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ANALISIS EL SUEÑO DEL PONGO.

AUTOR: El Sueño del Pongo no es una obra original, sino un cuento tradicional que José María Arguedas escuchó a un indio
cusqueño y que luego escribió en quechua y tradujo al castellano, poniendo, sin duda, como confiesa el mismo novelista, "mucho
de su cosecha".

LOCALIZACIÓN: El relato es parte de poesía y prosa quechua, antología seleccionada por el doctor Francisco Carrillo (Ediciones
Biblioteca Universitaria, 1968).

GÉNERO LITERARIO: Narrativo.

ESPECIE LITERARIA: Cuento.

PERSONAJES DE LA OBRA: El Sueño del Pongo tiene solamente dos personajes o protagonistas: el pongo y el hacendado abusivo.

ESTRUCTURA DE LA OBRA: El sueño del Pongo no tiene capítulos porque es un relato muy corto.

TEMA: El tema principal es el restablecimiento de la justicia, la reparación de un daño que cometió el hacendado abusivo y cruel
contra el Pongo.

El tema lo podemos sintetizar en tres partes:

-Motivación previa

-Juicio.

-Premio y castigo

TIEMPO: El cuento El Sueño del Pongo está escrito en tiempo pasado.

POSESIÓN DEL NARRADOR: El cuento magistral está narrado en tercera persona.

COMENTARIOS

El sueño del pongo presenta un contraste característico de la obra de José María Arguedas: la oposición entre un gran señor,
patrón de hacienda y un sirviente que aparece en la condición más humillada: Era pequeño, de cuerpo miserable, de ánimo débil,
todo lamentable; sus ropas viejas.

Entre los siervos de la hacienda es el de apariencia más humilde. Pese a su aparente debilidad resulta que es tan eficaz como
cualquier trabajador, hecho enigmático que lo coloca en una posición peculiar. Es a la vez familiar y extraño.

¿Eres gente u otra cosa?, le pregunta el patrón cuando se presenta ante él. Asimismo para el narrador no estaba en el lugar que le
correspondía ni ese lugar correspondía a nadie. Por eso, no ubicado, ni reconocido, el patrón lo trata de inmundicia y hace escarnio
de él. Lo obliga a presentarse como el más siervo entre los siervos. Y hace de su humillación un espectáculo del que deriva un
obsceno sentimiento de poder que el pongo corrobora a través de su mansedumbre.

Por su parte, los colonos se dividen ante los rituales de las humillaciones. Algunos se identifican con el patrón y se mofan del
pongo. Otros, sus semejantes siervos, rezaban mientras tanto el Ave María, despacio rezaban, como viento interior en el corazón.

La relación entre el patrón y el miserable pongo reúne, entonces, dos personajes situados en posiciones extremas. No obstante se
trata de una relación de reconocimiento. El patrón coloca al pongo en el centro de su mira. Su presencia le resulta gratificante pues
lo confirma en una grandiosidad que los demás siervos no alcanzan a proporcionarle. El obediente comportamiento del pongo,
dispuesto a cumplir las más humillantes órdenes del patrón, consigue divertirlo y ensalzarlo.

Tal relación se invierte mediante el relato de un sueño. En la primera parte de este relato, el patrón y el pongo parecen
confirmados en su posición. Es más: el primero es premiado y glorificado, en tanto que el pongo es castigado y humillado.

En efecto, compareciendo ante el padre San Francisco después de muertos, el santo ordena que el ángel más hermoso cubra con
miel el cuerpo del patrón y que, mientras tanto, el ángel más feo y más viejo cubra con excremento humano el cuerpo del
sirviente. La miel acentúa el brillo y la luminosidad del amo, mientras que la mierda subraya la opacidad y oscuridad del siervo. San
Francisco parece validar el orden existente.

En la segunda parte del sueño, sin embargo, se produce una inversión. Una vez cubiertos se les ordena lamerse mutuamente. Con
esa inversión se premia al pongo y se castiga al patrón. La justicia divina invierte en el más allá la realidad terrena. El pongo, en tal
medida, es premiado con la asimilación de lo puro y atractivo, en tanto que el patrón es castigado con la asimilación de lo impuro y
repulsivo..
A pesar de su aparente sencillez, «El sueño del pongo» es una narración muy compleja. Ofrece varias posibilidades de
interpretación que, como veremos, no resultan excluyentes sino que pueden complementarse. Para comprender el sentido del
cuento es necesario partir del final. En concreto, hay que preguntarse qué puede haber pasado después de que el pongo le cuenta
su sueño al patrón.

SITUACIONES PRESENTADAS

En la primera el patrón le cree al pongo y queda conmovido, asustado. Adquiere conciencia de lo precario de su grandeza. La
revelación del pongo lo hace caer en cuenta de que su posición es fugaz. Le resulta claro que disfrutar de la humillación del pongo
le significará un castigo atroz. Así ante la inminencia del futuro, el patrón se arrepiente y cambia su comportamiento. Como el mal
se paga, no queda impune, el patrón se convierte. De ahora en adelante reconocerá la humanidad de sus colonos que ya no serán
siervos sino trabajadores a los que se debe tratar con justicia. Desde esta perspectiva el relatar el sueño se convierte en una
admonición, en una suerte de última advertencia, en la oportunidad de un cambio redentor para el patrón. Entonces el pongo es
una suerte de emisario del más allá, del mundo de la justicia

En este sentido puede comprenderse lo excéntrico de la posición del pongo que no estaba en el lugar que le correspondía ni ese
lugar correspondía a nadie. También se hace comprensible que, a través de su extraordinaria mansedumbre, el pongo esté
tentando al patrón a sentirse Dios. El patrón es seducido pero la admonición le abre las puertas del arrepentimiento y el perdón.

En la segunda situación imaginable, el patrón se ríe del pongo. Haber relatado el sueño le parece una insolencia. Lo castiga. Lo
maltrata y lo humilla aún más. Entonces la realidad no cambia. En la próxima vida el patrón será el pongo y el pongo el patrón. Es
decir, se cambian los lugares pero la relación de abuso y maltrato se mantiene. El deseo del pongo es ser humillado pues su
sufrimiento es garantía de una justa venganza. A más abusos padecidos mayores serán las compensaciones. El pongo es una
víctima que anticipa la miel de la venganza. En esta lectura el patrón aparece como un cínico descreído. Atrapado por el goce del
presente, incapaz de proyectarse hacia el futuro.

El final es abierto. No sabemos qué pasará. El pongo ha tenido la iniciativa; al contar su sueño ha colocado al patrón en un dilema:
el arrepentimiento, el perdón y la justicia serían el sendero de la reconciliación y la paz. Se quiebra entonces el círculo del abuso y
la venganza. El otro sendero es la indiferencia y el cinismo que abren las puertas a la guerra permanente. El infierno del pongo es el
cielo del patrón y viceversa.

Es claro que todos los seres humanos tenemos dentro de nosotros mismos un poco de patrón y otro tanto de pongo. La figura del
patrón corresponde a nuestros deseos de omnipotencia, al anhelo de ser Dios. Rechazar las limitaciones de la condición humana.
Pretender ser los únicos.

Ahora bien, abandonarse a ese deseo, buscar activamente realizar esa fantasía, equivale a caer en el mal. En realidad, la
omnipotencia nos aísla y nos corrompe pues desde ese pedestal imaginario los otros seres humanos se convierten en cosas que
podemos usar en función de goces ilícitos y destructivos

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