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INSTITUTO BÍBLICO ASAMBLEAS DE DIOS

LA CUESTA

TEMA

La Cristología 1 de Juan

Epístolas Generales

FACILITADOR

Carlos Pérez Ramírez

FECHA DE ENTREGA

Miércoles 19 de Abril 2023

ESTUDIANTE

Eunice Sánchez Alfaro


La Cristología de 1 Juan

En la primera epístola de Juan se presenta un desarrollo cristológico integro. En él se resalta


que es lo que el apóstol dice acerca de la persona de Cristo y su obra, algunos puntos que se
resaltan son: La salvación, el nombre Jesucristo, El perdón de los pecados, la comunión con
Cristo y El Padre.

Un acercamiento a su Teología.

A. El propósito de la carta: llevarte a tener una comunión con Dios.

1- (1 Juan 1:1-2) Juan inicia con el centro de la comunión: Jesucristo.

Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo
que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocantes al Verbo de vida (porque la
vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la
cual estaba con el Padre, y se nos manifestó).

Lo que era desde el principio: El principio al que se refiere Juan no es el principio de este
mundo, tampoco es el principio de la creación. Es el principio de Génesis 1:1 y Juan 1:1, el
principio que había antes de que existiera nada, cuando lo único que existía era Dios.

El principio de Génesis 1:1 es sencillo: En el principio creó Dios los cielos y la tierra. El
principio de Juan 1:1 es profundo: En el principio era la palabra y la palabra estaba con
Dios y la palabra era Dios. Juan nos lleva a este tiempo en la eternidad del pasado para
encontrarnos con Aquel quien era desde el principio.

De quien quiera o lo que fuera que haya escrito Juan, se refiere a que es eterno – por lo
tanto, se refiere a Dios, ya que existe desde antes que nada existiera y es la fuente y la base
de la existencia de todas las cosas.

Lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y
palparon nuestras manos: Esto indica que este ser eterno – quien era desde el principio –
vino a la tierra, y Juan (entre otros) había personalmente experimentado a Aquel que era
eterno.
No pronunciamos nada por rumores, nada por tradición, nada por conjeturas, hemos tenido
completa certidumbre de todo lo que escribimos y predicamos.” (Clarke) La idea de que
este sujeto de quien Juan habla haya sido escuchado audiblemente, visto físicamente,
estudiado con intención (lo hemos contemplado,) y tangiblemente tocado (palparon
nuestras manos) tendría enormes implicaciones para sus lectores.

Se dice que este Dios eterno se hizo accesible al hombre de la manera más elemental, una
manera con la que todos se pudieran relacionar. Aquel eterno que puede ser conocido y se
ha revelado a sí mismo a nosotros.

Sin embargo, prueban que las palabras de Juan tienen el peso de evidencia testimonial. Él
no habló de un mito ni contó un ingenioso cuento. Él cuidadosamente estudió a Aquel que
es eterno, y sabía de quién estaba hablando.

No obstante, desenmascara engañosas enseñanzas que se estaban infiltrando en las iglesias


conocidas como Gnosticismo. Parte de la enseñanza del Gnosticismo era que, aunque Jesús
era Dios, no era realmente un hombre físico, sino algo así como un pseudo fantasma físico,
pero Juan dice, “¡Yo lo escuché! ¡Yo lo vi! ¡Yo lo estudié! ¡Yo lo toqué!”

c- El Verbo de vida: Juan identificó a este Ser que existía eternamente. Quien estaba
físicamente presente con Juan y con otros (nótese como habla en plural, no en singular)
como el Verbo de vida – el mismo Logos al que se refirió en Juan 1:1.

La idea de Logos – del Verbo – era enorme para Juan, para el mundo griego de su tiempo y
para el mundo judío de su tiempo. Para el judío, se usaba la expresión Palabra para referirse
a Dios, porque sabían que Dios perfectamente se revelaba a Sí mismo en Su palabra. Para el
griego, por siglos sus filósofos habían hablado del Logos – la base para la inteligencia y
organización en el universo, la Razón Esencial que controla todas las cosas.

¡Es como si Juan dijera a todo el mundo, “¡Este Logos del que han estado hablando y
escribiendo por siglos – bueno, le hemos escuchado, visto, estudiado y tocado! Permítanos
platicarles de Él.”
La vida fue manifestada: Esta vida fue manifestada, o sea fue realmente física. Juan
solemnemente testificó como testigo (la hemos visto y testificamos) que este era el caso.
Este no era un cuento, un “había una vez.” Esto era real y Juan nos lo platica como un
testigo.

e. La vida eterna, la cual estaba con el Padre: Al llamar a Jesús la vida eterna, no sólo
estaba Juan recordando las palabras de Jesús en Juan 5:26, 6:48, 11:25, 14:6, sino que
también repitió la idea expresada en sus primeras palabras: Que Jesús es eterno, y por lo
tanto es Dios.

f. La cual estaba con el Padre: Esto se refiere a la relación eterna entre el Padre y el Hijo.
Existía una eterna relación de amor y compañerismo entre el Padre y el Hijo. Jesús se
refirió a esto en Juan 17:24: “porque me has amado desde antes de la fundación del
mundo.”

Esta relación eterna está claramente descrita en las Escrituras, pero también podríamos
entenderla con simple lógica. Si Dios es amor (1 Juan 4:8) y Dios es eterno (Miqueas 5:2,)
entendemos que un amor en aislamiento no tiene sentido. El amor necesita un objeto, y
como hubo un tiempo en que nada había sido creado, hubo un tiempo en el que el único
amor en el universo era entre los miembros de la Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu
Santo.

g. Estaba con el Padre: La palabra con indica que este ser, que es eterno, y es la vida eterna
misma, es distinto al Padre. Juan edifica el entendimiento de la Trinidad en el Nuevo
Testamento – que existe un Dios en tres Personas, iguales en una, sin embargo, distintas en
su persona.

La Biblia une los nombres del Padre, Hijo y Espíritu Santo de una manera que es
inimaginable para otras personas. Leemos, Id y haced discípulos a todas las naciones,
bautizándolas en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

2. (1 Juan 1:3) Una invitación a una relación.


Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis
comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo
Jesucristo.

Para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión
verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo: El propósito de esta declaración
de Juan con relación a quien es eternamente existente, físicamente presente, palabra de
Vida quien es Dios, y sin embargo distinto al Padre, es atraer a sus lectores a una relación
tanto con el pueblo de Dios como con Dios mismo.

. Puedes disfrutar de esta relación aun cuando no entiendas todas las complejidades de la
Trinidad. Tu puedes usar tus ojos, aunque no conozcas cada detalle de cómo funcionan. Tú
puedes conocer a Dios y creer en Él como se ha revelado, aunque no puedas entender todo
sobre su persona o naturaleza.

Comunión: La idea de la comunión es una de las ideas más importantes en esta carta de
Juan. Es la antigua palabra griega koinonia  que habla de compartir, de una comunión, de
una conexión común y de vida. Habla de una relación con otra persona que está viva, que
respira, que comparte, que es gentil.

“Esta es una de las grandes declaraciones del Nuevo Testamento, y se puede decir sin
peligro, que su grandeza es creada por la riqueza de la comunión.” (Morgan)

“La palabra griega koinonia  se deriva de la palabra koinos, que muy literalmente significa


común, en el sentido de ser compartido por todos.” (Morgan) El uso de la palabra
en Hechos 2:44, es muy útil: Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común
todas las cosas. La palabra común es la antigua palabra griega koinonia.

. Aquellos que tienen comunión unos con otros, son aquellos que comparten los mismos
recursos, y están unidos por las mismas responsabilidades. La idea es casi abrumadora
cuando se aplica a la relación que los creyentes tienen con el Padre y con Su Hijo Jesucristo
…. El Padre, Su Hijo Jesucristo y todos los creyentes tienen todas las cosas en común.
Todos los recursos de cada uno en esta maravillosa relación están a la disposición de los
otros. Tal es la gracia de nuestro Dios y de Su Hijo.
Comunión… con el Padre y con Su Hijo Jesucristo: Esta sencilla declaración significa que
uno puede tener una relación con Dios. Esta idea sorprendería a muchos de los lectores de
Juan, y debería sorprendernos a nosotros también. La mentalidad griega reconocía
altamente la idea de la comunión, pero era restringida a los hombres. – la idea de una
relación íntima con Dios.

Jesús inició ese tipo de revolución entre los judíos cuando invitó a los hombres a dirigirse a
Dios como Padre (Mateo 6:9) Realmente podemos tener una relación viva con Dios el
Padre y con Jesucristo. Él puede ser no sólo nuestro Salvador sino también nuestro más
cercano amigo.

. Siendo honestos, para mucha gente esto no es nada atractivo. A veces es porque ellos no
saben quién es Dios y una invitación “a tener una relación personal con Dios” es tan
atractivo como decirle a un adolescente de 2º se secundaria que “puede tener una relación
personal con el director.” Pero cuando conocemos la grandeza, la bondad y la gloria de
Dios, queremos tener una relación con Él.

. Otras personas se alejan de una relación con Dios porque se sienten distantes de Él.
Quieren una relación, pero se sienten tan descalificados, tan distantes. Necesitan saber lo
que Dios ha hecho para que este tipo de relación sea posible.

Comunión… con el Padre y con Su Hijo Jesucristo: El tipo de relación que Juan describió
solo es posible porque Jesús es quien Juan dice que es en 1 Juan 1:1-2. Si alguien te invitara
a tener “una relación personal” con Napoleón o con Alejandro el Grande o Abraham
Lincoln – o aun Moisés o el Apóstol Pablo – pensaríamos que es una tontería. Nadie puede
tener una genuina relación “espiritual” con alguien que está muerto, pero con el Dios eterno
que se hizo hombre, podemos tenerla.

. La palabra comunión tiene no solo la idea de una relación, sino de compartir una vida


común. Cuando tenemos comunión con Jesús, llegamos a ser más como Él.

. Los discípulos no tuvieron una cercana comunión con Jesús cuando Él caminó sobre la
tierra con ellos. Como Jesús dijo a Felipe durante sus últimos días de Su ministerio ¿Tanto
tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? (Juan 14:9) Su
comunión verdadera no era creada por una cercanía material con el Jesús material, sino
por la obra del Espíritu Santo después de la obra consumada por Jesús en la cruz. Por lo
tanto, nosotros podemos venir venir a tener la misma relación con Dios que los apóstoles
tuvieron.

Nuestra comunión es con el Padre, y con Su Hijo Jesucristo: Tenemos el potencial de una
relación de vida compartida con el Padre y con Su Hijo Jesucristo. Es como si el Padre y el
Hijo están de acuerdo en admitirnos en su relación de amor y comunión.

Esta idea de una vida compartida es esencial. Esto no significa que cuando Jesús viene a
nuestra vida nos ayuda a hacer mejor lo que hacíamos antes. No añadimos a Jesús a nuestra
vida. Entramos a una relación de vida compartida con Jesús. Compartimos nuestra vida con
Él, y Él comparte la suya con nosotros.

f. Para que también vosotros tengáis comunión con nosotros: Pudiéramos pensar que es
curioso que Juan primero considera la relación con el pueblo de Dios; pero generalmente
así es como la gente llega a experimentar una relación con Dios; encuentran a Dios por
primera vez a través de la relación que tienen con el pueblo de Dios.

Cuando realmente nuestra relación es con el Padre y con su Hijo Jesucristo, seriamente
deseamos que toda la hermandad cristiana comparta esta bendición con nosotros.

g. Con el Padre y con Su Hijo Jesucristo: Aquí Juan finalmente nombra a este ser eterno,
presente físicamente, Palabra de Vida, Dios, pero distinto del Padre – Dios el Hijo, que se
llama Jesús, y es el Cristo (Mesías.)

3. (1 Juan 1:4) El resultado de la comunión.

Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido.

Que vuestro gozo sea cumplido: El resultado de la comunión es llenura de gozo.


Este gozo es un sentir permanente de optimismo y felicidad basados en Dios, contrario
a alegría, que es un sentir de optimismo y felicidad basados en las circunstancias.

Juan repitió una idea que Jesús presentó a Sus discípulos la noche antes de Su crucifixión.
Él quería llenura de gozo para ellos – aun sabiendo que la cruz estaba directamente frente a
ellos.
Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.
Juan 15:11

· Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid y recibiréis, para que vuestro gozo
sea cumplido. Juan 16:24

· Pero ahora voy a ti, y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí
mismos. Juan 17:13.

Para que vuestro gozo sea cumplido: La llenura de gozo es absolutamente posible para el
cristiano, pero de ninguna manera es certero. Juan escribió con el deseo de que los
creyentes tuvieran llenura de gozo – pero si fuera inevitable o muy fácil de obtener, no
habría escrito esto.

El gozo del cristiano es importante, y atacado por muchos frentes. Circunstancias externas,
humor, emociones, o pecado puede todo llevarse nuestro gozo. Sin embargo, el gozo del
cristiano no se encuentra en las cosas de este mundo, tan buenas que parezcan. Cuando
Juan hablo de estas cosas, se refirió a esta relación y comunión y amor que podemos
compartir con Dios el Padre y con Su Hijo Jesucristo.

Demasiados cristianos están pasivos en cuanto a la pérdida de su gozo. Deben darse cuenta
que es una gran pérdida y hacer lo necesario para acercarse a Dios y reclamar esa llenura de
gozo. “El gozo del cristiano debe ser buscado, si alguno de ustedes ha perdido el gozo del
Señor, yo oro para que no crean que es una pérdida pequeña.

B. El mensaje de Dios por medio de Juan: lidiar con el pecado y mantener la comunión.

4. (1 Juan 1:5) El pecado y la naturaleza de Dios.

Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas
tinieblas en él.

Este es el mensaje: Esta es una palabra de autoridad. Juan no está inventando esto; estas no
son sus opiniones o ideas personales en cuanto a Dios. Este es un mensaje de Dios sobre Sí
mismo, (que hemos oído de él), que ahora Juan lo declara (y lo anunciamos.)
Lo que Juan nos dirá sobre Dios es lo que Dios nos ha dicho sobre sí mismo. No podemos
confiar en nuestras propias ideas y opiniones acerca de Dios a menos que estén
genuinamente fundamentadas en lo que Dios ha dicho de sí mismo.

Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él: Debemos comenzar a entender a Dios aquí.
Juan declara esto en el sencillo entendimiento de que Dios es luz, y en la luz, por
definición, no hay tinieblas; porque para que haya tinieblas debe haber una ausencia de luz.

Una buena definición de Dios es: “Dios es el único espíritu eterno, infinito, que no cambia;
el ser perfecto en quién comienzan y continúan y terminan todas las cosas.” Otra manera de
decir que Dios es perfecto, es decir que Dios es luz.

5. (1 Juan 1:6) La impecabilidad de Dios y nuestra relación con Él.

Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no


practicamos la verdad.

Si decimos que tenemos comunión con él: Juan primero trata con una demanda falsa a la
comunión. Basado en esto, podemos entender que es posible que algunos pretenden tener
una relación con Dios que no tienen. Podemos, también, decir que algunos piensan que
tienen una relación con Dios que no tienen.

Muchos cristianos no están conscientes de su condición. Ellos saben que son salvos, y han
experimentado una conversión y se han arrepentido en algún momento de sus vidas, sin
embargo, no viven una verdadera comunión con Dios.

Y andamos en tinieblas: Juan habla de andar en tinieblas, indicando una forma de vida.
Esto no habla de un desliz ocasional, sino de un estilo de vida en la oscuridad.

Mentimos y no practicamos la verdad: No hay ningunas tinieblas en Dios (1 Juan 1:5) Por
lo tanto si alguno profesa tener comunión con Dios, (una comunión de relación común, de
interés y de compartir) y camina en tinieblas, no es verdad lo que profesa.

El tema aquí es comunión, no salvación. El cristiano que temporalmente anda en tinieblas


sigue siendo salvo, pero no tiene comunión con Dios.

6. (1 Juan 1:7) La bendición de caminar en la luz.


Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre
de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.

Pero si andamos en la luz: Esto significa caminar una vida de obediencia sin albergar
conscientemente algún pecado ni resistir la convicción del Espíritu Santo en algún punto en
particular.

El mensaje de Juan aquí significa que es posible andar en la luz. Sabemos que en este lado
de la eternidad la perfección no es posible. Sin embargo, podemos andar en la luz.

La vida cristiana se describe como caminar, lo cual implica actividad. La vida –cristiana se


alimenta de contemplación, pero se manifiesta en acción. “Caminar” implica acción,
continuidad y progreso. Como Dios está activo y caminando, si tienes comunión con Él,
estarás, también, activo y caminando.

Como él está en luz: Ya que Dios es luz (1 Juan 1:5), cuando caminamos en la luz,
caminamos dónde Él está. Estamos naturalmente con Él en comunión.

Tenemos comunión unos con otros: Hubiéramos esperado que Juan dijera, “Tenemos
comunión con Dios.” Es cierto, pero ya sabiendo que caminando con Dios estamos en la
luz, Juan quiere dejar claro que compañeros cristianos que caminan en la luz disfrutan
comunión unos con otros.

Esto nos lleva a una idea importante: si no tenemos comunión unos con otros, entonces o
uno o ninguno están andando en la luz. Dos cristianos que están en una real comunión con
Dios, naturalmente tendrán, también una real comunión el uno con el otro.

La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado: Conforme andamos en la luz,


también disfrutamos la constante limpieza de Jesús. Este es otro ejemplo de que Juan no se
refiere a la perfección al decir andar en la luz, de otra manera no habría pecado que limpiar
en este sentido de continuidad.

La sangre de Jesucristo: Esta limpieza continua es nuestra por la sangre de Jesucristo. No se


refiere a las gotas de sangre real, las moléculas o Su sangre literalmente, pero literalmente a
su muerte en nuestro lugar, literalmente a la ira de Dios que soportó por nosotros – la
sangre de Jesucristo pagó por el castigo de todos nuestros pecados –presentes, pasados y
futuros.

La obra de Jesús en la cruz no solamente trata con la culpa del pecado que puede llevarnos
al infierno. También trata con la mancha del pecado que estorba nuestra continua relación
con Dios. Necesitamos venir a Dios con frecuencia con una sencilla petición, “límpiame
con la sangre de Jesús.” No porque no hayamos sido limpios antes, sino porque
necesitamos ser limpiados continuamente para disfrutar continuamente de comunión.

“´La sangre´ es más específica de lo que sería ´la muerte´ porque ´la sangre´ denota
sacrificio, siempre es ´la sangre´ la que es derramada.”

“Observemos, no hay nada aquí que mencione ritos o ceremonias. No empieza diciendo ´y
las aguas del bautismo, junto con la sangre de Jesucristo Su Hijo, nos limpian, ´ ni una
palabra de que tengan que ser rociados en la infancia o los creyentes sumergidos – no se
menciona nada, es la sangre, solamente la sangre, ni siquiera una gota de agua bautismal.
Nada se menciona aquí de sacramentos, lo que algunos llaman ´la santa Eucaristía´ – no se
menciona nada de comer el pan ni beber el vino – es la sangre, solamente la sangre.

De todo pecado: Podemos ser limpios por la sangre de Jesús de todo pecado. El pecado que
heredamos de Adán, el pecado que cometimos de niños, los pecados mientras crecíamos.
Pecados contra nuestro padre, contra nuestra madre, contra nuestra hermana y hermano.
Pecados contra nuestras esposas o esposos, contra nuestros hijos. Pecados contra nuestros
jefes o empleados, pecados contra nuestros amigos o enemigos. Mentir, robar, engañar,
adulterio, profanar, drogas, alcohol, promiscuidad, asesinato. Pecados que me persiguen
cada día y pecados que ni siquiera me enteré que cometí – todo pecado puede ser limpiado
por la sangre de Jesucristo.

El pecado estorba nuestra comunión con Dios, y la sangre de Jesús, recibida por fe como
pago por nuestro pecado, soluciona el problema del pecado y abre el camino a la comunión
con Dios.

No puedes llegar a una comunión con Dios a través de una especulación filosófica.

· No puedes llegar a una comunión con Dios a través de una educación intelectual.
· No puedes llegar a una comunión con Dios a través de drogas o entretenimiento.

· No puedes llegar a una comunión con Dios a través de una investigación científica.

· Tu puedes únicamente llegar a una comunión con Dios lidiando con tu problema del


pecado a través de la sangre de Jesús.

7. (1 Juan 1:8-10) La presencia del pecado, la confesión del pecado, la limpieza del
pecado.

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está
en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros
pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él
mentiroso, y su palabra no está en nosotros.

Si decimos que no tenemos pecado: Juan ha introducido las ideas de caminar en la luz y de
ser limpiado del pecado, pero ni por un momento pensó que un creyente puede llegar a ser
perfecto y sin pecado.

. Si pensamos esto de nosotros, nos engañamos a nosotros mismos, y si decimos esto de


nosotros, mentimos – la verdad no está en nosotros.

. “Nuestro corazón engañoso revela una sagacidad casi satánica en auto-engaño… si tú


dices que no tienes pecado, has alcanzado un horrendo éxito, has extinguido tus propios
ojos y has pervertido tu propia razón.”

Existen muy pocas personas hoy en día que piensan que son sin pecado y perfectas, sin
embargo, no muchos realmente piensan en sí mismos como pecadores. Muchos dirán,
“cometo equivocaciones” o “no soy perfecto” o “soy humano” pero generalmente hablan
así para excusarse o defenderse. Esto es diferente a reconocer y admitir “soy pecador.”

Decir que no tenemos pecado nos pone en un lugar peligroso, porque la gracia y la
misericordia de Dios se ofrece a los pecadores. No a aquellos que “cometen
equivocaciones” o que “son humanos” o que dicen, “nadie es perfecto,” sino
a pecadores. Tenemos que reconocer la victoria y el perdón que viene cuando decimos “soy
un pecador – muy pecador – pero tengo un Salvador que me limpia de todo pecado.”
Si confesamos nuestros pecados: Aunque el pecado está presente, no necesita permanecer
como un obstáculo para nuestra relación con Dios – podemos encontrar una total limpieza
(de toda maldad) conforme confesamos nuestros pecados.

Confesar significa “decir lo mismo que.” Cuando confesamos nuestro pecado, estamos
dispuestos a decir (y creer) lo mismo que Dios dice sobre nuestro pecado. La historia de
Jesús acerca del hombre religioso y el pecador quienes oraban delante de Dios lo ilustra; El
fariseo presumía de lo justo que era mientras que el pecador sólo decía Dios sé propicio a
mí, pecador. (Lucas 28.10-14) Aquel que confesó su pecado era el que estaba de acuerdo
con Dios de lo malo que era.

Él es fiel y justo para perdonarnos: Por la obra de Jesús, la justicia de Dios es nuestra amiga
– asegurándonos de que seremos perdonados porque Jesús pagó la culpa de nuestro pecado.
Dios está siendo fiel y justo para perdonarnos a la luz de Jesús.

El texto simplemente significa esto: Trata a Dios con sinceridad y Él te tratará con
sinceridad. No tengas pretensiones delante de Dios, pero desnuda tu alma, déjale verla tal
cual es, y entonces él será fiel y justo para perdonar tus pecados y limpiarte de toda maldad.

La promesa de 1 Juan 1:9 no debe dirigirnos hacia el pecado diciendo, Hey, voy a pecar
porque Dios me perdonará.” Debe guiarnos lejos del pecado, sabiendo que Dios sólo podría
ser fiel y justo para perdonar nuestros pecados porque la ira que merecíamos fue derramada
sobre el pecado. Cada pecado lleva su propia medida de ira, entonces hay un sentido en el
que cada pecado que cometemos aumenta la agonía de Jesús en la cruz.

No hay mejor evidencia de que una persona no tiene comunión con Dios que cuando
comete o piensa cometer pecado pensando, “Después pido perdón.” Como Dios es luz y en
Él no hay ninguna oscuridad, podemos estar seguros que la persona que comete pecado
pensando de esta manera no tiene comunión con Dios.

Si decimos que no tenemos pecado: Si negamos la presencia de pecado, nos estamos


engañando a nosotros mismos y estamos negando la palabra de Dios. Sin embargo, aunque
el pecado siempre está presente, también lo está el remedio – por lo tanto, el pecado nunca
necesita ser un estorbo para nuestra comunión con Dios.
La idea de que su palabra no está en nosotros está relacionada con la idea de que Jesús es
la Palabra de Vida (1 Juan 1:1) si nos rehusamos a ver el pecado en nosotros, mostramos
que Jesús no está en nosotros.

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