virrey se convierten en el centro
de la administración. El Consejo Supremo de Aragón era un órgano consultivo de
la corona creado en 1494, a raíz de una reforma en la cancillería real realizada por
Fernando el Católico, que desde 1522 estaría integrada por un vicecanciller y seis
regentes, dos para el reino de Aragón, dos para el reino de Valencia y dos para
Cataluña, Mallorca y Cerdeña. Por su parte, los virreyes asumieron funciones
militares, administrativas, judiciales y financieras.

Constituciones catalanas, basadas en los antiguos Usatges de Barcelona


Los conflictos entre las instituciones locales y los reyes absolutistas se sucedieron
a lo largo de los siglos modernos, hasta la guerra de Sucesión. En 1521 tenían
lugar las Germanías, un movimiento surgido en Valencia entre la incipiente
burguesía contra su aristocracia, que se extendió hasta 1523. En Mallorca tuvo
lugar en los mismo años otro movimiento similar, dirigido por Joanot Colom. La
derrota final de los agermanados supuso una fuerte represión y la reafirmación del
dominio señorial. Asimismo, en 1569, todos los diputados de la Generalidad de
Cataluña eran encarcelados bajo la acusación de herejía, en el marco de la
disputa por el pago del impuesto del excusado.
En 1591, tuvieron lugar las «alteraciones de Aragón», generadas cuando el
Justicia de Aragón se niega a entregar a Felipe II al exsecretario del rey, Antonio
Pérez, condenado por la muerte del secretario de don Juan de Austria, que se
había refugiado en Aragón. El monarca transgredió todos los privilegios
aragoneses para apresarlo e incluso hizo ejecutar al Justicia Mayor de
Aragón, Juan de Lanuza.
Durante el siglo XVII d. C., las tensiones fueron bastante mayores. Las
necesidades financieras de los monarcas les condujeron a intentar aumentar por
todos los medios la presión fiscal sobre los territorios de la Corona de Aragón,
tratando de igualar los impuestos en toda España. Pero los fueros garantizaban
importantes protecciones frente a las pretensiones reales. Los proyectos de Unión
de Armas de Olivares, que buscaban que los otros reinos compartieran las cargas
bélicas de Castilla, son un ejemplo de ello.
Tras entrar en guerra la corona con Francia en 1635, el despliegue de
los tercios sobre Cataluña generó graves conflictos, que desencadenaron
la guerra de los Segadores en 1640. La Generalidad de Cataluña, tratando de
dominar la sublevación popular, declaró la formación de una República catalana
pero, ante la imposibilidad de mantenerla, nombró a Luis XIII de Francia conde de
Barcelona. El conflicto terminó con la Paz de los Pirineos (1659), por la cual
el condado del Rosellón y la mitad norte del condado de la Cerdaña pasaban para
siempre a dominio galo y Francia devolvía a España la Cataluña del sur de los
Pirineos. A finales del siglo, en 1693, estallaría también en Valencia la Segunda
Germanía, un alzamiento campesino y antiseñorial en torno a la partición de las
cosechas.
Tras el reinado de Carlos II, la guerra de Sucesión española dividió el país. La
antigua Corona de Aragón fue partidaria del archiduque Carlos de Austria, cuya
derrota acarrearía la supresión de gran parte de sus instituciones y fueros y la
unificación de la organización administrativa bajo el modelo del reino de
Castilla por los Decretos de Nueva Planta.

Población y ordenamiento jurídico en América y


Filipinas[editar]
Artículo principal: Sociedad política indiana
La sociedad del Imperio español en América se rigió por estatutos completamente
nuevos, pero inspirados en los cuerpos legales castellanos, que distinguían
diversos tipos de súbditos y los asignaban a ordenamientos jurídicos diferentes:
las Repúblicas de españoles y las Repúblicas de indios. La población de los
nuevos territorios pertenecía a varias categorías raciales y jurídicas:
Españoles[editar]
Aquellos súbditos de origen europeo, nacidos en América (criollos) o en la
metrópoli (peninsulares). Los españoles nunca fueron mayoritarios en ninguno de
los territorios del imperio, salvo en la metrópoli y algunos otros
como Cuba, Argentina, Chile, Puerto Rico y el Nuevo Reino de León (Noreste de
México).434445 El coste demográfico para España, especialmente para la Corona de
Castilla, fue irrelevante, de forma que el crecimiento de población apenas se vio
afectado por la emigración a América.n. 1246474849
Indígenas[editar]

Bartolomé de las Casas.

La población indígena descendió dramáticamente tras la llegada de los


colonizadores europeos, sin que haya consenso sobre las cifras iniciales ni su
descenso. Las causas también se debaten, aunque serían una combinación de las
enfermedades propagadas por los colonizadores (contra las que los indígenas
americanos no tenían defensas), las guerras de conquista, las deportaciones y los
trabajos forzados.50
Al comienzo los indios fueron tomados como esclavos y enviados a la Península. 51
A partir de 1495, durante los primeros años de la conquista se capturaron indios
en las islas del Caribe y se los envió como esclavos para ser vendidos en
España.5253
La Corona autorizó tomar indígenas en otras islas y llevarlos a trabajar, lo cual
multiplicó esas capturas en los años 1509 y 1510 entre la isla San Juan y otras
islas del Caribe y Las Antillas,54 hasta que el rey Fernando lo prohibió con la
promulgación de las Leyes de Burgos.52 España fue el primer imperio en
reconocer la humanidad y los derechos de los indios y prohibir su esclavitud. 55 En
1542 España prohíbe la esclavitud de todos los indios. 51 Luego de la destrucción
de las siete ciudades del sur de Chile, una Real Cédula de 1608 permitió la
esclavitud de los indígenas que habitaran en territorio rebelde; se declaró la
libertad de los indígenas esclavizados en 1674, pero sus efectos se prolongaron
hasta 1696.56
La defensa de los derechos de los indígenas tuvo en la Escuela de Salamanca y
en Bartolomé de las Casas sus máximos exponentes. En la Junta de
Valladolid de 1550, y pese a la oposición de Juan Ginés de Sepúlveda, se
dictaminó que los indígenas tenían alma. Previamente, el testamento de la
reina Isabel la Católica había declarado a los amerindios súbditos de la Corona de
Castilla, y por tanto, no susceptibles de esclavitud, lo que propició la llegada de
esclavos negros de África. Sin embargo, esta protección legal en muchos casos
fue más teórica que práctica. Acorde a la historiadora americana Jane Landers los
españoles ya habían llevado consigo hasta lo que hoy son los Estados Unidos de
América a los primeros africanos, que bajo el dominio hispano tuvieron un
tratamiento mucho más humano. De hecho, a pesar de que en la Florida española
también hubo esclavos, esta tierra se llegó a convertir a partir del siglo XVII en la
promesa de libertad para los esclavos sometidos en la cruel explotación de las
plantaciones británicas.57

Entrada al Fort Mose Historic State Park, en Florida.

Fue en la ciudad más antigua de Estados Unidos, San Agustín (Florida), donde se


estableció el primer asentamiento de negros libres; se leyó la proclamación de
emancipación, y se manifestaron los activistas en favor de los derechos civiles. En
realidad, los primeros hombres de origen africano llegaron incluso antes de la
fundación de San Agustín. El primer contingente de esclavos fue llevado a
Norteamérica por Lucas Vázquez de Ayllón, que en 1526 fundó San Miguel de
Guadalupe en el actual territorio de Georgia, pero este asentamiento finalmente
fracasó. También hubo esclavos africanos, entre otras expediciones, en la
desdichada aventura de Pánfilo de Narváez de 1528. Uno de ellos, llamado
Estevan, se contaba entre los cuatro supervivientes encabezados por Álvar Núñez
Cabeza de Vaca que vagaron durante ocho años por los inhóspitos territorios
norteamericanos hasta que consiguieron regresar a Nueva España (México).
Jane Landers apunta que aquellos primeros esclavos no procedían directamente
de África, sino del sur de España. «Aunque la mayoría de los africanos en España
eran esclavos, no todos lo eran. La ley y las costumbres españolas garantizaba a
los esclavos una personalidad moral y legal, así como ciertos derechos y
protecciones que no se hallan en otros sistemas de esclavitud», señala. Según
explica, «tenían el derecho a la seguridad personal y mecanismos legales por los
cuales escapar a un amo cruel», incluso se les permitía poseer y transferir
propiedades y emprender procesos legales, lo que derivaría en el «derecho a la
autocompra». «Los valores sociales y religiosos en la sociedad española
fomentaban el honor, la caridad y el paternalismo hacia las «clases miserables»,
que a menudo mejoraban las penurias que los esclavos sufrían y a veces llevaba
a los dueños a manumitirlos». Landers puntualiza que esto no significa que
España ni sus territorios de ultramar en el nuevo mundo estuvieran libres de
prejuicios raciales, pero «el énfasis en la humanidad y los derechos del esclavo y
la actitud indulgente hacia la manumisión reconocida en los códigos de esclavitud
y los usos sociales españoles hacían posible la existencia de una significativa
clase negra libre».
Tanto africanos libres como esclavos participaron también desde las primeras
décadas en la conquista y en la posterior defensa militar de la colonia, creando
unidades normalmente integradas por negros libres que trabajaban como
artesanos y otras labores cualificadas.
Conquistadores españoles negros famosos fueron, por ejemplo, Juan Garrido y
Sebastián Toral, en México, Juan Bardales en Honduras y Panamá, Juan García
en Perú, o Juan Valiente y Juan Beltrán en Chile.
Con el tiempo, la Florida española llegó a ser la esperanza de libertad para los
esclavos de las colonias británicas del sur. En 1693, Carlos II garantizó a todos los
esclavos que serían hombres libres si se convertían al catolicismo. A cambio, los
liberados prometían derramar hasta la última gota de sangre en defensa de la
Corona y de la Fe.58
A partir de entonces empezó a aumentar el número de negros que escapaban de
la esclavitud en las plantaciones británicas hacia Florida. El creciente flujo de
evadidos llevó en 1738 a la creación por parte del gobernador, Manuel de
Montiano, del poblado de Gracia Real de Santa Teresa de Mose, la primera
comunidad autogestionada por negros libres y nativos americanos con respaldo de
las autoridades en el territorio de lo que ahora son los Estados Unidos. En esta
comunidad, situada a tres kilómetros de San Agustín y más conocida como fuerte
Mose, vivían hombres, mujeres y niños de diversas etnias y todos los varones
participan en la milicia, que capitaneaba un africano mandinga llamado Francisco
Menéndez.59
La institución socio-económica de la encomienda, que suponía el deber del
encomendero de proteger y evangelizar a los indígenas a cambio de percibir los
tributos exigidos a estos, derivó en explotación y trabajos forzados (por ejemplo, a
través del sistema de mita).60
En el siglo XVII d. C., los jesuitas establecieron misiones o «reducciones» en la
zona fronteriza entre el Brasil portugués y la América española con el propósito de
evangelizar la región. Dichas reducciones gozaron de una gran autonomía,
inspiradas en las libertades y fueros de las ciudades, aunque adaptadas al modo
de vida indígena. Su existencia no fue muy bien vista por los colonos,
especialmente los portugueses de Brasil, siendo motivo de tensión en la región.
Tras la expulsión de los jesuitas con Carlos III, fueron desmanteladas.
Mestizos[editar]
Artículo principal: Mestizaje en América
La sociedad hispanoamericana tenía un fuerte componente mestizo que no se
hallaba en las colonias francesas o británicas. El mestizaje fue realizado casi en
su mayoría por los varones españoles. Desde los primeros años de la conquista,
el matrimonio con indígenas bautizadas estuvo autorizado por las leyes
españolas. [cita requerida] Así, por Real Cédula de Fernando el Católico, de 14 de enero
de 1.514, se autorizaron los matrimonios entre españoles e indígenas americanos.
Uno de esos matrimonios resultó emblemático: el de Isabel
Moctezuma (Tecuichpo Ixcazochtzin, antes de bautizarse, hija de Moctezuma II y
última emperatriz de los aztecas) con el extremeño Juan Cano, del que nacerían 5
hijos que iniciarían la genealogía de los duques de Miravalle, título aún existente
hoy en día.
El historiador alemán Enrique Otte recoge en la página 61 de su libro Cartas
Privadas de emigrantes a Indias: 1540-1616 (FCE 1993) una carta de un
colonizador llamado Andrés García, fechada el 10 de febrero de 1571, dirigida a
su sobrino Pedro Guiñón, en Colmenar Viejo, en la que le comunica su matrimonio
con una indígena americana:
Caséme en esta tierra con una mujer muy a mi voluntad. Y aunque allá os parezerá cosa reçia en
aberme casado con hindia, acá no se pierde honrra ninguna, porque es una nación la de los hindios
tenida en mucho.

Desde el comienzo de la conquista, la Corona restringió los permisos de


matrimonio para que sus súbditos no se casaran con las indias ni con ningún
grupo étnico diferente a los europeos, pero con el tiempo no tuvo más remedio
que tolerar, a su pesar, las uniones mixtas interraciales libres. 61 Las uniones
matrimoniales legítimas sancionadas por el credo católico se realizaban
preferentemente entre personas del mismo grupo étnico por lo que el sustrato de
la ilegitimidad marcará definitivamente a los hijos nacidos de las uniones
extramatrimoniales interraciales. En Lima, por ejemplo, durante los siglos XVII y
XVIII, el 91,2 % de los matrimonios legítimos fueron entre personas del mismo
grupo étnico.61En 1778 se prohibieron las uniones entre miembros de distintos
grupos étnicos a no ser que contaran con el consentimiento paterno.61De hecho, la
ley española prohibía, incluso, el matrimonio entre un funcionario español
peninsular en ejercicio y una criolla; es decir, mujer nacida en América aunque
fuera blanca descendiente de españoles. Esto no impedía que se efectuaran
uniones de hecho entre mujeres criollas y funcionarios españoles. 62
Martín García de Loyola y Beatriz Clara Coya

Resulta interesante comprobar cómo este proceso de mestizaje no se limitó a los


matrimonios entre españoles e indígenas, sino que se extendió y aprobó para que
las mujeres españolas también pudiesen casarse con indios. [cita requerida] Aunque no
son muchos los casos documentados de mujeres cristianas casadas con indios,
estas uniones existieron[cita requerida], incluso entre mujeres de familias «conocidas»
como es el caso de María Amarilla de Esquivel, de distinguida familia extremeña
que se casó con Carlos Inca Yupanqui[cita requerida], nieto de Huayna Cápac.[cita requerida].
Los hijos entre españoles e indias,generalmente eran llamados mancebos de la
tierra, por no tener padre reconocido, como ocurrió en la Provincia del
Paraguay en el siglo XVI d. C. en donde un español, o cualquier europeo admitido
en el Imperio español, podía tener varias concubinas indígenas.63
La escasez de mujeres europeas durante los primeros años de la conquista, hizo
que los conquistadores españoles generaran, con las mujeres indias nativas de
cada zona, a través del rapto, la violación o el amancebamiento, una nueva
población mestiza.6465 Aunque hubo casos en los que los españoles se casaban
con indias, en la mayoría de las ocasiones se ponía en práctica una costumbre
presente desde la Edad Media en España: la barraganía. El hombre se hacía
responsable de la barragana y de los hijos habidos con ella, pero la mujer no
podría gozar de los derechos propios de una esposa (como el de la herencia). 6667
Las costumbres eran más relajadas que en Europa, la poligamia era tolerada y
cada español podía tener varias concubinas (barraganas). El escritor y cronista de
Indias Bernal Díaz del Castillo cuenta sobre un tal Álvarez que había tenido treinta
hijos en solo tres años.68
Los mestizos, minoritarios en la primera época del imperio, estaban llamados a
formar la mayoría de la población en casi todos los territorios del mismo. La
variedad de mestizajes desarrolló una nueva sociedad de castas jerárquicas en las
que había blancos, negros, mulatos, mestizos, y otras mezclas.
En lo más alto de la jerarquía social estaba el europeo y solamente si se sometía a
él la mujer india podía escapar de las minas de oro o de las otras formas de
trabajos forzosos.68
Africanos y otros[editar]
Véanse también: Comercio atlántico de esclavos y Dum Diversas.
A partir de 1495, durante los primeros años de la conquista se capturaron indios
en las islas del Caribe y se los envió como esclavos para ser vendidos en
España.51525354Hasta que la reina Isabel lo prohibió.5251La protección legal a
los amerindios (patrocinada por fray Bartolomé de las Casas) y las Leyes de
Indias, favoreció la importación de esclavos africanos, que llegaron a ser la
mayoría de la población en algunos territorios de la cuenca del mar Caribe y
en Brasil.

Legado cultural del Imperio[editar]


Por la gran extensión del Imperio español por todo el mundo, su legado cultural es
grande y fuerte (esto sin contar los actuales flujos migratorios). Desde los actuales
oeste y sur de Estados Unidos hasta inclusive Argentina y Chile en América,
las Filipinas en Asia o Guinea Ecuatorial en África, puede encontrarse tal legado
de dicho Imperio virreinal y posteriormente colonial.
La lengua española, tras el chino mandarín, es la lengua más hablada del mundo
por el número de hablantes que la tienen como lengua materna. Es también
idioma oficial en varias de las principales organizaciones político-económicas
internacionales
(ONU, UE, UA, OEA, TLCAN, MERCOSUR, ALCA, UNASUR, CAN y de la
Secretaría General Iberoamericana entre otras). Lo hablan como primera y
segunda lengua entre 450 y 500 millones de personas, pudiendo ser la tercera
lengua más hablada considerando los que lo hablan como primera y segunda
lengua. Por otro lado, el español es el segundo idioma más estudiado en el mundo
tras el inglés, con al menos 17,8 millones de estudiantes, si bien otras fuentes
indican que se superan los 46 millones de estudiantes distribuidos en 90 países,
en su regulación contribuye como entidad supranacional, la Asociación de
Academias de la Lengua Española.

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