Las competencias

Metodología, didáctica
y programación
CONTENIDO
1. ¿Qué son?

2. Una nueva perspectiva.

3. Características.

4. Competencias clave.

5. Las competencias en el currículo.

6. Estrategias para su aplicación.

7. Las competencias en el aula.

8. Competencias del docente.

9. Competencia comunicativa.

10. Evaluación por competencias.

11. Bibliografía.

¿Qué son?
El concepto de competencia se empezó a utilizar en los
años cincuenta en el campo de la psicología, la lingüística
y la teoría comunicacional. Chomsky, en 1957, la definía
como la capacidad y la disposición que permiten la
interpretación y la actuación. Más adelante, el término
fue tomado y adaptado al mundo laboral para referirse
a las características de la persona responsables del éxito
en el rendimiento laboral de las personas más allá de los
elementos acreditables en el currículum vitae.
No será hasta los años ochenta cuando el enfoque
centrado en competencias se extrapole al ámbito
educativo en Inglaterra, como meta de la preparación
formativa con el fin de garantizar un desempeño efectivo
dentro del mundo del trabajo. A partir de los años
noventa, este empeño por garantizar el vínculo entre la
educación y el mundo laboral comienza a configurarse
en forma de modelos educativos.
En la actualidad, el aprendizaje basado en competencias
está ampliamente extendido en el en el ámbito
educativo por todo el mundo. Promovida en su inicio
por la comunidad europea y más adelante por la OCDE
(Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos), esta nueva visión del aprendizaje
y, por tanto, del sistema educativo, ha sido acogida por
un gran número de países y avalada por organismos
internacionales como la UNESCO.
Tal y como lo define la OCDE (Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económico)
a través del proyecto DeSeCo (Definición y selección
de competencias), la competencia “supone una
combinación de habilidades prácticas, conocimientos,
motivación, valores éticos, actitudes, emociones, y otros
componentes sociales y de comportamiento que se
movilizan conjuntamente para lograr una acción eficaz”.
Como se puede observar, en esta combinación de
elementos no se contempla simplemente el “saber”
(conocimientos), sino que se valoran también el “saber
hacer” (habilidades prácticas) y el “saber ser” (valores,
actitudes, emociones) que se adquieren mediante la
participación activa en el ámbito social, académico
y profesional.
Una nueva perspectiva
Existen, por tanto, varias líneas que caracterizan al
término. En primer lugar, descarta modelos tradicionales
de enseñanza-aprendizaje que valoraban solo los
conocimientos conceptuales y hace hincapié en la
práctica activa del alumno como como herramienta para
el aprendizaje, en pos del reconocimiento social de los
diferentes tipos de aprendizajes adquiridos.
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En segundo lugar, abarca la esfera actitudinal del
aprendizaje incidiendo en los valores compartidos
y deseables en la sociedad. Por lo tanto, combina el
enfoque del mundo laboral centrado en el desarrollo
de tareas profesionales con el enfoque educativo que
apunta a las características personales.
El objetivo final de las competencias es que los
individuos alcancen un pleno desarrollo personal, social
y profesional para que pueda responder a las necesidades
de un mundo globalizado y al desarrollo económico
y tecnológico actual de forma adecuada.
Esta visión de las competencias básicas ha dado lugar
a reformas educativas a lo largo de todo el globo con el fin de
asegurar que todos los jóvenes adquieran conocimientos,
habilidades, destrezas y actitudes necesarias que los
preparen para la vida adulta en la sociedad. Asimismo, ha
dado lugar a numerosas investigaciones y trabajos para
su estudio y su implementación en la práctica educativa
en diversos contextos.
En definitiva, la inclusión de las competencias en la
educación y en el currículum busca poner de manifiesto
la necesidad de formar a individuos integrados en una
sociedad cambiante y globalizada que requiere de
ciudadanos activos en constante desarrollo personal.
Dichas competencias aparecen desarrolladas en los
Reales Decretos de Enseñanzas Mínimas de la enseñanza
definida como básica (Educación Primaria y Educación
Secundaria Obligatoria). A lo largo de estos diez años
de escolarización obligatoria, todos los alumnos deben
haberlas alcanzado.
Características
A pesar de que no existe unanimidad con respecto a la
definición del término «competencia», existe una serie
de elementos o características esenciales que se repiten
en las diferentes aproximaciones conceptuales. Se hace
referencia a su carácter:
• Transversal: El proceso de enseñanza-aprendizaje
se aborda desde todas las áreas del conocimiento
y por parte de los diferentes organismos que
constituyen la comunidad educativa en contextos
formales e informales. Igualmente, abarcan
varios ámbitos de la persona en sus diferentes
dimensiones como individuo.
• Cohesionador: Garantiza la relación entre los
diferentes componentes y materias curriculares.
• Interdisciplinar: El grado de dominio de las
diferentes competencias proviene de diversos
ámbitos −educativo, profesional, personal−,
e igualmente intervienen y se desarrollan en
ámbitos variados, afectando al aprendizaje de
manera global. Asimismo, en el ámbito educativo,
las competencias se consiguen con el concurso de
todas las materias y todas en todas las materias se
hace uso de todas las competencias.

• Dinámico: Las competencias no se adquieren
en un momento determinado y permanecen
inalterables, sino que se adquieren, se desarrollan,
se perfeccionar, se amplían o se merman a lo largo
de la vida.
• Integral: Las competencias adquiridas pueden
transferirse a otros contextos y tareas, fomentando
así un aprendizaje flexible y permanente.
• Integrador: Los conocimientos, las habilidades, las
destrezas y las actitudes no pueden entenderse de
manera aislada.
• Concienciador: Apunta a una formación en la que
el individuo sea un actor consciente en su proceso
de aprendizaje y que sea capaz de orientarlo
y autoperfeccionarlo a lo largo de su vida para
adaptarse a las demandas del medio.
• Facilitador de la movilidad: De estudiantes
y profesionales entre diferentes estados como
resultado de compartir los objetivos resultantes
del dominio de las mismas competencias,
favoreciendo así la relación entre la formación y el
desarrollo profesional.
La concepción educativa que atiende a las competencias
implica entender la educación como algo que sobrepasa
la adquisición de conocimientos; supone concebir
la formación como elemento de transformación que
prepara a los alumnos para afrontar los retos de la
sociedad de la información, cada vez más global y en
constante cambio.
* Eurydice. Las competencias clave. Un concepto en expansión dentro de la educación obligatoria. Ministerio de Edu-
cación, Cultura y Deporte; 2002: 12.
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Competencias clave
Esta nueva visión del proceso de aprendizaje basado en
competencias, requiere a su vez un currículum basado
en las mismas. Esto ha dado lugar a la necesidad de
definir las competencias imprescindibles, es decir, las
competencias clave que son necesarias para todas las
personas con el fin de alcanzar su realización y desarrollo
personal; así como para fomentar una ciudadanía activa,
la inclusión social y el empleo.
El estudio de Eurydice* determina que para que una
competencia sea clave, esencial o básica, ha de
contemplar tres cualidades:
• Debe ser necesaria y beneficiosa para cualquier
persona y para el conjunto de la sociedad.
• Debe permitir que una persona se integre
adecuadamente en varias redes sociales,
manteniendo, al mismo tiempo, su independencia
y la capacidad de actuar de forma eficaz en
situaciones nuevas e imprevisibles.
• Debe permitir a las personas estar al día, es decir,
poder actualizar sus conocimientos y destrezas
a lo largo de la vida.
Siguiendo tales pautas, las competencias clave del currículo
en el sistema educativo español son las siguientes:

1. Competencia en Comunicación lingüística (CCL).
2. Competencia matemática y competencias básicas
en ciencia y tecnología (CMCT).
3. Competencia digital (CD).
4. Aprender a aprender (CAA).
5. Competencias sociales y cívicas (CSC).
6. Sentido de iniciativa y espíritu emprendedor (SIE).
7. Conciencia y expresiones culturales (CEC).
Las competencias clave deberán estar estrechamente
vinculadas a los objetivos de las diferentes etapas
educativas, por lo que será necesario diseñar estrategias
para promoverlas, así como actividades de aprendizaje que
las integren, contenidos y metodologías que las desarrollen
y criterios para su evaluación de modo que se pueda
graduar el rendimiento logrado en cada una de ellas.
Asimismo, las competencias clave deben estar
integradas en las áreas o materias curriculares, tanto en
el ámbito formal como informal. En definitiva, todas las
áreas, materias y ámbitos educativos deben contribuir al
desarrollo competencial.
Las competencias
en el currículo
La introducción de las competencias clave en el
currículo tiene consecuencias en la metodología
didáctica que se aplique como herramienta para el
desarrollo de las mismas.
Las competencias van más allá del currículo vertebrado
en áreas o materias estáticas, sino que hacen de él
un conjunto de elementos interrelacionados por un
componente transversal que obliga a la cooperación
del profesorado. De hecho, es el conjunto de profesores
quien debe consensuar las decisiones metodológicas
que se van a adoptar para favorecer el adecuado
desarrollo de las competencias.
La importancia de las competencias en el currículo trae
consigo un especial énfasis con respecto a la promoción
del aprendizaje activo frente a la enseñanza transmitida.
A pesar de que los métodos ligados al aprendizaje activo
se remontan a principios del siglo XX, la realidad de la
práctica educativa no ha sabido adaptarse por completo
a las nuevas premisas.
Sin embargo, la inclusión de la competencia en el
currículo ha urgido una reflexión y atención hacia
este principio; visto que desarrollar una competencia
supone la aplicación activa de las estrategias oportunas
para transferir los conocimientos (conceptuales,
procedimentales y actitudinales) para solucionar un
problema o situación, independientemente de si es un
contexto conocido o no.
* Departamento de Educación, Universidades e Investigación del País Vasco. Competencia en comunicación lingüísti-
ca en la Educación Secundaria Obligatoria: 2009.
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El aprendizaje activo no se lleva a cabo en el uso de
una determinada metodología, sino que requiere de
actuaciones variadas que lo favorezcan. No existe una
fórmula infalible que vaya a determinar las decisiones
con respecto a la elección metodológica que se tienen
que hacer, sin embargo, las administraciones educativas
marcan unos principios metodológicos (la participación
activa del alumno, la significatividad del contenido, la
construcción del aprendizaje, etc.) que orientan la toma
de decisión del docente con respecto a las estrategias
metodológicas más convenientes.
Estrategias para
su aplicación
Siguiendo esta concepción, se pasa a considerar el
siguiente Decálogo* con las estrategias metodológicas
que el conjunto docente debe considerar para promover
el aprendizaje activo e impulsar el desarrollo de las
competencias básicas:
1. Generar un ambiente propicio en el aula: Cuidar el
clima afectivo del aula, tener expectativas sobre las
posibilidades de los alumnos y alumnas.
2. Generar estrategias participativas: Plantear dudas,
presentar aprendizajes funcionales con finalidad.
3. Motivar hacia el objeto de aprendizaje: Dar
a conocer los objetivos de aprendizaje, negociarlos
con los aprendices.
4. Favorecer la autonomía del aprendizaje: Limitar el
uso de métodos transmisivos, modificar los papeles
del profesorado y del alumnado.
5. Favorecer el uso integrado y significativo de las TIC:
Utilizar recursos didácticos como webquest, cazas
del tesoro, blogs, utilizar las TIC para aprender y para
la comunicación entre los componentes del aula.
6. Favorecer el uso de fuentes de información
diversas: Limitar el libro de texto como única fuente
de información, guiar el acceso a las fuentes de
información…:
7. Favorecer la comunicación oral o escrita de lo
aprendido: Comunicar lo aprendido, impulsar
la interacción entre iguales para construir el
conocimiento.
8. Impulsar la evaluación formativa: Crear situaciones
de autorregulación, dar a conocer los criterios de
evaluación, potenciar la autoevaluación.
Favorecer la utilización de organizaciones diferentes
del espacio y del tiempo: Modificar la organización del
espacio del aula, flexibilizar la duración de las sesiones
de trabajo.

Impulsar la funcionalidad de lo aprendido fuera del
ámbito escolar: Favorecer la relación entre las diferentes
materias, utilizar metodologías globales.
Siguiendo los principios y estrategias metodológicas
detalladas, la labor docente se concretará en las tareas
o proyectos que se lleven a cabo en el aula.
Las competencias en el aula
Las decisiones se verán reflejadas en la práctica del día
a día, y afectarán a los diferentes aspectos metodológicos
que intervienen en la práctica, entre otros:
• Secuencia didáctica. Tiene que adaptarse al
aspecto de la competencia que se quiere reforzar:
-- Conceptual: Llevar a cabo actividades que
permitan la identificación y el planteamiento del
tema a tratar, a través de imágenes, formulación
de preguntas, la lluvia de ideas, lanzamiento de
hipótesis, análisis conjunto, etc.
-- Procedimental: Serán actividades de planificación,
documentación, búsqueda y filtración de la
información, creación, comunicación de los
resultados, etc.
-- Actitudinal: Predominan las actividades de
negociación, consenso, evaluación, etc.
• Agrupamiento de los alumnos: Se favorece
el trabajo cooperativo en grupos con el fin de
potenciar el intercambio de ideas, el diálogo, la
empatía, la negociación, la asertividad, etc. Sin
embargo, resulta igualmente necesario fomentar el
trabajo individual para el desarrollo individual de las
competencias y de la autonomía.
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• Organización del aula: La organización del espacio
del aula variará en función del tipo de actividad que
se lleve a cabo para facilitar las interacciones en
cada contexto.
• Gestión del tiempo: Es necesario controlar
y adaptar este recurso en función del tipo de tarea
o proyecto realizado.
• Materiales didácticos: Conviene que estén
relacionados con el mundo real, provenientes de
contextos variados y adecuados a la situación
comunicativa concreta. Se deben usar materiales
de diversa índole en cuanto a lenguajes (textual,
numérico, icónico, visual, gráfico, gestual, sonoro)
y soportes (oral, impreso, audiovisual, digital).
En definitiva, la inclusión de las competencias básicas en
el currículo conlleva un replanteamiento de la enseñanza
que abarca todos los aspectos relacionados con el
proceso de enseñanza-aprendizaje: desde la coordinación
entre el profesorado de las diferentes materias y etapas,
hasta la práctica docente diaria en el aula.
Competencias del docente
En vista de la inclusión de las competencias como
elemento fundamental del currículo, cabe esperar
que los docentes -en tanto que agentes activos en la
formación de los alumnos- estén formados a su vez
en competencias que les permitan planificar, organizar
y llevar a cabo los procesos de enseñanza que posibiliten
el éxito en el logro de las mismas.

Cualquiera que sea el nivel educativo en el que tenga lugar
la actividad docente, existen ciertas competencias -es
decir, conocimientos, capacidades y actitudes- comunes
que favorecerán el desarrollo eficaz de su tarea*:
• La comunicación. Como ser social, la comunicación
es una herramienta vital para el ser humano. De
la misma manera, los procesos formativos son
fundamentalmente actos comunicativos. Estos
actos pueden ser de carácter informacional o de
carácter dialógico.
• La formación ciudadana. asumir de reglas de
conducta y de convivencia, así como creer
profundamente en ciertos valores, como la dignidad
y los derechos humanos, que regirán las acciones
de acuerdo con el contexto geográfico e histórico
en el que se encuentre.
• La observación en el aula. Para una buena labor
docente es necesario conocer a los alumnos, lo
que permite: ponerse en el lugar del otro para prever
sus problemas o su posible reacción, entender sus
necesidades, conocer el punto de partida para
trabajar un nuevo tema, incidir sobre aspectos que
resultan importantes para el sujeto o planificar
estrategias didácticas personalizadas.
• El compromiso con la formación permanente. El
ser humano está sujeto a cambios a lo largo de su
vida. La interacción con el medio cambiante en el
que vive le obliga a adaptarse continuamente, por lo
que la idea de la educación permanente responde
a la necesidad.
• El diseño y gestión de los procesos de enseñanza-
aprendizaje. Hasta ahora, la educación formal solo
contemplaba aspectos que tenían que ver directamente
con el ámbito educativo y curricular. Sin embargo, el
diseño de un proceso centrado en las competencias
ha abierto un amplio abanico de dimensiones -como
pueden ser el emocional o el corporal- que desempeñan
un papel importante a la hora de que el alumno se
enfrenta a una situación de aprendizaje
• El conocimiento sobre la organización de los centros
educativos. Deben considerarse las relaciones entre
los distintos niveles y dimensiones que conforman
un centro educativo. El docente debe tener una
fundamentación teórica y reflexionada que en la
práctica le permita conocer las competencias de
cada elemento de la comunidad educativa.
Estás competencias han de ir desarrollándose
y mejorando a lo largo de la carrera del docente. Trabajar
y gestionar estas competencias no es tarea fácil,
puesto que la labor docente no se limita ya a conocer la
materia; es necesario, también, conocer y saber poner
en práctica estrategias y recursos didácticos, controlar
la comunicación asertiva, demostrar interés real por el
alumno, conocerle bien y valorarlo como persona y no
como un sujeto pasivo, y tener la capacidad de analizar
todo el proceso para percibir los elementos que puedan
indicar una necesidad de cambio o refuerzo del mismo.
* Crespo Comesaña JM. El educador competente. En Cantón Mayo I, Pino-Juste M [coords]. Diseño y desarrollo del
currículum. Madrid: Alianza Editorial; 2011.
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Es decir, es necesaria la formación en la materia, así
como en didáctica, pedagogía, psicología, además de
tener actitud y aptitud para la docencia.
Competencia comunicativa
Como ser social, la comunicación es una herramienta
vital para el ser humano. De la misma manera, los
procesos formativos son fundamentalmente actos
comunicativos. Estos actos pueden ser de carácter
informacional o de carácter dialógico.
El primero se produce cuando el emisor y el receptor no
tienen el mismo nivel, se trata de un proceso vertical. El
emisor es siempre la misma persona, domina la situación
y tiene el uso preferente de la palabra. La relación entre
ambos se limita a la necesaria para adaptar el nivel del
mensaje a las características del receptor y asegurar la
eficacia en la recepción del mensaje.
Los métodos tradicionales hacen uso de este esquema
comunicativo, centrado en la figura del docente,
responsable de aportar conocimientos de manera
cuantitativa a los alumnos, que adaptará el orden de los
contenidos a la materia y al nivel educativo de los alumnos.
En el segundo, los papeles de emisor y receptor cambian
continuamente y el dominio del contexto y del discurso
es parecida entre ambos. Por tanto, el proceso es más
horizontal y existe una relación de retroalimentación
entre ambos, para comprender y hacer comprender. La
estructura del discurso es única e irrepetible, ya que
cada participante aporta algo impredecible.
Dado que el enfoque por competencias subraya la
implicación del alumno como agente activo en su
aprendizaje, está fuertemente ligada a los procesos
dialógicos. Por tanto, si se espera que los alumnos
reconstruyan y reordenen los esquemas de pensamiento
con el fin de desarrollar las competencias requeridas,
resulta necesario que el docente prepare este tipo de
situaciones comunicativas para que este encuentre su
camino hacia el aprendizaje significativo.
Por otra parte, no se puede obviar que la comunicación
no se refiere exclusivamente al lenguaje verbal (oral
o escrito) y al no verbal (paraverbal, gestual o de imagen),
sino que se extiende a las nuevas tecnologías de la
información y la comunicación.
Estas son de vital importancia no solo porque están
configurando una manera diferente de la sociedad y del
conocimiento, sino porque el alumno ya ha construido
un modelo de comunicación con el mundo influenciado
por ellas, un modelo común entre las generaciones
jóvenes y que refuerza la tendencia a la horizontalidad,
a la instantaneidad y a la participación.

Por tanto, si el modelo de comunicación, de acceso
a la información y de la sociedad están cambiando, es
indispensable que el modelo de aprendizaje cambie en
concordancia. La escuela actual debe adaptarse a los
nuevos tiempos haciendo uso de las nuevas tecnologías
no solo como contenidos de aprendizaje enmarcados en
una materia concreta, sino como mediadoras durante el
proceso de aprendizaje.
Evaluación por
competencias
La incorporación de las competencias básicas o clave
en el currículo educativo ha conllevado cambios en
la organización y en la cultura escolar, así como en el
diseño curricular. Estas han pasado a ser el eje del diseño
curricular, en torno a ellas se desarrollarán los objetivos,
contenidos y la evaluación.
Esto se debe a que las competencias son transversales
al currículum: cada competencia no se desarrolla en
una materia en concreto, y en una misma materia se
desarrollan varias competencias.
Por tanto, las competencias clave deben integrarse
y coordinar cada uno de los demás elementos
curriculares: se debe relacionar cada una de ellas con los
objetivos generales de etapa y, a su vez, con los objetivos
de cada una de las áreas.
La incorporación de las competencias básicas al
currículum se produce desde los diseños curriculares
de etapa, ciclo y área, hasta la programación didáctica,
que se concreta finalmente en la unidad didáctica.
Al tratarse de elementos que se extienden a lo largo
de las diferentes materias, resulta necesario que el
equipo docente trabaje en colaboración para plantear
los criterios y objetivos generales de ciclo y curso en
relación con las competencias del ciclo.
De esta manera, los docentes pueden aplicarlos a su
materia, teniendo en cuenta los objetivos de su propia
área y materia.
Así pues, los diseños curriculares es tarea del centro
o del equipo docente responsable de cada etapa
o ciclo. Basándose en ellos, la programación didáctica
corresponde a los profesores responsables de un
grupo, siendo la unidad didáctica el nivel más funcional
de concreción curricular. Es en este último punto de la
programación donde se hace más manifiesta y sustancial
la integración de las competencias básicas.
Como se ha observado anteriormente, las
Administraciones Educativas ofrecen orientaciones con
relación a los elementos curriculares en los Decretos
de Enseñanzas Mínimas, que son: los objetivos de
cada enseñanza y etapa educativa, los contenidos, las
competencias y los criterios de evaluación.
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De acuerdo con las leyes que regulan el proceso evaluador,
el aprendizaje del alumnado se evalúa en relación con el
logro de las competencias básicas teniendo en cuenta
los criterios de evaluación. Los criterios de evaluación
de las áreas serán el referente fundamental para valorar
tanto el grado de adquisición de las competencias
básicas como la consecución de los objetivos de etapa.
Habida cuenta de los objetivos, contenidos, competencias
básicas y criterios de evaluación señalados en los
documentos de los niveles de concreción anteriores, el
docente ha de buscar la evidencia de la competencia en
relación con contenidos y objetivos, así como evaluarla.
La constatación se realiza mediante tareas que el docente
diseña para el desarrollo de una u otra competencia,
teniendo en cuenta sus dimensiones y componentes.
Asimismo, la metodología ha de adaptarse a esta
perspectiva del proceso educativo, teniendo en cuenta
tanto objetivos como las competencias que entran en
acción para alcanzarlos.
En general, la idea de la inclusión de las competencias en
el desarrollo y la evaluación del proceso educativo pone
de manifiesto la necesidad de colaboración en el centro
educativo, con el fin de crear currículos que reflejen un
desarrollo coordinado de las competencias dentro de las
diferentes materias de un mismo curso, así como una
progresión coherente de las mismas a lo largo de los
diferentes cursos.
Además, hace hincapié en la necesidad de implementar
medidas organizativas y funcionales imprescindibles
para su desarrollo por parte del centro: la organización
y el funcionamiento del centro y de las aulas, las normas
de régimen interno, el uso de determinadas metodologías,
la participación del alumnado, los recursos didácticos,
la planificación de las actividades complementarias
y extraescolares, entre otros.
Todos estos factores pueden favorecer o dificultar el
desarrollo de competencias previstas, y son aspectos
que el docente debe considerar a la hora de elaborar su
programación didáctica y de considerar la evaluación de
las competencias.
Las competencias clave han conllevado cambios
considerables en la sociedad; no solo en el ámbito
educativo, sino también en el ámbito laboral y social. Ha
cambiado la perspectiva con la que se había valorado
el conocimiento y las aptitudes hasta el momento, para
abrazar la concepción del desarrollo del aprendizaje
como un elemento en constante progreso que
requiere de cualidades que van más allá de conceptos
o habilidades mecanizadas para resolver tareas
o desenvolverse en el mundo.

En el ámbito educativo, es evidente considerar que un
enfoque metodológico basado en las competencias
clave y en los resultados de aprendizaje conlleva
importantes cambios en varios aspectos, entre otros:
en la concepción del proceso de enseñanza-aprendizaje,
en la organización y en la cultura escolar, en el deber
y la responsabilidad de estrecha colaboración entre los
docentes en el desarrollo curricular y en la transmisión
de información sobre el aprendizaje del alumnado,
así como cambios en las prácticas de trabajo y en los
métodos de enseñanza.
Indudablemente, el concepto y la integración de las
competencias ha traído consigo una nueva manera
de entender el proceso educativo y ha abierto puertas
a nuevas concepciones e investigaciones que buscan la
mejora de la eficacia educativa por el bien de la sociedad.
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